Preexistencia y eternidad de Jesús | Cristología con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

PRE-EXISTENCIA Y ETERNIDAD DE CRISTO

 

La eternidad Y Deidad de Cristo están inseparablemente ligadas. Quienes niegan su eternidad también niegan su deidad. Si se establece la deidad de Cristo, no hay problema en aceptar su eternidad.

Pruebas directas

Nuevo Testamento. Muchos pasajes del Nuevo Testamento afirman claramente la eternidad de Jesucristo.

(1) Juan 1:1. La palabra “era” en la frase “En el principio era el Verbo” es el griego hen, el tiempo imperfecto que enfatiza la existencia continua en pasado. Entonces la frase podría traducirse “En el principio el Verbo existía continuamente”. El principio de Juan probablemente llega hasta el origen del universo; Juan indica que no importa cuán atrás se vaya, el Verbo ya existía continuamente.[1]

(2) Juan 8:58. Aunque Abraham vivió dos mil años antes de Cristo, Él dijo “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Aunque Jesús nació en Belén, afirmó haber existido antes de Abraham. Vale la pena notar una vez más el tiempo verbal. Antes de que Abraham naciese, Cristo existía continuamente. Por supuesto, la declaración “yo soy” también es una referencia a su divinidad y afirma igualdad con Yahvéh. “Yo soy” hace referencia a Éxodo 3:14, donde Dios se identifica como “YO SOY EL QUE SOY”.[2]

(3) Hebreos 1:8. El escritor de Hebreos comienza una serie de citas veterotestamentarias. El prefacio de tales declaraciones es “más del Hijo dice”; luego las declaraciones siguientes se refieren a Cristo. Por lo tanto, la declaración “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” es una referencia a la eternidad de Cristo.

(4) Colosenses 1:17. Pablo declara: “Y él es antes de todas las cosas”, que enfatiza una vez más la existencia y eternidad de Cristo con el uso del tiempo presente.

Antiguo Testamento.

(1) Miqueas 5:2. Esta declaración enfatiza que “sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. Aunque Jesús nació en Belén (profetizado en este versículo), ése no fue su comienzo; Él ha existido “desde los días de la eternidad”.

(2) Isaías 9:6. Cristo es llamado “Padre Eterno”. No quiere decir que Cristo sea el Padre, porque son dos Personas diferentes en la Trinidad. Quiere decir que Cristo también posee el título de Padre. Tal nombre sugiere su preexistencia y eternidad.

Pruebas indirectas

(1) El origen celestial de Cristo prueba su existencia eterna. Juan 3:13 enfatiza que Cristo “descendió del cielo”. Si Cristo descendió del cielo, Belén no puede ser su principio. Este versículo indica que Él habitaba en el cielo antes de venir a la tierra; por lo tanto, es eterno (cp. Jn. 6:38).

(2) La obra previa a su encarnación prueba su existencia eterna. Juan 1:3 dice que Cristo creó todas las cosas (“todas” es enfático). Si Él creó todas las cosas, es eterno (cp. 1 Co. 8:6).

(3) Los títulos de Cristo prueban su existencia eterna. (a) Yahvéh. En Juan 12:41 el apóstol dice que Isaías vio “su gloria”, una referencia a Cristo en ese contexto. Sin embargo, Juan citó Isaías 6:10, donde la referencia claramente es a Yahvéh (cp. Is. 6:3, 5). Luego Juan hace iguales a Jesús y a Yahvéh, el Señor del Antiguo Testamento; y como Yahvéh es eterno, Jesús es eterno. (b) Adonai. En Mateo 22:44 Cristo cita el Salmo 110:1: “Así dijo el SEÑOR a mi Señor” (NVI), y lo aplica para sí. El término “Señor” es Adonai, uno de los nombres para Dios en el Antiguo Testamento. Si Cristo se llamó Adonai, entonces Él es eterno, porque Dios es eterno.

(4) Las teofanías prueban su existencia eterna. Una teofanía puede definirse así: “Es la segunda Persona de la Trinidad que se aparece en forma humana… Debe considerarse la segunda Persona de la Trinidad a Aquel que entre los tres es llamado SEÑOR, o Yahvéh, en el incidente registrado en Génesis 18”.[3] La identificación de Cristo con las apariciones del Ángel del Señor (la teofanía) se puede demostrar de la siguiente manera: se reconoce la divinidad del Ángel del Señor. Se le llama Dios (Jue. 6:11, 14 [NVI]; nótese que en el versículo 11 es llamado “ángel del SEÑOR”, aunque en el versículo 14 se le llama “SEÑOR”). En otros ejemplos el Ángel del Señor es diferente de Yahvéh porque le habla a Yahvéh (Zac. 1:11; 3:1-2; cp. Gn. 24:7). El Ángel del Señor no podría haber sido el Espíritu o el Padre, porque ninguno de los dos se revela en forma física (cp. Jn. 1:18). El Ángel del Señor no vuelve a aparecer después de la encarnación de Cristo. No hay mención al Ángel del Señor en el Nuevo Testamento; no aparece más después del nacimiento de Cristo.


[1] “Nunca hubo un tiempo en que el Verbo no fuera. Nunca hubo una cosa que no dependiera de Él para existir. El verbo ‘era’ se entiende más naturalmente como la existencia continua del Verbo: ‘el Verbo era continuamente’”. Leon Morris, The Gospel According to John [Evangelio según Juan] (Grand Rapids: Eerdmans, 1971), p. 73. Publicado en español por Clie. Éste es uno de los mejores comentarios sobre Juan.

[2] Ibíd., p. 473. Véanse los útiles comentarios de Morris sobre este versículo que, según su perspectiva, enfatiza la divinidad y eternidad de Cristo.

[3] J. Oliver Buswell Jr., A Systematic Theology of the Christian Religion [Teología sistématica] (Grand Rapids: Zondervan, 1962), p. 1:33. Publicado en español por Logoi.


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