Teologia de Pablo | Teologia Biblica con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

TEOLOGÍA DE PABLO

INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA PAULINA

Trasfondo y formación

Pablo nació alrededor del 3 d.C. en una familia prestigiosa cuyos miembros eran ciudadanos romanos (Hch. 22:28) que vivían en la ciudad de Tarso. Pablo fue educado en un hogar estrictamente judío, fue circuncidado al octavo día, y pertenecía a la tribu de Benjamín (Fil. 3:5). Más tarde Pablo fue educado por Gamaliel, un fariseo y respetado miembro del Sanedrín (Hch. 5:34). Gamaliel fue uno de los siete eruditos en recibir el título de Rabán (“maestro nuestro”) en la historia de su nación. Gamaliel fue nieto de Hillel, fundador de la escuela de interpretación que lleva su nombre. Hillel era menos estricto que la escuela de Shammai. Pablo se hizo fariseo, adheriéndose estrictamente a la ley y las costumbres judías (Fil. 3:5). Fue su intensa lealtad al judaísmo y a las tradiciones de los ancianos lo que lo impulsó a perseguir a los cristianos (Hch. 9:1-2; Fil. 3:6). Primero lo hizo con una conciencia limpia (Hch. 23:1: 2 Ti. 1:3). Más adelante interpretó sus actos como blasfemia (1 Ti. 1:13).

Esbozo de sus viajes y ministerio

Tras su conversión al final del año 33 o comienzos del 34 d.C., Pablo pasó varios meses en Damasco (Hch 9:23; Gá 1:17); cuando sus oponentes buscaron matarlo, volvió a Jerusalén (Hch. 9:26). Poco después partió para su ciudad natal, Tarso, (Hch. 9:30). Pasó tres años en Arabia (34-36 d.C.), probablemente desempeñando algún tipo de ministerio, si se tiene en cuenta que comenzó a servir inmediatamente después de su conversión. Después de esos tres años regresó a Jerusalén (Gá. 1:18) y luego partió a Siria y Cilicia (Gá 1:21). Alrededor del 46 d.C., Pablo visitó de nuevo Jerusalén (Hch. 11:30; 12:25; Gá 2:1-21). En Antioquía, Pablo y Bernabé fueron apartados para el primer viaje misionero (46-48 d.C.; Hch. 13:1—14:28). Durante ese viaje los dos evangelizaron en Asia Menor y en la isla de Chipre. En Asia Menor Pablo comenzó a evangelizar a gentiles cuando los judíos repudiaron el evangelio (Hch. 13:46). Se estableció el patrón típico de Pablo: “una proclamación inicial a los judíos y gentiles adheridos al judaísmo, ya fueran prosélitos completos o tuvieran un vínculo menos fuerte; y luego, tras ser rechazado en la sinagoga, un ministerio directo entre los gentiles”.[1]

CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE PABLO

Fecha: d.C. Evento

3(¿?) Nacimiento de Pablo

18-30 Educación en Jerusalén

33/34 Conversión

34-36 En Arabia

46 En Jerusalén

46-48 Primer viaje misionero: Asia Menor

48-49 Concilio de Jerusalén

49-52 Segundo viaje misionero: Asia Menor y Europa

53-57 Tercer viaje misionero: Asia Menor y Europa

58-60 Encarcelamiento en Cesarea

60-61 Viaje a Roma

61-63 Encarcelamiento en Roma

63-66 Ministerio hasta España

66-67 Encarcelamiento en Roma y ejecución

El Concilio de Jerusalén tuvo lugar en el 49 d.C. (Hch. 15) y resolvió un asunto importante: le permitió a Pablo (y a otros) seguir predicando el evangelio a los gentiles sin los impedimentos judíos; a los gentiles no se les pediría circuncidarse. La decisión fue importante para mantener la pureza del evangelio y separar la ley de la gracia. El segundo viaje misionero (49-52 d.C.; Hch. 15:36—18:22) llevó a Pablo y Silas por Asia Menor, donde volvieron a visitar las iglesias, y a Europa (Hch. 16:11ss). El tercer viaje misionero (53-57 d.C.; Hch. 18:23—21:16) llevó a Pablo a Éfeso, donde pasó cerca de tres años, y a Macedonia y Acaya. Tras su retorno, fue arrestado en Jerusalén y encarcelado en Cesarea (58-60 d.C.; Hch. 24:1—26:32). Pablo apeló al César y finalmente pasó dos años encarcelado en Roma (61-63 d.C.; Hch. 28:30-31). Fue liberado de su primer encarcelamiento en Roma, pasó tres años en el ministerio (63-66 d.C.), probablemente viajó hasta España, y fue arrestado otra vez y ejecutado en Roma en el 67 d.C. (2 Ti. 4:6-8).

EXPOSICIÓN DE LA TEOLOGÍA PAULINA

Dios

Revelación.

La teología de Pablo representa un hito indeleble en términos de la teología de Dios. Pablo describe a un Dios soberano que se revela en gracia a través de Jesucristo (Ro. 1:16-17; 3:21; 1 Co. 2:10; 2 Co. 12:7). Aquello que Dios se propuso por toda la eternidad, se había revelado ahora en el tiempo. Tal revelación es una manifestación de “nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Ti. 1:10; cp. 1 Ti. 3:16). El evangelio que Pablo predicaba no era de origen humano, él lo recibió directamente del Señor (Gá. 1:12; 2:2). Dios es justo con la muerte de Cristo, pero por ella es libre de justificar a quien crea en Jesús.



Dios se revelará en juicio para los incrédulos (Ro. 1:18; 2:5; 2 Ts. 1:7). La ira (orge) expresa “la furia de Dios, profundamente asentada, por el pecado. Furia que surge de su santidad y justicia”.[2] Por causa de su santidad, Dios no puede pasar por alto el pecado.

Dios se revelará en bendición gloriosa a los creyentes (Ro. 8:18-19; 1 Co. 1:7; 3:13; 4:5; 2 Co. 5:10). La “gloria” sugiere el resplandor glorioso en el retorno triunfal de Jesucristo, con todas las bendiciones a la espera de los creyentes (Ro. 8:18).

El plan de Dios para la iglesia, que antes era un misterio, se ha revelado (Ro. 16:25; Gá. 3:23; Ef. 3:3, 5). Satanás, cegando a los incrédulos para que el evangelio no pueda iluminarlos, intenta dificultar la revelación de Dios (2 Co. 4:4) y la obra de la iglesia.

Soberanía. El concepto de la soberanía de Dios domina los escritos de Pablo. Emplea numerosos términos para enfatizar el concepto. (1) Predestinar (gr., proorizo) quiere decir “limitar de antemano” (Ef. 1:5,11; Ro. 8:29-30; 1 Co. 2:7). Predestinar se usa sólo seis veces en todo el Nuevo Testamento, y cinco de ellas pertenecen a las epístolas de Pablo. Pablo indica que la salvación del creyente está arraigada en el pasado eterno con la obra de predestinación divina. (2) Presciencia (gr., proginosko) quiere decir “conocer con antelación, prestar atención, estar pendiente de algo” (Ro. 8:29; 11:2).[3] La presciencia “no enfatiza la sola previsión, sino una relación activa entre quien tiene la presciencia y quienes son conocidos de antemano”.[4] (3) Elegir o escoger (gr., eklegomai) quiere decir llamar (Ef. 1:4; 1 Ts 1:4). El creyente alcanza las bendiciones de Efesios 1:3 porque Dios escogió al creyente desde el pasado eterno (Ef. 1:4). Que Dios escoja enfatiza que Él escoge a los creyentes por sí mismo.[5] (4) Adopción (gr., huiothesia) quiere decir “posicionar como hijo” (Ef. 1:5) y enfatiza la ceremonia de adopción romana en que el hijo propio pasa a la edad adulta con todos sus privilegios. La adopción fue el resultado de la predestinación divina de los creyentes en el pasado eterno. (5) Llamado (gr., kletos) se refiere al llamado eficaz de Dios para salvación (cp. Ro. 1:1, 7; 8:28). El llamado de Dios permite que las personas crean. El término está relacionado con la elección incondicional (Dios nos escogió sin ningún mérito de nuestra parte) y la gracia irresistible (quien es llamado no se resiste al llamado). (6) Propósito (gr., protithemi) quiere decir “poner delante de”, y sugiere el propósito de Dios de resumirlo todo en Cristo (Ef. 1:9-10). (7) Voluntad (gr., boule) se refiere al consejo soberano de Dios según el que Él actúa. Efesios 1:11 es un resumen general; Dios no sólo actúa para asegurar la salvación de los creyentes, sino que obra en todas las cosas; la historia se consuma de acuerdo con la soberana voluntad de Dios.

Debe observarse una conclusión importante de las enseñanzas de Pablo sobre la soberanía: “1. La fuente suprema de la predestinación es la soberanía absoluta de Dios. 2. El propósito de la predestinación es la salvación y su resultado es el servicio. 3. La predestinación no invalida la responsabilidad humana”.[6]

Cristo

Humanidad. Aunque Pablo ofrece algunas de las declaraciones más fuertes sobre la divinidad de Cristo, también enfatiza su humanidad. Cristo nació de mujer (Gá 4:4).[7] No era un fantasma; su humanidad provenía de su madre terrenal. Era descendiente físico[8] de David (Ro. 1:3; 2 Ti. 2:8).

Cristo no pecó (2 Co. 5:21). “No conoció pecado” hace referencia al conocimiento dado por la experiencia; no experimentó el pecado en su vida porque no tenía tal naturaleza. Cristo vino en “semejanza de carne de pecado”, como hombre, pero sin la naturaleza pecaminosa (Ro. 8:3). No vino en la sola semejanza de la carne, pues en ese caso no habría sido verdaderamente humano. No vino en la semejanza del pecado, pues habría tenido el pecado dentro de Él. La gracia de Dios vino a través del último Adán, para redimir lo que el primer Adán perdió (cp. Ro. 5:15; 1 Co. 15:21, 45, 47).

Divinidad. En los escritos paulinos se puede encontrar la teología sobre la divinidad de Cristo completamente desarrollada. Cristo es la esfera en la cual todas las cosas se han creado; es más, “Todas las leyes y propósitos que guían la creación y gobiernan el Universo residen en Él”.[9] Cuando Pablo enfatiza que Cristo viene “del cielo” (1 Co. 15:47; cp. 2 Co. 8:9) sugiere su preexistencia y eternidad.

Pablo declara que la plenitud de la deidad habita en Cristo (Col. 2:9). Deidad (gr., theotes) “enfatiza la naturaleza o esencia divina… Era y es el Dios absoluto y perfecto”.[10] Es interesante cómo Pablo enfatiza que la divinidad habitaba “corporalmente”, con lo cual sugiere la completa humanidad de Jesús. Tal versículo es una sólida afirmación paulina del Jesús Dios-hombre.

Cristo existe en forma de Dios (Fil. 2:6). La palabra forma (gr., morphe) sugiere el carácter inherente de la persona o su sustancia esencial. Cristo existe como deidad en su naturaleza esencial.[11] Pablo se dirige a Cristo como Dios en varias ocasiones. Es llamado “bendito” en referencia a su deidad (Ro. 9:5). Una mejor interpretación de este versículo podría ser “Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por siempre”.[12] En Tito 2:13 Pablo se refiere a “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. La gramática griega exige que los dos sustantivos, Dios y Salvador, se refieran a la misma persona: Jesucristo.[13] Ésta es una declaración paulina clara sobre la divinidad de Cristo.

Señorío. Designar a Jesús como Señor es un estudio importante, pues el “título Señor aparece al menos 144 veces, más 95 veces en conexión con el nombre propio Jesucristo”.[14]

Señor designa su divinidad (Ro. 10:9; 1 Co. 12:3; Fil. 2:9). El nombre Señor se utilizó con frecuencia para traducir el nombre hebreo Adonai en la Septuaginta; a Jesús se le aplicaría el carácter divino de Dios a través del título Señor. El nombre del mismo Dios se aplica a Jesús.[15]

Señor designa poder (Fil. 2:9). El señorío conferido a Cristo, “quien ahora es igual a Dios, se manifiesta especialmente en el hecho de que también todos los poderes invisibles de la creación le están sujetos”.[16]

Señor denota soberanía divina. Predicar a Jesús como Señor es proclamar su soberanía (2 Co. 4:5); inclinarse ante Jesús es adorarlo y por lo tanto reconocerlo como Dios soberano. La soberanía de Cristo sobre todos los cristianos se enfatiza especialmente en Romanos 14:5-9 y en títulos como “Nuestro Señor Jesucristo”, “Nuestro Señor Jesús” y “Jesucristo nuestro Señor”.[17]

Señor denota la realeza y el reinado de Jesús. Señor también ha de entenderse como una variante de rey; en realidad los dos títulos son intercambiables. En este sentido, Señor enfatiza el reinado de Jesús sobre Israel y la iglesia, así como su señorío sobre el mundo entero (cp. 1 Ti. 6:15; 1 Co. 15:25).[18]

Espíritu Santo

La teología paulina ofrece una amplia exposición de la persona y la obra del Espíritu Santo.

Su persona. Las cartas de Pablo describen los siguientes atributos de la persona del Espíritu Santo: (1) Intelecto. El Espíritu Santo investiga las profundidades de Dios (1 Co. 2:10) y luego las enseña a los creyentes (1 Co. 2:13). (2) Voluntad. El Espíritu Santo tiene voluntad, distribuye sus dones “como Él quiere” (1 Co. 12:11). El Espíritu Santo no da “de acuerdo con los méritos o deseos de los hombres, sino de acuerdo con su propia voluntad”.[19] (3) Emoción. El Espíritu Santo se puede entristecer (Ef. 4:30). (4) Divinidad. La divinidad del Espíritu Santo se evidencia en que, como Cristo, es intercesor (cp. Ro. 8:26-27, 34) y habita en el creyente junto con el Padre y el Hijo (Ro. 8:9-11). La bendición hace iguales a los tres miembros de la divinidad (2 Co. 13:14).

Sus obras. Los escritos de Pablo también afirman muchas e importantes obras que realiza el Espíritu Santo como miembro de la Trinidad. (1) Regenera. El Espíritu Santo da nueva vida a los creyentes (Tit. 3:5). (2) Bautiza. El Espíritu Santo une a los creyentes con su Señor cuando los ubica en el cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). (3) Habita. El Espíritu Santo vive en cada creyente, en quienes no habita no son creyentes (Ro. 8:9; 1 Co. 12:7) (4) Sella. El Espíritu Santo pone una marca de identidad y propiedad en los creyentes; Él mismo es el sello, de modo que verifica la salvación de ellos (Ef. 1:13; 4:30). (5) Da dones. Soberanamente, el Espíritu Santo reparte habilidades espirituales a los creyentes (1 Co. 12:4, 7, 11). (6) Llena. El Espíritu Santo controla a los creyentes cuando se cumplen las condiciones (Ef. 5:18). (7) Da poder. El Espíritu Santo permite que los creyentes vivan por su poder (Gá. 5:16).

Pecado

Definición.[20] Pablo usa varias palabras diferentes del griego para describir la naturaleza de pecado. Hamartia es una palabra general para describir los hechos pecaminosos (Ro. 4:7; 11:27). Hamartia enlaza la muerte de Cristo con el pecado del hombre (1 Co. 15:3). En plural denota la acumulación de pecados (Gá. 1:4), mientras que en singular denota el estado de pecado (Ro. 3:9, 20; 5:20; 6:16, 23). Paraptoma denota un paso en falso, en contraste con uno acertado (Ro. 4:25; Gá. 6:1; Ef. 2:1). Parabasis quiere decir hacerse a un lado, desviarse de la fe verdadera (Ro. 2:23; 4:15; Gá. 3:19). Anomia quiere decir iniquidad o vivir sin ley (2 Co. 6:14; 2 Te. 2:3).

Explicación.[21] El pecado es una deuda, sugiere la obligación del hombre y su incapacidad para pagarla (Ef. 1:7; Col. 1:14). Es un desvío del camino recto, de la ley mosaica que había establecido las normas de Dios, para la cual el pueblo no estuvo a la altura (Ro. 2:14, 15, 23; 4:15).

El pecado es vivir sin ley y se transforma en rebelión (Ro. 11:30; Ef. 2:2; 5:6; Col. 3:6), relaciona los hechos externos con las actitudes internas. Romanos 1:29-31 combina tanto hechos como actitudes; los hechos son homicidios, inmoralidad, borracheras y homosexualidad; las actitudes son envidia, necedad e infidelidad. Pablo también caracteriza al pecado como a un tirano que esclaviza a quienes no creen (Ro. 6:16-17), como a la falsedad que suprime la verdad (Ro. 1:18) y la sustituye por la mentira (Ro. 1:25).

Salvación

Pablo desarrolla en su totalidad algunos de los grandes temas soteriológicos. La doctrina soteriológica de Pablo estaba centrada en la gracia de Dios; fue Dios quien comenzó la salvación nada más que por su gracia, la cual satisfizo su justicia divina, liberó de la atadura del pecado y otorgó una declaración legal de justificación al creyente.

Perdón. Cuando Dios perdonó nuestras ofensas, lo hizo por su gracia (Col. 2:13). Perdonado (gr., charizomai) significa “entregar como favor, dar de gracia, perdonar por gracia”.[22] La palabra está estrechamente ligada al término para gracia, y enfatiza que el perdón tiene su raíz en la gracia de Dios y sin la participación de algún mérito humano. Así, también tiene la connotación de absolución, cancelación de la deuda, liberación del prisionero.[23] Otra palabra paulina para perdón (gr., aphesis) tiene el significado básico de “liberar” o “dejar ir”, pero teológicamente significa “perdonar” o “cancelar una obligación o castigo” (Ef. 1:7; Col. 1:14).[24] La gracia de Dios alcanza su cénit con la exaltación que Pablo le confiere en su teología; Dios por su gracia canceló la deuda de pecado que el hombre no podía pagar.

Redención. La palabra redención (gr., apolutrosis) es un término particularmente paulino; se usa diez veces en el Nuevo Testamento, siete de ellas en los escritos de Pablo. Redención quiere decir dejar en libertad mediante el pago de un precio. El trasfondo del término se relaciona con el mercado romano de esclavos; allí se ponían los esclavos a la venta y el comprador pagaba el precio necesario para liberarlos. Pablo emplea el término para describir la liberación del creyente de la atadura y esclavitud del pecado. Pero Pablo también establece el precio de la redención: la sangre de Cristo. Su muerte fue necesaria para lograr la liberación del pecado. Romanos 3:24 enfatiza que la muerte de Cristo satisfizo y apartó la ira de Dios, y por ella la redención se hizo posible. El pasaje también enlaza la justificación con la redención; la redención se alcanzó para que el hombre pudiera declararse justo (cp. Ro. 8:23; 1 Co. 1:30; Gá. 3:13; Ef. 1:7, 14; 4:30; Col. 1:14).

Propiciación. El sustantivo propiciación aparece sólo cuatro veces en el Nuevo Testamento; en Romanos 3:25, Hebreos 2:17, 1 Juan 2:2 y 4:10. Esta palabra (del griego hilasmos e hilasterion) significa “expiar, aplacar, reparar”. Indica que Cristo cumplió y satisfizo completamente los requisitos del Dios justo y santo. La santidad de Dios ha quedado satisfecha y su ira se ha calmado por la sangre de Jesucristo. Romanos 3:26 explica que, por la muerte de Jesucristo, Dios puede ser justo (su integridad se mantiene) y aún así puede declarar justo al creyente en Cristo. No obstante, Dios no pasa por alto el pecado. La muerte de Cristo fue suficiente para proveer la expiación por el pecado, de modo que la santidad y la justicia de Dios se satisficieran completamente. Por lo tanto, la propiciación es importante para mostrar cómo se puede reconciliar al hombre pecador con el Dios santo: por la expiación de Cristo. Dios es propiciado (se satisface) con la muerte de Cristo y la recibe como pago completo por el pecado (véase también la discusión bajo “El significado correcto de la expiación” en el capítulo 24, especialmente las pp. 321-324).[25]

Justificación. Justificación es un término peculiarmente paulino. El verbo se usa 40 veces en el Nuevo Testamento, y de ellas 29 pertenecen a Pablo. La justificación es un acto legal por medio del cual Dios declara que el creyente pecador es justo, sobre la base de la sangre de Cristo. El significado básico de justificación es “declarar justo”. Se pueden aprender otras cosas más del uso que hace Pablo de la palabra justificación: es un regalo de la gracia de Dios (Ro. 3:24), se apropia mediante la fe (Ro. 5:1; Gá. 3:24), es posible a través de la sangre de Cristo (Ro. 5:9) y está separada de la ley (Ro. 3:20; Gá. 2:16; 3:11). El último punto es un importante énfasis paulino y, sin lugar a dudas, es la tesis del libro de Gálatas: el hombre no se justifica por las obras de la ley sino por la fe en Jesucristo.[26]

Iglesia[27]

Definición. La palabra iglesia (gr., ekklesia) significa simplemente “un grupo llamado”. Se utiliza más comúnmente en el sentido técnico de los creyentes a quienes Dios ha llamado del mundo como grupo especial para Él. No obstante, ocasionalmente se usa en un sentido no técnico para referirse, por ejemplo, a la multitud (traducido “asamblea”), como en Hechos 19:32. Iglesia se usa en dos formas principales en el Nuevo Testamento: la iglesia universal y la iglesia local. Pablo utiliza el término para referirse a la amplia compañía de creyentes que trasciende una congregación particular (Gá. 1:13; Ef. 3:10, 21; 5:23-25, 27, 29, 32). Cuando el término se refiere al cuerpo de Cristo, se usa el sentido universal (Ef. 1:22; Col. 1:18, 24). Iglesia se refiere a la iglesia local cuando se usa el sentido de una asamblea particular de creyentes en determinado lugar y determinado momento. Así, Pablo se refiere a las iglesias individuales de Corinto (1 Co. 1:2; 4:17; 7:17; 2 Co. 1:1; 8:1), Galacia (Gá. 1:2, 22), Filipos (Fil. 4:15), Colosas (Col. 4:15-16) y Tesalónica (2 Ts. 1:1).

La iglesia como unión de judíos y gentiles en igualdad de condiciones como coherederos en Cristo (Ef. 3:6) es una entidad distintiva del Nuevo Testamento. La iglesia no se conocía en el Antiguo Testamento (Ef. 3:5), el conocimiento de la iglesia se le dio a Pablo por revelación (Ef. 3:3).

Explicación. Pablo describe a la iglesia como un organismo que compone “la estructura compleja del Cuerpo de Cristo, que lleva a cabo actividades vivas por medio de los creyentes individuales, cuyas funciones son distintas pero dependen y están gobernadas por su relación con Cristo, la Cabeza”.[28]

La entrada a la iglesia se produce a través de la obra bautismal del Espíritu Santo, el cual ubica al creyente en unión con Cristo y con los otros creyentes (1 Co. 12:13). La obra bautismal del Espíritu ocurre simultáneamente con la fe salvadora, no es experimental e incluye a todos los creyentes, sin distinción de clase o posición social. Como una cabeza dirige al cuerpo humano, así Cristo, como cabeza de la iglesia, le da dirección y tiene autoridad sobre ella (Ef. 1:22-23; Col. 2:10). Es por la unión con Cristo que la iglesia crece en madurez (Col. 2:19) en tanto se sujeta a la autoridad de Cristo (Ef. 1:22-23).

Pablo enseña que Dios ha dado dones espirituales para la edificación del cuerpo de Cristo (Ef. 4:11-13). La doctrina de los dones espirituales es casi exclusivamente paulina; la única referencia diferente a Pablo es una declaración breve en 1 Pedro 4:10. Dones espirituales es la traducción de la palabra griega charisma, literalmente “regalo de gracia”. Una definición concisa es “habilidad para el servicio dada por Dios”.[29] Pablo describe los dones en Romanos 12, 1 Corintios 12 y Efesios 4.

Organización. Aunque la iglesia es un organismo vivo, también es una organización con oficios y funciones. En el Nuevo Testamento hay dos oficios designados en la iglesia. El oficio del anciano (gr., presbuteros) enfatiza madurez y dignidad, y normalmente denota a una persona mayor. Los ancianos eran nombrados para ser líderes de las iglesias locales (1 Ti. 5:17; Tit. 1:5). El término obispo (gr., episkopos) denota la obra de pastoreo del anciano (1 Ti. 3:1). Básicamente, los términos son sinónimos, aunque anciano hace referencia al oficio mientras que obispo enfatiza la función. La obra de los ancianos conllevaba enseñanza (1 Ti. 5:17), gobierno (1 Ti. 5:17), guía, cultivo y cuidado del rebaño (1 Ti. 3:1). Sus cualificaciones están detalladas en 1 Timoteo 3:1-7.

El otro oficio eclesial es el de diácono (gr., diakonos) que quiere decir “siervo”. De los requisitos citados en 1 Timoteo 3:8-13 es evidente que los diáconos también participaban del ministerio espiritual, aunque subordinados a los ancianos. Junto con los ancianos, tenían posición de autoridad en la iglesia local (cp. Fil. 1:1).

No está del todo claro si Pablo abogaba por un oficio separado de diaconisa (1 Ti. 3:11). La palabra gunaikas, traducida “mujeres”, se puede referir a las esposas de los diáconos o a una clase separada de diaconisas.

Ordenanzas. Aunque el tema del bautismo es prominente en el Nuevo Testamento, no es de gran énfasis en la teología paulina. El verbo baptizo se usa ochenta veces en el Nuevo Testamento, pero Pablo lo usa sólo dieciséis veces, y once de ellas se refieren al bautismo en agua (tres en Hechos). Más aún, usa el verbo seis veces para explicar que Cristo no lo envió a bautizar (1 Co. 1:13-17); de este modo, aparte de esa referencia, Pablo se refiere al bautismo en agua sólo dos veces en las epístolas (1 Co. 15:29). En su explicación a los corintios Pablo deja claro que el bautismo no es parte del evangelio (1 Co. 1:17-18). Pablo parece enfatizar el bautismo en el Espíritu más que el bautismo en agua (cp. Ro. 6:3; 1 Co. 10:2; 12:13; Gá. 3:27).

Pablo aporta una explicación detallada de la Cena del Señor (1 Co. 11:23-24), que él la recibió por revelación directa del Señor (1 Co. 15:3; Gá. 1:12). Pablo presenta la Cena del Señor como un memorial (1 Co. 11:25), y amonesta a los corintios a no participar de ella de manera casual; de hacerlo, beberían juicio para sí mismos. Más aún, la reprensión de Pablo se relaciona con una comida que la acompaña, a veces llamada el agape, en la cual algunos comían hasta saciarse mientras otros tenían poco para comer. Tal cosa interrumpía la comunión y daba como resultado comer y beber la Cena del Señor de manera indigna; “comían sin reconocer el simbolismo que recuerda el cuerpo del Señor, sin ver a Cristo y su muerte en ello”.[30]

Últimos tiempos

Concernientes a la iglesia. Como Pablo ha aportado nuevas e importantes enseñanzas relativas a la naturaleza de la iglesia, es apropiado que lleve esa enseñanza a término, que describa el futuro de la iglesia. Pablo se refiere al traslado de la iglesia, en el cual algunos creyentes no morirán, sino serán trasformados en menos de un parpadeo (1 Co. 15:51-57). En ese instante, los creyentes de la era de la iglesia que ya partieron se levantarán para recibir la resurrección de sus cuerpos (1 Ts. 4:16), y los creyentes vivos y trasformados serán arrebatados al cielo repentinamente para estar con Cristo (1 Ts. 4:13-18).

Pablo enfatiza la naturaleza práctica de esta doctrina: “[aliéntense] los unos a los otros con estas palabras” (1 Ts. 4:18). Después del arrebatamiento de la iglesia, los creyentes comparecerán ante el bema, el tribunal de Cristo, para ser recompensados por las obras hechas en el cuerpo, ya sean buenas o sin valor. La salvación no es la cuestión, sino las obras del creyente. Se quemarán las obras de quien obró en la carne, no habrá recompensa, pero el creyente será salvo… sin obras para mostrar (1 Co. 3:15). Quien tenga obras aceptables para el Señor será recompensado; no en términos de la salvación, porque ésta ya se ha establecido. Se habla de las recompensas en términos de coronas (1 Ts. 2:19; 2 Ti. 4:8).

Concernientes a Israel. Pablo habla de la elección de Israel en Romanos 9—11, y lamenta el rechazo de Israel al Mesías (Ro. 9:1-3; 10:1-5). Israel tuvo privilegios grandes pero los despreció (Ro. 9:4-5); con todo, como Dios eligió a Israel en su soberanía, no fracasará en su propósito con la nación. Que Dios no ha abandonado a su pueblo (Ro. 11:1) es evidente porque hay un remanente de judíos creyentes, y Pablo se cuenta entre ellos (Ro. 11:1, 5). Sin embargo, aunque Israel está cegado, es temporal. Pablo ve un futuro en el que la ceguera de Israel se acabará y “todo Israel será salvo” (Ro. 11:26). En el futuro, la nación se volverá a Cristo en fe. Pablo relaciona ese evento con el regreso del Mesías: “Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad” (Ro. 11:26).

Concerniente al mundo. Aunque Pablo se refirió a la esperanza futura para la iglesia y a la conversión futura de Israel, habla ampliamente del juicio divino futuro sobre el mundo incrédulo. Pablo usa el término ira (gr., orgï) para describir el juicio de Dios que sobrevendrá al mundo. Tal término es decisivamente paulino, lo usa 21 veces en sus escritos, mientras que se usa sólo 15 veces en el resto del Nuevo Testamento. Pablo utiliza frecuentemente orgï para describir el futuro “día de la ira” (Ro. 2:5), que enfrentarán los duros de corazón y quienes no se arrepientan. Advierte que la ira de Dios vendrá sobre quienes son moralmente impuros (Ef. 5:6; Col. 3:6). No obstante, Pablo se esfuerza en mostrar que los creyentes no enfrentarán la ira de Dios. Serán salvos de aquel día (Ro. 5:9; 1 Ts. 1:10; 5:9).[31]

Pablo también identifica el período como el tiempo en que aparecerá el “hombre de pecado”, llamado además “hijo de perdición” (2 Ts. 2:3) y se exaltará a sí mismo como Dios (2 Ts. 2:4). Es incapaz de exaltarse en este momento presente porque hay un impedimento (2 Ts. 2:6), identificado por muchos como el Espíritu Santo en nuestra era eclesial. Cuando se aparte el impedimento, “se manifestará aquel inicuo” (2 Ts. 2:8), y engañará a las personas a través de sus milagros inspirados en Satanás. Pero en la segunda venida de Cristo, el inicuo (conocido popularmente como el anticristo) será destruido (2 Ts. 2:8).



[1] Richard Longenecker, The Ministry and Message of Paul (Grand Rapids: Zondervan, 1971), p. 44.

[2] Fritz Rienecker, Linguistic Key to the Greek New Testament, en Cleon Rogers Jr., ed. (Grand Rapids: Zondervan, 1982), p. 349.

[3] Ibíd., p. 367.

[4] Charles C. Ryrie, Biblical Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento] (Chicago: Moody, 1959), p. 169. Publicado en español por Portavoz.

[5] Exelexato está en la voz media y sugiere que Dios nos escoge para Él.

[6] Ryrie, Biblical Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento], pp. 172-173.

[7] El participio aoristo genomenon enfatiza el acontecimiento del nacimiento de Cristo. La preposición ek enfatiza su origen; vino de una madre humana.

[8] “Descendiente” es spermatos, literalmente esperma o semilla, y enfatiza la descendencia humana.

[9] J. B. Lightfoot, Saint Paul’s Epistles to the Colossians and to Philemon, reimpresión (Grand Rapids: Zondervan, 1959), p. 150.

[10] Rienecker, Linguistic Key to the Greek New Testament, p. 573.

[11] El participio presente huparchon enfatiza que Cristo sigue existiendo como deidad. La deidad es el estado de su existencia.

[12] Donald Guthrie, New Testament Theology (Downers Grove: InterVarsity, 1981), pp. 339-340, prefiere esta lectura marginal de la versión inglesa rsv, similar a la de la Nueva Versión Internacional en inglés.

[13] La regla de Granville Sharpe establece que cuando hay dos nombres sustantivos unidos por kai, donde el primer sustantivo viene con artículo y elsegundo no, los dos sustantivos se refieren a la misma persona o cosa.

[14] Ryrie, Biblical Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento], p. 176.

[15] Oscar Cullmann, The Christology of the New Testament [Cristología del Nuevo Testamento], ed. rev. (Filadelfia, Westminster, 1963), p. 217, publicado en español por Sígueme; y Donald Guthrie, New Testament Theology, p. 291.

[16] Ibíd., p. 218.

[17] Guthrie, New Testament Theology, p. 298.

[18] Cullmann, The Christology of the New Testament [Cristología del Nuevo Testamento], pp. 220-221.

[19] Charles Hodge, The First Epistle to the Corinthians [1 Corintios] (Londres: Banner of Truth, 1958), p. 253. Publicado en español por El Estandarte de la Verdad.

[20] Véase Guthrie, New Testament Theology, pp. 200-201.

[21] Ibíd., pp. 201-204.

[22] Rienecker, Linguistic Key to the Greek New Testament, p. 574.

[23] Barclay M. Newman Jr., A Concise Greek-English Dictionary of the New Testament (Londres: United Bible Societies, 1971), p. 197.

[24] William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 2ª ed., F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker, eds. (Chicago: Univ. of Chicago, 1979), p. 125.

[25] Véase la útil discusión concerniente a la expiación sustitutiva de sangre en la cual Herman Ridderbos analiza además la palabra propiciación en Paul: An Outline of His Theology [El pensamiento del apóstol Pablo] (Grand Rapids: Eerdmans, 1975), pp. 186-193. Publicado en español por Libros Desafío.

[26] Ibíd., pp. 159-181.

[27] Véase material útil concerniente a la doctrina paulina de la iglesia en Ryrie, Biblical Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento], pp. 188-202.

[28] Ibíd., p. 191.

[29] Ibíd., p. 193.

[30] Ibíd., pp. 159-181.

[31] Véase material útil concerniente a la doctrina paulina de la iglesia en Ryrie, Biblical Theology of the New Testament [Teología bíblica del Nuevo Testamento], pp. 188-202.


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