El Castigo final: Universalismo, aniquilacionismo, castigo eterno | Escatologia con Feliberto Vasquez

 

Doctrina del infierno

Aunque en los veinte siglos de fe cristiana siempre han aparecido perspectivas no ortodoxas sobre la doctrina del castigo eterno, parece que en los años recientes ha habido un cambio hacia una visión suavizada del infierno. Clark Pinnock se lamenta: “¿Cómo pueden los cristianos proyectar una deidad de semejante crueldad y rencor, cuyos métodos de acción incluyen causar la tortura eterna sobre sus criaturas, no importa cuán pecaminosas hayan sido? Con seguridad, un Dios que obre así estará más cerca de parecer Satanás que Dios, al menos desde cualquier normativa moral y desde el mismo Evangelio”.[1]

¿Hay un cambio en el evangelicalismo? James Hunter dice que hay varios estudios en los cuales se revela que “surgen certezas doctrinales suavizadas” entre los estudiantes fundamentalistas de universidades y seminarios cristianos:

Dentro de esta generación de evangélicos [hay un] grado medible de incomodidad con el concepto de maldición eterna… En general los evangélicos, y en particular la generación venidera, han adoptado un código ético de civilidad político en diversos grados. Además de tolerar las creencias, opiniones y estilos de vida de las demás personas, ello los lleva a hacerse tolerables para los demás. El dogma crítico es no ofender, sino ser gentil en las relaciones sociales y civiles… [Semejante] estilo religioso… implica la ausencia de énfasis sobre los aspectos más ofensivos del evangelicalismo, como las acusaciones de herejía, pecado, inmoralidad, paganismo, cuestiones de juicio, ira divina, maldición e infierno.[2]

Perspectivas sobre el castigo eterno

Universalismo. Orígenes fue un fuerte proponente de la ausencia de castigo eterno (185-ca. 254).[3] “Orígenes enseñaba que las amenazas del castigo eterno sólo eran exhortativas… ‘admitía que el sentido gramatical de los términos bíblicos enseña el fuego eterno e inextinguible; pero lo considera un engaño intencional y de gracia, de parte de Dios, para disuadir a los hombres de pecar’”.[4] Enseñó que a la larga habría una restauración individual de todos, incluyendo a Satanás, los sodomitas y todos los demás. Orígenes apeló a Juan 17:20-21, 1 Corintios 15:25, Efesios 4:13 y Filipenses 2:10-11 para respaldar el universalismo.

Aunque Karl Barth no es explícito en sus escritos, muchos creen que enseñaba el universalismo. C. H. Dodd vio universalismo en Romanos 11:32 y dijo: “en otras palabras, la voluntad de Dios es que toda la humanidad sea salva al final”.[5] También lo vio en Romanos 8:18-23, Efesios 1:20, 3:6-10 y Colosenses 1:20. John A. T. Robinson, el liberal británico, dijo: “Mientras permanezca un solo pecador en el infierno, Cristo… sigue en la cruz. No hay especulación: es una declaración basada sobre la misma necesidad de la naturaleza de Dios. En un universo de amor no puede haber cielo que tolere una cámara de horrores, ni infierno al mismo tiempo que no sea un infierno para Dios. Él no lo puede soportar, pues eso sería la burla definitiva de su naturaleza, y eso no va a pasar”.[6]

Aniquilacionismo. Aunque la aniquilación se ha asociado tradicionalmente con grupos como los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová, algunos evangélicos recientes han abrazado la doctrina.

John R. W. Stott probablemente sea el proponente más prominente. En su debate con el liberal David Edwards, declaró: “No dogmatizo sobre la posición a la cual llegué, la sostengo de manera tentativa. Pero pido un diálogo franco entre los evangélicos con base en las Escrituras. También creo que la aniquilación final de los impíos debería al menos aceptarse como una alternativa bíblica legítima al tormento consciente y eterno”.[7]

Clark Pinnock, profesor del McMaster Divinity College, afirma que quienes sostienen el castigo eterno y consciente de los impíos se enfrentan al “horror moral y la falta de solidez exegética de la perspectiva tradicional del infierno”.[8] Se pregunta: “¿Cómo puede alguien imaginar por un momento que el Dios que por su gran amor dio a su Hijo por los pecadores, instaure una cámara de torturas en algún punto de la nueva Creación para sujetar en el dolor eterno a quienes lo rechazaron?”.[9]

La defensa del aniquilacionismo sigue esta línea: (1) A partir de las Escrituras, afirma que sólo Dios es inmortal (1 Ti. 6:16) y que Cristo otorgó vida e inmortalidad a través del evangelio, lo cual vale para todas las personas (2 Ti. 1:10). (2) Como en el caso de Pinnock, la defensa del aniquilacionismo “está más relacionada con su “repulsión moral” que con las consideraciones exegéticas, como él mismo admite”.[10]

Salvación sin conocimiento de Cristo. ¿Pueden ser salvos quienes nunca oyeron de Cristo? ¿Habrá oportunidad después de la muerte para que las personas se salven? Hay personas que han considerado estas preguntas y han llegado a diferentes conclusiones.

Clark Pinnock cree que las personas que no han oído de Cristo no están necesariamente condenadas al infierno: “De una cosa podemos estar seguros: Dios no abandonará en el infierno a quienes no lo conocen y por tanto no declinaron su ofrecimiento de gracia. Aunque no nos ha dicho cuál es la naturaleza de su plan, no podemos dudar de la existencia y la bondad de dicho plan”.[11]

Donald Bloesch cree que las personas tendrán la oportunidad de salvarse después de la muerte, incluso de trasladarse del infierno al cielo. Afirma: “El castigo en el infierno es punitivo y correctivo… No obstante, no queremos ponerle límites a la gracia de Dios, y no excluimos la posibilidad de que finalmente algunos se trasladen del infierno al cielo. De la ciudad santa dice que sus puertas están abiertas de día y de noche (Is. 60:11; Ap. 21:25), lo cual significa que el acceso al trono de la gracia es posible continuamente. Las puertas del infierno están cerradas con llave, pero sólo por dentro… Podemos afirmar la salvación al otro lado del sepulcro”.[12]

John Lawson dice: “Es difícil defender que la proposición de la gracia salvadora de Dios se extienda a todos los hombres y no extender lógicamente la operación de la gracia más allá de la vida del hombre en este mundo… quienes han vivido en este mundo de acuerdo con la luz limitada que se les dio, cuando se despierten en la vida futura descubrirán que pertenecen a Cristo, aunque en esta vida no parecieran cristianos”.[13]

Grados de castigo. Aunque las Escrituras no son claras al hablar de los grados de castigo, se infiere de algunas porciones que en el infierno habrá grados de castigo. La defensa de ello, por supuesto, es difícil de entender. Quienes tienen más conocimiento sobre Cristo serán responsables de más; quienes han recibido menos información tendrán menos responsabilidad (Lc. 12:47-48). En Mateo 10:15 y 11:22 se expresa el mismo pensamiento. Las naciones paganas no tienen el mismo conocimiento de la verdad de Dios y de Cristo que ha recibido Israel. Debido a que Judas era discípulo, y por ello recibió más cantidad de información, le hubiera resultado mejor no haber nacido por el castigo tan grande que le esperaba (Mt. 26:24). Sin embargo, sería poco sabio inferir de aquí que quienes nunca han oído el evangelio escaparán al castigo eterno.

Finalmente, Dios juzgará a las personas de acuerdo con sus obras (Ap. 20:12). Probablemente haya dos pensamientos asociados con este pasaje. Sus obras se exponen y los muestran dignos de condenación, pero puede también inferirse que por sus obras sufrirán diferentes grados de castigo.

Castigo literal y eterno. Según esta creencia, “el castigo para los impíos es eterno y es punitivo, no de redención”.[14] Cuando Jesús usó el término gehena para definir el infierno, “era obvio que el énfasis en el castigo del pecado de los impíos era eterno después de la muerte”.[15]

¿Es eterno el castigo en el infierno? El término aionion de Mateo 25:46 hace necesario entender el castigo como algo eterno y sin fin. El mismo adjetivo, “eterno”, define el castigo y la vida. Si la vida es eterna, sin fin y continua, entonces el castigo también lo es, dada la naturaleza de la declaración. Larry Dixon dice: “El destino eterno de los impíos (‘las cabras’) parece equivalente al destino eterno de los justos (‘las ovejas’). Concluir que el destino de los justos es cuantitativo pero el de los impíos no, o que ‘vida eterna’ indica posesión mientras ‘castigo eterno’ indica efecto eterno, es forzar el texto”.[16] Harry Buis dice: “Aionios se usa 66 veces en el Antiguo Testamento: 51 para la felicidad de los justos, 2 para la duración de la gloria de Dios, 6 donde no cabe duda que su significado es “eternidad” y 7 para el castigo de los impíos”.[17]

De la terminología que Jesús usa, se infiere que el infierno es fuego literal (cp. Mt. 5:22, 30; 13:29-30). La historia de Lázaro y el rico indica que el infierno es un lugar de tormento en el fuego (Lc. 16:23-28).

También se describe el infierno como un lugar de tinieblas (Mt. 25:30). “Ello sugiere un lugar de castigo muy alejado del Reino”.[18] Las tinieblas han de entenderse literalmente como un lugar de castigo eterno.[19] Son opuestas al resplandor de la gloria de Dios en el cielo (Ap. 22:5). Es un recordatorio de que el infierno está “[excluido] de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Ts. 1:9).

Jesús también enseñó que habría diversos grados de castigo en el infierno de acuerdo con el conocimiento que la persona hubiera recibido. Quien conocía la voluntad del amo y no le respondió, recibirá mayor castigo que quien no lo conoció y no lo hizo (Lc. 12:47-48).


[1] Clark Pinnock, “The Destruction of the Finally Impenitent”, Criswell Theological Review (primavera 1990), pp. 246-247.

[2] James Hunter, Evangelicalism: The Coming Generation (Chicago: Univ. of Chicago, 1987), pp. 38, 183.

[3] Larry Dixon, The Other Side of the Good News (Wheaton: Bridgepoint, 1992), pp. 27-32.

[4] Ibíd., p. 29.

[5] Citado en ibíd., p. 43.

[6] John A. T. Robinson, Christianity Today (13 de junio de 1957), p. 5.

[7] John R. W. Stott y David L. Edwards, Evangelical Essentials (Londres: Hodder & Stoughton, 1988), pp. 319-320

[8] Clark Pinnock, “Fire, Then Nothing”, Christianity Today (20 de marzo de 1987), p. 41.

[9] Ibíd., p. 40.

[10] Citado en Dixon, The Other Side of the Good News, pp. 74-75.

[11] Ronald Blue, “Untold Billions: Are They Really Lost?”, Bibliotheca Sacra (Octubre-Diciembre de 1981), p. 343; citado en Dixon, The Other Side of the Good News, pp. 74-75.

[12] Donald Bloesch, Essentials of Evangelical Theology, 2 vols. (San Francisco: Harper, 1982), pp. 2:226-227.

[13] John Lawson, Introduction to Christian Doctrine (Grand Rapids: Zondervan, 1980), p. 216.

[14] John F. Walvoord, “The Literal View”, en William Crockett, Four Views on Hell (Grand Rapids: Zondervan, 1992), p. 12.

[15] Ibíd., 20.

[16] Dixon, The Other Side of Good News, p. 128.

[17] Harry Buis, Doctrine of Eternal Punishment (Filadelfia: Presbyterian & Reformed, 1957), p. 49.

[18] Arndt y Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament, p. 757.

[19] Hans Conzelmann, “Skotos”, en Gerhard Friedrich, ed. Theological Dictionary of the New Testament, p. 7:439.


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