El Cordero de Dios descifrado ¿A qué se refería Juan con este término?
CORDERO DE DIOS
La frase «cordero de
Dios» aparece en la Biblia tan solo en Juan 1:29, 36. El término que
utiliza Juan para «cordero», amnos, se encuentra dos veces en pasajes
del Nuevo Testamento que comparan el sufrimiento y la muerte de Jesús con los
corderos (probaton y amnos) en la versión de Isaías 53:7 de la LXX (Hch 8:32) y
con un cordero sin defecto (1 Pe 1:19). Con respecto a Juan 1:29, sigue
habiendo un considerable debate sobre el significado de la declaración «el
cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». El debate se centra en
gran medida en los posibles trasfondos de la frase «cordero de Dios».
1. Interpretaciones
1.1. El Cordero apocalíptico. C. H. Dodd sostuvo que
el cordero en Juan 1:29 debe entenderse como el cordero guerrero apocalíptico
que encontramos en Apocalipsis (Ap 5:6, 12; 7:17; 13:8; 17:14; 19:7, 9;
21:22–23; 22:1, 3) y en algunos textos judíos apocalípticos (1 En 90:9–12;
TestJos 19:8; TestBen 3:8). Por lo tanto, Jesús como Cordero de Dios es el
mesías-líder apocalíptico que se ocuparía del pecado del mundo no a través del
sacrificio, sino «llevándose» o «quitando» (airō) con
poder el pecado (Jn 1:29) de aquellos que creen en él. Pero no está del todo
claro en absoluto que el Testamento de José 19:8 y el Testamento de Benjamín
3:8 sean anteriores a Juan o tengan un origen judío, ni tampoco que algunos de
los corderos en 1 Enoc 89–90 se puedan interpretar como redentores mesiánicos
apocalípticos (Johns). Es más, la función y la terminología utilizada para
referirse al cordero en el Apocalipsis (arnion) y el cordero en Juan (amnos)
son diferentes (Johns; Nielsen). Sin embargo, a Jesús como cordero en el
Apocalipsis se le describe como «sacrificado» (sphazō) (Ap 5:6,
12; 13:8), y la sangre del cordero «rescata» (agorazō) (Ap 5:9) y
«libera» (lyō) al pueblo de Dios de los pecados (Ap 1:5).
Otros apuntan al Siervo
Sufriente de Isaías 53 como el trasfondo probable de la expresión «Cordero
de Dios» en Juan, porque al siervo en Isaías 53:7 se le describe como un «cordero»
(amnos) que es sacrificado y «lleva» los pecados de otros (Is 53:4, 11).[1] Pero si lo que pretendía
Juan era identificar a Jesús con el siervo de Isaías en Juan 1:29, ¿por qué no
escribió, «el siervo [pais] de Dios»? La respuesta de J.
Jeremias fue que el amnos de Juan es una mala traducción del término original
arameo ṭalyâ, idioma probablemente hablado por Juan el Bautista, un término que
puede significar tanto «siervo» como «cordero». Por lo tanto, lo
que el Bautista dijo fue: «He aquí, el siervo de Dios». Pero, no hay
pruebas de que talyâ (o su correspondiente forma heb tāleh) se utilizara
con el significado de «siervo», ni de que tāleh se tradujera nunca como
amnos en la LXX.[2]
Otro problema con este punto de vista es la diferente imaginería utilizada: en
Isaías el siervo «lleva» (pherō/anapherō) los pecados (Is 53:4,
11), pero el Cordero de Dios joánico los «quita» (airō).[3]
1.3. Los corderos del sacrificio.
Algunos estudiosos
señalan el hecho de que el término joánico amnos se emplea en numerosas
ocasiones en el Antiguo Testamento para los diversos tipos de ofrendas de sacrificio,
como las ofrendas diarias continuas (tamid) (Ex 29:38–46) y otras
ofrendas (incluido el holocausto, la ofrenda por la culpa y los sacrificios de
paz y por el pecado). Hay que reconocer, sin embargo, que el «cordero» (amnos)
no era el animal característico que se empleaba en la mayoría de estas ofrendas
expiatorias.
Probablemente el
trasfondo más citado para Juan 1:29 sea el cordero pascual. Esto se apoya
especialmente en el contexto pascual de la muerte de Jesús en el relato de la
pasión de Juan (Jn 18:28, 39, 19:14, 29, 31–37), lo que sugiere a muchos que el
cordero en Juan 1:29 se debe identificar como el cordero pascual, cuya muerte
expiatoria se ocupa del pecado.[4] La mayoría de los
especialistas, sin embargo, no descartarían que aquí jugaran su papel otros
trasfondos. A menudo se plantean dos objeciones contra este punto de vista. En
primer lugar, el término utilizado para el cordero pascual en Éxodo 12 (LXX) es
probaton, no el amnos de Juan. En segundo lugar, el cordero
pascual no era un sacrificio expiatorio por el pecado, aunque algunos podrían
argumentar que en el judaísmo del siglo I y en el cristianismo la Pascua asumió
funciones de sacrificio[5] (cf. 1 Co 5:7).
2. El Cordero de Dios en el Evangelio de Juan
Con el fin de entender
«cordero de Dios» en términos joánicos, lo primero que se debe hacer es leer
Juan 1:29 a la luz de la totalidad de la narración de Juan. La declaración del
Bautista en Juan 1:29 está incrustada en el primer capítulo de Juan, que funciona
a modo de presentación de Jesús y su misión. Jesús se identifica como el único
Hijo de Dios (Jn 1:14, 34), el Mesías (Jn 1:17) y el Cordero de Dios (Jn 1:29).
Como tal, la misión de Jesús será la de «quitar» (airō) el pecado (Jn
1:29)[6] e inaugurar la
restauración isaiana (Jn 1:23, 33; cf. 40:3; 11:2–4), que tiene como una de sus
partes cruciales la eliminación del pecado de Israel (cf. Is 27:9; 40:2; 53).
Esta introducción narrativa, que incluye Juan 1:29, es el telón de fondo que
sirve para comprender la presentación que hace Juan en el conjunto de su relato
de la misión de Jesús. En la narración posterior nos encontramos con que el
principal medio para que se lleve a cabo la vida eterna —es decir, para liberar
a las personas de la esclavitud del pecado, la muerte y el diablo (cf. Jn
3:16–17; 8:31–44)— es la muerte salvífica de Jesús. El cuarto Evangelio
entiende esta muerte de maneras diferentes pero complementarias: la muerte de
Jesús traerá vida «para» (hiper) otros: «el pan que yo daré es
mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo» (Jn 6:51; cf. Jn 3:14–15;
10:11, 15; 11:51–52). La muerte de Jesús es también el cumplimiento de la
Pascua de Israel (Jn 19:36; cf. Ex 12:46), de modo que, como el cordero pascual
en Éxodo 12 funcionó como un sacrificio apotropaico que protegió a Israel de la
muerte (Ex 12:23–37), así también Jesús, como cordero pascual definitivo,
inaugurará una segunda liberación del pecado, el mundo y el diablo (Dennis) a
modo de éxodo. Por otra parte, la muerte de Jesús es el acontecimiento que trae
juicio sobre el mundo y «echa» (ekblēthēsetai exō) al «príncipe de
este mundo» (Jn 12:31). La esclavitud de la rebelión y el pecado será rota
para los que creen. La muerte de Jesús «por los demás» y como cordero pascual
forma parte, sin duda, de la narración del resultado de su misión tal como se
describe en Juan 1:29. Pero tal vez es su muerte como el acontecimiento que
«expulsa» al príncipe de este mundo lo que funciona más directamente como el
cumplimiento narrativo de la misión de Jesús de «quitar» el pecado en Juan
1:29. Resulta especialmente adecuado ver una relación más directa entre Juan
1:29 y Juan 12:31 a la luz del hecho de que el pecado, el mundo y el diablo
están estrechamente relacionados en este Evangelio (Jn 1:10; 8:34, 41, 44;
12:31; 14:30; 16:8–11).[7] Por lo tanto, el Cordero
de Dios en Juan 1:29 elimina o se ocupa de los pecados del mundo de diversas
maneras en el Evangelio de Juan. Por último, es Jesús como el Cordero de Dios
quien quita el pecado en Juan 1:29. En un Evangelio que está tan saturado de
imágenes veterotestamentarias y judías, esta combinación única de los conceptos
de un animal (cordero) y la eliminación del pecado indudablemente evoca algún
tipo de connotación relacionada con el sacrificio (expiatorio o apotropaico), a
pesar de que no se dice nada de manera explícita sobre el sacrificio o la
muerte en el contexto de Juan 1:29. Si la conexión entre Juan 1:29 y Juan 12:31
señalada anteriormente es válida, entonces tal vez haya que sacar a la palestra
el cordero apocalíptico. Pero hay que recordar que incluso este cordero «libera»
(lyō) a su pueblo de los pecados a través de su muerte (Ap 1:5;
5:9). Así pues, con la designación «Cordero de Dios» Juan parece haber
aglutinado una serie de figuras de «corderos» de modo que evoca «recuerdos
de varias figuras de corderos en el Antiguo Testamento».[8]
Por lo tanto, asignarle al Cordero de Dios de Juan un solo trasfondo limita
de manera injustificada el retrato que hace Juan de Jesús y su misión; retrato
que por lo demás resulta denso y variado.[9]
[1]
R. Schnackenburg, The Gospel According to St. John (3 vols.; Nueva York:
Crossroad, 1987) - existe edición castellana: El Evangelio según san Juan (3
vols.; Salamanca: Sígueme, 1980–1987). Pag. 298-299
[2] C. H. Dodd, The Interpretation of
the Fourth Gospel (Cambridge: Cambridge University Press, 1965) - existe
edición castellana: Interpretación del cuarto Evangelio (Madrid: Cristiandad,
1978). Pag. 235-236
[3] R. Brown, The Gospel According to
John: Introduction, Translation, and Notes (2 vols.; AB 29, 29A; Garden City,
NY: Doubleday, 1966–1970) - existe edición castellana: El Evangelio según Juan
(2 vols.; Madrid: Cristiandad, 1999). 1:61
[4] C. Keener, The Gospel of John: A
Commentary (2 vols.; Peabody, MA: Hendrickson, 2003–2010); R. Metzner, Das
Verständnis der Sünde im Johannesevangelium (WUNT 122; Tubinga: Mohr Siebeck,
2000)
[5]
L. Morris, The Gospel
According to John (ed. rev.; NICNT; Grand Rapids: Eerdmans, 1995) - existe
edición castellana: El Evangelio según Juan (2 vols.; Terrassa: CLIE, 2005)
Pag. 127
[6]
H. Ridderbos, The Gospel
According to John: A Theological Commentary, trad. J. Vriend (Grand Rapids:
Eerdmans, 1997). Pag. 74-75; R. Metzner, Das Verständnis der Sünde im
Johannesevangelium (WUNT 122; Tubinga: Mohr Siebeck, 2000). Pag. 129
[7] J. Dennis, Jesus’ Death and the
Gathering of True Israel: The Johannine Appropriation of Restoration Theology
in the Light of John 11.47–52 (WUNT 2/257; Tubinga: Mohr Siebeck, 2006)
[8] L. Morris, The Gospel According to
John (ed. rev.; NICNT; Grand Rapids: Eerdmans, 1995) - existe edición
castellana: El Evangelio según Juan (2 vols.; Terrassa: CLIE, 2005) Pag. 129-130
[9] BIBLIOGRAFÍA adicional para el estudio: L. L. Johns, Lamb Christology of the Apocalypse of John: An Investigation into Its Origins and Rhetorical Force (WUNT 2/167; Tubinga: Mohr Siebeck, 2003); A. Lincoln, The Gospel According to St. John (BNTC 4; Peabody, MA: Hendrickson, 2005);; J. Nielsen, Die kognitive Dimension des Kreuzes: Zur Deutung des Todes Jesu im Johannesevangelium (WUNT 2/263; Tubinga: Mohr Siebeck, 2009)
Comentarios
Publicar un comentario
Cada comentario que usted vaya a redactar en este blogs es necesario que sepa antes de, que lo valoramos por su tiempo, pero que así mismo le pedimos que sea lo más respetuoso posible. Podemos diferir sobre algunos puntos, pero eso no nos debe llevar a la falta de respeto el uno con el otro. ¡Muchas gracias!