Bibliología -02- El canon del Antiguo Testamento
1. Introducción
2. Requisitos para incluir
libros en el canon
3. El canon Hebreo
4. Apócrifos del A.T
• Introducción
El
origen divino de la Biblia se aprecia mejor al considerar la continuidad de su
enseñanza a pesar de la naturaleza inusual de su composición. Esto la hace
diferente de los textos de otras religiones. Por ejemplo, el Corán islámico fue
compilado por un individuo, Zaid ibn Thabit, bajo la guía del suegro de Mahoma,
Abu-Bekr. Adicionalmente, en el 650 d.C., un grupo de eruditos árabes produjo
una versión unificada y destruyó todos los ejemplares que diferían para
preservar su unicidad.[1]
En el caso de las Biblia no fue así, fueron años de debates, controversias,
concenso y escrutinio para tener los libros que tenemos hoy en día, y no se
destruyeron los libros que se rechazaron. El resultado de esto se le llamó el
Canón de las Escrituras.
La
palabra Canon viene de una raíz que significa "Caña" (en
hebreo es "ganeh" y en griego "Kanon"). La
caña se utilizó para medir y eventualmente llegó a tener el significado de "norma",[2]
como podemos notar en el uso que le da el apóstol Pablo en Gálatas 6:16, 2
Corintios 10:13, 15.
Orígenes
utilizó la palabra canon para expresar lo que llamamos la regla de fe, la norma
por la cual hemos de medir y evaluar.. Más tarde llegó a significar una lista o
índice.[3] La palabra "canon" aplicada a las
Escrituras significa "una lista oficialmente aceptada de libros".[4]
En la época
helenística los eruditos prepararon listas de aquellas obras antiguas que
poseían forma ejemplar y estilo lingüístico, a las que se les ascribió
categoría canónica como modelos. Es el mismo uso que aplica a la «lista» o
grupo de libros de las Sagradas Escrituras que se consideran inspirados y son
«norma» autorizada de fe y práctica, lo que incluye el sentido añadido de «índice»
o «catálogo». La primera aplicación directa a la Biblia del término kanón, καν�ν, parece provenir de San Anfiloquio (c. 380) en su
Catálogo de las Escrituras, donde la palabra indica la regla por la que los
contenidos de la Biblia tienen que determinarse y, secundariamente, un índice
de los libros que la constituyen. Entre los escritores latinos, la palabra
canon se encuentra con regularidad en Jerónimo y Agustín, que son la fuente de
su uso moderno: «El canon de las Sagradas Escrituras, que era preciso tener
fijado» (Agustín, Ciudad de Dios, XX, 8, XVII, 24; XVIII, 38).[5]
• Requisitos para incluir libros en el Canon
Habían exactamente 5 requisitos que debían cumplir todos los libros si querían
ser aceptados en el Canon de las Escrituras, Geisler y Nix Toman los enumeran y
explican:
- ¿Es
autoritativo? Es decir, ¿provino de la mano de
Dios? ¿Viene este libro con un divino "Así dice el Señor"?
- ¿Es
profético? es decir, ¿Fue escrito por un hombre
de Dios?
- ¿Es
auténtico? Los padres de la Iglesia eran partidarios
de la política de "si está en duda, deséchalo". Esto realzó la
"validez de su discernimiento de los libros canónicos".
- ¿Es
dinámico? En otras palabras, ¿Tiene el poder de
Dios que transforma las vidas?
- ¿Fue
recibido, reunido, leído y usado? O mejor dicho, ¿fue
aceptado por el pueblo de Dios? Un ejemplo de esto lo encontramos en la
epístola de 2 Pedro 3:16 donde el autor eleva las Escrituras de Pablo al
mismo nivel que las del Antiguo Testamento.[6]
John Macarthur enumera 3 puntos como
requisitos para elegir los libros del Antiguo Testamento:
·
En primer
lugar, el libro tenía que haberse escrito por el proceso de inspiración, algo
que normalmente afirmaba el propio autor (2 S. 23:1-2; Is. 1:1; Jer. 1:1-2).
·
En segundo
lugar, los contemporáneos del profeta reconocían frecuentemente la obra en cuestión
(Éx. 24:3; Jos. 1:8; Jer. 26:18; Dn. 9:2).
·
En tercer
lugar, los contemporáneos del profeta decidían preservar el libro como parte de
la Palabra de Dios (Dt. 31:26; 1 S. 10:25; Pr. 25:1; 2 R. 23:24; Dn. 9:2).
Además de estas
consideraciones básicas, los dirigentes judíos comparaban cualquier nueva
revelación con las Escrituras que existían en aquel momento, como lo demandaba
la ley de Dios (Dt. 12:32; 13:1-5).[7]
También, Samuel Pagán en
su artículo sobre el Canon Judío señala 5 puntos que debían tener los libros
del A.T para ser incluidos en el Canon:
- el
reconocimiento de la autoridad divina del libro,
- la
importancia del autor a quien le era atribuido,
- su
antigüedad,
- que
el libro hubiera sido escrito en hebreo y
- que
proviniera de la Tierra Prometida.[8]
Paul Enns también añade
más información sobre el criterio para la canonicidad del A.T:
Las pruebas específicas para considerar la canonicidad se pueden reconocer.
¿Indicaba el libro autoría divina? ¿Reflejaba a Dios hablando a través de un
mediador (p. ej., Éxodo 20:1; Josué 1:1; Isaías 2:1)? ¿El autor humano era
vocero de Dios? ¿Era profeta o tenía el don de profecía (p. ej., Deuteronomio
31:24-26; 1 Samuel 10:25; Nehemías 8:3)? ¿Era históricamente exacto? ¿Reflejaba
un registro real de los hechos? ¿Cómo recibieron el libro los judíos?[9]
• El canon
del Antiguo Testamento
¿Por qué hubo la
necesidad de hacer el Canon del A?T?
Hay autores que explican
que fue debido a 2 factores:
- El
sistema judaico de sacrificios concluyó con la destrucción de Jerusalén y
del templo en el 70 D.C. Los judíos fueron esparcidos y se vieron en la
necesidad de determinar cuáles libros constituían la autorizada palabra de
Dios, a causa de la existencia de muchos escritos extra-escriturales y de
la descentralización. Los judíos llegaron a ser un pueblo de un libro, y
fue este Libro lo que los mantuvo unidos.
- El
cristianismo comenzó a florecer y comenzaron a circular muchos Escritos de
los cristianos. Los judíos necesitaban urgentemente poner a éstos en
evidencia y excluirlos de entre sus escritos y de su uso en las sinagogas.
Uno necesita tener
cuidado para separar el canon Hebreo de las Escrituras, de la variedad de
literatura religiosa.[10]
• El canon Hebreo
• La Ley (Torah)
1. Génesis
2. Éxodo
3. Levítico
4. Números
5. Deuteronomio
• Profetas (Nebhiim)
A. Profetas anteriores
1. Josué
2. Jueces
3. Rut
4. 1 y 2 Samuel
5. 1 y 2 de Reyes
B. Profetas posteriores
1. Isaías
2. Jeremías
3. Ezequiel
4. Los doce (Oseas-Malaquías)
• Las Escrituras (Ketubim o Hagiografía)
A. Libros poéticos
1. Salmos
2. Proverbios
3. Job
B. Cinco Rollos (Megilloth)
1. Cantar de los cantares
2. Rut
3. Lamentaciones
4. Ester
5. Eclesiastés
• Libros históricos
1. Daniel
2. 1 y 2 Crónicas
3. Esdras - Nehemías
Aún cuando los
cristianos tenemos el mismo canon del Antiguo Testamento, el número de libros
difiere pues nosotros dividimos Samuel, Reyes, Crónicas, Nehemías y Esdras que
es un sólo libro, etc. en dos cada uno; los judíos consideran también a los
Profetas Menores como un solo libro.
El orden de los
libros también difiere. El Antiguo Testamento protestante sigue un orden tópico
en lugar de un orden oficial.[11]
A continuación,
presento una tabla con la lista de libros dependiendo el canon de las 4
demoninaciones principales: Judía, Protestante, Católica y ortodoxa:
Tabla
Los libros en disputa, incluido en un canon, pero no en otros, a menudo
se llaman apócrifos bíblicos, un término que se utiliza a veces para describir
específicamente los libros incluidos en los cánones católicos y ortodoxos que
están ausentes en el texto masorético judío y en las biblias protestantes más
modernas. Los católicos, siguiendo el Canon de
Trento (1546), describen estos libros como
deuterocanónicos, mientras que los cristianos ortodoxos griegos, tras el Sínodo de Jerusalén (1672), utilizan el nombre tradicional de anagignoskomena, que significa “lo que ha de ser
leído”. También están presentes en algunas versiones protestantes
históricas: la Biblia alemana de Lutero incluía tales libros, al igual que
la Biblia del
rey Jacobo (1611).[12]
Tanaj |
Antiguo
Testamento |
Antiguo
Testamento |
Antiguo
Testamento |
Idioma original |
Pentateuco o los Cinco
Libros de Moisés |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Nevi'im (Profetas) |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo y Arameo |
||||
Hebreo |
||||
Arameo (¿y
Hebreo?) |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Griego |
||||
Griego |
||||
Griego |
||||
Ketuvim (Escritos) |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Griego |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Griego |
||||
Hebreo |
||||
Nevi'im (Últimos
Profetas) |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo y Arameo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo[42] |
||||
Griego (opinión
mayoritaria)[44]
|
||||
Hebreo |
||||
Hebreo y Arameo |
||||
Los Doce |
Hebreo |
|||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
||||
Hebreo |
• Jesús y el Antiguo Testamento
Cuando
leemos sobre la vida de Jesús en el Nuevo testamento, notamos que este tenía
conocimiento de las Escrituras del antiguo Testamento y que además, de sus palabras
podemos deducir que existía una forma de canon dividido en 3 partes llamados la
Ley, los profetas y Salmos,
1.
Lucas 24:44:"era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de
mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos". Tal como
dije más arriba, con estas palabras "El indicó las tres secciones en
que estaba dividida la Biblia Hebrea La ley, profetas y los Escritos",
(que aquí lo llama Salmos probablemente por ser el primero y de mayor extensión
de la tercera categoría de la Escritura sagrada).
2.
Lucas 11:51: "desde la sangre de Abel hasta la sangre de
Zacarías". Con esto Jesús evidencia que había un conocimiento entre
los judíos sobre el canon del Antiguo Testamento como lo tenemos hoy; Abel que
aparece en Génesis (el primer libro de las Escrituras) hasta Zacarías, que fue
el último mártir que se menciona de acuerdo al orden Hebreo y que aparece en 2
Crónicas 24:20-21. En el canon Hebreo Génesis era el primer libro y crónicas el
último, así que Jesús está diciendo en nuestro Orden "desde Génesis
hasta Malaquías". 6/96 F.F Bruce. The Books and the Parchments. Ed
Rev. Westwood: Fleming H Revell Co., 1963./ Henry Morris, The Bible and Modern
Science. Ed. Rev Chicago: Moody Press, 1956.
3. Otras citas con 2 de las 3
partes del canon hebreo (Mateo 11:13; Lucas 24:27).
• Géneros
literarios
El Antiguo Testamento
es un texto muy complejo por estar compuesto por libros escritos en múltiples
géneros y en distintas épocas históricas del pueblo hebreo.
En cuanto a la
mayoría de los libros, se pueden reconocer cuatro tradiciones literarias que
los componen (de acuerdo con la hipótesis documentaria):
• Yahvista,
que hace uso del término Yahveh para referirse a Dios, al que
presenta antropomórfico, manifestado de forma humana. Este género es
probablemente propio del reino hebreo del sur o de Judá.
• Elohísta,
que hace uso del término Elohim para referirse a Dios, al que
presenta más intrascendente. Este género es probablemente propio del reino
hebreo del norte o de Israel.
• Sacerdotal, que
se centra en cuestiones del culto judaico, y que incluye el relato que se
encuentra al principio de todo el Antiguo Testamento: la primera versión de la
Creación en el libro del Génesis (la segunda versión de la Creación viene
inmediatamente después y es de tradición yahvista).
• Deuteronómica,
que se centra en el cumplimiento de la Ley, por haber sido escrita en lo que
algunos han identificado como el hallazgo de la Ley en tiempos del
rey Josías. Precisamente el libro del Deuteronomio pertenece a este género.1
Se pueden reconocer
los siguientes géneros literarios en el Antiguo Testamento:
• Histórico: Abarca todos los textos en
forma de relato. Incluye: historias reales, noveladas y ficticias; relatos
populares (mitos, leyendas, sagas, cuentos); datos informativos, y biográficos;
relatos que anuncian la venida del Mesías.
• Ley:
Colecciones de normas y preceptos por los que se regía el pueblo hebreo, tanto
en lo civil como en lo religioso.
• Profecía:
Dichos y discursos pronunciados por un profeta (mensajero que habla
en nombre de Dios). Incluye oráculos, relatos biográficos, visiones y acciones
simbólicas.
• Lírica: Textos poéticos, generalmente en
verso, que expresan sentimientos y vivencias profundos. Incluye cantos de amor,
elegías de dolor, poemas de oración.
• Sabiduría: Colecciones de sentencias,
proverbios, alegorías y refranes que expresan de forma popular y razonada la
experiencia de vida propia del sabio.[48]
• Testimonios de
Escritores extra bíblico
El registro más
antiguo referente a una triple división del Antiguo Testamento se halla en el
prólogo del libro de Esclesiástico (130 A.C). El prólogo, escrito por el nieto
del autor, dice: "La Ley, y los profetas y otros libros de los
padres". Existían tres divisiones definidas de la Escrituras.[49]
• Josefo
(Fines del primer siglo D.C)
Josefo escribe en
contra Apion 1: "Desde artajerjes hasta nuestro tiempo todo ha sido
registrado, pero no ha sido considerado digno del mismo crédito que lo que
había procedido, pues la exacta sucesión de los profetas cesó. Pero la clase de
fe que hemos colocado en nuestros propios escritos se evidencia por nuestra
conducta; pues aún cuando ha pasado muy largo tiempo, nadie se ha atrevido a
añadirle algo, o a suprimirle algo, ni a alterarlo en manera alguna.
"Desde Artajerjes" se refiere al tiempo en que fue escrito el
último libro escrito "Malaquías". Crónicas es el libro que ocupa el
último lugar en el canon Hebreo, pero Malaquías fue el último que se escribió.[50]
• El Talmud
Tosefta Yadaim 3:5
dice: "El evangelio y los libros
de los herejes no contaminan las manos; los libros de Ben Sira y cualesquiera a
otros libros que hayan sido escritos desde su tiempo no son canónicos".[51]
Seder Olam Rabba
30, escribe: "Hasta este punto
(tiempos de Alejandro el grande) los profetas profetizaron por medio del
Espíritu Santo; desde este tiempo en adelante inclina tu oído y atiende a los
dichos de los sabios".[52]
Talmud babilónico,
tratado de "Sanhedrín"
VII-VIII, 24: "Después de los últimos profetas Hageo, Zacarías y
Malaquías, el Espíritu Santo se apartó de Israel".
Melitón, obispo de Sardis, es el autor de la más antigua lista
del Canon del Antiguo Testamento de que tenemos noticias (170 D.C.)
Eusebio (Historia Eclesiástica IV. 26) guardó registro de sus
comentarios. Malitón dijo que él había obtenido esta lista mientras viajaba en
Siria. Los comentarios de Melitón se encontraron en una carta dirigida a
Anesimio, su amigo: "Sus nombres son éstos... cinco libros de Moisés:
Génesis, Éxodo, Números, Levítico, Deuteronomio. Jesus Naue, Jueces, Rut.
Cuatro libros de Reinados, dos de Crónicas, los Salmos de David, los proverbios
de Salomón, (llamados también sabiduría), Eclesiastés, Cantar de los cantares, Job.
De los profetas: Isaías, Jeremías, los doce, en un solo libro, Ezequiel,
Esdras".[53]
F.F Bruce comenta: "Es
muy posible que Melitón incluyera Lamentaciones con Jeremías, y Nehemías con
Esdras (aún cuando es curioso hallar a Esdras clasificado entre los profetas).
En ese caso, su lista contiene todos los libros del Canon hebreo (arreglados de
acuerdo al orden de la Septuaginta), con la excepción de Ester. Pudiera ser que
Ester no haya estado incluido en la lista que él recibió de sus informantes en
Siria".[54]
La división en tres
secciones del presente texto judío (con 11 libros en los Escritos) se deriva de
la Mishnah (tratado Baba Bathra, siglo V D.C).[55]
• El concilio de
Jamnia y su importancia
El evento de quizás
mayor importancia en cuanto al canon del Antiguo Testamento fue el sínodo que
se llevo a cabo en la ciudad de Jamnia, gr. Iamnía, Ἰαμν�α, Iamneía, Ἰαμνε�α, forma griega de la ciudad
de Yabné, correspondiente a la heb. Jabneel (Jos. 15:11), mencionada con ese
nombre en los deuterocanónicos (1 y 2 Macabeos y Judit), y en Josefo (Ant. 5,
1, 22; 14, 4, 4; Guerras, 1, 7, 7). Esta ciudad tuvo gran importancia tras la
destrucción de Jerusalén por el hecho de convertirse en sede de una escuela rabínica
y del sanedrín entre 70-132 d.C, encabezado desde el año 90 d.C por el Rabino
Eleazar ben Azarías. Aunque el canon judío comenzo a gestarse desde el siglo VI
a.C fue en este sínodo donde quedo fijado el grupo de libros considerado como
inspirados.
F.F Bruce (The book and the Parchments,
Fleming H. Revell, 1963):
"La razón
principal para inquirir si los Escritos estaban completos en el tiempo de
nuestro Señor es que se conservan registros de discusiones que se suscitaron
entre los rabinos después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C . acerca de
algunos de los libros de esta sección. Cuando la destrucción de la ciudad y del
templo eran inminentes, en un gran rabino que pertenecía a la escuela de Hillel
en el partido farisaico - Yochanan ben Zakkai era su nombre - obtuvo permiso de
los romanos para reconstruir el Sanhedrin sobre una base puramente espiritual
en Jabneh o Jamnia, entre Jope y Azoto (Ashdod). Algunas de las discusiones que
se llevaron a cabo en Jamnia fueron mantenidas mediante la transmisión oral y
por fin fueron registradas en los escritos rabínicos. Entre sus debates
consideraron si se les debía conceder reconocimiento canónico a los libros de
Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, y Ester. Se habían presentado
objeciones contra estos libros por varias razones; Ester, por ejemplo no
contenía el nombre de Dios, y Eclesiastés no lograba armonizar fácilmente con
la ortodoxia contemporánea. Pero la conclusión de los debates de Jamnia fue el
firme reconocimiento de todos estos libros como Santa Escritura".[56]
Edward J. Young (The Infallible Word,
Presbyterian and Reformed Publishing Co.) cita a H.H Rowley (The Growth of the
Old Testament, London, 1950, p. 170) apropiadamente:
"En verdad es dudoso que podamos
hablar con corrección acerca del Concilio de Jamnia. Estamos informados que se
suscitaron discusiones entre los rabinos, pero no tenemos conocimiento que se
hubiera llegado a decisiones formales u obligatorias, y es probable que las
discusiones fueran informales, aun cuando no por ello sirvieran menos para
ayudar a cristalizar y a fijar más firmemente la tradición Judaica".[57]
• Confiabilidad de
los textos del A.T
Aunque no tenemos los
manuscritos originales del Antiguo o Nuevo Testamento, sí tenemos un texto
bíblico confiable. La historia del desarrollo del Antiguo Testamento así nos lo
demostraría. La labor de copiar los manuscritos era un ejercicio tedioso, pero
desde muy temprano los judíos desarrollaron reglas estrictas para ello. Las
reglas regulaban el tipo de pergamino, el número de líneas a escribir, el color
de la tinta y la forma de revisión.[58] Cuando los pergaminos
comenzaban a desgastarse, el judío quemaba los manuscritos con reverencia. Por
ello, antes del descubrimiento de los rollos del Mar Muerto en Qumrán, los
manuscritos existentes más antiguos databan del 900 d.C.
No obstante, la
confiabilidad del texto veterotestamentario se ve en la transcripción del texto
en días de Esdras y luego bajo los masoretas, quienes desarrollaron una
tradición de cuidado y exactitud para copiar los textos. Aseguraban la
exactitud al contar el número de letras en un libro, anotar la letra del medio
y aplicar procedimientos tediosos similares. Por ejemplo, registraron que la
letra hebrea alef aparecía 42.377 veces en el Antiguo Testamento. Si la cuenta
en el nuevo ejemplar no coincidía con el ejemplar original, el manuscrito se
volvía a escribir. Cuando una letra o declaración no parecía correcta, la
dejaban en el texto (llamado kethib), pero hacían una nota al margen con una
sugerencia de corrección (llamada qere). Los masoretas fueron además los que le
dieron al texto hebreo las vocales; antes de ellos, el texto hebreo sólo se
escribía con consonantes.
Varias fuentes
antiguas indican la confiabilidad del texto del Antiguo Testamento:
• Los rollos del Mar Muerto. Antes
del descubrimiento de los rollos de Qumrán, los manuscritos más antiguos
databan de cerca del 900 d.C. Algunos manuscritos de los rollos del Mar Muerto,
incluidos ejemplares de Isaías, Habacuc y otros, eran anteriores al 125 a.C.,
con lo cual se obtuvieron manuscritos mil años más antiguos que los disponibles
previamente. La conclusión principal fue que no había diferencias
significativas entre los rollos de Isaías en Qumrán y el texto hebreo
masorético de mil años después. Esto confirmó la confiabilidad de nuestro texto
hebreo presente.
• La Septuaginta.
La Septuaginta es una traducción griega del Antiguo Testamento hebreo,
destinada a los judíos dispersados que ya no leían hebreo. La tradición dice
que alrededor de setenta eruditos hebreos tradujeron el texto al griego (el
nombre Septuaginta quiere decir “setenta”; por lo tanto, se la designa LXX). Se
tradujo por partes en Alejandría, Egipto, entre el 250 y el 150 a.C. La
traducción no es uniforme, pero su utilidad radica en que se basó en un texto
hebreo mil años más antiguo que los manuscritos hebreos existentes. Más aún,
los escritores del Nuevo Testamento a veces citaban la Septuaginta, lo cual nos
da mayor idea del texto veterotestamentario.
• Pentateuco
samaritano. La traducción de los libros de Moisés se hizo para facilitar la
adoración de los samaritanos en el Monte Gerizim (en rivalidad con Jerusalén).
La traducción es independiente del texto masorético y data del siglo IV a.C.;
es un testimonio valioso del texto del Antiguo Testamento. Aunque hay
aproximadamente seis mil diferencias con el texto masorético, la mayoría de
ellas son menores, relacionadas con asuntos gramaticales y de ortografía.[59]
• Los Tárgumes arameos. Tras el
retorno de Israel de su cautividad en Babilonia, los judíos en general habían
cambiado el hebreo por el arameo. Se hizo necesario proporcionarles las
Escrituras en su nuevo lenguaje. Los Tárgumes fueron el resultado. Tárgumes
quiere decir “traducciones” o “paráfrasis”, y son muy libres al narrar los
relatos bíblicos; no obstante, “aportan un trasfondo valioso para estudiar el
NT, además de servir de testimonio para el texto del AT”.[60]
Hay evidencias sobre
la forma en que se reconocía la canonicidad de los libros del Antiguo Testamento.
Laird Harris[61]
examina la continuidad de ese reconocimiento: se reconocía que Moisés escribía
bajo la autoridad de Dios (Éx. 17:14; 34:27; cp. Jos. 8:31; 23:6). El criterio
para reconocer el Pentateuco era si provenía de Moisés, siervo de Dios. Después
de Moisés, Dios levantó la institución de la profecía para continuar
revelándose a su pueblo (cp. Dt. 18:15-19; Jer. 26:8-15). Los profetas a
quienes Dios les habló también registraron su revelación (cp. Jos. 24:26; 1 S.
10:25; Is. 8:1; Ez. 43:11). Harris concluye: “La ley merecía el mismo
respeto que su autor, de quien se sabía era mensajero de Dios. Asimismo, a los
profetas sucesivos, tras la debida autentificación, se les recibía, junto con
sus escritos, con el mismo respeto, y se consideraba que hablaban Palabra de
Dios. Por lo que respecta al testimonio contenido en los libros, la recepción
era inmediata”.[62]
En resumen, los
libros del Antiguo Testamento fueron inspirados por Dios y tuvieron autoridad
en el momento de escribirse. Hubo reconocimiento humano de los escritos,
normalmente inmediato una vez el pueblo reconocía a los escritores como voceros
de Dios. Finalmente, se compilaron los libros en un canon.[63]
·
Los apócrifos y su exclusión
La palabra apócrifos del gr. apókryphos, significa
«escondido, misterioso, secreto». Procede del verbo apokryptein, «ocultar»,
y en ese sentido se utilizaba para designar lo que no se leía públicamente. En
el griego clásico y helenístico el término apókryphos, se refería a lo
que permanecía «escondido», o se mantenía «en secreto».
Utilizamos el término apócrifos o Deuterocanónicos
para referirnos a los libros que no fueron recibidos como inspirados por el
Espíritu Santo, para ser incluidos en el canón tanto del Antiguo Testamento
como del nuevo.
Enfocándonos precisamente en el A.T, en el tiempo de Cristo la comunidad judía había recibido
y reconocido todo el Antiguo Testamento. La redacción del último libro,
Malaquías, había concluido allá por el 430 a.C. El canon del Antiguo Testamento
reconocido en el tiempo de Cristo se conforma al Antiguo Testamento de las
Biblias protestantes de nuestros días, y no contiene la Apócrifa, ese grupo de
catorce libros extrabíblicos, escritos después de Malaquías y añadidos al
Antiguo Testamento en la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo llamada
Septuaginta (ca. 200–150 a.C.). Aunque rechazados, estos textos espurios se
consignan en ciertas versiones de la Biblia. No obstante, ningún autor del
Nuevo Testamento cita un solo pasaje de los escritos apócrifos ni Jesús afirmó
ninguno de estos escritos cuando reconoció el canon del Antiguo Testamento en
su tiempo (cf. Lc. 24:27, 44).
En este período, el
canon del Antiguo Testamento se había dividido en dos listas de veintidós o
veinticuatro libros respectivamente, cada una de las cuales contenía el mismo
material que los treinta y nueve libros que forman nuestras versiones
protestantes modernas. En el canon de veintidós libros algunos de ellos se
agruparon en uno; por ejemplo, el Libro de los Doce (que recogía los doce
profetas menores), Jeremías y Lamentaciones, Jueces y Rut, y 1 y 2 Samuel.[64]
Hay diez testimonios
de la antigüedad en contra de la aceptación de los apócrifos:
1. Filón, Filosofo judío de Alejandría
(20 a.C – 40 d.C) cito abundantemente el Antiguo Testamento y aun reconoció la
triple división, pero nunca citó los apócrifos como inspirados.
2. Josefo (30 – 100 d.C),
historiador judío, excluye explícitamente a los apócrifos, dejando en 22 el número
de libros del Antiguo Testamento. Tampoco cita de estos libros como Escrituras.
3. Jesús y los escritores del Nuevo
Testamento nunca citaron los apócrifos, aun cuando hay centenares de citas y
referencias casi todos los libros canónicos del Antiguo Testamento.
4. Los eruditos judíos de Jamnia (año
90 d.C) no reconocieron los apócrifos.
5. Ningún canón o concilio de la
Iglesia cristiana durante los primeros cuatro siglos reconoció los apócrifos
como inspirados.
6. Muchos de los grandes Padres de
la Iglesia primitiva hablaron en contra de los apócrifos, por ejemplo, orígenes,
cirilo de Jerusalén, Atanasio.
7. Jerónimo (340-420 d.C), el gran
erudito y traductor de la vulgata latina, rechazó los apócrifos como parte del
canón. Disputó a través del Mediterráneo con Agustín acerca de este punto. Al
principio rechazó aun traducir los libros apócrifos al latín, pero más tarde
hizo una apresurada traducción de unos pocos de ellos. Después de su muerte, y
literalmente “sobre su cadáver”, los libros apócrifos fueron incorporados a su
Vulgata latina directamente de la antigua versión latina.
8. Muchos eruditos católico romanos
durante el período de la Reforma rechazaron los apócrifos.
9. Lutero y los reformadores rechazaron
la canonicidad de los apócrifos.
10. No fue sino hasta el año 1546, en
una acción polémica en el concilio de contrareforma de Trento, que los libros
apócrifos recibieron pleno reconocimiento canónico por la Iglesia Católica
Romana.[65]
[1] Compendio
manual portavoz de Teología, Paul Enns, pag. 145
[2] Evidencias de exige
un veredicto, Josh Mcdowell, pag. 33
[3] Evidencias
de exige un veredicto, Josh Mcdowell, pag. 33
[4] Evidencias
de exige un veredicto, Josh Mcdowell, pag. 33
[5] Samuel
Pagán, Gran diccionario Enciclopédico de la Biblia, editorial clie, pag. 702
(versión digital)
[6]
Geisler, Nomar L. and William E. Nix. A General introduction to the Bible.
Chicago Moody press, 1968.
[7]
Teología Sistemática, John Macarthur, Pag. 124
[8] Samuel Pagán en el Gran
diccionario enciclopédico de la Biblia, editorial Clie, pag. 703 (versión
digital).
[9] Compendio portavoz de Teología,
Paul Enns. 162
[10] Evidencias de exige un veredicto,
Josh Mcdowell, pag. 34
[11] Geisler, Nomar L. and William E. Nix. A General
introduction to the Bible. Chicago Moody press, 1968.
[12] Los Treinta y nueve artículos
fundacionales del anglicanismo, en su artículo VI,
afirman que estos libros apócrifos no deben ser usados “para establecer
doctrina alguna”, pero sí “leídos como ejemplo de vida”. Aunque los apócrifos
bíblicos se siguen utilizando en la liturgia anglicana, (Los himnos Benedictus
es y Benedicite, están tomados de los libros apócrifos).
Los libros usados son: II Esdras, Tobías, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc,
Cántico de los Tres Jóvenes, y I Macabeos. La tendencia moderna consiste en no
imprimir apócrifos del Antiguo Testamento en las ediciones de Biblias
anglicanas.
[13] Los
24 libros de la Biblia Hebrea son los mismos que los 39 libros del Antiguo
Testamento protestante, sólo se dividen y se ordenan de forma diferente: los
libros de los Profetas Menores se encuentran en las Biblias cristianas como
doce libros diferentes, y en las Biblias hebreas, forman un solo libro llamado
“Los Doce”. Del mismo modo, las Biblias cristianas dividen los Libros de los
Reyes en cuatro libros, ya sean dos libros de Samuel y otros dos de los Reyes o
cuatro libros de los Reyes; la Biblia judía los dividen en solo dos libros. Los
judíos también mantienen los dos libros de Crónicas/Paralipómenos como
un solo libro. Esdras y Nehemías también se combinan en la Biblia judía, como
lo están en muchas Biblias ortodoxas, en lugar de dividirlos en dos libros,
como hacen la tradición católica y protestante.
[14] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera sección
del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y judío.
[15] Los
libros de Samuel y Reyes son llamados a menudo los cuatro libros de los Reyes
en las tradiciones católica y ortodoxa.
[16] Los
nombres entre paréntesis son los nombres de la Septuaginta y son usados
frecuentemente por los cristianos ortodoxos.
[17] Los
libros de Samuel y Reyes son llamados a menudo los cuatro libros de los Reyes
en las tradiciones católica y ortodoxa.
[18] Los
nombres entre paréntesis son los nombres de la Septuaginta y son usados
frecuentemente por los cristianos ortodoxos.
[19] Los
libros de Samuel y Reyes son llamados a menudo los cuatro libros de los Reyes
en las tradiciones católica y ortodoxa.
[20] Los
nombres entre paréntesis son los nombres de la Septuaginta y son usados
frecuentemente por los cristianos ortodoxos.
[21] Los
libros de Samuel y Reyes son llamados a menudo los cuatro libros de los Reyes
en las tradiciones católica y ortodoxa.
[22] Los
nombres entre paréntesis son los nombres de la Septuaginta y son usados
frecuentemente por los cristianos ortodoxos.
[23] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[24] Este
libro forma parte del Ketuvim, la
tercera sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones
católico y judío.
[25] Los
nombres entre paréntesis son los nombres de la Septuaginta y son usados
frecuentemente por los cristianos ortodoxos.
[26] Los
nombres entre paréntesis son los nombres de la Septuaginta y son usados
frecuentemente por los cristianos ortodoxos.
[27] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[28] El Libro
de Esther para católicos y ortodoxos incluye 103 versos que no están en el Libro
de Esther de los protestantes.
[29] El Libro
de Esther para católicos y ortodoxos incluye 103 versos que no están en el
Libro de Esther de los protestantes.
[30] Las
versiones de la Biblia Vulgata, Reina-Valera, Douay-Rheims y Revised
Standard Version Catholic Edition colocan los libros de Macabeos después de
Malaquías, otras traducciones católicas los sitúan después del libro de Esther.
[31] Las
versiones de la Biblia Vulgata, Reina-Valera, Douay-Rheims y Revised
Standard Version Catholic Edition colocan los libros de Macabeos después de
Malaquías, otras traducciones católicas los sitúan después del libro de Esther.
[32] En las
Biblias griegas, IV Macabeos se encuentra en el apéndice.
[33] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[34] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[35] Las
iglesias ortodoxas orientales incluyen el Salmo 151 y
la Oración de Manasés, no
presente en todos los cánones.
[36] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[37] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[38] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[39] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[40] En las
Biblias católicas, el Libro de Baruc incluye un capítulo sexto llamado Carta de Jeremías. El
Libro de Baruc no está en la Biblia protestante ni en el Tanaj.
[41] En las
Biblias católicas, el Libro de Baruc incluye un capítulo sexto llamado Carta de Jeremías. El
Libro de Baruc no está en la Biblia protestante ni en el Tanaj.
[42] Britannica
1911
[43] Las
Biblias ortodoxas orientales mantienen los libros de Baruc y la Carta de
Jeremías por separado.
[44] Hebreo
(opinión minoritaria), véase la Carta de Jeremías para
más detalles.
[45] Este
libro forma parte del Ketuvim, la tercera
sección del canon judío. Existe un orden diferente entre los cánones católico y
judío.
[46] En las
Biblias católicas y ortodoxas, Daniel incluye tres secciones no incluidas en
las Biblias protestantes. La
oración de Azarías y el Cántico de los Tres Jóvenes se
incluye entre Daniel 3:23-24. Historia de Susana se
incluye en Daniel 13. Historia de Bel y el Dragón se
incluye como Daniel 14. Estos no se encuentran en el Antiguo Testamento
protestante.
[47] En las
Biblias católicas y ortodoxas, Daniel incluye tres secciones no incluidas en
las Biblias protestantes. La
oración de Azarías y el Cántico de los Tres Jóvenes se
incluye entre Daniel 3:23-24. Historia de Susana se
incluye en Daniel 13. Historia de Bel y el Dragón se
incluye como Daniel 14. Estos no se encuentran en el Antiguo Testamento
protestante.
[48] El desarrollo de los géneros literarios que se suponen
incluidos en los textos del Antiguo Testamento así como su relación con los
géneros literarios usados en aquel entonces en Oriente se puede consultar en la
obra de Robert y Feuillet que aparece en la bibliografía, pág, 137ss.
[49] Young,
Edward J. “The Authority of the Old Testament”. The Infalible Word (a symposium).
Philadelphia: Presbyterian and reformed publishing Company, 1946. Pag. 71
[50]
Evidencias de exige un veredicto,
Josh Mcdowell, pag. 35
[51] Pfeiffer,
R. H. Introduction to the Old Testament. New York: Harper & Row, 1948. Pag.
63; Geisler, Nomar L. and William E. Nix A general
introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968, Pag.129
[52]
Geisler, Nomar L. and William E. Nix A general
introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968, Pag.129
[53]
Evidencias que exige un
veredicto, pag. 36
[54] F.F Bruce, The Book
and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963, Pag. 100
[55] Geisler, Nomar L. and William E. Nix A general
introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968, Pag. 50
[56] F.F Bruce, The Book
and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963, Pag. 97
[57] Young, Edward J. The
Authority of the old Testament".The infalible Word (a symposium).
Philadelphia: Presbyterian and Reformed Publishing Company, 1946. Pag. 73
[58] F. G.
Kenyon, Our Bible and the Ancient Manuscripts, rev. por A. W. Adams (Nueva
York: Harper, 1958), pp. 79ss.
[59] Ewert, From Ancient
Tablets to Modern Translations, p. 100.
[60] Ibíd.,
p. 104.
[61] R.
Laird Harris, Inspiration and Canonicity of the Bible (Grand Rapids: Zondervan,
1969), pp. 156ss.
[62]
Ibíd., p. 167.
[63] “Josefo menciona que el
límite de los libros aceptados está marcado hacia la época de Artajerjes
(465-425 a.C.) después de lo cual no se publicaban libros sin autorización”. D.
Guthrie, “Bible”, en Merrill C. Tenney, ed., The Zondervan Encyclopedia of the
Bible, 5 vols. (Grand Rapids: Zondervan, 1975), p. 1:560; Compendio Portavoz de
Teología, Paul Enns, Pag. 162-163
[64]
Teología Sistemática, John Macarthur, Pag. 122
[65] Norman
L. Geisler and William E. Nix. A general Introduction to the Bible. Chicago:
Moody Press, 1968, Pag. 173
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