Profecías del A.T cumplidas en Jesús | Cristología con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

PROFECÍAS DE CRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Profecías sobre el linaje de Cristo[1]

Nacimiento virginal. Génesis 3:15 es conocido como el protoevangelio porque es la primera profecía (de buenas nuevas) sobre Cristo. Habría enemistad entre Satanás y el Mesías, identificado aquí como la simiente de la mujer. Esta identificación le pertenece sólo a María, y sugiere el nacimiento virginal; el Mesías nació sólo de la virgen. Mateo 1:16 también lo enfatiza en la frase “de la cual” (gr., hes), un pronombre relativo femenino por el cual se enfatiza el nacimiento de Jesús sin la participación de José.

Línea de Sem. Cuando Génesis 9:26 (NVI) menciona el nombre específico “el SEÑOR, Dios de Sem”, “da a entender la preservación de la verdadera religión entre los descendientes de Sem”.[2] Al final, la línea de Sem llevará bendición al linaje de los otros dos hijos de Noé. Más aún, se usa el nombre mucho más específico “SEÑOR” (Yahvéh), “que se refiere a su revelación e instituciones para redimir al hombre”.[3] El título “Dios de Sem” sugiere también “que Dios tendría una relación completamente particular con la posteridad de Sem, la favorecería con las revelaciones de su voluntad”.

Línea de Abraham. En Génesis 12:2 Dios le hace una promesa a Abraham, “engrandeceré tu nombre”, la cual sugiere que el Mesías vendría de su descendencia y que en él “serán benditas… todas las familias de la tierra”. Según Mateo 1:1 y Gálatas 3:16, esta promesa se cumplió en Cristo (cp. Gn. 13:15).

Línea de Isaac. Por medio de los descendientes de Isaac, Dios estableció su pacto e instituyó sus bendiciones (Gn. 17:19).

Línea de Jacob. La línea de bendición mesiánica se estrecha aún más, pues la bendición fluyó a través de Jacob, no de Ismael (Gn. 25:23; 28:13). Números 24:17 enfatiza que de la descendencia de Jacob saldrá un gobernante (“cetro”) que aplastará al enemigo, un “dominador” (v. 19; cp. Ro. 9:10- 13).

Línea de Judá. Génesis 49:10 afirma que el Mesías (como Rey) vendrá de la tribu de Judá. El Mesías, de la tribu de Judá, poseerá el “cetro”. “El rey sostenía el cetro en su mano cuando hablaba en las asambleas públicas; cuando se sentaba en su trono, lo apoyaba entre sus pies y se inclinaba sobre él”.[4] Este versículo también explica que Judá tendrá el linaje “hasta que venga Siloh”. Siloh tiene varias interpretaciones: como título del Mesías quiere decir “Hombre de descanso”;[5] habla del Mesías como “pacificador, generador de paz”.[6] El Mesías será un hombre de paz (cp. Sal. 72:7; 122:7; Jer. 23:6; Zac. 9:10); la frase “hasta que venga Siloh” podría traducirse “hasta que venga aquel a quien [esto] le pertenece”. “Y a él se congregarán los pueblos” enfatiza que el Mesías regirá las naciones del mundo en el reino milenario.

Línea de David. El Mesías será descendiente de David (2 S. 7:12-16). En esta promesa a David (cp. el v. 16) el Señor indicó que su descendiente (el Mesías) tendría una dinastía eterna (“casa”), regiría (“trono”) sobre el pueblo (“reino”) y su reinado sería “estable eternamente”. El Salmo 89 expande esta promesa.

Profecías sobre el nacimiento de Cristo 

La manera. Isaías 7:14 prometió una señal para el incrédulo rey Acaz. La profecía era que una virgen tendría un hijo cuyo nombre sería Emanuel: Dios con nosotros. Las siete veces que aparece el término “virgen” (heb., almah) “nunca se refiere a una soltera que haya perdido su virginidad…”.[7] El pasaje tiene cumplimiento cercano y lejano: en el futuro inmediato se cumplió con el nacimiento de Maher-salal-hasbaz (Is. 8:3) y en el futuro distante se cumplió con el nacimiento virginal de Jesucristo. Mateo 1:23 proporciona un comentario sobre este versículo.

El lugar. Miqueas 5:2 identifica Belén como el lugar de nacimiento de Cristo, un pueblo pequeño más que insignificante para ser detallado entre los pueblos de Judá (cp. Jos. 15:60), diferente de Belén de Zabulón (Jos. 19:15). Mateo 2:6 hace un comentario sobre este versículo.

Profecías sobre la vida de Cristo 

Su precursor. Isaías 40:3 identifica a Juan el Bautista, el precursor, como aquel que llama al pueblo al arrepentimiento y a la preparación espiritual porque el reino de los cielos se había acercado (Mt. 3:3; Jn. 1:23). Malaquías 3:1 identifica al precursor del Mesías como un mensajero que preparará el camino del Señor. Malaquías 3:1 tiene una idea paralela a Isaías 40:3 (cp. Mt. 11:19; Mr. 1:2-3).

Su misión. Isaías 61:1 promete que Cristo sería ungido en su ministerio por el Espíritu Santo, quien le daría poder para predicar el evangelio a los pobres, liberar a quienes estaban en atadura espiritual y dar vista a los ciegos (Lc. 4:18-19). Isaías 9:1-2 predice que Cristo se identificará con la sociedad despreciada y con los gentiles. Tal cosa se cumplió cuando Cristo se estableció en Nazaret (donde había una guarnición romana) y luego en Capernaum (Mt. 4:15-16).

Su ministerio. Isaías 53:4 dice que Cristo llevaría las enfermedades de las personas, lo cual según Mateo se cumplió en el ministerio terrenal de Cristo cuando curaba a los enfermos (Mt. 8:17). Isaías 35:5-6 e Isaías 61:1-2 se combinan en la respuesta de Jesús a la pregunta de Juan, lo cual indica que en el ministerio terrenal de Cristo se estaban cumpliendo las profecías de Isaías al dar vista a los ciegos, curar a los cojos, limpiar a los leprosos, resucitar a los muertos y predicar las buenas nuevas (Mt. 11:5-6). Isaías 42:2-4 diferencia a Cristo de los fariseos. No será pendenciero ni contencioso; será bueno y compasivo; no aplastará a los débiles ni a los pobres; los consolará. Por esta razón muchos gentiles creerían en Él (Mt. 12:19-21).

Su enseñanza. El Salmo 78:2 predice que Cristo enseñaría con parábolas para revelar verdades ocultas anteriormente (Mt. 13:35).

Su presentación. Zacarías 9:9 predice la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén sobre un animal en perfecto estado (Mt. 21:5). Según el Salmo 118:26 Cristo llegará a la nación como Libertador del pueblo que clama por ayuda y liberación (Mt. 21:9). El Salmo 110:1 dice que Cristo es más grande que David; en Él, David reconoció a su Señor y aquel que al final sometería a sus enemigos (Mt. 22:44).

Su rechazo. El Salmo 118:22 declara que Cristo será rechazado. Cristo, a quien se le compara con la más importante piedra angular que mantiene unido a un edificio, será rechazado por el pueblo judío (Mt. 21:42). Isaías 29:13 dice que el pueblo apoyará a Cristo de boquilla, pero no será obediencia genuina (Mt. 15:8-9).

Zacarías 13:7 declara que los amigos se olvidarían de Cristo en el momento crucial (Mt. 26:31). Al combinar Jeremías 18:1-2; 19:1-15; 32:6-9 y Zacarías 11:12-13, se ve que los profetas del Antiguo Testamento predijeron la entrega de Cristo por treinta monedas de plata (Mt. 27:9-10).

Profecías sobre la muerte de Cristo

Una muerte dolorosa. El Salmo 22 describe los sufrimientos de Cristo. Aquí David utiliza muchas expresiones poéticas para retratar vívidamente cuán intensas serían las agonías del Señor. Tales figuras del lenguaje se hicieron verdades literales cuando Jesús sufrió a manos de sus enemigos.[8] El Salmo 22:1 profetiza el grito de Cristo en la cruz, donde cargaría judicialmente con los pecados del mundo (Mt. 27:46; Mr. 15:34). El versículo 7 describe a los que le veían, los cuales lo ridiculizaban (Mt. 27:39). El versículo 8 profetiza las palabras precisas de quienes lo insultaban (Mt. 27:43). El versículo 16 profetiza cómo perforaron sus manos y sus pies (Jn. 20:25). El versículo 17 indica que ninguno de los huesos de Cristo se quebraría (Jn. 19:33-36). El Salmo 22:18 profetiza que los soldados echarían suertes para la ropa de Cristo (Jn. 19:24). El Salmo 22:24 profetiza la oración de Cristo al Padre sobre su muerte inminente (Mt. 26:39; He. 5:7).

Una muerte violenta. Isaías 52 y 53 también retratan los sufrimientos futuros de Cristo. Isaías 52:14 describe la desfiguración de Cristo como resultado de los azotes (Jn. 19:1).[9] Isaías 53:5 profetiza el azotamiento y la muerte violenta de Cristo (Jn. 19:1, 18). Isaías 53:7 profetiza que el Mesías sería como un cordero: callado y obediente en su camino a la muerte (Jn. 1:29).

Profecías sobre la victoria de Cristo

Su resurrección. En Hechos 2:2-28, Pedro aplica a Cristo la esperanza de David en el Salmo 16:10, con lo cual indica que esos versículos profetizaban la resurrección de Cristo (Hch. 2:24ss). Tal cosa no se cumplió para David, porque éste murió y fue sepultado (Hch. 2:29); más bien, este pasaje habla de la resurrección de Cristo (Hch. 2:31; cp. Hch. 13:35). El Salmo 22:22 se aplica tipológicamente a Cristo en Hebreos 2:12 donde, tras su resurrección, Cristo expresa su alabanza por ella.

Su ascensión. El Salmo 68:18 anticipa el final decretado por Dios para la vida terrenal del Señor (cp. Ef. 4:8).

Profecías sobre el reinado de Cristo

En numerosos capítulos del Antiguo Testamento hay referencias al futuro reinado milenario de Cristo en la tierra. El Salmo 2 describe la instauración de Cristo como Rey en Jerusalén, desde donde gobernará a las naciones del mundo (Sal. 2:6-9). El Salmo 24:7-10 describe la entrada triunfal del Rey a Jerusalén para gobernar. Isaías 9:6-7 describe a Cristo como el Hijo en su gobierno. Isaías 11:1-16 indica que el reinado de Cristo será de justicia (vv. 1-5), pacífico (vv. 6-9), sobre el Israel restaurado y sobre las naciones del mundo (vv. 10-16). Isaías 24:23 profetiza que el reinado de Cristo tendrá lugar en Jerusalén. Isaías 35:1-10 enfatiza las bendiciones de la tierra y la nación restauradas en el reino del Mesías. Daniel 7:13-14 enfatiza que el gobierno de Cristo será sobre todas las personas y naciones. Zacarías 14:9-21 profetiza la destrucción de los enemigos de Israel y el gobierno de Cristo sobre todas las naciones del mundo.


[1] El lector debe consultar E. W. Hengstenberg, Christology of the Old Testament (Reimpresión. Grand Rapids: Kregel, 1970). Esta obra maestra, publicada originalmente en 1847, es un estudio completo de las profecías mesiánicas, desde Génesis hasta Zacarías.

[2] Hengstenberg, Christology of the Old Testament, p. 24.

[3] Hengstenberg, Christology of the Old Testament, p. 24.

[4] C. F. Keil y F. Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament [Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento], 25 vols. (Reimpresión, Grand Rapids: Eerdmans, 1968), pp. 1:393. Publicado en español por CLIE

[5] Keil y Delitzsch, Biblical Commentary [Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento], p. 1:397.

[6] Hengstenberg, Christology of the Old Testament, p. 30.

[7] Gleason L. Archer Jr., Encyclopedia of Bible Difficulties (Grand Rapids: Zondervan, 1982), pp. 266-268.

[8] Allen Ross, “Psalms” en John F. Walvoord y Roy B. Zuck, eds., The Bible Knowledge Commentary (Wheaton: Victor, 1983), p. 809.

[9] Herbert M. Wolf, Interpreting Isaiah (Grand Rapids: Zondervan, 1985), p. 215. Este libro es muy útil para conocer la interpretación premilenaria y la teología de Isaías.


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