El Sello del Espíritu Santo | Pneumatología con Feliberto Vásquez Rodríguez


Definición

El sello del Espíritu Santo es una de las múltiples obras que Dios realiza en favor del creyente para asegurarle la salvación (cp. 2 Co. 1:22; Ef. 1:13; 4:30). En 2 Corintios 1:22 leemos que Dios “nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones”. En tiempos del Antiguo Testamento se usaban los sellos de varias maneras: para autenticar un documento (p. ej., un contrato marital), para autenticar una transferencia de poder de un gobernante a otro, para asegurar algo — más por la autoridad que acarreaba que por su fuerza intrínseca—, para verificar un documento como una factura o un divorcio.[1] El Espíritu Santo se da como un sello a la persona que cree en Cristo, identificando al creyente como propiedad de Dios.

Explicación

La idea principal del sello es mostrar propiedad. El creyente es sellado por el Espíritu para identificarlo como propiedad de Dios. Marcar el ganado sería un paralelo; el ranchero pone su marca en el novillo para señalar que le pertenece. En 2 Corintios 1:22 se indica que el Espíritu Santo es el sello. La frase “nos ha dado las arras del Espíritu” explica el sello puesto en el creyente, no es algo que el creyente haga por sí mismo.[2] Más aún, el sello es permanente, con miras a la glorificación definitiva del creyente (Ef. 4:30). Por lo tanto, el sello enfatiza seguridad, no sólo propiedad. El Espíritu Santo verifica que el creyente pertenece a Dios de forma permanente. El énfasis de los tres pasajes también está en que los creyentes están sellados. Todos los cristianos de Corinto estaban sellados a pesar de su carnalidad (2 Co. 1:22), incluso quienes eran capaces de contristar al Espíritu (Ef. 4:30). Lo que es más, como no hay mandamiento para ser sellado más, todos los creyentes obtienen el sello en el momento de la conversión.


[1] R. Schippers, “Seal”, en Colin Brown, ed., The New International Dictionary of New Testament Theology, 4 vols. (Grand Rapids: Zondervan, 1976), pp. 3:497-499; véase también la explicación anterior llamada “Representaciones del Espíritu Santo”, p. 252.

[2] Cp. Efesios 1:13; 4:30. La forma pasiva del griego esphragisthete enfatiza que Dios sella al creyente.


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