Cristología -09- ¿Jesucristo es Dios? La Biblia y la historia de la iglesia.

  • Introducción
Sin duda alguna Jesucristo es el personaje de la Biblia más criticado, cuestionado y sus enseñanzas las más mal interpretadas, y al mismo tiempo el personaje más defendido. Es el más importante debido a que a través de él somos salvos (Hechos 4:11-12) y en torno a él gira toda la Biblia. Desde que comenzó su ministerio terrenal fue cuestionado  por los fariseos y saduceos, y aun hoy en día existen cientos de debates alrededor del mundo en torno a su Nombre. Sus ataques siguen hasta el día de hoy por parte de sectas religiosas  como los testigos de Jehová.                                     

La afirmación más cuestionada con respecto a él, es su Deidad. Naufraguemos a través de la historia y de las Escrituras para sacar nuestras conclusiones y ver a donde nos llevan las evidencias. Todo girara en torno a esta pregunta ¿Jesús es Dios?

  •  Historia de las opiniones y debates sobre Cristo

Comienzo del problema

Al comienzo del siglo quinto habían 3 puntos de vistas generales  acerca de la relación de las dos naturaleza de Jesucristo. Los tres puntos de vista tuvieron que ser estudiados y aclarados cuidadosamente. Esto se hizo entre el segundo concilio de Constantinopla (381) y el sexto concilio ecuménico también de Constantinopla (680-681).

La idea occidental

Era la idea más antigua, y se trataba del punto de vista de tertuliano. Este enseñó que la total naturaleza divina y la total naturaleza humana estaba unidas sin mezclarse en una persona, Jesucristo. Esta idea se enfrentaba a preguntas que tertuliano nunca pudo responder de manera definitiva. Y eran la que generaban la mayor parte de las discusiones.

1- ¿Quién era la persona en la que las dos naturaleza están unidas?
2- ¿Es el Hijo que estaba con el Padre desde toda la eternidad?
3- ¿Es el ser humano que nació de la Virgen María?
4- ¿O es una combinación de estos dos?

•La idea de Antioquia

Los teólogos de Antioquia daban mucha importancia a la obra de Dios en la historia humana. Ellos enfatizaban en la vida humana de Cristo en el nuevo testamento, tal y como registran los Evangelios. Para ellos era natural asignar mucha importancia a la humanidad de Cristo, pero al mismo tiempo reconocían su carácter divino. Ellos se enfrentaban a una pregunta.

¿Cómo se relacionaban estos dos aspectos en Cristo de modo que no se tratara de dos seres sino de uno?

La idea de Alejandría

Surgió de la concepción de Anastasio con respecto a la salvación, que la consideró una obra de Dios transformando lo humano en divino. Usaba a 2 Pedro 1:4 como referencia. La cristología de Alejandría dio más importancia al aspecto divino que al humano.

¿No podría suceder entonces que un énfasis tan acentuado sobre lo divino debilitara u oscureciera la noción del lado humano de Cristo?

Tiempos después los teólogos alejandrinos en su cristología clásica inventaron un principio llamado "Communicatio idiomatum".

Communicatio idiomatum: "La participación de las propiedades. Según la cual lo que se predique de la naturaleza humana de Cristo también puede predicarse de la divinidad. Ejemplo, si la humanidad de Jesús caminó en Galilea, también se puede decir que Dios caminó en Galilea. Se usó muy enfáticamente para hacer frente a la teología disyuntiva de los antioqueños. Dicho principio tomó gran importancia en los debates.

Corrientes teológicas heréticas sobre Cristo

Docetismo: Creían que Jesús era un ser puramente celestial, un mensajero extranjero, y extraño que era humano solamente en apariencia.

Ebionismo: Sostenía que Jesús era un puro hombre, nacido como todos los humanos, cuya pureza fue tal que Dios le dio una función y dignidad especiales.

Arrianismo: El Verbo de Dios que se encarnó en Jesús no existía desde toda la eternidad con Dios, sino que es una criatura. Es ciertamente la primera de todas las criaturas, existente antes de la encarnación,  y a través de quien Dios hizo el resto de la creación; pero con todo y ello sigue siendo criatura.

El apolinarianismo: Sostenía que Jesús no tenía una alma racional humana.

Justino Mártir: Llamaba a Jesús "segundo dios".


Opinión de los reformadores sobre lo humano y divino de Cristo

•Juan Calvino: Tendía a subrayar la distinción de entre la humanidad y la divinidad de Jesús, al estilo de los teólogos antioqueños.

Martín Lutero: Se inclinaba en el sentido contrario, subrayando la Unión de lo divino y lo humano. Subrayaba que la humanidad de Jesús, e insistía que solo podemos ver la divinidad de Jesús tal y como se nos revela en su humanidad, su debilidad y su sufrimientos.

La deidad del Señor Jesucristo es un principio esencial y no negociable  de la fe cristiana. Muchos versículos prueban de manera concluyente que Jesús es Dios.

Primero, Jesús asumió en repetidas ocasiones el nombre divino "Yo Soy" (Juan 4:26; 8:24; 28; 58; 13:19; 18:5-6, 8)

Segundo, tanto a Dios como a Jesús se les llama: Pastor (Salmos 23—Juan 10:14), Juez (Genesis 18:25—2 Timoteo 4:1, 8), Santo (Isaías 10:20—Salmos 16:10; Hechos 2:27; 3:14), el primero y el postrero (o último) (Isaías 44:6; 48:12—Apocalipsis 1:17; 22:13), Luz (Salmos 27:1—Juan 8:12), Señor del día de reposo (Éxodo 16:23, 29; Levítico 19:3—Mateo 12:8), Salvador (Isaías 43:11—Hechos 4:12; Tito 2:13), el traspasado (Zacarías 12:10—Juan 19:37), Dios fuerte (Isaías 10:21—Isaías 9:6), Señor de señores (Deuteronomio 10:17—Apocalipsis 17:14), el Alfa y la Omega (Apocalipsis 1:8— Apocalipsis 22:13), Señor de la gloria (Salmos 24:10—1 Corintios 2:8) y Redentor (Isaías 41:14; 48:17; 63:16—Efesios 1:7; Hebreos 9:12).

Tercero, Jesucristo posee los atributos incomunicables de Dios, aquellos únicos a Él.

Las Escrituras revelan que Cristo es: Eterno (Miqueas 5:2; Isaías 9:6), omnipresente (Mateo 18:20; 28:20), omnisciente (Mateo 11:27; Juan 16:30; 21:17), omnipotente (Filipenses 3:21), inmutable (Hebreos 13:8), soberano (Mateo 28:18) y glorioso (Juan 17:5; 1 Corintios 2:8; cp. Isaías 42:8; 48:11, donde Dios declara que no le dará a otro su gloria).

Cuarto, Jesucristo hace obras que solo Dios puede hacer.

Él creó todas las cosas (Juan 1:3; Colosenses 1:16), sostiene la creación (Colosenses 1:17; Hebreos 1:3), resucita a los muertos (Juan 5:21; 11:25-44), perdona el pecado (Marcos. 2:10; cp. v. 7) y sus palabras permanecen para siempre (Mateo 24:35; cp. Isaías 40:8).

Quinto: Jesús recibió adoración (Mateo 14:33; 28:9; Juan 9:39; Filipenses 2:10; Hebreos 1:6) aún cuando el enseñaba que solo Dios debe ser adorado (Mateo 4:10)

Sexto, Recibió Oración, la cual solo se debe dirigir a Dios (Juan 14:13-14; Hechos 7:59-60; 1 Juan 5:13-15).

Estudio de Juan

Hay 4 puntos a tratar en este estudio sobre Cristo en Juan 1:1-5; 14.

•1- La preexistencia del Verbo. (1:1-2)
•2- El poder creador del Verbo. (1:3)
•3- La existencia propia del Verbo. (1:4-5)
•4- La naturaleza de la encarnación. (1:14)

La preexistencia del Verbo (1:1-2)

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios (Juan 1:1-2).

En el principio  (gr. Archē) hace referencia al principio del universo descrito en Génesis 1:1. Jesucristo ya era, ya existía cuando se crearon los cielos y la tierra; por tanto Él no es un ser creado, existía desde toda la eternidad (el tiempo comenzó con la creación, así que todo lo existente antes del tiempo es eterno). El Verbo no comenzó a ser; más bien, en el punto en que todo lo demás comenzó a ser, El ya era. En el principio donde sea que lo ubiquen el Verbo ya existía. Dicha verdad aporta la prueba definitiva de la deidad de Cristo, pues solo Dios es eterno.

El tiempo imperfecto eimi (era), con el cual se describe la continuidad de una acción en el pasado, refuerza aún más la preexistencia del Verbo. Pero aún más significativo el uso de eimi en lugar de ginomai ("llegó a ser"). Este segundo término se refiere a cosas que empiezan a existir (Juan 1:3, 10, 12, 14). Si Juan hubiese usado ginomai, habría implicado que el Verbo empezó a existir en el principio, junto con el resto de la creación. Pero eimi enfatiza que el Verbo siempre existió; nunca hubo un punto en el cual Él empezara a ser.

El Verbo (gr. Logos) Es una palabra inventada por Heráclito quien vivió alrededor del 500 A.C. en Éfeso (también en Asia Menor), para referirse a una mente, una razón que controla el universo, todo lo que existe, una fuerza creadora además de una fuente de sabiduría. Sin embargo, a diferencia del concepto griego, Jesús no es una fuente, fuerza, principio o emanación impersonal. En El se hizo hombre el verdadero Logos que era Dios, un concepto ajeno al pensamiento griego.

El logos para los Judíos hacía referencia a la palabra del Señor, era la expresión de poder y sabiduría. Con la palabra del Señor se inició el pacto con Abraham (Genesis 15:1) le dio los diez mandamientos a Israel (Éxodo 24:3-4; Deuteronomio 5:5) y fue el agente de la creación (Salmos 33:6) Etc. Juan les presentó a los lectores Judíos a Jesús como la encarnación del poder y sabiduría divina.

Luego Juan llevó su argumento un paso más allá. En su eterna preexistencia, El Verbo Era con Dios. En la traducción en español se pierde toda la riqueza de la expresión griega (pros ton theon). Tal frase significa más que la existencia del Verbo con Dios, describe "Dos seres personales, el uno frente al otro enfrascado en un discurso inteligente". Jesús, desde toda la eternidad, como la segunda persona de la Trinidad  "estaba con el padre [pros ton patera]" (1 Juan 1:2). Pros ton theon se puede explicar mejor como cara a cara. El Verbo es una persona, no un atributo de Dios o una emanación de él. Tiene la misma esencia del Padre (Hebreos 1:3).

Juan lleva al Verbo a su máxima expresión en su tercera declaración, el Verbo no sólo existía desde la eternidad y tenía comunión cara a cara con Dios Padre, también el Verbo era Dios. Esa declaración con solo cuatro palabras en español y en griego (theos ēn ho logos) es una de las declaraciones más directas de la Deidad de Jesucristo en la Biblia.

El poder creador del Verbo (1:3)

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:3

Otra vez Juan usa las declaraciones ma profundas en lenguaje claro. Jesucristo el Verbo eterno, creó todo lo que ha sido hecho. Juan refuerza tal verdad al repetirlo en forma negativa: Sin el nada (Lit."Ni una sola cosa") de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Que Jesucristo creara todo (cp. Colosenses 1:16; Hebreos 1:2) ofrece dos pruebas adicionales de su deidad. Primera, el Creador de todas las cosas debe ser increado, y solo el Dios eterno es increado. El texto griego enfatiza la distinción entre el Verbo increado y su creación, pues aquí se usa un verbo diferente al usado en los versículos 1 y 2. Como se señaló en el punto previo, Juan usó una forma del verbo eimi (ser), que denota un estado de ser, para describir al Logos en los versículos 1 y 2; aquí, al referirse a la creación del universo, usó una forma del verbo ginomai (fue hecho). El hecho de que Jesús sea el Creador también verifica su deidad, pues Dios se retrata así en toda la Biblia (Genesis 1:1; Salmos 102:25; Isaías 40:28; 42:5; 45:18; Marcos. 13:19; Romanos 1:25; Efesios 3:9; Apocalipsis 4:11).

La existencia propia del Verbo (1:4-5)

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Juan 1:4-5

Juan muestra una vez más en estos dos versículos la economía de palabras inspirada por el Espíritu para resumir la encarnación. Cristo, la personificación de la vida y la luz eterna y gloriosa del cielo, entró en el mundo de los hombres, oscurecido por el pecado, y el mundo reaccionó de varias maneras ante Él.
Como se indicó anteriormente en este capítulo, los temas de la vida y la luz son comunes al Evangelio de Juan. Zōē (vida) hace referencia a la vida espiritual, a diferencia de bios, que describe la vida física (cp. 1 Juan 2:16). Aquí, como en Juan 5:26, se refiere principalmente a que Cristo tiene vida en sí mismo. Los teólogos lo suelen llamar aseidad, o existencia propia y es evidencia clara de la deidad de Cristo, pues solo Dios existe por sí mismo.

Esta es la descripción ontológica más pura de Dios; decir que Jesús es la VIDA es decir la verdad más pura sobre la naturaleza divina que Jesús posee. Y, como en el versículo 3, entonces Él es el Creador.

Aunque es apropiado hacer algunas distinciones entre la VIDA Y LA LUZ, la declaración la vida era la luz acaba con la falta de relación entre las dos. En realidad, Juan está escribiendo que la vida y la luz no se pueden separar. Son esencialmente iguales, con la idea de que la luz enfatiza la manifestación de la vida divina. La vida era la luz tiene la misma construcción de él Verbo era Dios (v. 1). Como Dios no está separado del Verbo, sino que son la misma cosa en esencia, así también la vida y la luz comparten las mismas propiedades esenciales.

La naturaleza de la encarnación (1:14)

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),  lleno de gracia y de verdad. Juan 1:14

El versículo 14 es la declaración bíblica más concisa de la encarnación y, por lo tanto, es uno de los versículos más importantes de las Escrituras. Las cinco palabras con las que comienza—aquel Verbo fue hecho carne—expresan el hecho real de que Dios asumió la humanidad en la encarnación, lo infinito se hizo finito, la eternidad entró en el tiempo, lo invisible se hizo visible (cp. Colosenses 1:15), el Creador entró en su creación. Dios se reveló al hombre en la creación (Romanos 1:18-21), en las Escrituras del Antiguo Testamento (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:20-21) y, más importante y supremo, en Jesucristo (Hebreos 1:1-2). En el Nuevo Testamento está el registro de su vida; su obra y las aplicaciones e importancia que ello conlleva para el pasado, el presente y el futuro.

Aquí Juan declaró claramente lo que quería decir al comienzo del prólogo: Jesucristo, el Verbo final de Dios para la humanidad (Hebreos 1:1-2), fue hecho carne. Sarx (carne) no tiene aquí la connotación moral negativa que a veces conlleva (p. ej., Romanos 8:3-9; 13:14; Gálatas 5:13, 16-17, 19; Efesios 2:3); más bien, se refiere al ser físico del hombre (cp. Mateo 16:17; Romanos 1:3; 1 Corintios 1:26; 2 Corintios 5:16; Gálatas 1:16; Efesios 5:29; Filipenses 1:22). El hecho de que Él en verdad se hiciera carne afirma la completa humanidad de Jesús. Ginomai (fue hecho) no quiere decir que Cristo dejó de ser el Verbo eterno cuando se hizo hombre. Aunque Dios es inmutable, “ser” eterno puro, no “llegar a ser” como lo son todas sus criaturas, el Dios que no cambia (Hebreos 13:8) se hizo completamente hombre en la encarnación, pero aun así siguió siendo completamente Dios. No sorprende entonces que Pablo escribiera de la encarnación:

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria (1 Ti. 3:16).

No solo se hizo hombre el Hijo eterno, también habitó entre los hombres durante treinta y tres años. Habitó traduce una forma del verbo skēnoō, que literalmente significa “vivir en una tienda”. La humanidad de Jesucristo no fue una mera apariencia. Él tomó todos los atributos esenciales de la humanidad y fue “hecho semejante a los hombres” (Fil. 2:7), “por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (He. 2:14). Como prosigue a explicar el escritor de Hebreos, “debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2:17). Y montó su tienda entre nosotros.

Aunque Jesús manifestó la gloria de Dios con una claridad nunca antes vista durante su vida terrenal, todavía estaba velada por su carne humana. Pedro, Jacobo y Juan vieron una manifestación física de la gloria celestial de Jesús en la transfiguración, cuando “resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mateo 17:2; cp. 2 Pedro 1:16-18). Esa fue una visión previa de la gloria sin velo que se verá cuando regrese (Mateo 24:29-30; 25:31; Apocalipsis 19:11-16) y de la plenitud de su gloria celestial como la única luz de la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:23). Pero los discípulos vieron que Jesús manifestó la naturaleza santa de Dios principalmente en atributos divinos como la verdad, sabiduría, amor, gracia, conocimiento, poder y santidad.

A pesar de las afirmaciones de los falsos maestros a través de los siglos, monogenēs (unigénito) no implica que Jesús fuese creado por Dios y por lo tanto no es eterno. El término no se refiere al origen de una persona, pero sí la describe como la única en su clase. Así, Isaac podría haberse llamado apropiadamente el monogenēs de Abraham (Hebreos 11:7) porque, aunque Abraham tuvo otros hijos, solo Isaac era el hijo del pacto. Monogenēs distingue a Cristo como al único Hijo de Dios a diferencia de los creyentes, quienes son hijos de Dios en un sentido distinto (1 Juan 3:2).

La relación única de Jesucristo con el Padre es un tema principal del Evangelio de Juan (cp. 1:18; 3:35; 5:17-23, 26, 36-37; 6:27, 46, 57; 8:16, 18-19, 28, 38, 42, 54; 10:15, 17, 30, 36-38, 12:49-50; 14:6- 13; 20-21, 23, 31; 15:9, 15, 23-24; 16:3, 15, 27-28, 32; 17:5, 21, 24-25; 20:21). La manifestación en Jesús de los atributos divinos reveló su gloria esencial como Hijo de Dios, “porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9). Los dos atributos más íntimamente relacionados con la salvación son la gracia y la verdad.

El Concilio de Jerusalén declaró: “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús [los creyentes judíos serán] salvos, de igual modo que [los gentiles]” (Hechos 15:11). Apolos “fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído” (Hechos 18:27). Pablo describe el mensaje que predicó como “testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24). Pablo expresó a los tesalonicenses su agradecimiento porque “Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad” (2 Tesalonicenses 2:13). Las personas se salvarán cuando “vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4; cp. 2 Timoteo 2:25). De otra parte, “los que se pierden” (2 Tesalonicenses 2:10). Se condenarán “todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:12).

Jesucristo fue la expresión total de la gracia de Dios. Toda la verdad necesaria para salvar está disponible en Él. Fue la expresión total de la verdad de Dios, revelada parcialmente en el Antiguo Testamento (Colosenses 2:16-17). Lo que se predijo a través de la profecía, prototipos y descripciones se hizo sustancia en la persona de Cristo (cp. Hebreos 1:1-2). Por lo tanto, Él podía declarar: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida… Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan. 14:6; 8:31-32). La creencia vaga en Dios en ausencia de la verdad de Cristo no dará como resultado la salvación. Como el mismo Jesús lo advirtió: “Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juann. 8:24).

Afirmaciones y negaciones sobre Cristo

Todo aquel que está convencido que Jesucristo es Dios debe hacer estas afirmaciones y rechazar las opuestas.

(1) Afirmo: Jesucristo es la encarnación en la historia del eterno verbo, o logos, de Dios, la segunda persona de la Trinidad (Juan 1:1, 14).Vea también: Salmos 110:1; Mateo 3:17; 8:29; 16:16; Marcos 1:1, 11; 15:39; Lucas 22:70; Juan 1:14; 10:30; 14:1; 20:28; Gálatas 4:4; Filipenses 2:6; Colosenses 2:9; Hebreos 5:7; 1 Juan 5:20.

Niego: Que Jesús fuese un mero hombre o una encarnación ficticia de la Iglesia primitiva.

(2) Afirmo: La naturaleza divina de Jesús es consubstancial (homoousios) y por lo tanto igual y coeterna con el padre y el Espíritu Santo (Mateo 28:19). Vea también: Juan 3:15-16; 4:14; 6:54; 10:28; Romanos 5:21; 6:23; 2 Corintios 13:14; Efesios 2:18; 2 Timoteo 1:9; 1 Pedro 5:10; Judas 1:21.

Niego: Que Jesús sea meramente "como Dios" (Homoiousios) o que simplemente fuera "adoptado" por el Padre como su hijo.

(3) Afirmo: La unión hipostática, que las dos naturaleza de Cristo están unidas en una única persona divina sin confusión, sin cambio, sin separación y sin división (Mt.16:16-17). Vea también: Lucas 1:35; 43; Juan 1:1, 3; 8:58; 17:5; Hechos 20:28; Romanos 1:3; 4:1; 9:5; 2 Corintios 8:9; Colosenses 2:9; 1 Timoteo 3:16; 1 Pedro 3:18; Judas 1:4; Apocalipsis 1:8, 17; 22:13.

Niego: Que el distinguir entre las dos naturaleza implique separarlas.

(4) Afirmo: Jesús es la perfecta suprema imagen de Dios, y que ser verdaderamente humano es conformarse a su imagen (Colosenses 1:15-16). Ver también Romanos 8:29; 2 Corintios 4:4-6; Efesios 4:20-24; Hebreos 1:3-4.

Niego: Que la naturaleza humana de Jesús fuese la de un mero fantasma o solo haya "parecido" ser de carne y huesos.

(5) Afirmo: Jesús En su humanidad el Jesús histórico fue concebido milagrosamente de la substancia de la Virgen María y asimismo nació de ella por el poder del Espíritu Santo (Lucas 1:26-27). Ver también Mateo 1:23; Lucas1:31, 35; Romanos 1:3; Gálatas 4:4.

Niego: Que Jesús recibiera su naturaleza divina de María y que su impecabilidad en algún sentido derivara de ella.

(6) Afirmo: Jesús cumplió cabalmente las exigencias de la ley por su obediencia tanto activa como pasiva, y que Él cargó el castigo por nuestros pecados mediante su vida sin pecado y su muerte en la cruz. (Romanos 5:19) ver también Mateo 3:15; Juan 8:29; 2 Corintios 5:21; Filipenses 2:8; Hebreos 5:8.

Niego: Que en algún punto Jesús haya fallado en la obediencia a la ley de Dios o haya desechado la ley de Dios.

(7) Afirmo: Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres. (1 Timoteo 2:5); ver también Job 33:23-28; Juan 14:6; Hebreos 9:15; 12-24.

Niego: Que Dios haya tenido o vaya a tener algún mediador humano de redención aparte del Señor Jesucristo. Negamos además cualquier medio de salvación que no sea solo Jesucristo.

(8) Afirmo: La doctrina de la justificación solo por la fe, que un pecador es declarado justo delante de Dios solo por la fe en la persona y la obra de Cristo solamente, sin ningún mérito u obra personal. Además, que negar la doctrina de la justificación solo por la fe es negar el Evangelio. (Romanos 5:1) Ver también Lucas 18:14; Romanos 3:24; 4-5; 5:10; 8:30; 10:4, 10; 1 Corintios 6:11; 2 Corintios 5:19, 21; Gálatas 2:16-17; 3:11, 24; 5:4 Efesios 1:7; Tito 3:5, 7.

Niego: Que seamos justificados sobre la base de alguna gracia infundida en nosotros; que seamos justificados solo una vez que nosotros mismos nos hemos vuelto inherentemente justos; o que cualquier justificación futura se base en nuestra fidelidad.

(9) Afirmo: Jesús como Rey, rige soberanamente sobre todos los poderes terrenales y sobrenaturales ahora y por siempre. (1 Co 15:25; ver también Salmos 110; Mateo 28:18-20; Lucas 1:32; 2:11; Hechos 1:16; 2:25, 29, 34, 36; 4:25; 13:22, 34, 36; 15:16; Romanos 1:3; 4:6; 2 Timoteo 2:8; Hebreos 4:7; Apocalipsis 3:7; 5:5; 22:16).

Niego: Que el reino de Jesús haya sido un mero reino político de este mundo, y negamos que todos los gobernantes terrenales no sea  responsables en última instancia ante Él.

(10) Afirmo: Jesucristo vendrá nuevamente en gloria a juzgar a todas las personas y derrotará definitivamente a todos sus enemigos, destruirá a la muerte, y dará paso al cielo nuevo y tierra nueva, en los cuales reinará la justicia (Hechos 10:42; ver también Juan 12:48; 14:3; Hechos 7:7; 17:31; 2 Ti. 4:1, 8).

Niego: Que su regreso final haya acontecido en el 70 d.C y que su venida y los sucesos en torno a ella deban tomarse de forma meramente simbólica.

                                                  Bibliografía

*Comentario Macarthur del nuevo testamento Juan.
*Ligonier- El Verbo se hizo carne.
*Historia de la Iglesia primitiva - Harry R. Boer.

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