Teología del Antiguo Testamento | Serie Teología Bíblica con Feliberto Vásquez Rodríguez
Introducción a la Teología del Antiguo Testamento
El estudio de la Teología
veterotestamentaria es una tarea compleja. Los eruditos del Antiguo Testamento
discrepan en cuanto al enfoque a seguir. La explicación en el apartado
“Teología del Antiguo Testamento y su método” expondrá al lector a varios de
estos enfoques. Sería posible estudiar el Antiguo Testamento partiendo de temas
como Dios, el pecado, la salvación y otros más, pero al hacerlo así se
impondría una limitación: tal estudio sería poco más que una teología
sistemática del Antiguo Testamento. Debido al lapso de tiempo en cuestión, es
más útil tomar las diferentes eras en las que Dios se reveló para estudiar el
Antiguo Testamento. Dentro de ese marco es posible estudiar las doctrinas
principales dentro de cada era (como hace Chester Lehman), cosa útil pero que no
unifica el estudio. También es posible ver un tema común en las diferentes
eras, como hace Kaiser en su valiosa obra. Esto es importante para ver la
unidad de la teología veterotestamentaria.
Parece que es mejor ver
la unidad del Antiguo Testamento como fue desarrollada alrededor del tema del
“reino”. El tema se enfatiza en todo el texto (Ley, Profetas y Escritos). Por
todo el Antiguo Testamento Dios dispensó su reino teocrático a través de
mediadores. Dios señaló a líderes humanos por medio de los cuales reveló su
voluntad y se dio a conocer. La forma final y máxima del reino teocrático de
Dios es el reino milenario gobernado por Jesucristo. Es, en última instancia,
ese reino al cual el Antiguo Testamento anticipa.
A modo de introducción,
pues, la teología del Antiguo Testamento debe mostrar el desarrollo de la
revelación divina; debe hacerlo basándose en el estudio del texto
veterotestamentario y debe unificar el estudio en torno al concepto de “reino”
teocrático.
Historia de la Teología del Antiguo Testamento[1]
Desarrollos tempranos
No hay evidencia de un
estudio organizado de la teología bíblica en el Antiguo o el Nuevo Testamento.
La evidencia más antigua se encuentra en Ireneo (ca. 130-200 d.C.), quien
reconoció la revelación progresiva de Dios. Más tarde, Agustín (354-430 d.C.)
sugirió cinco períodos históricos de la revelación divina. Durante la Reforma,
los temas eran básicamente soteriológicos y, por esta razón, la teología
bíblica como ciencia no se desarrolló en aquella época.
Siglo XIX Los inicios
modernos de la teología bíblica se pueden trazar hasta John Philip Gabler,
quien la describió así: “las ideas religiosas de las Escrituras en cuanto a
hecho histórico, para poder distinguir los diferentes tiempos y temas, y de
este modo diferenciar también las etapas en el desarrollo de tales ideas”.[2]
Sin embargo, Gabler
negaba lo sobrenatural, y el primer trabajo conservador sólo apareció con
Christology of the Old Testament [Cristología del Antiguo Testamento], de E. W.
Hengstenberg (1829-1835). Antes, Georg Lorenz Bauer (1755-1806) publicó la
primera teología veterotestamentaria y la dividió en teología, antropología y
cristología. Después aparecieron muchas obras sobre el tema, entre las que se
cuenta el trabajo monumental de Gustave Friedrich Oehler en 1873-1874.[3]
Historia de las religiones
La escuela de la historia
de las religiones continuó con la tendencia del siglo XIX. Se basó en la teoría
evolutiva de Darwin al aplicarla a la religión. La fe hebrea no era vista como
una religión única sino en relación con otras religiones, porque todas
evolucionaron a partir de una fuente común. Las similitudes entre el
cristianismo, el judaísmo, el budismo y el hinduismo saltaban a la vista. Así,
se evaluaba el Antiguo Testamento en su desarrollo histórico y no como
revelación divina.
De acuerdo con la escuela
de la historia de las religiones, la teología del Antiguo Testamento aceptaba
las teorías de Wellhausen, quien negaba la unidad del Antiguo Testamento pues
relegaba la escritura de libros individuales a varios autores a través de un
período de tiempo.[4]
De este modo, el Antiguo Testamento “se redujo a una colección de materiales
de períodos separados y simplemente consistía en observaciones de los
israelitas sobre muchas religiones paganas diferentes”.[5]
Escuela de la historia de la salvación
Como reacción al enfoque
humanista aplicado a la Biblia apareció la escuela Heilsgeschichte (historia de
la salvación) que buscaba enfatizar la actividad de Dios en la historia. J. C.
K. von Hofmann y otros teólogos examinaron el Antiguo Testamento y notaron el
desarrollo progresivo de la salvación. El énfasis de esta escuela estaba en el
ministerio de Cristo durante su primera venida y en la consumación de ese
ministerio en su segunda venida. Tal escuela tenía fortalezas y debilidades. Su
fortaleza radicaba en el retorno a la revelación divina; su debilidad era el
rechazo de la inspiración de las Escrituras (aceptaban algunas perspectivas
bíblicas de la alta crítica). Dicha escuela tuvo considerable influencia hasta
el siglo XX.
Neo-ortodoxia
Después de la Primera
Guerra Mundial hubo un viraje en la teología del Antiguo Testamento. Las
razones fueron: “(1) la pérdida general de la fe en el naturalismo
evolutivo; (2) la reacción contra la convicción de que la verdad histórica sólo
puede alcanzarse a través de la pura ‘objetividad’ científica o de que tal
objetividad es en efecto alcanzable; y (3) la tendencia de un retorno a la idea
de la revelación en la teología dialéctica (neo-ortodoxa)”.[6]
Las teologías veterotestamentarias escritas a comienzos del siglo XX reflejaban
la reacción contra el humanismo científico, así como la aceptación de la
subjetividad de la neo-ortodoxia. La teología del Antiguo Testamento de Konig
rechazaba la teoría de Wellhausen pero tenía otros defectos; Eissfeldt siguió
el pensamiento de los historicistas al negar la actividad divina, aunque
enfatizó la naturaleza subjetiva de la fe del teólogo al encontrar a Dios.
Eichrodt rechazó la teoría de Eissfeldt aferrándose a la teoría histórica de
Gabler, pero enfatizó también la naturaleza subjetiva del estudio.
Aunque la neo-ortodoxia
llevó en general a una actitud más seria hacia las Escrituras, aún reconocía
muchos aspectos de la alta crítica, incluyendo la negación de la inspiración
verbal plenaria. Adicionalmente, las teologías veterotestamentarias escritas
bajo la influencia neo-ortodoxa enfatizaron el elemento subjetivo (dejando de
lado la objetividad) en su enfoque de las Escrituras.
Conservadurismo
Al comienzo del siglo XX
el Seminario Princeton era el líder en teología conservadora. De su escuela
llegaron algunas de las obras importantes sobre el Antiguo Testamento,
principalmente Biblical Theology [Teología bíblica] de Geerhardus Vos. Otros
hombres de Princeton, como William Henry Green, Robert Dick Wilson y B. B.
Warfield, también hicieron importantes contribuciones. Más recientemente, las
obras de O. T. Allis y E. J. Young, del Seminario Westminster, han aportado
importantes estudios teológicos veterotestamentarios. Charles C. Ryrie, del
Seminario Teológico de Dallas, también ha escrito una notable teología del
Antiguo Testamento, Las bases de la fe premilenial, donde se ve la unidad del
Antiguo Testamento en los pactos incondicionales de Dios con Israel.
Teología del Antiguo Testamento y su método[7]
No hay consenso en cuanto
a la metodología de la teología del Antiguo Testamento. En los dos siglos
pasados se produjo una considerable diversidad en el desarrollo de una teología
del Antiguo Testamento. Los siguientes son algunos de los enfoques que se han
usado.
El método dogmático-didáctico
El término dogmático
relaciona este método con la teología sistemática o dogmática. Sigue la
estructura de Dios-hombre-salvación como la utilizó por primera vez Georg
Lorenz Bauer en 1796 y más recientemente R. C. Denton. Éste declara que “la
afirmación más básica de la religión veterotestamentaria es que Yahvéh es el
Dios de Israel e Israel es el pueblo de Yahvéh”.[8]
El método genético progresivo
Este enfoque señala la
revelación de Dios en eras significativas de la historia veterotestamentaria,
centrada particularmente en los pactos de Dios con Noé, Abraham y Moisés. Tal
es el método empleado por Chester K. Lehman, quien derivó el método de su
maestro, Geerhardus Vos. Lehman declara: “Descubrimos que la línea divisoria
más fundamental en la revelación divina se centra en los diferentes pactos que
hizo Dios con el hombre… Mi plan será considerar individualmente y en orden los
pactos de Dios con Noé, Abraham, Moisés, y a través de Cristo. Toda la
enseñanza que se centre en tales pactos se considerará en relación con los
mismos pactos”.[9]
Eichrodt también sigue este principio básico (aunque se le incluye en la
siguiente categoría). Lehman también reconoce ideas de Gustave Oehler. R. E.
Clements, de la Universidad de Cambridge, también podría considerarse dentro de
esta categoría.[10]
El método del corte transversal
Este método fue
desarrollado por Walther Eichrodt en la década de 1930, al sugerir que el pacto
era el centro del estudio veterotestamentario. Él se apoya en la naturaleza
histórica del Antiguo Testamento y desarrolla su teología al “hacer un corte
transversal a través del proceso histórico, con lo cual deja al descubierto la
estructura interna de la religión”.[11]
A partir del principio del pacto, Eichrodt desarrolla tres categorías
principales —Dios y el pueblo, Dios y el mundo, y Dios y el hombre— para
mostrar el desarrollo del pensamiento y la institución. El teólogo holandés C.
Vriezen sigue una tesis similar cuando establece la comunión como el centro del
estudio veterotestamentario. El énfasis está en la unidad del Antiguo
Testamento. Walter Kaiser Jr. también ve unidad en el Antiguo Testamento centrada
en la promesa, a la cual contribuyó conscientemente todo escritor del Antiguo
Testamento.[12]
El método tópico
John L. McKenzie
desarrolla una teología del Antiguo Testamento sin tener en consideración el
Nuevo Testamento. En contraste con otras teologías del Antiguo Testamento que
intentaban ver una relación entre los dos, McKenzie escribe como si el Nuevo
Testamento no existiera. Concuerda con Harnack o Bultmann, quienes al parecer
declararon que el Antiguo Testamento no es un libro cristiano.[13]McKenzie desarrolla su
teología veterotestamentaria alrededor de la experiencia de Israel con Yahvéh.
Al reconocer que no toda experiencia tiene igual valor, es selectivo cuando
determina qué incluye en su estudio, pero enfatiza que “la totalidad de la
experiencia” es importante.[14] Otras obras que se
ajustan a esta categoría son Basic Theological Structures of the Old Testament
[Estructuras teológicas básicas del Antiguo Testamento] de Georg Fohrer y Old
Testament Theology in Outline [Esbozo de la teología del Antiguo Testamento] de
W. Zimmerli.
El método diacrónico
G. von Rad, quien
escribió una teología del Antiguo Testamento en dos volúmenes, dice que la
teología veterotestamentaria debe “re-narrar” el kerygma o confesión de Israel
del Antiguo Testamento, aquella que la nación de Israel declaró en su contexto
histórico. No obstante, no se refería a la historia factual sino a la
“interpretativa”. La “re-narración” no se daba en declaraciones de fe; “eran
actos por los cuales el pueblo expresaba conciencia de su relación con Dios”.[15] Von Rad no encontró un
tema central en su teología del Antiguo Testamento, pero se conformó con “narrar
lo que dice el Antiguo Testamento acerca de su propio contenido”.[16]
El método de la formación de la tradición
Hartmut Gese desarrolló
una teología del Antiguo Testamento (AT) que “se debe entender esencialmente
como un proceso histórico de desarrollo… No hay ni teología cristiana ni judía
del AT, sino una teología del AT a la cual se llegó por medio de la formación
de la tradición del AT”.[17] Gese vio relación y
unidad entre los dos Testamentos, de forma tal que el Nuevo Testamento “consumó
el AT… lo llevó a su culminación”. La unidad de los Testamentos había de
encontrarse en “el proceso de la tradición” que era común a los dos. El Nuevo
Testamento debía verse como la meta del Antiguo. Desde este punto de vista,
Gese, al igual que von Rad, no vio un tema común o un punto central en el
estudio del Antiguo Testamento. Peter Stuhlmacher, perteneciente también a la
escuela de la formación de la tradición, defendió “el evangelio de la
justificación en Cristo” como punto central.
El método temático-dialéctico
Puesto que W. Brueggemann
ve un punto muerto en la metodología teológica del Antiguo Testamento, ha
propuesto una relación dialéctica y temática, citando las obras de Terrien,
Westermann y Hanson, donde cada uno usa un sistema dialéctico (un proceso de
razonamiento que busca resolver el conflicto entre ideas opuestas). Por
ejemplo, Terrien defiende la realidad de la presencia de Dios como el centro de
la fe bíblica, con todo lo demás sujeto a ella. Tal cosa también proporciona
continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La dialéctica empleada por
Terrien es ética-estética. “El aspecto ‘ético’ de la dialéctica se presenta en
los materiales históricos relativos a los pactos, y el ‘estético’ en los
materiales sapienciales y los salmos”.[18]
El método de la nueva teología bíblica
Brevard Childs ha hecho
un llamado a una “nueva teología bíblica” que vaya más allá del método histórico-crítico
(que exaltaba la razón humana como la última autoridad y trataba la Biblia como
cualquier otro libro) que subyace en la mayoría de teologías
veterotestamentarias. Sugiere abandonar el método histórico-crítico (rechazando
con ello la escuela de la historia de las religiones) y propone como tesis el
canon de la iglesia del Nuevo Testamento. Sugiere que el método normal para
hacer teología del Antiguo Testamento es tratar el texto bíblico en su forma
final.
Teología del Antiguo Testamento canónica y múltiple
Hasel propone algunas
cosas esenciales que se deben incluir en el estudio de la teología
veterotestamentaria. (1) La teología del Antiguo Testamento debe ser una
teología del Antiguo Testamento canónico; es diferente de la historia de Israel
o del concepto de la historia de las religiones. (2) Hasel está en contra de un
centro o concepto clave en la teología del Antiguo Testamento, y más bien aboga
por “proporcionar explicaciones e interpretaciones resumidas de la forma final
de los escritos o bloques de escritos del AT, que permitan la emergencia y
revelen la relación mutua de temas, motivos y conceptos”.[19] (3) Seguir un enfoque
múltiple que permita a los libros individuales y a los bloques de libros
existir lado a lado con sus énfasis variantes. (4) Seguir la secuencia
histórica de la fecha de origen de los libros veterotestamentarios. (5)
Presentar los temas longitudinales del Antiguo Testamento tal como emergen de
las teologías de los libros o grupos de libros. (6) Examinar los diferentes
temas longitudinales para descubrir la relación entre ellos. (7) La teología
del Antiguo Testamento debe verse como parte de un todo mayor, y en relación
con el Nuevo Testamento.
“La promesa” como tema
En la popular y
evangélica teología del Antiguo Testamento de Walter Kaiser se ve la unidad del
Antiguo Testamento alrededor del tema de la promesa. Kaiser desarrolla una teología
veterotestamentaria basada en la exégesis de las Escrituras y para ello usa la
promesa del pacto abrahámico en Génesis 12:1-3, donde Dios aparta un pueblo
especial para Él. Esto se ve en la frase “Yo soy el Señor tu Dios que te sacó
de la tierra de Egipto”, una fórmula mencionada total o parcialmente ciento
veinticinco veces en el Antiguo Testamento.[20] Este tema se desarrolla
en el establecimiento de Israel como el pueblo de Dios en la era mosaica, la
promesa del Mesías en la era davídica y la promesa del reino futuro en la era
profética.
“El designio de Dios” como tema
Otro enfoque evangélico
es reconocer “que el designio de Dios es la clave del contenido del Antiguo
Testamento”.[21]
Martens construye su tesis sobre una exégesis de Éxodo 5:22—6:8, y extrae
cuatro conclusiones básicas que reflejan su teología del Antiguo Testamento:
(1) “El designio inicial de Yahvéh para su pueblo es la liberación”; (2) “El
designio de Yahvéh es formar una comunidad piadosa”; (3) “La intención de
Yahvéh es que haya una relación continua con su pueblo”; (4) “La intención de
Yahvéh para con su pueblo es que disfrute la buena vida”.[22] En cuanto a esta “buena
vida”, Martens indica que Dios le dio a Israel la tierra en que fluye leche y
miel, una tierra placentera que simboliza la vida abundante en comunidad con
Yahvéh bajo condiciones ideales.
Identificación de la Teología del Antiguo Testamento
En una teología del
Antiguo Testamento deben ser evidentes varios elementos. (1) Si se le va a
hacer justicia al texto bíblico, es necesaria la doctrina de la inspiración de
las Escrituras. No puede haber un examen verdadero del texto bíblico si el
hombre se sienta a juzgarlo según el criterio de la razón humana. (2) La
teología del Antiguo Testamento debe hacer partícipe a la exégesis del texto
bíblico, por medio de la aplicación de los principios hermenéuticos apropiados,
permitiendo con ello que el texto hable por sí mismo. Esto produce un estudio
inductivo en lugar de uno deductivo. (3) La teología del Antiguo Testamento se construye
sobre la premisa de la revelación progresiva y, a través de la exégesis,
descubre el progreso de la revelación de Dios en la historia. (4) La teología
del Antiguo Testamento examina las diferentes eras, en particular como las
muestran los pactos que hizo Dios con sus mediadores, para descubrir cómo se ha
revelado Él en la historia bíblica. (5) La teología del Antiguo Testamento debe
discernir una unidad de las Escrituras; la revelación que el Dios de los
testamentos Antiguo y Nuevo ha dado de sí mismo debe reflejar un propósito
supremo y consumador por el cual Él se glorifique. Tal unidad se encuentra en
el concepto del reino.
Es mejor ver la unidad y
el centro o principio temático del Antiguo Testamento en el concepto del reino
de Dios.[23]
Este tema se puede ver
desde el mismo comienzo de Génesis hasta las palabras concluyentes de los
profetas. Las Escrituras indican que Dios da a conocer su voluntad en la tierra
a través de mediadores.[24]
En cualquier punto de la
historia, comenzando por Génesis, Dios rige su reino de mediación en la Tierra
a través de los agentes señalados. Adán fue el primer mediador del reino de
Dios en la Tierra; el Mesías será el mediador final. Desde el mismo comienzo,
era el propósito de Dios para el hombre que este gobernara la creación. El
hombre era el rey de la Tierra.[25] Tras la Caída del hombre,
Dios comenzó a obrar la restauración del reinado del ser humano en el mundo.
Los pactos
incondicionales del Antiguo Testamento son importantes y además apuntan hacia
el reino como el centro o tema de la teología veterotestamentaria.
EL REINO: TEMA UNIFICADOR EN LA TEOLOGÍA DELANTIGUO
TESTAMENTO (Algunas
cosas importantes para resaltar)
En el pacto abrahámico (Gn. 12:1-3) Dios llamó a un hombre a través del cual traería redención y bendición. Bajo el pacto palestino (Dt. 30) a Israel, la descendencia de Abraham, le fue prometida una tierra donde Dios los bendeciría. No obstante, esa bendición se consumaría por medio del Mesías, un descendiente de Abraham y del rey David (2 S. 7:12-16, Mt. 1:1). Más aún, la bendición sería posible a través del pueblo regenerado, como fue prometido en el nuevo pacto (Jer. 31:31-34). Estos cuatro pactos forman el fundamento de la teología del Antiguo Testamento; en ellos se establece que Dios redimirá y bendecirá a su pueblo. La relación y énfasis de estos pactos se puede ver en el siguiente diagrama:
Énfasis de la Teología del Antiguo Testamento
La teología del Antiguo
Testamento se puede resumir bajo el tema central del reino. Desde el comienzo
de la historia y a través de mediadores señalados, Dios administró su reino
mediador en el Antiguo Testamento. No obstante, todas aquellas administraciones
anticipaban el reinado de mediación final: el milenio bajo el gobierno del
Mesías. En particular, las pactos incondicionales veterotestamentarios definen
la naturaleza del futuro reino milenario. Con el pacto abrahámico, Dios comenzó
el trato con un pueblo especial, Israel. Dios les prometió una tierra, una
posteridad de la que provendría el Mesías, y un pueblo sobre el cual Él
reinaría y una bendición espiritual de la que el perdón formaría parte. En el
resto de los escritos del Antiguo Testamento, Dios se encarga de llevar a
Israel a un lugar de bendición espiritual donde sea agente de Dios para
bendecir a las naciones del mundo.
A Israel le fue dado el
pacto condicional mosaico como demostración de la santidad de Dios, su norma
divina. Quienes entraran en comunidad con el Dios santo también debían tener el
estándar divino de la santidad. Tal cosa se lograría a través del perdón
prometido en el nuevo pacto (Jer. 31:31-34). Los libros proféticos añaden
detalles adicionales de cómo se lograría esto. Isaías y Zacarías no sólo
describen al Mesías reinante, también describen al sufriente a través del cual
Dios daría el perdón. Varios libros proféticos detallan cómo será la era
culminante, cuando tras el retorno del Mesías, la nación de Israel se
arrepienta, sea perdonada y la tierra que le fue prometida le sea restaurada
(Dt. 30:1-10). Las naciones del mundo también serán bendecidas. En el programa
de Dios para llevar a Israel y a los gentiles a un lugar de bendición, el
pecado continuo de la raza humana y la gracia de Dios para restaurar a la
humanidad errante son temas continuos del Antiguo Testamento.
Sin embargo, Dios le
promete a David que por medio de un gran hijo suyo se inaugurará su reino
futuro (2 S. 7:12-16). En tan magnífica declaración, Dios le promete a David
que su dinastía, de la cual provendrá el Mesías, nunca terminará y que el
reinado del Mesías será para siempre.
Pero, ¿cuál es el
propósito de todo esto? El libro de Zacarías concluye con un énfasis apropiado:
la santidad de Dios. El propósito de Dios al cortejar a su pueblo para que
vuelva a tener comunión con Él es darle gloria a su propio nombre. Dios es
santo y todo aquel que entre en comunión con Él debe ser santo. El día en que
Dios es adorado en su santidad por un pueblo regenerado y en un mundo
restaurado será en el reino milenario.
[1] Véanse los útiles resúmenes de J.
Barton Payne, The Theology of the Older Testament (Grand Rapids, Zondervan,
1962), pp. 25-43; y Gerhard Hasel, Old Testament Theology, ed. rev. (Grand
Rapids: Eerdmans, 1982), pp. 15-34.
[2] Payne, Theology of the Older Testament,
p. 27.
[3] Véase su concepto de la teología
del Antiguo Testamento en Gustave Friedrich Oehler, Theology of the Old
Testament (Grand Rapids: Zondervan, s.f.), pp. 5-47.
[4] Véase Gleason L. Archer Jr., A
Survey of Old Testament Introduction [Reseña crítica de una introducción al
Antiguo Testamento] (Chicago: Moody, 1964), pp. 73-165, para un excelente
comentario y refutación de esta teoría. Publicado en español por Portavoz.
[5] Hasel, Old Testament Theology, p.
30.
[6] Ibíd., p. 31.
[7] Ibíd., pp. 41-96.
[8] Ibíd., p. 43.
[9] Chester K. Lehman, Biblical
Theology, 2 vols. (Scottdale, Herald, 1971), p. 1:38.
[10] Ronald E. Clements, Old Testament
Theology (Atlanta: Knox, 1978).
[11] Hasel, Old Testament Theology, p.
52.
[12] Walter C. Kaiser Jr., Toward an
Old Testament Theology [Hacia una teología del Antiguo Testamento] (Grand
Rapids: Zondervan, 1978), p. 11. Publicado en español por Vida.
[13] John L. McKenzie, A Theology of
the Old Testament (Garden City, Doubleday, 1974), p. 319.
[14] Ibíd., pp. 31-35.
[15] Kaiser, Toward an Old Testament
Theology [Hacia una teología del Antiguo Testamento], p. 3.
[16] Hasel, Old Testament Theology, pp.
72-73.
[17] Ibíd., pp. 75-76.
[18] Ibíd., pp. 82-83.
[19] Ibíd., p. 93.
[20] Kaiser, Toward an Old Testament
Theology [Hacia una teología del Antiguo Testamento], pp. 12-13.
[21] Elmer A. Martens, God’s Design: A
Focus on Old Testament Theology (Grand Rapids: Baker, 1981), p. 12.
[22] Ibíd., pp. 18-19.
[23] Eugene H. Merrill, “Daniel as a
Contribution to Kingdom Theology”, Essays in Honor of J. Dwight Pentecost,
Stanley D. Toussaint y Charles H. Dyer, eds. (Chicago: Moody, 1986) p. 211.
[24] Alva J. MacClain, The Greatness of
the Kingdom (Chicago: Moody, 1968), pp. 7, 197. Esta obra es muy importante en
el tema del reino de mediación y se debe estudiar cuidadosamente.
[25] Véase Erich Sauer, The King of the
Earth (Grand Rapids: Eerdmans, 1962).
Comentarios
Publicar un comentario
Cada comentario que usted vaya a redactar en este blogs es necesario que sepa antes de, que lo valoramos por su tiempo, pero que así mismo le pedimos que sea lo más respetuoso posible. Podemos diferir sobre algunos puntos, pero eso no nos debe llevar a la falta de respeto el uno con el otro. ¡Muchas gracias!