Teología de los Evangelios | Serie Teologia Biblica con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

TEOLOGÍA DE LOS SINÓPTICOS

Cuando se desarrolla la teología de los Evangelios sinópticos, es importante entender el punto de vista del escritor. ¿A quiénes escribían Mateo, Marcos y Lucas? ¿Por qué escribieron? ¿Cuál es el énfasis particular de cada escritor? ¿Qué temas acentúan? Tales preguntas son importantes en la teología bíblica para determinar cuáles fueron las preocupaciones y los énfasis teológicos desarrollados por cada escritor. La naturaleza de la teología bíblica se apoya particularmente en las preocupaciones del autor humano (sin rechazar o ignorar el hecho de la inspiración divina).

Se incluyen los asuntos introductorios de autoría, fecha, destinatario y propósito para establecer el énfasis particular de cada autor.

El término sinóptico viene del griego sunoptikos, que significa “ver las cosas juntas”, y caracteriza los tres Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Se estudian juntos porque se considera que su visión de la vida de Cristo es suficientemente similar.

EL PROBLEMA SINÓPTICO

Uno de los problemas al estudiar los Evangelios sinópticos es hacer una relación entre los tres. ¿Usaron los Evangelios alguno de los otros escritos? ¿Tienen una fuente común (llamada Q, por la palabra alemana quelle que significa “fuente”) de la cual provienen todos? Los Evangelios concuerdan de manera considerable, particularmente en referencia a Marcos. B. F. Westcott ha estudiado los porcentajes de diferencias y similitudes entre ellos, como ilustra el diagrama de la página siguiente.[1]

El diagrama revela que el 93% de Marcos se encuentra en los otros tres Evangelios; en otras palabras, hay poco que sea exclusivo de Marcos. Excluyendo el final cuestionable de 16:9-20, hay alrededor de treinta versículos que aparecen solo en Marcos.

Existen similitudes y diferencias.[2] Hay acuerdo entre los tres Evangelios a la hora de registrar los sucesos (cp. Mt. 9:6; Mr. 2:10-11; Lc. 5:24). También revelan el uso común de palabras poco frecuentes. Pero también registran diferencias; por ejemplo, las narraciones del nacimiento y las genealogías son diferentes en Mateo y Lucas. Incluso los registros paralelos son diferentes, como el orden de las tentaciones (Mt. 4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:1-13).

Entonces, ¿cuál es la relación entre los tres Evangelios? Se han sugerido varias teorías.[3]

Teoría de la tradición oral

Se creía que la predicación de la iglesia primitiva proporcionaba formas fijas para la vida y ministerio de Jesús, pero que no había formas escritas detrás de los Evangelios sinópticos.

Teoría de la interdependencia Griesbach enseñó en 1789 que el primer escritor se apoyó en la tradición oral, el segundo usó el material del primero y el tercero se apoyó en los dos anteriores.

Teoría del evangelio primitivo

Lessing enseñó en 1778 que los evangelistas tomaron prestado de una fuente primitiva llamada Urevangelium, que ya no existe.

Teoría fragmentaria

Schleiermacher enseñó en 1817 que los evangelistas compilaron sus relatos partiendo de muchos escritos fragmentarios sobre la vida de Cristo.

Teoría de los dos documentos

Un desarrollo más reciente sugiere que como Mateo y Lucas en general concuerdan con Marcos, y como se encuentra tanto material de Marcos en Mateo y Lucas, el Evangelio de Marcos debe haber sido el primero que se escribió y fue usado por Mateo y Lucas. Pero como Mateo y Lucas tienen bastante material en común que no se encuentra en Marcos, deben haber usado una segunda fuente común, llamada “Q”.

Teoría de los cuatro documentos

Streeter sugirió cuatro fuentes originales e independientes detrás de la escritura final de los Evangelios: Marcos en Roma alrededor del año 60 d.C., “Q” en Antioquía alrededor del 50 d.C., “M” (fuente privada de Mateo) en Jerusalén alrededor del 65 d.C. y “L” (fuente privada de Lucas) en Cesarea alrededor del 60 d.C.

Desarrollos modernos[4]

Han surgido teorías críticas modernas en las cuales se intenta explicar el origen humano y la producción de los escritos de los Evangelios. Aunque esta metodología puede tener alguna validez, y algunos eruditos conservadores emplean estos estudios críticos para entender los registros bíblicos, hay peligros inherentes. Se refiere al lector específicamente al artículo en el Talbot Review para una evaluación de la crítica de la redacción. Las explicaciones dadas a continuación son en general; se les puede dar una inclinación más liberal o más conservadora según el escritor.

Critica histórica.[5] Cuando el texto es oscuro, los eruditos intentan descubrir “qué pasó exactamente” para clarificar la narración. Esto se hace al señalar las discrepancias en los relatos paralelos, examinar el material de la historia secular, notar si algunos de los eventos ocurrieron en realidad, reconocer los sucesos sobrenaturales (se intenta encontrar una explicación natural), las historias “inventadas” por la iglesia, y otros métodos. Un problema básico de la crítica histórica es que se acerca a la Biblia como a cualquier otro libro y reconoce la posibilidad de que haya errores; en ese sentido es incompatible con la doctrina de la inspiración bíblica.[6]

Crítica de las fuentes. La crítica de las fuentes intenta identificar las fuentes usadas al escribir los Evangelios sinópticos y su relación con los Evangelios. Por ejemplo, donde hay un relato duplicado de una historia se intentar explicar la conexión literaria o la fuente subyacente. Se cita Marcos 4:10- 13 para sugerir que Marcos usó otra fuente en la cual los vv. 11-12 no estaban presentes.[7] La concordancia en las palabras también sugiere que hay una fuente común subyacente. Quienes defienden la crítica de las fuentes sugieren que los escritores usaron una fuente común a la cual se adhirieron, pero sintieron la libertad de adicionar detalles y “no se preocuparon por la precisión de los detalles históricos”.[8] Hay dos problemas con la crítica de las formas: tiende a ignorar el elemento divino en la inspiración y reconoce que hay errores; se basa en conjeturas, sin ninguna prueba demostrable de las fuentes subyacentes.

Crítica de las formas.[9] Rudolf Bultmann fue uno de los pioneros de la crítica de las formas que consideraba los Evangelios sinópticos como “literatura folclórica”. Según Bultmann, los evangelistas, en vez de escribir acontecimientos históricamente precisos, juntaron el material, lo editaron y lo escribieron de la manera en que la iglesia lo entendía tradicionalmente. Por lo tanto, la crítica de las formas se construye sobre la crítica de las fuentes e intenta explicar cómo surgieron Q y Marcos. Marcos es producto de la iglesia primitiva, que adornó la vida de Cristo. Mateo y Lucas usaron Marcos, con ornamentos adicionales, para darle forma a sus Evangelios (fueron escritores del siglo II y no los Mateo y Lucas históricos). Por lo tanto, la mayoría de los Evangelios no contiene datos históricos, sino que fueron adornados por la iglesia primitiva. Tales adornos surgieron para animar a los cristianos sufrientes. Estas “invenciones” se hicieron indistinguibles del hecho histórico.[10]

Crítica de la redacción.[11] “La crítica de la redacción es un método de crítica bíblica que busca determinar el punto de vista de los evangelistas al determinar el trabajo editorial creativo llevado a cabo por él sobre sus fuentes”. El escritor no es un mero observador, sino que se hace teólogo al “modificar, componer y crear la tradición”. El escritor puede ser creativo, alterar o adornar la tradición histórica o incluso apartarse de los sucesos históricos.[12] Un ejemplo de esto es el enfoque de Gundry para interpretar Mateo: él sugiere que la visita de los magos no fue un suceso histórico sino que se basó en la historia de los pastores, que Mateo cambió para ajustarla a su propósito teológico.[13] La crítica de la redacción busca diferenciar entre el punto de vista teológico de los autores y sus fuentes materiales.

Obviamente, un problema grande al intentar resolver la manera en que fueron escritos los Evangelios es que las teorías anteriormente mencionadas son principalmente conjeturas. Por ejemplo, no hay evidencia de una fuente Q. Además, las teorías más recientes en general, se construyen sobre la base de que Marcos se escribió primero, cosa que representa un problema serio porque va en contra de dieciocho siglos de tradición y contra los comentarios de los padres de la Iglesia. Afirmar que Marcos fue escrito primero y que Mateo y Lucas lo usaron no va en contra de la inspiración; no obstante, parece altamente improbable. Para hallar la solución es necesario considerar varios factores:

(1) Las teorías anteriores acentúan el aspecto humano en la redacción de los Evangelios, una consideración legítima pero que en ocasiones desatiende el elemento divino. En Juan 14:26 Jesús les prometió a los discípulos que el Espíritu Santo les iba a recordar todo lo que Él había dicho. Tal declaración es importante y sugiere el elemento sobrenatural en la redacción de la Biblia. ¿Cómo podían los evangelistas recordar los detalles de la vida de Cristo? ¿Las conversaciones? Sobrenaturalmente. El Señor lo prometió en el aposento alto. No se debe soslayar este aspecto al considerar la solución. Este es un elemento divino en la redacción de la Biblia.

(2) Los autores escribieron con conocimiento de primera mano y en general fueron testigos oculares. Mateo y Juan fueron testigos oculares y escribieron lo que observaron y experimentaron; Marcos escribió por información de Pedro; Lucas probablemente obtuvo su conocimiento de Pablo y otras personas, así como de su propia investigación (Lc. 1:3).

(3) Hubo otros testigos oculares que vieron y oyeron al Señor y podían proporcionar información (Lc. 1:2-3). Aunque generalmente se sugiere que Lucas se apoyaba en fuentes escritas (y ciertamente es posible), Lucas 1:2-3 parece sugerir que él investigó recurriendo a testigos oculares y a siervos del Señor que le facilitaron la información.

(4) Los autores escribieron por revelación e inspiración divina. Algunos elementos simplemente no se pueden explicar en términos humanos. Pablo, por ejemplo, escribió y enseñó como resultado de la revelación divina; él enfatiza que no recibió su evangelio de hombre alguno, ni siquiera de los apóstoles. Dios le reveló directamente a Pablo su verdad (Gá. 1:11-12, Ef. 3:3).

INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA SINÓPTICA

Mateo

Autor. Existe evidencia temprana donde se sugiere que Mateo, el recaudador de impuestos, escribió originalmente en arameo, un testimonio importante sobre la prioridad de Mateo. En el año 150 d.C., aproximadamente, Papías, obispo de Hierápolis, dijo lo siguiente: “De modo que Mateo compuso los oráculos en la lengua hebrea y cada quien los interpretó como pudo”.[14] Orígenes (ca. 185-254) declaró que Mateo se había preparado para el “converso del judaísmo, y se publicó en hebreo”. Ireneo declaró que Mateo escribió mientras Pedro y Pablo estaban vivos; Marcos escribió después de la muerte de ellos.[15]

Fecha. Si se reconoce que Mateo escribió para una audiencia judía, se puede argumentar una fecha temprana para el Evangelio desde el punto de vista de la necesidad. Parece razonable sugerir que en Jerusalén había veinte mil judíos creyentes en Cristo. Tales judíos necesitarían una explicación relativa al papel mesiánico de Jesús para alentar su fe desde un punto de vista judío, y para refutar a sus oponentes.[16] El rápido crecimiento del número de judíos creyentes constituyó la necesidad primaria e inmediata de un evangelio escrito específicamente para ellos. La perspectiva de la iglesia primitiva era que “Mateo había escrito su Evangelio antes que los otros evangelistas. Tal testimonio es tan persistente y unánime que debería tener algo de peso a la hora de decidir sobre este asunto”.[17] Es probable que Mateo se escribiera alrededor del 50 d.C.[18]

Audiencia. La audiencia del Evangelio de Mateo está ligada al crecimiento y la naturaleza de la iglesia primitiva. Como no se había separado del judaísmo, está claro que la iglesia primitiva era principalmente judaica: poco después de Pentecostés, cinco mil hombres judíos[19] creyeron. Debía existir la necesidad de explicar por qué si Jesús era en efecto el Mesías, el reino no había venido. Mateo escribió para explicarle esto a su audiencia judía.

Propósitos teológicos. Mateo capta la esperanza y la expectativa mesiánica de los judíos. Les enseña a sus lectores que el verdadero Mesías, el Hijo de David, ya había venido. Aunque los otros evangelistas reconocen al Mesías prometido en Jesús, Mateo es quien lo presenta únicamente para los judíos.

El Evangelio de Mateo tiene un doble propósito.[20] El primero es demostrar que Jesús es el Mesías. Mesías es el título judío para el rey de Israel que lo salvará al final de los tiempos. Mateo presenta a Jesús como el Mesías (el Ungido) que cumple la función de profeta, sacerdote y rey en una sola persona. El segundo propósito es presentar el programa del reino de Dios. Puesto que Jesús es el Mesías de Israel y la nación lo rechazó, Mateo explica que, si bien se les ofreció el reino a los judíos, éste se pospuso debido al rechazo de ellos. El reinado terrenal del Mesías se establecerá en su segunda venida.

Marcos

Autor. La iglesia primitiva dio testimonio afirmando que Juan Marcos es el autor del segundo Evangelio. Papías escribió alrededor del año 150 d.C.: “Marcos, quien se convirtió en el intérprete de Pedro, escribió con precisión todo lo que recordaba”.[21] Ireneo escribió alrededor del 185 d.C.: “Ahora, después de su muerte (de Pedro y Pablo), Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, puso a nuestra disposición por escrito lo que Pedro había predicado”.[22]

Fecha. Como Ireneo testificó que Marcos escribió después de la muerte de Pedro y Pablo,[23] y como Pablo probablemente murió en el verano o el otoño del 66 d.C., parece ser que Marcos escribió su Evangelio en el 66 o 67 d.C. Con certeza fue antes del 70 d.C., porque no se menciona la destrucción de Jerusalén.

Audiencia. Alrededor del 195 d.C., Clemente de Alejandría dijo que los romanos le pidieron a Pedro un relato escrito de la vida de Cristo para ellos. Es probable que Marcos ayudara a Pedro a cumplir esta solicitud de los romanos. La evidencia interna, por la traducción de los términos en arameo, también indica que la audiencia no era judía.

Propósito teológico. Como los romanos eran más de acción que de pensamiento, Marcos presenta a Cristo como “el Trabajador poderoso y no como Pensador profundo, Aquel que conquista con sus hechos”.[24] El estilo y el contenido de Marcos reflejan ese propósito teológico. Dado que Marcos presenta a Cristo como un hombre de acción, omite las narraciones del nacimiento y la genealogía, comienza con el bautismo de Cristo y pasa raudamente al ministerio público de Cristo. La piedra angular del énfasis de Marcos en Jesús es su retrato de Cristo como el Siervo que vino a ministrar y dar su vida en rescate por muchos (Mr. 10:45). El objetivo de Marcos era presentar a sus lectores romanos la dinámica del Hijo del Hombre como Siervo y promover con ello la fe en Él.

Lucas

Autor. La evidencia externa es sólida para afirmar que el médico Lucas es el autor del tercer Evangelio. El Canon Muratori (160-200 d.C) informa que Lucas, médico y compañero de viaje de Pablo, examinó y compiló los hechos en un Evangelio sobre la vida de Cristo. Ireneo (ca. 185 d.C.) también testificó así: “Entonces Lucas, el seguidor de Pablo, registró en un libro el evangelio como le fue predicado”.[25] Clemente de Alejandría y Orígenes también le adjudican a Lucas la autoría del libro.

Fecha. La fecha en que Lucas escribió está entrelazada con la escritura de Hechos. Hechos se escribió probablemente en el año 63 d.C., porque el libro se cierra abruptamente y menciona el encarcelamiento de Pablo pero no su liberación, que ocurrió en el 63 d.C. La declaración de Hechos 1:1 indica que el Evangelio se escribió antes de Hechos. Probablemente, Lucas lo escribió antes de que se acabaran sus días en Palestina, tal vez entre los años 58 y 60 d.C.

Audiencia. Aunque Lucas dirigió su Evangelio a Teófilo, probablemente era una dedicatoria; sin lugar a dudas, la audiencia de Lucas es gentil. Debido a los tres viajes misioneros de Pablo, existía la necesidad grande de un evangelio distinto a los demás, destinado particularmente al pensamiento griego.[26] La evidencia es considerable en cuanto a la audiencia griega.[27] (1) La genealogía de Jesús se examina desde Adán, el padre de toda la raza humana, en vez de hacerlo a partir de un patriarca judío. (2) Las profecías cumplidas suceden en aquello que Cristo les habló a los judíos, no como la narrativa apologética de Mateo. (3) La terminología judía, como “rabí”, se evita. (4) Los nombres hebreos se sustituyeron por nombres griegos (cp. Lc. 6:16; 23:33).

Propósito teológico. Lucas tiene un énfasis cosmopolita, acentúa la universalidad del evangelio y a Jesús como redentor del mundo. Lo enfatiza cuando liga la genealogía de Jesús con Adán, el ancestro común de toda la humanidad.[28] Tal énfasis se ve particularmente en el uso que hace Lucas de las parábolas. “Los samaritanos tienen admisión abierta en el Reino (9:51-56; 10:30-37; 17:11- 19), junto con los paganos (2:32; 3:6, 38; 4:25-27; 7:9; 10:1; 24:47) y los judíos (1:33; 2:10); también la tienen los publicanos, los pecadores y los rechazados (3:12; 5:27-32; 7:37-50; 19:2-10; 23:43), las personas respetables (7:36; 11:37; 14:1), los pobres (1:53; 2:7; 6:20; 7:22), los ricos (19:2; 23:50) y las mujeres al igual que los hombres”.[29] Tal cosa acentúa el propósito de Lucas al escribir: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10).

EXPOSICIÓN DE LA TEOLOGÍA SINÓPTICA

Doctrina de Dios

Es necesario estudiar la teología sistemática para llegar a una idea bíblica y exhaustiva de la naturaleza y los atributos de Dios (aun cuando a pesar de esto el Dios infinito siga siendo incomprensible). No obstante, aunque los Evangelios sinópticos aportan tan sólo una parte del estudio de Dios, “todos los escritores del Nuevo Testamento comparten la perspectiva de Dios que se ve en el Antiguo Testamento”.[30] Como deja claro la siguiente lista, hay muchos atributos de Dios representados en los sinópticos:

La providencia de Dios se ve en su provisión para las aves (Mt. 6:26; 10:29). La paternidad de Dios enfatiza su provisión para sus hijos (Mt. 6:32). La gracia de Dios se les da a creyentes e incrédulos por igual (Mt. 5:45). La realeza de Dios se acentúa: Él tiene un trono (Mt. 5:34; 23:22) y es Señor (Mt. 4:7, 10; Lc. 4:8, 12). El juicio de Dios es equitativo para todos (Mt. 3:7; 7:1-2; Lc. 3:7); a mayores privilegios habrá mayor juicio (Mt. 11:22-24); Él vengará a los suyos (Lc. 18:7). La gloria de Dios se reveló a los tres que estaban en el monte de la transfiguración (Mt. 17:1-8; Mr. 9:2-8; Lc. 9:28-36). La bondad de Dios es incomparable (Mt. 19:17; Mr. 10:17; Lc. 18:18-19). El poder de Dios se exhibe en su capacidad para resucitar a los muertos (Mr. 12:24-27); con Él son posibles todas las cosas (Mr. 10:27; Lc. 1:37; 18:27). La Trinidad de Dios se revela en el bautismo de Cristo (Mr. 1:9-11) y en la comisión a los apóstoles (Mt. 28:19).

Doctrina de Cristo

Nacimiento virginal. Mateo y Lucas enfatizan que el Espíritu Santo generó la humanidad de Cristo (Mt. 1:18; Lc. 1:35). Mateo se esmera en enfatizar que María no tuvo relaciones con hombre alguno antes del nacimiento de Jesús (Mt. 1:18-25). Marcos también enfatiza que Jesús es “el hijo de María”, en lugar del hijo de José (la costumbre judía es usar el nombre del padre).

Humanidad. Los tres Evangelios enfatizan la humanidad de Jesús. Mateo enfatiza su genealogía humana (1:1-17), su nacimiento humano (1:25) y su infancia (2:1-23). De manera semejante, Lucas enfatiza su nacimiento y su estrato social modesto (2:1-20), su conformidad con las costumbres judías (2:21-24) y su crecimiento cuando era joven (2:41-52). Por su énfasis en la obra, vida y actividades de Jesús, Marcos enfatiza la humanidad de Jesús más que Mateo y Lucas. Los tres acentúan su humanidad en las tentaciones (Mt. 4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:1-13). Cosas como dirigir barcos pesqueros, pagar impuestos, hablar con diferentes personas, sudar sangre y llorar por el abandono en la cruz reflejan la humanidad de Jesús. Con todo, Él no era un hombre común: perdonaba pecados, tenía autoridad sobre la naturaleza, revelaba la shekina de Dios. Tales cosas “lo sitúan como único en su clase”.[31]

Ausencia de pecado. Aunque los Evangelios sinópticos presentan a Jesús como hombre, también indican que no era un hombre común y corriente: nació de una virgen y no tenía pecado. Como nació de una virgen, no tenía la naturaleza pecaminosa ni la inclinación al pecado (nótese Stg. 1:14-15). Jesús llamaba a los hombres al arrepentimiento, pero no hay registro de que se hubiera confesado o arrepentido alguna vez. Su bautismo fue para “cumplir con lo que es justo” (Mt. 3:15), no para confesión (Mt 3:6). Las tentaciones también enfatizan que, si bien fue tentado en todas las áreas en que nosotros somos tentados, se mantuvo libre de pecado (Mt. 4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:1-13). Cuando reprendió a Pedro reveló su completa disociación con el pecado (Mt. 16:23).

Divinidad. Mateo enfatiza a Jesús como el Hijo de David (Mt. 9:27; 12:23; 15:22; 20:30-31; 21:9, 15; 22:42). Los ciegos del relato en Mateo 9:27 entendían que el Hijo de David era el Mesías y podía hacer las obras del Mesías, como abrir los ojos de los ciegos (Is. 35:5), una acción divina (Sal. 146:8). El uso del nombre en Mateo 21:9 revela su importancia como el Redentor que había de venir, traería salvación para la nación y la rescataría, llevándola a un tiempo de bendición (Sal. 118:25-26).

Mateo presenta a Jesús continuamente como el Mesías, pues en Él se cumplen las predicciones mesiánicas del Antiguo Testamento (1:22-23; 2:5-6; 3:3; 4:14-16; 8:16-17; 11:5; 12:17-21; 13:34-35; 21:4-6, 9, 16, 42; 23:39; 24:30; 26:31, 64). En Mateo 16:16 Jesús acepta de buen grado que Pedro lo confiese como el Cristo, el Ungido. En Marcos 14:61-62 cuando el sumo sacerdote le preguntó si era el Mesías, Jesús le respondió afirmativamente: “Yo soy”.

El origen del término Hijo del Hombre está en Daniel 7:13, donde se le describe triunfante entregándole el reino al Padre. La ubicación del Hijo del Hombre a la derecha del Padre se relaciona con el Salmo 110:1 y con Aquel que es Señor. Mateo 26:63-64 indica que el término es básicamente sinónimo de Hijo de Dios. El término enfatiza varios temas: autoridad (Mr. 2:10), glorificación (Mt. 25:31), humillación (Mt. 8:20), sufrimiento y muerte (Mr. 10:45), relación con el Espíritu Santo (Mt. 12:32) y salvación (Lc. 19:10).[32] “Jesús pensaba en sí mismo como el Mesías celestial que cumpliría en la tierra un ministerio terrenal a favor de los hombres, y que culminaría en la escena de la gloria final”.[33]

Jesús era el Hijo de Dios en un término absolutamente único. “Jesús se refirió al Padre como ‘el Padre’, ‘mi Padre’, ‘mi Padre celestial’ y ‘su Padre celestial’ un total de cincuenta y una veces”.[34] Jesús indicó su conciencia de aquella relación única (Mt. 11:27) y el Padre también lo hizo (Mt. 3:17; Mr. 1:11). Un hijo es de la misma naturaleza y esencia de su padre; al afirmar que Jesús era su Hijo, Dios Padre estaba diciendo que Jesús, su Hijo, es deidad porque tiene la misma esencia del Padre.

Obra expiatoria. Después de ser rechazado por la nación de Israel, Cristo predijo sus sufrimientos en Jerusalén (Mt. 16:21; 17:22; 20:18-19; 26:1-5; Mr. 8:31; 9:31; 10:32-34; Lc. 9:22, 44; 18:31-33). En tales pasajes Jesús predijo quién iniciaría su muerte, quién lo mataría, cómo moriría, que sufriría tormentos adicionales, pero que resucitaría después de tres días.

Cristo les enseñó a sus discípulos que su muerte sería una expiación por sustitución (Mt. 20:28; Mr. 10:45). La declaración de dar su vida en rescate por muchos implica la sustitución.[35] En esta declaración Jesús utilizó la palabra rescate (gr., lutron), que significaba el dinero de rescate que se paga para liberar a un esclavo; Cristo pagó el precio —su muerte— para liberar a muchos de la atadura del pecado.[36] Al instituir la Cena del Señor, Cristo indicó que el pan y la copa representaban su cuerpo y su sangre; la sangre se derramaría en nombre de muchos para perdón de los pecados (Mt. 26:26-29; Mr. 14:22-25; Lc. 22:15-20). Su sangre se describe como el precio de la redención; el alcance de la redención es para muchos; el resultado de la redención es el perdón. Por medio de su muerte, Cristo efectuó un nuevo pacto con el cual otorgaría el perdón que el pacto antiguo (la ley mosaica) no podía alcanzar.

Resurrección. Cristo predijo su resurrección en varias ocasiones (Mt. 16:21; 17:22-23; 20:19; Mr. 8:31; 9:31; 10:34; Lc. 9:22; 18:33). Más aún, especificó que se levantaría al tercer día (un claro ejemplo de su omnisciencia). Todos los Evangelios enfatizan la resurrección física de Cristo (Mt. 28; Mr. 16; Lc. 24; Jn. 20).

Hubo numerosos testigos de su resurrección: María Magdalena y las otras mujeres (Mr. 16:2-8; Jn 20:1); Pedro y Juan (Jn. 20:2-10); María Magdalena (Jn. 20:11-18); las otras mujeres (Mt. 28:9-10); los dos discípulos que viajaban a Emaús (Lc. 24:13-32); los diez discípulos reunidos en el aposento alto (Jn. 20:19-25); los once discípulos reunidos una semana después (Jn. 20:26-31); los discípulos que pescaban en Galilea (Jn. 21:1-25); los once en Galilea (Mt. 28:16-20) y los discípulos en Jerusalén (Lc. 24:44-49).

Juan dice que el sudario aún “enrollado” (Jn. 20:7) retenía la forma circular, como si la cabeza todavía estuviera ahí, pero “en un lugar aparte”. Está separado del resto de las envolturas, mas la forma del sudario y las envolturas le dicen a Juan lo que ocurrió. El cuerpo del Señor Jesucristo atravesó los lienzos: Él resucitó.

Doctrina del Espíritu Santo

Concerniente al nacimiento virginal de Cristo. Mateo y Lucas relacionan la concepción de Jesús en el vientre de María con que el Espíritu Santo descendió sobre ella (Mt. 1:18; Lc. 1:35).

Concerniente al bautismo de Cristo. En el bautismo de Jesús, el Espíritu Santo descendió sobre Él y lo dotó de poder para su ministerio público. El Espíritu Santo también reveló el origen del ministerio de Cristo (el Padre) y la unidad de Jesús con el Dios trino. Jesús no actuó independiente del Padre.

Concerniente a la tentación de Cristo. Marcos 1:12 enfatiza que fue el Espíritu quien llevó a Cristo al desierto para ser tentado por el diablo.[37] La confrontación habría de probar la ausencia de pecado en el Hijo.

Concerniente al ministerio de Cristo. Mateo 12:28 revela que el ministerio de Cristo se llevó a cabo a través del Espíritu Santo, una evidencia pública para todos de que su poder provenía del cielo (cp. Lc. 4:18-19).

Concerniente a la inspiración de las Escrituras. Cuando cita el Salmo 110:1, Marcos 12:36 declara: “el mismo David dijo por el Espíritu Santo”, con lo cual implica que el Espíritu Santo guió a David a usar las palabras correctas mientras escribía el Salmo 110. Este ejemplo indica el ministerio del Espíritu Santo en la inspiración de las Escrituras.

Doctrina de la iglesia

En los Evangelios sinópticos no se desarrolla la doctrina de la iglesia. La palabra iglesia (gr., ekklesia) sólo se usa tres veces en Mateo y ninguna en Marcos y Lucas. Probablemente la única vez que Mateo la usa en un sentido técnico es en 16:18, donde aún se entiende como algo futuro.

Doctrina de los últimos tiempos

Los Evangelios sinópticos proporcionan un extenso material relativo a los posteros días. La palabra reino (gr., basileia) predomina en los Evangelios sinópticos: aparece 56 veces en Mateo, 21 en Marcos y 46 en Lucas (en Juan aparece sólo cinco veces).[38] Mateo también utiliza el término rey 23 veces, más que en cualquier otro libro del Nuevo Testamento. Los Evangelios sinópticos enfatizan que Jesús vino a establecer el reino milenario. El término aparece por primera vez en Mateo 3:2, cuando Juan el Bautista predicaba: “[Arrepiéntanse] porque el reino de los cielos se ha acercado”. Jesús predicó el mismo mensaje (Mt. 4:17) para exhortar al pueblo a arrepentirse en anticipación del reino del Mesías. Por medio de sus palabras (Mt. 5—7) y sus obras (Mt. 8—10), Él reveló sus credenciales. Los líderes de la nación, a la luz de sus palabras, lo evaluaron: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mt. 12:24). El Rey había sido rechazado por sus súbditos. Como resultado, el reino quedaría suspendido. En las parábolas de Mateo 13, Jesús describió el período intermedio entre el rechazo del Mesías en su primera venida y su recepción en la segunda venida. Jesús reveló las calamidades que caerían sobre Israel y el mundo, antes del retorno del Rey para establecer el reino milenario. La tribulación sucederá (Mt. 24:4-28; Mr. 13:5- 23; Lc. 21:8-23), seguida por la segunda venida de Cristo (Mt. 24:29-51; Mr. 13:24-37; Lc. 21:24- 36); a Israel se le pedirán cuentas por los privilegios y el conocimiento que tuvo (Mt. 25:1-30), y los gentiles también serán juzgados de acuerdo con su respuesta al mensaje en la tribulación (Mt. 25:31- 46).



[1] Brooke Foss Westcott, An Introduction to the Study of the Gospels, 8ª ed. (Londres: Macmillan, 1895), p. 195.

[2] D. Edmond Hiebert, An Introduction to the New Testament: The Gospels and Acts (Chicago: Moody, 1975), pp. 1:161-163.

[3] Para una explicación del problema de los sinópticos con las soluciones propuestas véanse Hiebert, Introduction to the New Testament, 3 vols., pp. 1:160-190; Everett F. Harrison, Introduction to the New Testament [Introducción al Nuevo Testamento] (Grand Rapids: Eerdmans, 1964), pp. 136-145, publicado en español por Libros Desafío; y Robert G. Gromacki, New Testament Survey (Grand Rapids: Baker, 1974), pp. 54-59. Estas obras proporcionan una explicación y una crítica útil de las diferentes perspectivas.

[4] Este escritor sostiene la posición descrita por Wendell G. Johnston et. al. “The Evangelical and Redaction Criticism in the Synoptic Gospels”, Talbot Review, vol. 1, nº 2 (verano de 1985), pp. 6-13. Contiene una bibliografía excelente para el estudio adicional de la crítica de la redacción.

[5] Véase I. Howard Marshall, “Historical Criticism” en I. Howard Marshall, ed., New Testament Interpretation (Grand Rapids: Eerdmans, 1977), pp. 126-138.

[6] Ibíd., p. 137. “Es altamente improbable que la descripción de Mateo sobre la curación de los dos endemoniados gadarenos (Mt. 8:28-34) se pueda considerar histórica”. Al examinar las narraciones de la resurrección Marshall declara: “Puede haber una etapa en la cual las dificultades para explicar un error histórico aparente sean mayores que las causadas al aceptar la existencia del error” (p. 135). Es obvio que tal perspectiva de las Escrituras no se puede reconciliar con la doctrina bíblica de la inspiración y la inerrancia.

[7] Ibíd., p. 148.

[8] Éste es un ejemplo adicional de los resultados dañinos de la metodología crítica. Es imposible sostener la posición de David Wenham y creer aún en la inerrancia bíblica. Si hay errores en los detalles históricos, la Biblia no es inerrable. En contraste con Wenham, E. J. Young expone la solución ortodoxa al conflicto. Véase E. J. Young, Thy Word Is Truth (Grand Rapids: Eerdmans, 1957), pp. 132-134.

[9] Véase Stephen H. Travis, “Form Criticism”, en New Testament Interpretation, pp. 153-164.

[10] Johnston et. al., “The Evangelical and Redaction Criticism”, p. 6.

[11] Ibíd., pp. 7ss.

[12] De este modo, en la crítica de la composición, que algunos incluyen en la crítica de la redacción, los evangelistas le inventan palabras nuevas a Jesús que Él no dijo. Véase Stephen S. Smalley, “Redaction Criticism”, en New Testament Interpretation, p. 181.

[13] Robert H. Gundry, Matthew: A Commentary on His Literary and Theological Art (Grand Rapids: Eerdmans, 1982), pp. 26-27.

[14] “Los fragmentos de Papías” en J. B. Lightfoot, ed., The Apostolic Fathers [Los padres apostólicos] (Grand Rapids: Baker, 1956), p. 265. Publicado en español por Clie.

[15] Ireneo, “Contra las herejías”, en Cyril C. Richardson, ed., Early Christian Fathers (Nueva York: Macmillan, 1970), p. 370. Publicado en español por Clie.

[16] Henry C. Thiessen, Introduction to the New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1943), p. 136.

[17] J. H. Kerr, An Introduction to the New Testament (Nueva York: Revell, 1931), p. 26.

[18] Es notable que el liberal John A. T. Robinson date a Mateo antes del 62 d.C., en algún punto entre el 40 y el 60. Compárese Redating the New Testament (Filadelfia: Westminster, 1976), pp. 107 y 86-117.

[19] La palabra griega para hombres es andron, que excluye a mujeres. La inferencia es que además de los cinco mil hombres, había también mujeres y niños que creyeron.

[20] Stanley D. Toussaint, Behold the King (Portland: Multnomah, 1980), pp. 18-20.

[21] “Los fragmentos de Papías”, en The Apostolic Fathers [Los padres apostólicos] p. 265.

[22] Ireneo, “Contra las herejías”, en Early Christian Fathers, p. 370.

[23] Ibíd., p. 370.

[24] Ibíd., p. 185.

[25] Ibíd., p. 370.

[26] Thiessen, Introduction to the New Testament, pp. 156-157.

[27] Scroggie, Guide to the Gospels, pp. 337-339.

[28] G. H. Schodde, “Matthew, Gospel of”, en James Orr, ed., The International Standard Bible Encyclopaedia, 5 vols. (Grand Rapids: Eerdmans, 1939), p. 3:2011.

[29] Norval Geldenhuys, Commentary on the Gospel of Luke (Grand Rapids: Eerdmans, 1951), p. 43.

[30] Donald Guthrie, New Testament Theology (Downers Grove: InterVarsity, 1981), p. 75.

[31] Ibíd., p. 222.

[32] Ibíd., pp. 280-281.

[33] Ibíd., p. 281.

[34] Ibíd., pp. 303-304.

[35] La preposición griega and, traducida “por”, demanda la idea de la sustitución. La misma preposición se usa en Lucas 11:11 para ilustrar al padre que daría una culebra en lugar de un pescado. La preposición claramente significa “en vez de”, es decir, sustitución.

[36] Véase la explicación útil en Lawrence O. Richards, Expository Dictionary of Bible Words (Grand Rapids: Zondervan, 1985), pp. 517-518.

[37] El verbo “impulsó” es ekballo, un término fuerte que quiere decir literalmente “arrojar”. Por lo tanto, se enfatiza que la confrontación se inició porque el Espíritu Santo forzó a Cristo al encuentro en el desierto.

[38] Alva J. McClain, La grandeza del reino (Winona Lake, IN: Editorial Cordillera, 1997) es una obra muy valiosa que examina la naturaleza del reino en el Antiguo y el Nuevo Testamento y revela el propósito de Dios al establecer el reino milenario a través del Mesías.


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