Teologia de Pedro | Teologia Biblica con Feliberto Vasquez Rodriguez
TEOLOGÍAS DE PEDRO Y JUDAS
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA DE PEDRO
Este estudio de teología bíblica
se enfocará en las enseñanzas doctrinales de Pedro en sus dos epístolas y en su
predicación de Hechos.
Las epístolas
La primera epístola.
Recibió la autentificación temprana de Eusebio, Ireneo, Tertuliano y otros padres de la iglesia. La evidencia interna también sugiere que Pedro es el autor: así se llama la epístola (1:1), y existe un acuerdo considerable entre 1 Pedro y las enseñanzas de Pedro en Hechos. Probablemente, la carta se escribió antes del 64 d.C., y se dirigía a los creyentes hebreos entre los gentiles (1:1). El propósito de Pedro al escribir es animar a los creyentes que sufrían persecución, pues los describe como “afligidos en diversas pruebas” (1:6). Acusados de deslealtad al estado (2:13-15), a los creyentes se les difamaba, ridiculizaba y calumniaba por no participar de las prácticas paganas (3:13-17; 4:4-5). Pedro llamó a su sufrimiento “fuego de prueba” (4:12). La tesis de la primera epístola de Pedro es exhortatoria y se declara en 5:12; los creyentes debían seguir firmes en la gracia de Dios en medio del sufrimiento.
La segunda epístola.
Probablemente ésta tiene
la evidencia más débil entre todos los libros del Nuevo Testamento; no
obstante, jamás fue rechazada ni se la consideró una carta espuria. Orígenes
(ca. 240 d.C.) fue el primero en atribuirla a Pedro. La evidencia interna
apunta a que Pedro es el autor. Así se llama el autor (1:1), e indica que fue
testigo presencial del Señor (1:16), lo cual sugiere que fue uno de los tres.
También hay similitud con los discursos de Pedro en Hechos.[1] La carta se escribió
alrededor del 65 d.C., probablemente para una audiencia amplia. El propósito de
Pedro al escribir la carta podía ser doble. (1) Por el lado negativo, advertía
a los creyentes del antinomianismo en expansión (desconsideración flagrante de
los mandamientos de Dios) y de los maestros herejes que se estaban infiltrando
en las asambleas. (2) Por el lado positivo, Pedro exhortaba a los creyentes a
crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”
(3:18).
El autor
El apóstol Pedro era hijo
de Jonás (Mt. 16:17) o de Juan (Jn. 1:42, NVI) y hermano de Andrés (Jn 1:40).
Era originario de Betsaida (Jn. 1:44), pero después vivió en Capernaum (Mr.
1:21, 29). Su profesión era la pesca (Lc. 5:1-11).
Cuando Jesús comenzaba su
ministerio público, llamó a Pedro para salvación (Jn. 1:42), y cerca de un año
después lo nombró apóstol (Mt. 10:1-2). A Pedro, como parte de los doce, se le
dio autoridad para realizar señales milagrosas que validaran el mensaje
mesiánico (Mt. 10:1-15), y con frecuencia hablaba en nombre del grupo (Mt.
15:15; 16:16; 18:21; 19:27). Fue uno de los tres escogidos, junto con Jacobo y
Juan. En compañía de ellos atestiguó la transfiguración de Cristo (Mt. 17:1),
sobre la cual escribió después (2 P. 1:16). Pedro, al ser parte de los tres,
era “columna” de la iglesia (Gá. 2:9) y posteriormente llegó a ser líder de
ella. Fue el vocero cuando se seleccionó al sucesor de Judas (Hch. 1:15-22), en
Pentecostés (Hch. 2:14-36) y en el Concilio de Jerusalén (Hch. 15:7-11). Pedro
fue apóstol para los judíos, lo que también se refleja en sus discursos y en su
primera epístola (1 P. 1:1). Una tradición sugiere que al final Pedro fue a
Roma, pero no hay certidumbre de ello.
EXPOSICIÓN DE LA TEOLOGÍA DE PEDRO
Claramente, la teología
de Pedro es cristocéntrica y, dado ese énfasis, expone las doctrinas
importantes relacionadas con la persona de Cristo. Hace una exposición de la
ausencia de pecado de Cristo, su expiación sustitutiva, su resurrección y su
glorificación. Pedro se apoya considerablemente en los sufrimientos, la
humillación y rechazo de Cristo.
Cristo
Es esclarecedor estudiar
los nombres que Pedro utiliza para Cristo. En los sermones de Hechos se refiere
a Jesús o Jesús de Nazaret. En Hechos 2:22 Pedro lo identifica como “Jesús
nazareno”, tal vez para que sus oyentes recordaran a Jesús como el rechazado,
porque el término nazareno había tenido una connotación negativa. En Hechos
2:36 se refiere a “Jesús”, pero le recuerda a la multitud que Él no era tan
sólo un hombre, porque “Dios le ha hecho Señor y Cristo”. Pedro acentúa tal
hecho con sus palabras: “Sepa, pues, ciertísimamente”.[2] En Hechos 3:13 Pedro se
refiere a la glorificación de Jesús y la enlaza con los títulos de “siervo”
(3:13, NVI), “Santo”, “Justo” (3:14) y “Autor de la Vida”, (3:15). Por lo
tanto, Pedro menciona de nuevo a Jesús en 3:16; además enfatiza la autoridad y
el poder relacionados con su nombre.
Pedro prefería la
designación Cristo en sus epístolas, y usaba frecuentemente el título Mesías
para describir sus sufrimientos. Pedro escribe que Cristo derramó su sangre
preciosa (1 P. 1:19), sufrió en su papel de sustituto[3] (1 P. 2:21), en la carne
(1 P. 4:1), enfrente de otros testigos (1 P. 5:1) y murió por los pecados una
vez (enfático) y para siempre (1 P. 3:18). En vista de esto, Pedro alienta a
los creyentes a apartar a Cristo como Señor en sus corazones (1 P. 3:15),
guardar la buena conciencia en medio del sufrimiento por Cristo (1 P. 3:16) y
regocijarse en medio de dicho sufrimiento (1 P. 4:13- 14), pues al final Dios
los llamará a la gloria eterna a través de su unión con Cristo (1 P. 5:10).
Pedro también utiliza el
nombre compuesto de Cristo; con ello enfatiza su resurrección, glorificación y
segunda venida, no su sufrimiento. A través del Señor Jesucristo los creyentes
nacieron de nuevo a una esperanza viva (1 P. 1:3), fueron salvos a través de su
resurrección (1 P. 3:21), se edifican como casa espiritual (1 P. 2:5), lo
glorifican con el uso de los dones espirituales (1 P. 4:11) y crecen en el
conocimiento de Jesucristo (2 P. 1:8; 3:18). Por lo tanto, los creyentes pueden
anticipar la aparición gloriosa de Jesucristo (1 P. 1:13; 2 P. 1:16) cuando sus
pruebas le glorificarán (1 P. 1:7).
Salvación
Como se ha observado en
la exposición anterior, Pedro enfatiza el papel de Cristo en su obra de
salvación: como el cordero intachable y sin mácula (1 P. 1:19), Él fue el
sacrificio perfecto; no pecó (1 P. 2:22); murió como sustituto una sola vez y
para siempre, el inocente por los culpables (1 P. 3:18). Pedro hace énfasis en
que lo mataron por causa nuestra.
Los pronombres enfatizan
que Cristo murió en lugar de los pecadores (1 P. 2:24). Los rescató[4] de la esclavitud del
pecado (1 P. 1:18).
La salvación en Cristo se
planeó desde el pasado eterno (1 P. 1:20), pero se reveló en la historia.
Completó la salvación con su resurrección y dio esperanza viva a los creyentes
(1 P. 1:3).
Las Escrituras
Después de Pablo, Pedro
bien podría ser quien más habla sobre la doctrina de las Escrituras. Aporta
ideas valiosas relativas al ministerio del Espíritu Santo en la inspiración, y
también afirma la inspiración de los escritos paulinos. Proporciona uno de los
estudios más completos de las Escrituras: son producto del Espíritu Santo y
traen regeneración y crecimiento espiritual.
Pueden observarse las
siguientes cosas acerca de la doctrina petrina sobre las Escrituras: (1) Llama
a todo el Antiguo Testamento “la palabra profética” (2 P. 1:19). Pedro indica
que el texto veterotestamentario se cumple con la aparición de Jesucristo. (2)
Las Escrituras están vivas y permanecen para siempre[5] (1 P. 1:23). La Palabra de
Dios es incorruptible en contraste con la simiente humana corruptible. (3) Las
Escrituras no están contaminadas y ayudan a crecer espiritualmente (1 P. 2:2).
(4) Las Escrituras no tienen origen netamente humano (2 P. 1:20). (5) Son
producto de hombres que hablaron lo que el Espíritu les dictaba, con lo cual se
asegura la exactitud (2 P. 1:21). (6) El Nuevo Testamento es tan inspirado como
el Antiguo (2 P. 3:16). Pedro ubica las cartas de Pablo al mismo nivel que “las
otras Escrituras”. (7) Son la base de la verdad teológica (1 P. 2:6). Pedro
elabora una posición teológica fundamentada en Isaías 28:16.
La vida cristiana
El mayor enfoque de los
escritos petrinos está en el sufrimiento, aunque dicen algunas cosas sobre
otros aspectos de la vida cristiana. Se dirigía a cristianos hebreos que
estaban sufriendo por su fe (1 P. 1:1). Escribió para animarlos y explicar cómo
deben reaccionar y preparar la mente ante el sufrimiento, especialmente cuando
es inmerecido (1 P. 1:6).
Pedro escribió palabras
de advertencia y ánimo en cuanto al sufrimiento. Primero, los creyentes han de
esperar pruebas, sufrimientos y deben preparar para ello sus mentes, pues
Cristo también sufrió (1 P. 1:11; 4:12; 5:9). Segundo, los creyentes han de
alegrarse en medio del sufrimiento pues ello anticipa el retorno de Cristo (1
P. 3:14; 4:13). Tercero, los creyentes pueden sufrir injustamente (1 P.
2:19-21, 23; 3:17). No hay mérito si el cristiano sufre por hacer lo malo, mas
ante el Señor es admirable el creyente que soporta el sufrimiento injusto.
Cristo sufrió y les dio a los creyentes un patrón a través de su ejemplo (1 P.
2:21-23; 3:17-18; 4:1). Finalmente, los creyentes pueden sufrir de acuerdo con
la voluntad de Dios (1 P. 3:17; 4:19), pero Él los fortalecerá en el
sufrimiento (1 P. 5:10).
La iglesia
Aunque la palabra iglesia
no aparece en los escritos de Pedro, él dice algunas cosas sobre esta doctrina.
La iglesia universal.
Pedro reconoce la unidad
de judíos y gentiles en el cuerpo (Hch. 10:34-43). En una declaración
memorable, Pedro anunció que los gentiles eran bienvenidos sin necesidad de
hacerse prosélitos del judaísmo a través de rituales (Hch. 10:35).[6] Antes de eso los gentiles
se tenían que bautizar en el judaísmo, ofrecer un sacrificio y circuncidarse.
Ahora este ritual podía pasarse por alto. Pedro confirmó tal verdad en Hechos
15:7-11.
La iglesia local.
En 1 Pedro 5:1-4, el
apóstol habla sobre las responsabilidades de los ancianos en la iglesia local.
Su responsabilidad es pastorear el rebaño de Dios. La tarea de pastorear
denotará la alimentación (enseñanza), protección, crianza y cuidado del rebaño.
Dichas funciones debían cumplirse con prontitud y como ejemplos de piedad, no
de forma dominante o por amor al dinero.
Pedro también menciona el
bautismo, y usa la analogía entre el bautismo y Noé. El bautismo en agua
simboliza la ruptura con la vieja vida pecaminosa, tal como sucede con las
aguas de Noé (1 P. 3:21).[7]
Últimos tiempos
Las condiciones. En 2
Pedro, el apóstol menciona las condiciones previas al retorno del Señor: habrá
falsos maestros que entrarán en la asamblea. Se conocerán porque su falso
mensaje negará al Maestro que los rescató (2 P. 2:1). Los falsos maestros se
caracterizarán por su inmoralidad (2 P. 2:14). Extraviarán al desprevenido,
pero Cristo los juzgará cuando regrese (2 P. 2:9).
La venida de Cristo.
En sus dos epístolas,
Pedro parece distinguir entre el arrebatamiento de la iglesia y la segunda
venida para juzgar a los impíos.[8] La venida por los
creyentes en el arrebatamiento será de liberación y bendición; por lo tanto,
Pedro indica que el sufrimiento presente de los creyentes culminará en alabanza
y honor cuando Cristo se revele (1 P. 1:7). De modo que Pedro anima a los
creyentes a afirmar su fe en la revelación de Cristo, el arrebatamiento
inclusive (1 P. 1:13). En 2 Pedro el apóstol hace referencia a la venida de
Cristo en juicio sobre quienes se mofan de su regreso (2 P. 3:1-7). Tal venida
será “el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (v. 7).
Estado eterno. Pedro
describe lo repentino de la venida del día del Señor (2 P. 3:10). El día del
Señor se utiliza de diversas maneras en las Escrituras, pero como término
general caracteriza todo el período que comienza en el arrebatamiento y termina
al final del milenio; así, el día del Señor está relacionado con el juicio a
los incrédulos pero con bendiciones para los creyentes. En 2 Pedro 3:10b-12,
Pedro describe el estado eterno. Al final del milenio los cielos pasarán con
gran estruendo y la tierra se quemará. Ésta es la esfera donde el pecado tiene
lugar, y se renueva anticipándose a la eternidad. Pedro concluye su estudio de
los últimos tiempos con una exhortación práctica (2 P. 3:11).
[1] Everett F. Harrison, Introduction
to the New Testament [Introducción al Nuevo Testamento] (Grand Rapids:
Eerdmans, 1964), p. 399. Publicado en español por Libros Desafío.
[2] “Ciertísimamente” (asphalos) es
enfático en el texto griego.
[3] La preposición griega huper,
traducida “por”, sugiere sustitución.
[4] La palabra “rescatados” es
elutrothete de lutroo, que quiere decir “liberar, buscar la liberación por el
pago de la fianza, liberar por el pago de un precio, redimir”. Para los judíos
la imagen de la redención es la liberación de Egipto. Para los gentiles la imagen
sería de un esclavo cuya libertad fue comprada por un precio. Fritz Rienecker,
Linguistic Key to the Greek New Testament, ed. Cleon Rogers Jr. (Grand Rapids:
Zondervan, 1982), p. 748.
[5] Los dos participios, zontos y
menontos, enfatizan que la palabra es viva y permanece.
[6] Pedro utiliza la palabra ethnei en
Hechos 10:35 para identificar a los gentiles.
[7] Roger M. Raymer, “1 Peter” en John
F. Walvoord y Roy B. Zuck, eds., The Bible Knowledge Commentary, 2 vols.
(Wheaton: Victor, 1983), p. 2:852.
[8] Charles C. Ryrie, Biblical
Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento] (Chicago:
Moody, 1959), p. 286. Publicado en español por Portavoz.
Comentarios
Publicar un comentario
Cada comentario que usted vaya a redactar en este blogs es necesario que sepa antes de, que lo valoramos por su tiempo, pero que así mismo le pedimos que sea lo más respetuoso posible. Podemos diferir sobre algunos puntos, pero eso no nos debe llevar a la falta de respeto el uno con el otro. ¡Muchas gracias!