Teología de Hechos | Serie Teologia Biblica con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

TEOLOGÍA DE HECHOS

INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA DE HECHOS

Autor

La autoría de Hechos está estrechamente ligada a la autoría de Lucas. Los dos libros están dirigidos a Teófilo (Lc. 1:3; Hch. 1:1); la autoría del uno necesita que el otro tenga la misma. Véase la explicación en el apartado de Lucas del capítulo Teología de los sinópticos.

Fecha

Existen sólidas evidencias de que Hechos fue escrito en el 63 d.C. (1) Ello explica mejor el final abrupto del libro. Pablo fue llevado a Roma en el 61 d.C., donde permaneció bajo custodia hasta el 63 d.C. El libro finaliza abruptamente pero con optimismo, a la espera de la liberación de Pablo. (2) Después del incendio de Roma en el 64 d.C., Nerón comenzó una feroz persecución contra los cristianos de esa ciudad. Si el libro se hubiese escrito después del 64 d.C., sería inconcebible que hubiera cerrado con dicho tono optimista. (3) Si Pablo ya hubiera sido ejecutado (cosa que sucedió alrededor del 67 d.C.), sin ninguna duda habría alguna mención. (4) El impacto de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. se sintió por todo el Imperio Romano; con todo, no se menciona dicho evento, lo cual indica que no había tenido lugar.

Propósitos

Lucas se propuso proporcionar un relato sobre el origen y el desarrollo de la iglesia bajo el poder y la guía del Espíritu Santo; tal tema se refleja en Hechos 1:8 y por todo el libro.[1]

El relato que hace Lucas del movimiento también se puede ver como una apologética del cristianismo. “El impulso apologético parece apuntar en dos direcciones: enfrentar las acusaciones de los judíos contra el cristianismo y presentarlo al mundo romano de manera favorable”.[2] El cristianismo había sido calumniado tanto por los romanos como por los judíos. Lucas muestra que el cristianismo sigue el patrón histórico sobre el fundamento del judaísmo. En este sentido, el libro también puede verse como la polémica con los judíos que acusaron al cristianismo de ser un movimiento subversivo (cp. Hch. 18:14-15).

Hechos también revela que la autoridad apostólica de Pablo y su poder son equivalentes al poder y la autoridad de Pedro. Por ejemplo, Pablo duplica los milagros de Pedro.


Lucas también expone el continuo rechazo del Mesías por parte de los judíos, comenzando en los Evangelios y pasando por Hechos. El Sanedrín arrestó a Pedro y a Juan (Hch. 4:1-22) y les prohibió predicar en el nombre de Cristo (Hch. 4:17). El Sanedrín arrestó y encarceló a los apóstoles (Hch. 5:17-18) e incitó al pueblo a apedrear a Esteban (Hch. 6:12—7:60). Los judíos incrédulos persiguieron a Pablo hasta Antioquía de Pisidia (Hch. 13:45, 50), luego lo apedrearon y lo dieron por muerto (Hch. 14:19). Al final de Hechos, los judíos aún rechazaban el mensaje de Pablo (Hch. 28:17-28).

EXPOSICIÓN DE LA TEOLOGÍA DE HECHOS

Dios

Soberanía de Dios. Lucas explica que la muerte de Cristo resultó del decreto (gr., boule) y la presciencia de Dios (Hch. 2:23). Por el decreto de Dios se entiende su “consejo predeterminado e inflexible. Las dos frases expresan la determinación resuelta e inviolable del decreto”.[3] En medio de la persecución los apóstoles cobraban ánimo en la soberanía de Dios (Hch. 4:24-31). A Dios se le llama Señor (gr., despota), del cual se deriva la palabra déspota en español (Hch. 4:24). Dios ya había decretado (boule) con antelación los eventos de la cruz, los había señalado de antemano (gr., prooriseri).

La soberanía de Dios se ve también en la elección (Hch. 13:48). Creyó el número preciso de los que habían sido ordenados para la vida eterna.[4]

Existencia de Dios y gracia común. Pablo proclamó al “Dios vivo” ante sus oyentes de Listra, les recordó que Él es el Creador y les ha dado la lluvia y los tiempos fructíferos (Hch. 14:15-18). Pablo también les recordó a los atenienses que Dios les había dado la vida, la respiración y también había prefijado los tiempos y los límites (Hch. 17:22-31).

Cristo

El énfasis de Lucas en lo relativo a Cristo es doble: acentuar su crucifixión y muerte, y también su resurrección.

Crucifixión y muerte de Cristo. Muchas declaraciones en cuanto a la muerte de Cristo reflejan la acusación de los apóstoles a los judíos por su crucifixión. Él fue clavado en la cruz por hombres impíos (Hch. 2:23), lo mataron de manera vergonzosa: por crucifixión (Hch. 3:15; 5:30; 10:39; cp. Hch. 13:28-29). El Justo fue asesinado (Hch. 7:52, NVI).

Resurrección de Cristo. Se enfatizan varios temas en relación con la resurrección: (1) El Salmo 16:8-11 predijo la resurrección de Cristo y se cumplió en el Salmo 2:7 (Hch. 2:22-32; 13:33-37); (2) La resurrección de Cristo se proclamó con gran poder (Hch. 4:2, 10, 33); (3) Dios no sólo resucitó a Cristo, también lo exaltó a una posición de autoridad (Hch. 5:31); (4) La resurrección de Cristo fue presenciada por testigos (Hch. 10:40-41); (5) Su resurrección es un presagio del juicio futuro (Hch. 17:31); (6) La resurrección de Cristo debía proclamarse a judíos y gentiles para que se cumpliera la profecía (Hch. 26:23).

Retorno de Cristo. Cuando Cristo ascendió, los ángeles les prometieron a los discípulos que Cristo regresaría tal como lo vieron subir al cielo: visible, físico y personal (Hch. 1:9-11). Pedro anunció la era milenaria cuando habló sobre “los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:21).

Es significativo que la muerte y, en particular, la resurrección hayan sido centrales para la predicación de la iglesia del Nuevo Testamento, tal como Hechos lo registra.

El Espíritu Santo

Su divinidad. Hechos 5:3-5 registra la declaración principal en relación con la divinidad del Espíritu Santo. Cuando Pedro confronta a Ananías le recuerda que le mintió al Espíritu Santo (Hch. 5:3), y en una declaración paralela exclama: “No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hch. 5:4), con lo cual igualó a Dios y al Espíritu Santo.

Su obra. El Espíritu Santo va construyendo la iglesia a través del bautismo de los creyentes en el cuerpo de Cristo (Hch. 1:5; 11:15-16). También está activo para hacer testigos a los creyentes (Hch. 1:8; 2:4; 4:31; 5:32; 9:17) y para guiarlos en el ministerio (Hch. 8:26-30; 10:19; 11:19; 16:7; 20:23; 21:4, 11).

Salvación

La salvación es por medio de la fe en Cristo. La fe se enfatiza en Hechos 10:43. No es necesario que los gentiles se vuelvan judíos primero; reciben el perdón y la salvación sencillamente por creer (cp. Hch. 11:21; 14:23; 16:31).

El arrepentimiento forma parte de creer. En repetidas ocasiones, los heraldos del evangelio exhortaron a las personas a creer en Cristo; en otras las urgieron al arrepentimiento (cp. Hch. 2:38; 3:19; 5:31; 8:22; 11:18; 17:30; 20:21; 26:20). Tal cosa indica que esos términos han de entenderse como sinónimos.[5] La declaración de Pablo, “testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch. 20:21), sugiere que el arrepentimiento está ligado a la fe. Tener fe es arrepentirse; sin arrepentimiento la fe no es posible.

La salvación es por la gracia de Dios. Cuando Pablo llegó a Acaya fue de provecho a quienes “por la gracia” habían creído (Hch. 18:27). De esta forma y en su momento, Dios le manifestó su gracia a Lidia (Hch. 16:14) y a los que desde el comienzo de los tiempos estaban ordenados (Hch. 13:48).

La salvación es aparte de cualquier obra. En Hechos 15, el Concilio de Jerusalén resolvió que los gentiles no necesitaban circuncidarse u observar la ley de Moisés para ser salvos. Eran salvos por la sola fe.

La iglesia

Como cabría esperar, en Hechos hay abundante material sobre la doctrina de la iglesia, porque el libro registra su nacimiento y crecimiento.

Formación de la iglesia. La iglesia se forma a través de la obra bautismal del Espíritu, que introduce a los creyentes en el cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). En Hechos 1:5 ese bautismo todavía es futuro, lo cual indica que la iglesia no había nacido aún. En Hechos 11:15-16, Pedro constató que el Espíritu descendió sobre los gentiles, tal como sobre ellos “al principio”. El principio en Hechos 2 marca el comienzo de la iglesia y la actividad del Espíritu Santo para bautizar a los creyentes en el cuerpo de Cristo. Tal labor única del Espíritu Santo incluía no sólo a judíos, sino a samaritanos (Hch. 8:14-17) y gentiles (Hch. 10:44-48; 19:6).

Organización de la iglesia. Los apóstoles eran el fundamento de la iglesia (Hch. 2:42), pero se constituían ancianos[6] para liderar las iglesias locales (Hch. 14:23; 15:4). El término anciano (gr., presbuteros) sugiere la madurez y dignidad del oficio. Los ancianos eran una pluralidad en la iglesia local (Hch. 14:23; 15:2, 4), y eran los responsables del liderazgo espiritual en la asamblea (Hch. 11:30; 14:23). A los diáconos, aunque no se llaman así específicamente en Hechos, se hace referencia en Hechos 6.

Funciones de la iglesia. Hechos aporta una idea valiosa en cuanto al funcionamiento de la iglesia neotestamentaria. (1) La instrucción era importante en la iglesia primitiva (Hch. 2:42; 4:2; 11:26; 12:24; 13:46; 15:35; 17:11; 18:5; 19:8, 10, 20; 20:2, 7, 17-35), y la enseñanza proposicional de la verdad formaba parte de ello, tal como la doctrina de los apóstoles (Hch. 2:42), la resurrección (4:2, 33; 24:15, 21; 26:8) y los hechos sobre Cristo (5:20, 25, 28, 42; 7:52; 8:5; 9:20-22; 10:36; 11:20; 13:16-41; 28:23). También incluía el debate y la argumentación (9:29; 17:2-3, 17; 18:28; 19:8). (2) La comunión incluía los bienes materiales (4:32-35; 6:1-3; 16:15, 34), la Cena del Señor (2:42; 20:7), la oración (2:42; 4:24-31; 12:5, 12; 13:3; 20:36; 21:5) y el sufrimiento (4:1-21; 5:17-42; 7:1- 60; 8:1; 9:1-2; 11:19; 12:1-19), y era en Cristo (13:52; 16:5, 25, 34, 40; 19:17). (3) La adoración se reflejaba en la reverencia al Señor que los creyentes tenían (2:46-47; 4:23-31; 5:11; 9:31). (4) Muy notoriamente el servicio se relacionaba con el evangelismo (4:33; 5:14, 42; 8:4, 12-13, 26-40; 9:42; 10:34-48; 11:24; 13:12, 48; 14:21; 16:5, 14, 31; 17:2-3, 17, 34; 26:22; 28:23-31).



[1] En Lucas 24:47 “predicase” (keruchthenai) es enfático y está primero en el texto griego; “las naciones” o “los gentiles” (ethne) también es enfático; por lo tanto, se hace hincapié en proclamar el perdón a los gentiles.

[2] D. Edmond Hiebert, An Introduction to the New Testament: The Gospels and Acts (Chicago: Moody, 1975), p. 1:256.

[3] Gottlob Schrenk, “Boulomai, boule, boulema” en Gerhard Kittel, ed., Theological Dictionary of the New Testament, 10 vols. (Grand Rapids: Eerdmans, 1964), p. 1:635.

[4] “Ordenados” (tetagmenoi) es participio pasado perfecto y describe la acción que antecede al verbo principal, “creyeron” (participio aoristo). La inferencia gramatical es que el ordenamiento del Señor viene primero; después viene el acto de creer del número exacto de los que fueron ordenados para vida eterna.

[5] Charles C. Ryrie, Biblical Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento] (Chicago: Moody, 1959), pp. 116-117. Publicado en español por Portavoz.

[6] El término “constituir” es cheirotoneo, que quiere decir “elegir por votación”.


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