Teología de los Evangelios | Serie Teologia Biblica con Feliberto Vasquez Rodriguez
TEOLOGÍA DE LOS SINÓPTICOS
Cuando se desarrolla la
teología de los Evangelios sinópticos, es importante entender el punto de vista
del escritor. ¿A quiénes escribían Mateo, Marcos y Lucas? ¿Por qué escribieron?
¿Cuál es el énfasis particular de cada escritor? ¿Qué temas acentúan? Tales
preguntas son importantes en la teología bíblica para determinar cuáles fueron
las preocupaciones y los énfasis teológicos desarrollados por cada escritor. La
naturaleza de la teología bíblica se apoya particularmente en las
preocupaciones del autor humano (sin rechazar o ignorar el hecho de la
inspiración divina).
Se incluyen los asuntos
introductorios de autoría, fecha, destinatario y propósito para establecer el
énfasis particular de cada autor.
El término sinóptico
viene del griego sunoptikos, que significa “ver las cosas juntas”, y
caracteriza los tres Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Se estudian juntos
porque se considera que su visión de la vida de Cristo es suficientemente
similar.
EL PROBLEMA SINÓPTICO
Uno de los problemas al
estudiar los Evangelios sinópticos es hacer una relación entre los tres.
¿Usaron los Evangelios alguno de los otros escritos? ¿Tienen una fuente común
(llamada Q, por la palabra alemana quelle que significa “fuente”) de la cual
provienen todos? Los Evangelios concuerdan de manera considerable,
particularmente en referencia a Marcos. B. F. Westcott ha estudiado los
porcentajes de diferencias y similitudes entre ellos, como ilustra el diagrama
de la página siguiente.[1]
El diagrama revela que el
93% de Marcos se encuentra en los otros tres Evangelios; en otras palabras, hay
poco que sea exclusivo de Marcos. Excluyendo el final cuestionable de 16:9-20,
hay alrededor de treinta versículos que aparecen solo en Marcos.
Existen similitudes y
diferencias.[2]
Hay acuerdo entre los tres Evangelios a la hora de registrar los sucesos (cp.
Mt. 9:6; Mr. 2:10-11; Lc. 5:24). También revelan el uso común de palabras poco
frecuentes. Pero también registran diferencias; por ejemplo, las narraciones
del nacimiento y las genealogías son diferentes en Mateo y Lucas. Incluso los
registros paralelos son diferentes, como el orden de las tentaciones (Mt.
4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:1-13).
Teoría de la tradición oral
Se creía que la
predicación de la iglesia primitiva proporcionaba formas fijas para la vida y
ministerio de Jesús, pero que no había formas escritas detrás de los Evangelios
sinópticos.
Teoría de la
interdependencia Griesbach enseñó en 1789 que el primer escritor se apoyó en la
tradición oral, el segundo usó el material del primero y el tercero se apoyó en
los dos anteriores.
Teoría del evangelio primitivo
Lessing enseñó en 1778
que los evangelistas tomaron prestado de una fuente primitiva llamada Urevangelium,
que ya no existe.
Teoría fragmentaria
Schleiermacher enseñó en
1817 que los evangelistas compilaron sus relatos partiendo de muchos escritos
fragmentarios sobre la vida de Cristo.
Teoría de los dos documentos
Un desarrollo más
reciente sugiere que como Mateo y Lucas en general concuerdan con Marcos, y
como se encuentra tanto material de Marcos en Mateo y Lucas, el Evangelio de
Marcos debe haber sido el primero que se escribió y fue usado por Mateo y
Lucas. Pero como Mateo y Lucas tienen bastante material en común que no se
encuentra en Marcos, deben haber usado una segunda fuente común, llamada “Q”.
Teoría de los cuatro documentos
Streeter sugirió cuatro
fuentes originales e independientes detrás de la escritura final de los
Evangelios: Marcos en Roma alrededor del año 60 d.C., “Q” en Antioquía
alrededor del 50 d.C., “M” (fuente privada de Mateo) en Jerusalén alrededor del
65 d.C. y “L” (fuente privada de Lucas) en Cesarea alrededor del 60 d.C.
Han surgido teorías críticas
modernas en las cuales se intenta explicar el origen humano y la producción de
los escritos de los Evangelios. Aunque esta metodología puede tener alguna
validez, y algunos eruditos conservadores emplean estos estudios críticos para
entender los registros bíblicos, hay peligros inherentes. Se refiere al lector
específicamente al artículo en el Talbot Review para una evaluación de la
crítica de la redacción. Las explicaciones dadas a continuación son en general;
se les puede dar una inclinación más liberal o más conservadora según el
escritor.
Critica histórica.[5] Cuando el texto es oscuro,
los eruditos intentan descubrir “qué pasó exactamente” para clarificar la
narración. Esto se hace al señalar las discrepancias en los relatos paralelos,
examinar el material de la historia secular, notar si algunos de los eventos
ocurrieron en realidad, reconocer los sucesos sobrenaturales (se intenta
encontrar una explicación natural), las historias “inventadas” por la iglesia,
y otros métodos. Un problema básico de la crítica histórica es que se acerca a
la Biblia como a cualquier otro libro y reconoce la posibilidad de que haya
errores; en ese sentido es incompatible con la doctrina de la inspiración
bíblica.[6]
Crítica de las fuentes. La crítica de las fuentes
intenta identificar las fuentes usadas al escribir los Evangelios sinópticos y
su relación con los Evangelios. Por ejemplo, donde hay un relato duplicado de
una historia se intentar explicar la conexión literaria o la fuente subyacente.
Se cita Marcos 4:10- 13 para sugerir que Marcos usó otra fuente en la cual los
vv. 11-12 no estaban presentes.[7] La concordancia en las
palabras también sugiere que hay una fuente común subyacente. Quienes defienden
la crítica de las fuentes sugieren que los escritores usaron una fuente común a
la cual se adhirieron, pero sintieron la libertad de adicionar detalles y “no
se preocuparon por la precisión de los detalles históricos”.[8] Hay dos problemas con la
crítica de las formas: tiende a ignorar el elemento divino en la inspiración y
reconoce que hay errores; se basa en conjeturas, sin ninguna prueba demostrable
de las fuentes subyacentes.
Crítica de las formas.[9] Rudolf Bultmann fue uno de
los pioneros de la crítica de las formas que consideraba los Evangelios
sinópticos como “literatura folclórica”. Según Bultmann, los evangelistas, en
vez de escribir acontecimientos históricamente precisos, juntaron el material,
lo editaron y lo escribieron de la manera en que la iglesia lo entendía
tradicionalmente. Por lo tanto, la crítica de las formas se construye sobre la
crítica de las fuentes e intenta explicar cómo surgieron Q y Marcos. Marcos es
producto de la iglesia primitiva, que adornó la vida de Cristo. Mateo y Lucas
usaron Marcos, con ornamentos adicionales, para darle forma a sus Evangelios
(fueron escritores del siglo II y no los Mateo y Lucas históricos). Por lo
tanto, la mayoría de los Evangelios no contiene datos históricos, sino que
fueron adornados por la iglesia primitiva. Tales adornos surgieron para animar
a los cristianos sufrientes. Estas “invenciones” se hicieron indistinguibles
del hecho histórico.[10]
Crítica de la redacción.[11] “La crítica de la
redacción es un método de crítica bíblica que busca determinar el punto de
vista de los evangelistas al determinar el trabajo editorial creativo llevado a
cabo por él sobre sus fuentes”. El escritor no es un mero observador, sino que
se hace teólogo al “modificar, componer y crear la tradición”. El escritor
puede ser creativo, alterar o adornar la tradición histórica o incluso
apartarse de los sucesos históricos.[12] Un ejemplo de esto es el
enfoque de Gundry para interpretar Mateo: él sugiere que la visita de los magos
no fue un suceso histórico sino que se basó en la historia de los pastores, que
Mateo cambió para ajustarla a su propósito teológico.[13] La crítica de la
redacción busca diferenciar entre el punto de vista teológico de los autores y
sus fuentes materiales.
Obviamente, un problema
grande al intentar resolver la manera en que fueron escritos los Evangelios es
que las teorías anteriormente mencionadas son principalmente conjeturas. Por
ejemplo, no hay evidencia de una fuente Q. Además, las teorías más recientes en
general, se construyen sobre la base de que Marcos se escribió primero, cosa
que representa un problema serio porque va en contra de dieciocho siglos de
tradición y contra los comentarios de los padres de la Iglesia. Afirmar que
Marcos fue escrito primero y que Mateo y Lucas lo usaron no va en contra de la
inspiración; no obstante, parece altamente improbable. Para hallar la solución
es necesario considerar varios factores:
(1) Las teorías
anteriores acentúan el aspecto humano en la redacción de los Evangelios, una
consideración legítima pero que en ocasiones desatiende el elemento divino. En
Juan 14:26 Jesús les prometió a los discípulos que el Espíritu Santo les iba a
recordar todo lo que Él había dicho. Tal declaración es importante y sugiere el
elemento sobrenatural en la redacción de la Biblia. ¿Cómo podían los
evangelistas recordar los detalles de la vida de Cristo? ¿Las conversaciones?
Sobrenaturalmente. El Señor lo prometió en el aposento alto. No se debe
soslayar este aspecto al considerar la solución. Este es un elemento divino en
la redacción de la Biblia.
(2) Los autores
escribieron con conocimiento de primera mano y en general fueron testigos
oculares. Mateo y Juan fueron testigos oculares y escribieron lo que observaron
y experimentaron; Marcos escribió por información de Pedro; Lucas probablemente
obtuvo su conocimiento de Pablo y otras personas, así como de su propia
investigación (Lc. 1:3).
(3) Hubo otros testigos
oculares que vieron y oyeron al Señor y podían proporcionar información (Lc.
1:2-3). Aunque generalmente se sugiere que Lucas se apoyaba en fuentes escritas
(y ciertamente es posible), Lucas 1:2-3 parece sugerir que él investigó
recurriendo a testigos oculares y a siervos del Señor que le facilitaron la
información.
(4) Los autores escribieron
por revelación e inspiración divina. Algunos elementos simplemente no se pueden
explicar en términos humanos. Pablo, por ejemplo, escribió y enseñó como
resultado de la revelación divina; él enfatiza que no recibió su evangelio de
hombre alguno, ni siquiera de los apóstoles. Dios le reveló directamente a
Pablo su verdad (Gá. 1:11-12, Ef. 3:3).
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA SINÓPTICA
Mateo
Autor. Existe evidencia
temprana donde se sugiere que Mateo, el recaudador de impuestos, escribió
originalmente en arameo, un testimonio importante sobre la prioridad de Mateo.
En el año 150 d.C., aproximadamente, Papías, obispo de Hierápolis, dijo lo
siguiente: “De modo que Mateo compuso los oráculos en la lengua hebrea y cada
quien los interpretó como pudo”.[14] Orígenes (ca. 185-254)
declaró que Mateo se había preparado para el “converso del judaísmo, y se
publicó en hebreo”. Ireneo declaró que Mateo escribió mientras Pedro y Pablo
estaban vivos; Marcos escribió después de la muerte de ellos.[15]
Fecha. Si se reconoce que
Mateo escribió para una audiencia judía, se puede argumentar una fecha temprana
para el Evangelio desde el punto de vista de la necesidad. Parece razonable
sugerir que en Jerusalén había veinte mil judíos creyentes en Cristo. Tales
judíos necesitarían una explicación relativa al papel mesiánico de Jesús para
alentar su fe desde un punto de vista judío, y para refutar a sus oponentes.[16] El rápido crecimiento del
número de judíos creyentes constituyó la necesidad primaria e inmediata de un
evangelio escrito específicamente para ellos. La perspectiva de la iglesia
primitiva era que “Mateo había escrito su Evangelio antes que los otros
evangelistas. Tal testimonio es tan persistente y unánime que debería tener
algo de peso a la hora de decidir sobre este asunto”.[17] Es probable que Mateo se
escribiera alrededor del 50 d.C.[18]
Audiencia. La audiencia del
Evangelio de Mateo está ligada al crecimiento y la naturaleza de la iglesia
primitiva. Como no se había separado del judaísmo, está claro que la iglesia
primitiva era principalmente judaica: poco después de Pentecostés, cinco mil
hombres judíos[19]
creyeron. Debía existir la necesidad de explicar por qué si Jesús era en efecto
el Mesías, el reino no había venido. Mateo escribió para explicarle esto a su
audiencia judía.
Propósitos teológicos. Mateo capta la
esperanza y la expectativa mesiánica de los judíos. Les enseña a sus lectores
que el verdadero Mesías, el Hijo de David, ya había venido. Aunque los otros
evangelistas reconocen al Mesías prometido en Jesús, Mateo es quien lo presenta
únicamente para los judíos.
El Evangelio de Mateo
tiene un doble propósito.[20] El primero es demostrar
que Jesús es el Mesías. Mesías es el título judío para el rey de Israel que lo
salvará al final de los tiempos. Mateo presenta a Jesús como el Mesías (el
Ungido) que cumple la función de profeta, sacerdote y rey en una sola persona.
El segundo propósito es presentar el programa del reino de Dios. Puesto que
Jesús es el Mesías de Israel y la nación lo rechazó, Mateo explica que, si bien
se les ofreció el reino a los judíos, éste se pospuso debido al rechazo de
ellos. El reinado terrenal del Mesías se establecerá en su segunda venida.
Marcos
Autor. La iglesia primitiva
dio testimonio afirmando que Juan Marcos es el autor del segundo Evangelio.
Papías escribió alrededor del año 150 d.C.: “Marcos, quien se convirtió en el
intérprete de Pedro, escribió con precisión todo lo que recordaba”.[21] Ireneo escribió alrededor
del 185 d.C.: “Ahora, después de su muerte (de Pedro y Pablo), Marcos,
discípulo e intérprete de Pedro, puso a nuestra disposición por escrito lo que
Pedro había predicado”.[22]
Fecha. Como Ireneo testificó
que Marcos escribió después de la muerte de Pedro y Pablo,[23] y como Pablo
probablemente murió en el verano o el otoño del 66 d.C., parece ser que Marcos
escribió su Evangelio en el 66 o 67 d.C. Con certeza fue antes del 70 d.C.,
porque no se menciona la destrucción de Jerusalén.
Audiencia. Alrededor del 195 d.C.,
Clemente de Alejandría dijo que los romanos le pidieron a Pedro un relato
escrito de la vida de Cristo para ellos. Es probable que Marcos ayudara a Pedro
a cumplir esta solicitud de los romanos. La evidencia interna, por la
traducción de los términos en arameo, también indica que la audiencia no era
judía.
Propósito teológico. Como los romanos eran
más de acción que de pensamiento, Marcos presenta a Cristo como “el Trabajador
poderoso y no como Pensador profundo, Aquel que conquista con sus hechos”.[24] El estilo y el contenido
de Marcos reflejan ese propósito teológico. Dado que Marcos presenta a Cristo
como un hombre de acción, omite las narraciones del nacimiento y la genealogía,
comienza con el bautismo de Cristo y pasa raudamente al ministerio público de
Cristo. La piedra angular del énfasis de Marcos en Jesús es su retrato de
Cristo como el Siervo que vino a ministrar y dar su vida en rescate por muchos
(Mr. 10:45). El objetivo de Marcos era presentar a sus lectores romanos la
dinámica del Hijo del Hombre como Siervo y promover con ello la fe en Él.
Lucas
Autor. La evidencia externa es
sólida para afirmar que el médico Lucas es el autor del tercer Evangelio. El
Canon Muratori (160-200 d.C) informa que Lucas, médico y compañero de viaje de
Pablo, examinó y compiló los hechos en un Evangelio sobre la vida de Cristo.
Ireneo (ca. 185 d.C.) también testificó así: “Entonces Lucas, el seguidor de
Pablo, registró en un libro el evangelio como le fue predicado”.[25] Clemente de Alejandría y
Orígenes también le adjudican a Lucas la autoría del libro.
Fecha. La fecha en que Lucas
escribió está entrelazada con la escritura de Hechos. Hechos se escribió
probablemente en el año 63 d.C., porque el libro se cierra abruptamente y
menciona el encarcelamiento de Pablo pero no su liberación, que ocurrió en el
63 d.C. La declaración de Hechos 1:1 indica que el Evangelio se escribió antes
de Hechos. Probablemente, Lucas lo escribió antes de que se acabaran sus días
en Palestina, tal vez entre los años 58 y 60 d.C.
Audiencia. Aunque Lucas dirigió su
Evangelio a Teófilo, probablemente era una dedicatoria; sin lugar a dudas, la
audiencia de Lucas es gentil. Debido a los tres viajes misioneros de Pablo,
existía la necesidad grande de un evangelio distinto a los demás, destinado
particularmente al pensamiento griego.[26] La evidencia es
considerable en cuanto a la audiencia griega.[27] (1) La genealogía de
Jesús se examina desde Adán, el padre de toda la raza humana, en vez de hacerlo
a partir de un patriarca judío. (2) Las profecías cumplidas suceden en aquello
que Cristo les habló a los judíos, no como la narrativa apologética de Mateo.
(3) La terminología judía, como “rabí”, se evita. (4) Los nombres hebreos se
sustituyeron por nombres griegos (cp. Lc. 6:16; 23:33).
Propósito teológico. Lucas tiene un énfasis
cosmopolita, acentúa la universalidad del evangelio y a Jesús como redentor del
mundo. Lo enfatiza cuando liga la genealogía de Jesús con Adán, el ancestro
común de toda la humanidad.[28] Tal énfasis se ve
particularmente en el uso que hace Lucas de las parábolas. “Los samaritanos
tienen admisión abierta en el Reino (9:51-56; 10:30-37; 17:11- 19), junto con
los paganos (2:32; 3:6, 38; 4:25-27; 7:9; 10:1; 24:47) y los judíos (1:33;
2:10); también la tienen los publicanos, los pecadores y los rechazados (3:12;
5:27-32; 7:37-50; 19:2-10; 23:43), las personas respetables (7:36; 11:37;
14:1), los pobres (1:53; 2:7; 6:20; 7:22), los ricos (19:2; 23:50) y las
mujeres al igual que los hombres”.[29] Tal cosa acentúa el
propósito de Lucas al escribir: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a
salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10).
EXPOSICIÓN DE LA TEOLOGÍA SINÓPTICA
Doctrina de Dios
Es necesario estudiar la
teología sistemática para llegar a una idea bíblica y exhaustiva de la
naturaleza y los atributos de Dios (aun cuando a pesar de esto el Dios infinito
siga siendo incomprensible). No obstante, aunque los Evangelios sinópticos
aportan tan sólo una parte del estudio de Dios, “todos los escritores del Nuevo
Testamento comparten la perspectiva de Dios que se ve en el Antiguo
Testamento”.[30]
Como deja claro la siguiente lista, hay muchos atributos de Dios representados
en los sinópticos:
La providencia de Dios se
ve en su provisión para las aves (Mt. 6:26; 10:29). La paternidad de Dios
enfatiza su provisión para sus hijos (Mt. 6:32). La gracia de Dios se les da a
creyentes e incrédulos por igual (Mt. 5:45). La realeza de Dios se acentúa: Él
tiene un trono (Mt. 5:34; 23:22) y es Señor (Mt. 4:7, 10; Lc. 4:8, 12). El
juicio de Dios es equitativo para todos (Mt. 3:7; 7:1-2; Lc. 3:7); a mayores
privilegios habrá mayor juicio (Mt. 11:22-24); Él vengará a los suyos (Lc.
18:7). La gloria de Dios se reveló a los tres que estaban en el monte de la
transfiguración (Mt. 17:1-8; Mr. 9:2-8; Lc. 9:28-36). La bondad de Dios es
incomparable (Mt. 19:17; Mr. 10:17; Lc. 18:18-19). El poder de Dios se exhibe
en su capacidad para resucitar a los muertos (Mr. 12:24-27); con Él son
posibles todas las cosas (Mr. 10:27; Lc. 1:37; 18:27). La Trinidad de Dios se
revela en el bautismo de Cristo (Mr. 1:9-11) y en la comisión a los apóstoles
(Mt. 28:19).
Doctrina de Cristo
Nacimiento virginal. Mateo y Lucas enfatizan
que el Espíritu Santo generó la humanidad de Cristo (Mt. 1:18; Lc. 1:35). Mateo
se esmera en enfatizar que María no tuvo relaciones con hombre alguno antes del
nacimiento de Jesús (Mt. 1:18-25). Marcos también enfatiza que Jesús es “el
hijo de María”, en lugar del hijo de José (la costumbre judía es usar el nombre
del padre).
Humanidad. Los tres Evangelios
enfatizan la humanidad de Jesús. Mateo enfatiza su genealogía humana (1:1-17),
su nacimiento humano (1:25) y su infancia (2:1-23). De manera semejante, Lucas
enfatiza su nacimiento y su estrato social modesto (2:1-20), su conformidad con
las costumbres judías (2:21-24) y su crecimiento cuando era joven (2:41-52).
Por su énfasis en la obra, vida y actividades de Jesús, Marcos enfatiza la
humanidad de Jesús más que Mateo y Lucas. Los tres acentúan su humanidad en las
tentaciones (Mt. 4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:1-13). Cosas como dirigir barcos
pesqueros, pagar impuestos, hablar con diferentes personas, sudar sangre y
llorar por el abandono en la cruz reflejan la humanidad de Jesús. Con todo, Él
no era un hombre común: perdonaba pecados, tenía autoridad sobre la naturaleza,
revelaba la shekina de Dios. Tales cosas “lo sitúan como único en su clase”.[31]
Ausencia de pecado. Aunque los Evangelios
sinópticos presentan a Jesús como hombre, también indican que no era un hombre
común y corriente: nació de una virgen y no tenía pecado. Como nació de una
virgen, no tenía la naturaleza pecaminosa ni la inclinación al pecado (nótese
Stg. 1:14-15). Jesús llamaba a los hombres al arrepentimiento, pero no hay
registro de que se hubiera confesado o arrepentido alguna vez. Su bautismo fue
para “cumplir con lo que es justo” (Mt. 3:15), no para confesión (Mt 3:6). Las
tentaciones también enfatizan que, si bien fue tentado en todas las áreas en
que nosotros somos tentados, se mantuvo libre de pecado (Mt. 4:1-11; Mr.
1:12-13; Lc. 4:1-13). Cuando reprendió a Pedro reveló su completa disociación
con el pecado (Mt. 16:23).
Divinidad. Mateo enfatiza a Jesús
como el Hijo de David (Mt. 9:27; 12:23; 15:22; 20:30-31; 21:9, 15; 22:42). Los
ciegos del relato en Mateo 9:27 entendían que el Hijo de David era el Mesías y
podía hacer las obras del Mesías, como abrir los ojos de los ciegos (Is. 35:5),
una acción divina (Sal. 146:8). El uso del nombre en Mateo 21:9 revela su
importancia como el Redentor que había de venir, traería salvación para la
nación y la rescataría, llevándola a un tiempo de bendición (Sal. 118:25-26).
Mateo presenta a Jesús
continuamente como el Mesías, pues en Él se cumplen las predicciones mesiánicas
del Antiguo Testamento (1:22-23; 2:5-6; 3:3; 4:14-16; 8:16-17; 11:5; 12:17-21;
13:34-35; 21:4-6, 9, 16, 42; 23:39; 24:30; 26:31, 64). En Mateo 16:16 Jesús
acepta de buen grado que Pedro lo confiese como el Cristo, el Ungido. En Marcos
14:61-62 cuando el sumo sacerdote le preguntó si era el Mesías, Jesús le
respondió afirmativamente: “Yo soy”.
El origen del término
Hijo del Hombre está en Daniel 7:13, donde se le describe triunfante
entregándole el reino al Padre. La ubicación del Hijo del Hombre a la derecha
del Padre se relaciona con el Salmo 110:1 y con Aquel que es Señor. Mateo
26:63-64 indica que el término es básicamente sinónimo de Hijo de Dios. El
término enfatiza varios temas: autoridad (Mr. 2:10), glorificación (Mt. 25:31),
humillación (Mt. 8:20), sufrimiento y muerte (Mr. 10:45), relación con el
Espíritu Santo (Mt. 12:32) y salvación (Lc. 19:10).[32] “Jesús pensaba en sí
mismo como el Mesías celestial que cumpliría en la tierra un ministerio terrenal
a favor de los hombres, y que culminaría en la escena de la gloria final”.[33]
Jesús era el Hijo de Dios
en un término absolutamente único. “Jesús se refirió al Padre como ‘el Padre’,
‘mi Padre’, ‘mi Padre celestial’ y ‘su Padre celestial’ un total de cincuenta y
una veces”.[34]
Jesús indicó su conciencia de aquella relación única (Mt. 11:27) y el Padre
también lo hizo (Mt. 3:17; Mr. 1:11). Un hijo es de la misma naturaleza y
esencia de su padre; al afirmar que Jesús era su Hijo, Dios Padre estaba
diciendo que Jesús, su Hijo, es deidad porque tiene la misma esencia del Padre.
Obra expiatoria. Después de ser
rechazado por la nación de Israel, Cristo predijo sus sufrimientos en Jerusalén
(Mt. 16:21; 17:22; 20:18-19; 26:1-5; Mr. 8:31; 9:31; 10:32-34; Lc. 9:22, 44;
18:31-33). En tales pasajes Jesús predijo quién iniciaría su muerte, quién lo
mataría, cómo moriría, que sufriría tormentos adicionales, pero que resucitaría
después de tres días.
Cristo les enseñó a sus
discípulos que su muerte sería una expiación por sustitución (Mt. 20:28; Mr.
10:45). La declaración de dar su vida en rescate por muchos implica la
sustitución.[35]
En esta declaración Jesús utilizó la palabra rescate (gr., lutron), que
significaba el dinero de rescate que se paga para liberar a un esclavo; Cristo
pagó el precio —su muerte— para liberar a muchos de la atadura del pecado.[36] Al instituir la Cena del
Señor, Cristo indicó que el pan y la copa representaban su cuerpo y su sangre;
la sangre se derramaría en nombre de muchos para perdón de los pecados (Mt.
26:26-29; Mr. 14:22-25; Lc. 22:15-20). Su sangre se describe como el precio de
la redención; el alcance de la redención es para muchos; el resultado de la
redención es el perdón. Por medio de su muerte, Cristo efectuó un nuevo pacto
con el cual otorgaría el perdón que el pacto antiguo (la ley mosaica) no podía
alcanzar.
Resurrección. Cristo predijo su
resurrección en varias ocasiones (Mt. 16:21; 17:22-23; 20:19; Mr. 8:31; 9:31;
10:34; Lc. 9:22; 18:33). Más aún, especificó que se levantaría al tercer día
(un claro ejemplo de su omnisciencia). Todos los Evangelios enfatizan la resurrección
física de Cristo (Mt. 28; Mr. 16; Lc. 24; Jn. 20).
Hubo numerosos testigos
de su resurrección: María Magdalena y las otras mujeres (Mr. 16:2-8; Jn 20:1);
Pedro y Juan (Jn. 20:2-10); María Magdalena (Jn. 20:11-18); las otras mujeres
(Mt. 28:9-10); los dos discípulos que viajaban a Emaús (Lc. 24:13-32); los diez
discípulos reunidos en el aposento alto (Jn. 20:19-25); los once discípulos
reunidos una semana después (Jn. 20:26-31); los discípulos que pescaban en
Galilea (Jn. 21:1-25); los once en Galilea (Mt. 28:16-20) y los discípulos en
Jerusalén (Lc. 24:44-49).
Juan dice que el sudario
aún “enrollado” (Jn. 20:7) retenía la forma circular, como si la cabeza todavía
estuviera ahí, pero “en un lugar aparte”. Está separado del resto de las
envolturas, mas la forma del sudario y las envolturas le dicen a Juan lo que
ocurrió. El cuerpo del Señor Jesucristo atravesó los lienzos: Él resucitó.
Concerniente al nacimiento virginal
de Cristo.
Mateo y Lucas relacionan la concepción de Jesús en el vientre de María con que
el Espíritu Santo descendió sobre ella (Mt. 1:18; Lc. 1:35).
Concerniente al bautismo de Cristo. En el bautismo de
Jesús, el Espíritu Santo descendió sobre Él y lo dotó de poder para su
ministerio público. El Espíritu Santo también reveló el origen del ministerio
de Cristo (el Padre) y la unidad de Jesús con el Dios trino. Jesús no actuó
independiente del Padre.
Concerniente a la tentación de Cristo. Marcos 1:12 enfatiza
que fue el Espíritu quien llevó a Cristo al desierto para ser tentado por el
diablo.[37] La confrontación habría
de probar la ausencia de pecado en el Hijo.
Concerniente al ministerio de Cristo. Mateo 12:28 revela que
el ministerio de Cristo se llevó a cabo a través del Espíritu Santo, una
evidencia pública para todos de que su poder provenía del cielo (cp. Lc.
4:18-19).
Concerniente a la inspiración de las
Escrituras.
Cuando cita el Salmo 110:1, Marcos 12:36 declara: “el mismo David dijo por el
Espíritu Santo”, con lo cual implica que el Espíritu Santo guió a David a usar
las palabras correctas mientras escribía el Salmo 110. Este ejemplo indica el
ministerio del Espíritu Santo en la inspiración de las Escrituras.
Doctrina de la iglesia
En los Evangelios sinópticos
no se desarrolla la doctrina de la iglesia. La palabra iglesia (gr., ekklesia)
sólo se usa tres veces en Mateo y ninguna en Marcos y Lucas. Probablemente la
única vez que Mateo la usa en un sentido técnico es en 16:18, donde aún se
entiende como algo futuro.
Doctrina de los últimos tiempos
Los Evangelios sinópticos
proporcionan un extenso material relativo a los posteros días. La palabra reino
(gr., basileia) predomina en los Evangelios sinópticos: aparece 56 veces en
Mateo, 21 en Marcos y 46 en Lucas (en Juan aparece sólo cinco veces).[38] Mateo también utiliza el
término rey 23 veces, más que en cualquier otro libro del Nuevo Testamento. Los
Evangelios sinópticos enfatizan que Jesús vino a establecer el reino milenario.
El término aparece por primera vez en Mateo 3:2, cuando Juan el Bautista
predicaba: “[Arrepiéntanse] porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Jesús predicó el mismo mensaje (Mt. 4:17) para exhortar al pueblo a
arrepentirse en anticipación del reino del Mesías. Por medio de sus palabras
(Mt. 5—7) y sus obras (Mt. 8—10), Él reveló sus credenciales. Los líderes de la
nación, a la luz de sus palabras, lo evaluaron: “Este no echa fuera los
demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mt. 12:24). El Rey había
sido rechazado por sus súbditos. Como resultado, el reino quedaría suspendido.
En las parábolas de Mateo 13, Jesús describió el período intermedio entre el
rechazo del Mesías en su primera venida y su recepción en la segunda venida.
Jesús reveló las calamidades que caerían sobre Israel y el mundo, antes del
retorno del Rey para establecer el reino milenario. La tribulación sucederá
(Mt. 24:4-28; Mr. 13:5- 23; Lc. 21:8-23), seguida por la segunda venida de
Cristo (Mt. 24:29-51; Mr. 13:24-37; Lc. 21:24- 36); a Israel se le pedirán
cuentas por los privilegios y el conocimiento que tuvo (Mt. 25:1-30), y los
gentiles también serán juzgados de acuerdo con su respuesta al mensaje en la
tribulación (Mt. 25:31- 46).
[1] Brooke Foss Westcott, An
Introduction to the Study of the Gospels, 8ª ed. (Londres: Macmillan, 1895), p.
195.
[2] D. Edmond Hiebert, An Introduction
to the New Testament: The Gospels and Acts (Chicago: Moody, 1975), pp.
1:161-163.
[3]
Para una explicación del
problema de los sinópticos con las soluciones propuestas véanse Hiebert,
Introduction to the New Testament, 3 vols., pp. 1:160-190; Everett F. Harrison,
Introduction to the New Testament [Introducción al Nuevo Testamento] (Grand
Rapids: Eerdmans, 1964), pp. 136-145, publicado en español por Libros Desafío;
y Robert G. Gromacki, New Testament Survey (Grand Rapids: Baker, 1974), pp.
54-59. Estas obras proporcionan una explicación y una crítica útil de las
diferentes perspectivas.
[4] Este escritor sostiene la posición
descrita por Wendell G. Johnston et. al. “The Evangelical and Redaction
Criticism in the Synoptic Gospels”, Talbot Review, vol. 1, nº 2 (verano de
1985), pp. 6-13. Contiene una bibliografía excelente para el estudio adicional
de la crítica de la redacción.
[5] Véase I. Howard Marshall,
“Historical Criticism” en I. Howard Marshall, ed., New Testament Interpretation
(Grand Rapids: Eerdmans, 1977), pp. 126-138.
[6] Ibíd., p. 137. “Es altamente
improbable que la descripción de Mateo sobre la curación de los dos
endemoniados gadarenos (Mt. 8:28-34) se pueda considerar histórica”. Al
examinar las narraciones de la resurrección Marshall declara: “Puede haber una
etapa en la cual las dificultades para explicar un error histórico aparente
sean mayores que las causadas al aceptar la existencia del error” (p. 135). Es
obvio que tal perspectiva de las Escrituras no se puede reconciliar con la
doctrina bíblica de la inspiración y la inerrancia.
[7] Ibíd., p. 148.
[8] Éste es un ejemplo adicional de
los resultados dañinos de la metodología crítica. Es imposible sostener la
posición de David Wenham y creer aún en la inerrancia bíblica. Si hay errores
en los detalles históricos, la Biblia no es inerrable. En contraste con Wenham,
E. J. Young expone la solución ortodoxa al conflicto. Véase E. J. Young, Thy
Word Is Truth (Grand Rapids: Eerdmans, 1957), pp. 132-134.
[9] Véase Stephen H. Travis, “Form
Criticism”, en New Testament Interpretation, pp. 153-164.
[10] Johnston et. al., “The Evangelical
and Redaction Criticism”, p. 6.
[11] Ibíd., pp. 7ss.
[12] De este modo, en la crítica de la
composición, que algunos incluyen en la crítica de la redacción, los
evangelistas le inventan palabras nuevas a Jesús que Él no dijo. Véase Stephen
S. Smalley, “Redaction Criticism”, en New Testament Interpretation, p. 181.
[13] Robert H. Gundry, Matthew: A
Commentary on His Literary and Theological Art (Grand Rapids: Eerdmans, 1982),
pp. 26-27.
[14] “Los fragmentos de Papías” en J.
B. Lightfoot, ed., The Apostolic Fathers [Los padres apostólicos] (Grand
Rapids: Baker, 1956), p. 265. Publicado en español por Clie.
[15] Ireneo, “Contra las herejías”, en
Cyril C. Richardson, ed., Early Christian Fathers (Nueva York: Macmillan,
1970), p. 370. Publicado en español por Clie.
[16] Henry C. Thiessen, Introduction to
the New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1943), p. 136.
[17] J. H. Kerr, An Introduction to the
New Testament (Nueva York: Revell, 1931), p. 26.
[18] Es notable que el liberal John A.
T. Robinson date a Mateo antes del 62 d.C., en algún punto entre el 40 y el 60.
Compárese Redating the New Testament (Filadelfia: Westminster, 1976), pp. 107 y
86-117.
[19] La palabra griega para hombres es
andron, que excluye a mujeres. La inferencia es que además de los cinco mil
hombres, había también mujeres y niños que creyeron.
[20] Stanley D. Toussaint, Behold the
King (Portland: Multnomah, 1980), pp. 18-20.
[21] “Los fragmentos de Papías”, en The
Apostolic Fathers [Los padres apostólicos] p. 265.
[22] Ireneo, “Contra las herejías”, en
Early Christian Fathers, p. 370.
[23] Ibíd., p. 370.
[24] Ibíd., p. 185.
[25] Ibíd., p. 370.
[26] Thiessen, Introduction to the New
Testament, pp. 156-157.
[27] Scroggie, Guide to the Gospels,
pp. 337-339.
[28] G. H. Schodde, “Matthew, Gospel
of”, en James Orr, ed., The International Standard Bible Encyclopaedia, 5 vols.
(Grand Rapids: Eerdmans, 1939), p. 3:2011.
[29] Norval Geldenhuys, Commentary on
the Gospel of Luke (Grand Rapids: Eerdmans, 1951), p. 43.
[30] Donald Guthrie, New Testament
Theology (Downers Grove: InterVarsity, 1981), p. 75.
[31] Ibíd., p. 222.
[32] Ibíd., pp. 280-281.
[33] Ibíd., p. 281.
[34] Ibíd., pp. 303-304.
[35] La preposición griega and,
traducida “por”, demanda la idea de la sustitución. La misma preposición se usa
en Lucas 11:11 para ilustrar al padre que daría una culebra en lugar de un
pescado. La preposición claramente significa “en vez de”, es decir,
sustitución.
[36] Véase la explicación útil en
Lawrence O. Richards, Expository Dictionary of Bible Words (Grand Rapids:
Zondervan, 1985), pp. 517-518.
[37] El verbo “impulsó” es ekballo, un
término fuerte que quiere decir literalmente “arrojar”. Por lo tanto, se
enfatiza que la confrontación se inició porque el Espíritu Santo forzó a Cristo
al encuentro en el desierto.
[38] Alva J. McClain, La grandeza del
reino (Winona Lake, IN: Editorial Cordillera, 1997) es una obra muy valiosa que
examina la naturaleza del reino en el Antiguo y el Nuevo Testamento y revela el
propósito de Dios al establecer el reino milenario a través del Mesías.
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