El Espíritu Santo en relación con Jesús | Pneumatología con Feliberto Vásquez Rodríguez

 


Introducción

Isaías había profetizado que el Espíritu reposaría sobre el Mesías (42:1), le daría sabiduría, fuerza y conocimiento en su ministerio (11:2-3). Las narrativas de los Evangelios reflejan continuamente el poder del Espíritu sobre Cristo en su ministerio, con lo cual se cumplían las profecías de Isaías. No obstante, ello no quiere decir que Cristo no tuviera poder en Sí mismo, porque sí lo tenía (Jn. 10:18). El hecho de que ministrara en el poder del Espíritu Santo enfatiza la unidad de la Trinidad (cp. Jn. 5:31-44; 6:29; 8:18; 10:37-38, etc).

El nacimiento virginal

El agente. Mateo y Lucas enfatizan el ministerio del Espíritu Santo para producir la concepción de María. Mateo 1:20 declara: “lo que en ella es engendrado, del [gr., ek] Espíritu Santo es”, con lo cual hace énfasis en su origen. El origen del nacimiento de Jesús no fue a través de José, sino por medio del Espíritu Santo. Lucas 1:35 utiliza los términos “vendrá sobre ti” y “te cubrirá con su sombra” para describir el ministerio del Espíritu Santo en la concepción de María. Cuando el Espíritu Santo viene sobre los apóstoles en Pentecostés (Hch. 1:8) se usa el mismo término (gr., eperchomai). Es improbable que se pretendiera usar la palabra como eufemismo de una relación sexual.[1] “Te cubrirá con su sombra” sugiere que “la presencia poderosa de Dios reposará sobre María, de modo que ella lleve en su seno al niño que será el Hijo de Dios. No se dice nada al respecto de cómo ocurrirá y, en particular, no se sugiere engendramiento divino”.[2] El punto a enfatizar en los dos Evangelios es que Jesús no tuvo un padre humano, José no engendró a Jesús.

Los resultados. (1) Nace la naturaleza humana de Cristo. No es una persona la que nace, pues Cristo como persona existía desde la eternidad en su deidad; no obstante, la naturaleza humana de Cristo tuvo su origen en el vientre de María.

(2) La naturaleza humana de Cristo era sin pecado. Aunque Cristo tenía una naturaleza completamente humana, no estaba manchada por el pecado. Aunque nació de una madre humana, la concepción por el Espíritu Santo garantizaba la ausencia de pecado en Cristo. Este hecho revela la importancia del nacimiento virginal; si Jesús hubiese tenido un padre humano, no habría sido diferente de nadie. El testimonio de la ausencia de pecado en Cristo es evidente partiendo de la afirmación del mismo Cristo: “no hay en él injusticia” (Jn. 7:18). El apóstol Juan declaró: “no hay pecado en él” (1 Jn. 3:5).

(3) La naturaleza humana de Cristo conllevaba limitaciones humanas. Aunque Cristo no tenía pecado, el nacimiento virginal dio como resultado una naturaleza verdaderamente humana. Cristo se cansaba (Jn. 4:6), tenía sed (Jn. 4:7), dormía (Mt. 8:24), lloraba (Jn. 11:35). Se sometió a las limitaciones voluntarias de la humanidad.

Vida y ministerio de Cristo

El Espíritu Santo ungió a Cristo. Lucas 4:18 indica que Cristo fue ungido por el Espíritu Santo. Con ello se cumplió la profecía de Isaías 61:1. Como eran ungidos los reyes (2 S. 2:4) y los sacerdotes (Éx. 28:41), así también fue ungido el Mesías. La unción confería poder; en este caso era el Espíritu quien ungía, dando poder a Cristo para el ministerio.[3]

Se pueden resumir varios puntos sobre la unción de Cristo: (1) La unción designaba a Jesús como el Mesías y rey de Israel. Juan 1:31 indica que Juan el Bautista manifestó a Jesús a la nación en su bautismo. Se hizo a la manera de los reyes del Antiguo Testamento (cf. 1 S. 16:6-13). (2) La unción introdujo a Jesús en su ministerio público (Hch. 10:38). Después de su bautismo, Jesús comenzó su ministerio público de enseñanza y realización de milagros. La unción del Espíritu apartó a Jesús como Mesías de Israel. La unción era necesaria a causa de la humanidad de Jesús y para demostrar la unidad de la Trinidad. (3) La unción le dio poder a Jesús para su ministerio público (Lc. 4:18). Aunque Él tenía poder en sí mismo para realizar milagros, al recibir el poder del Espíritu para su ministerio reveló unidad en el Dios trino y su dependencia de otro miembro de la Trinidad. (4) La unción fue una autenticación divina de Jesús. En su bautismo, el Padre, de modo audible, confirmó a Jesús como Mesías para la nación; las personas oyeron la declaración de autenticación del Padre: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17).

El Espíritu Santo llenó a Cristo. Lucas 1:15 indica que Juan el Bautista, el precursor, estaba lleno del Espíritu Santo cuando estaba en el vientre de su madre. Ciertamente, el Mesías estaría al menos tan lleno del Espíritu como su predecesor. En Lucas 4:1 dice: “Jesús, lleno del Espíritu Santo… fue llevado por el Espíritu”. El verbo está en tiempo imperfecto, lo cual sugiere una acción continua. “Ahora Jesús estaba continuamente bajo la guía del Espíritu Santo”.[4] Marcos 1:12 declara: “el Espíritu le impulsó al desierto”. El tiempo presente “impulsó” enfatiza que “toda la vida terrenal de Jesús estuvo vinculada al Espíritu Santo, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección”.[5] El registro del Nuevo Testamento sobre la vida de Cristo revela el cumplimiento de las predicciones en Isaías 11:2 y 42:1. Cristo estaba continuamente lleno del Espíritu Santo.

La muerte de Cristo

El Espíritu Santo no sólo fue responsable de producir la humanidad de Cristo y darle poder en su ministerio terrenal; en la muerte de Cristo también jugó un papel importante (He. 9:14).[6] Tal vez el concepto del sufrimiento del Siervo en Isaías pesaba en la mente del escritor de Hebreos. Si es así, el Espíritu que vino sobre el Siervo en Isaías 42:1 también es el Espíritu que llevó al Siervo a cargar los pecados de muchos en Isaías 52:13—53:12.[7]

La resurrección de Cristo

Los relatos bíblicos indican que “cada miembro de la divinidad participó en el gran acto de la resurrección”.[8] Cristo resucitó por el poder de Dios Padre (Ef. 1:19-20; Sal. 16:10), pero tenía el poder para levantarse a Sí mismo (Jn. 10:18). El Espíritu Santo también fue parte de la resurrección de Cristo. Romanos 1:4 declara que Él es “Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Posiblemente ésta sea una referencia al Espíritu Santo.[9] Romanos 8:11 se refiere al “Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús”. Ésta es una referencia al Padre o al Espíritu Santo. En 1 Pedro 3:18 declara que Cristo fue “vivificado en espíritu”. La frase podría referirse al papel del Espíritu Santo como instrumento para resucitarlo; no obstante, es más probable que se refiera a su espíritu humano. Sin embargo, se puede extraer una conclusión sobre el ministerio del Espíritu Santo en la vida de Jesucristo. Pentecost declara: “Me pregunto si hay una gran obra de Dios, cualquiera que sea, revelada en su Palabra, en la cual los tres miembros no actúen conjuntamente para alcanzar el propósito de Dios”.[10]



[1] I. Howard Marshall, The Gospel of Luke: A Commentary on the Greek Text (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), p. 70.

[2] I. Howard Marshall, The Gospel of Luke: A Commentary on the Greek Text (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), p. 71.

[3] Franz Hesse, “Xrio”, en Theological Dictionary of the New Testament, 10 vols., Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich, eds., (Grand Rapids: Eerdmans, 1974), p. 9:501.

[4] A. T. Robertson, Word Pictures in the New Testament [Comentario al texto griego del Nuevo Testamento], 6 vols. (Nashville: Broadman, 1930), p. 2:48. Publicado en español por Clie.

[5] A. T. Robertson, Word Pictures in the New Testament [Comentario al texto griego del Nuevo Testamento], 6 vols. (Nashville: Broadman, 1930), p. 1:255. Publicado en español por Clie.

[6] Éste es un pasaje problemático, pues pneuma se puede referir al espíritu humano de Cristo o al Espíritu Santo. Sin embargo, si se pretendía hablar de su espíritu humano, era de esperar que el autor hubiera escrito su espíritu. La conclusión no es del todo clara.

[7] Véase F. F. Bruce, The Epistle to the Hebrews [La Epístola a los Hebreos] (Grand Rapids: Eerdmans, 1964), p. 205. Publicado en español por Nueva Creación.

[8] J. Dwight Pentecost, The Divine Comforter (Chicago: Moody, 1963), p. 97.

[9] Es difícil determinar el significado de “Espíritu de santidad”. Algunos sugieren que se refiere a la deidad de Cristo o a su naturaleza espiritual, otros sugieren que se refiere al Espíritu Santo.

[10] Pentecost, The Divine Comforter, p. 100.


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