Unión Hipostática I Cristologia con Feliberto Vasquez Rodriguez

 


UNIÓN HIPOSTÁTICA

Significado de unión hipostática

Se puede definir la unión hipostática como “la segunda Persona, el Cristo pre-encarnado que vino, asumió la naturaleza humana y sigue siendo para siempre, en una persona, verdaderamente humano y divino sin que por ello disminuya su divinidad”. Cuando Cristo vino, vino una persona, no sólo una naturaleza; tomó una naturaleza adicional, la humana; no habitó tan sólo en una persona humana. El resultado de la unión de las dos naturalezas es la Persona teoantrópica (el Dios-hombre).

Explicación de la unión hipostática

Las dos naturalezas de Cristo están unidas de forma inseparable sin mezcla o pérdida de su identidad separada. Sigue siendo Dios-hombre para siempre, completamente Dios y completamente humano, dos naturalezas distintas en una persona para siempre. “Aunque a veces Cristo operó en la esfera de su humanidad y en otros casos en la de su divinidad, en todos los casos puede atribuirse a una única persona lo que hizo y lo que era. Aun cuando es evidente que en Cristo había dos naturalezas, nunca se considera una personalidad dual”.[1] En resumen, se pueden anotar tres hechos: (1) Cristo tiene dos naturalezas distintas: la humana y la divina; (2) no hay mezcla o fusión de las dos naturalezas; (3) aunque tiene dos naturalezas, Cristo es una Persona.

Problema de la unión hipostática

La mayor dificultad en esta doctrina involucra la relación de las dos naturalezas del Señor Jesús. Se han desarrollado varias opiniones al respecto.

Punto de vista calvinista

Juan Calvino enseñó que las dos naturalezas están unidas sin transferencia de atributos. Un atributo no se puede quitar de una naturaleza sin cambiar la esencia de esa naturaleza. Walvoord declara: “Las dos naturalezas están unidas sin pérdida de ningún atributo esencial y… las dos naturalezas mantienen su identidad separada”.[2] No puede darse una mezcla de las dos naturalezas; “lo infinito no puede transferirse a lo finito; la mente no puede transferirse a la materia; Dios no puede transferirse al hombre, o viceversa. Despojar la naturaleza divina de un solo atributo resultaría en la destrucción de la verdadera deidad, y despojar al hombre de un solo atributo resultaría en la destrucción de su verdadera humanidad. Por esta razón no se puede perder ni transferir un solo atributo en las dos naturalezas de Cristo”.[3]

Punto de vista luterano

La perspectiva luterana de las dos naturalezas enseña que los atributos de la naturaleza divina se extienden a la naturaleza humana con algunos resultados importantes. Uno de los resultados doctrinales importantes es la ubicuidad del cuerpo humano de Cristo; esto es, la omnipresencia de la naturaleza divina de Cristo se transfiere a su cuerpo humano. En consecuencia, su naturaleza humana pasa a un estado ubicuo en su ascensión y está físicamente presente en los elementos de la Comunión. Aunque los elementos no cambian, la persona participa de Cristo quien está “en, con, bajo y por” el pan y el vino.

Resultados de la unión hipostática[4]

Las dos naturalezas son necesarias para la redención. Como hombre, Cristo podría representar al hombre y morir; como Dios, la muerte de Cristo podía tener el valor infinito “suficiente para otorgar redención por los pecados del mundo”.

El sacerdocio eterno de Cristo está basado en la unión hipostática. “Por la encarnación se hizo hombre, y por lo tanto podía actuar como sacerdote humano. Como Dios, su sacerdocio podría ser eterno según el orden de Melquisedec y Él podría ser un mediador adecuado entre Dios y el hombre”.

Kenosis y unión hipostática

El problema de la kenosis tiene que ver con la interpretación de Filipenses 2:7, “se despojó [gr., ekenosen] a sí mismo”. La pregunta crítica es: ¿De qué se despojó Cristo? Los teólogos liberales sugieren que fue de su divinidad, pero es evidente, por su vida y ministerio, que no lo hizo, pues su divinidad se manifestó en numerosas ocasiones. Se pueden decir dos cosas. (1) “Cristo tan sólo rindió el ejercicio independiente de algunos atributos transitorios o relativos. En ningún sentido se despojó de los atributos absolutos o inmanentes; siempre fue perfectamente santo, justo, misericordioso, veraz y fiel”.[5] Esta declaración tiene mérito y aporta una solución al problema en pasajes como Mateo 24:36. La palabra clave de esta definición sería “independiente”, porque Jesús reveló sus atributos relativos en muchas ocasiones. (2) Cristo adoptó una naturaleza adicional. El contexto de Filipenses 2:7 aporta la mejor solución al problema de la kenosis. Ese despojarse no era una sustracción, sino una adición. Las cuatro frases siguientes (Fil. 2:7-8) lo explican: “(a) tomando forma de siervo, (b) hecho semejante a los hombres; y (c) estando en la condición de hombre, (4) se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. El “despojo” de Cristo consistió en tomar una naturaleza adicional, una naturaleza humana con sus limitaciones. Jamás renunció a su divinidad.


[1] Walvoord, Jesus Christ Our Lord [Jesucristo nuestro Señor], p. 112.

[2] Walvoord, Jesus Christ Our Lord [Jesucristo nuestro Señor], p. 114.

[3] Walvoord, Jesus Christ Our Lord [Jesucristo nuestro Señor], p. 114.

[4] Walvoord delinea resultados importantes de la unión hipostática en Jesus Christ Our Lord [Jesucristo nuestro Señor], pp. 120-122.

[5] Henry C. Thiessen, Lectures in Systematic Theology, rev. por Vernon D. Doerksen (Grand Rapids: Eerdmans, 1979), pp. 216-217.


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