Teologia de la era Noeica | Serie Teologia Biblica con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

CAINITAS Y SETITAS

El período Noéico es testigo de la degradación y el deterioro de la raza humana. Esta era marca la división entre la línea piadosa de Set y la línea impía de Caín; surgen dos ramas distintas de la humanidad. Se podría caracterizar el período como una descripción del “desarrollo natural de la raza humana… (mientras) la revelación, en lugar de tener aquí un carácter positivo en general, conlleva uno negativo. Se contentaba con otorgar un mínimo de gracia”.[1]

La tendencia decadente de pecado durante el período comienza con el asesinato de Abel a manos de Caín (Gn. 4:1-8). Caín se ofendió cuando Dios reconoció la ofrenda de Abel, quien había llevado una ofrenda mejor porque la entregó por la fe (He. 11:4). El Señor le advirtió a Caín que el pecado estaba “a la puerta” (Gn. 4:7). Keil y Delitzsch describen el pecado como “una bestia salvaje al acecho en la puerta del corazón humano que desea ávidamente devorar su alma (1 P. 5:8)”.[2] Caín mató a su hermano Abel en un acto premeditado y fue desterrado por el Señor (Gn. 4:8-11). La tierra que había recibido la sangre inocente de Abel ahora se resistiría a Caín; con dificultades y trabajo duro extraería el producto de la tierra (Gn. 4:12).

Con el acto asesino de Caín se desarrolló una nueva civilización. Surge la vida en las ciudades (4:16-17), tiene lugar la poligamia (4:19), se desarrollan las artes (4:21), la metalurgia avanza la causa del hombre (4:22), pero la violencia también es evidente (4:23). Parece que en el desarrollo de la civilización el hombre, aparte de Dios, intentó mitigar los efectos de la maldición.[3]

Génesis 5 traza la descendencia de la línea setita aparte de la línea cainita. Los setitas representan la línea piadosa mientras los cainitas representan la impía. El contraste es notorio: el quinto descendiente de Caín es Lamec, el primer polígamo; el quinto descendiente de Set fue Enoc, el primero en caminar con Dios. Más aún, fue la línea setita la que comenzó la adoración a Dios (Gn. 4:26).

EL DILUVIO

Génesis 6 describe la continuación del deterioro de la raza humana, cuando el Señor vio…que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn 6:5), esta perversión de la raza humana dio como resultado el juicio de Dios a través del diluvio. Antes de ese evento, se dice que un hombre llamado Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Gn. 6:8). Este período marca la rebelión manifiesta del hombre contra el reino de Dios y la autoridad constituida.

Como el mediador del reinado de Dios, Noé era el único justo en un mundo pecaminoso (Gn. 6:9-11). Noé era recto con Dios y los hombres: era justo (heb. zedek) ante los hombres e intachable (heb. tamim) ante Dios (6:9).[4] El contraste entre Noé y el mundo es notorio: Noé era justo mientras el mundo era corrupto; Noé caminó con Dios pero el mundo se llenó de violencia.

El pecado demanda juicio y el Señor anunció su justo juicio sobre el pecado (Gn. 6:7, 13); su Espíritu no contendería con el del hombre. El concepto doble de juicio y bendición, tan frecuente en el Antiguo Testamento, se ve de nuevo en Génesis 6:7-8. Aunque Dios prometió juzgar a la humanidad pecadora, también anunció su bendición sobre Noé. El reino mediador de Dios se establecería a través de la línea noéica.

PACTO NOÉICO

El primer acto de Noé después del diluvio fue construir un altar y adorar a Dios (Gn. 8:20). Este es el primer relato del Antiguo Testamento que menciona la adoración a Dios mediante un sacrificio de sangre en un altar. Los holocaustos se revelarían después como ofrendas dedicatorias (Lv. 1:1-7).

Tras haber anunciado con anterioridad su pacto (Gn. 6:18), Dios lo estableció con Noé después del diluvio (Gn 9:9). El pacto noéico establece principios por medio de los cuales el hombre regirá sobre la creación de Dios en la tierra. (1) Dios proveyó para que la raza humana siguiera existiendo (9:1). Al hombre se le ordenó llenar la tierra porque la población se había reducido a ocho personas.

Ya no está presente el mandato de sojuzgar la tierra (cp. Gn. 1:28, 9:1), tal cosa se perdió por el pecado. (2) Los animales empezaron a temer al hombre (9:2), o a despertar instintos que le advertían sobre esta especie y así cuidarse de ellos. (3) Provisión para sostener la vida humana (Gn. 9:3-4). Desde aquí empezamos a ver el mandato explícito de Dios de que el hombre podía comer animales, exceptuando la sangre, esta no debía ingerirse porque representaba la vida (cp. Lv. 17:14). (4) La provisión para proteger la vida humana (Gn. 9:5-6). Como administrador del reino de Dios, Noé debía guardar la santidad de la vida humana. Dios puso valor en la vida humana hasta el punto de que quien matara a otro hombre tendría que perder su propia vida. Dios veía el asesinato como un ataque a Él mismo porque el hombre está hecho a la imagen de Dios. Tal enseñanza es consecuente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Éx. 21:12-24; Lv. 24:17, 21; Nm. 35:29-34; 2 S. 4:9-12; Ro. 13:4). No se podía ejercer la venganza personalmente como un vengador de sangre, sino a través de la autoridad gubernamental constituida.[5] (5) Dios prometió no volver a enviar un diluvio que destruyera a toda la humanidad (Gn. 9:11).

Noé fue el mediador del pacto de Dios con toda la humanidad. También es un pacto incondicional en cuanto a que no hay condiciones ligadas al pacto. Dios señaló que era algo que Él haría (Gn. 6:18; 9:9, 11).

BENDICIÓN DE SEM

Aunque la humanidad sólo estaba compuesta por ocho personas, Dios señaló que una vez más bendeciría a la raza humana. Tal como antes había anunciado la bendición mediante de la simiente de la mujer, ahora anunciaba la bendición futura a través de la línea de Sem (Gn. 9:26), con lo cual estrechaba la línea de mediadores. La declaración “bendito sea el Señor” (NVI) sugiere que la fe verdadera se preservaría entre los descendientes de Sem.[6] Más aún, la declaración revela que los descendientes de Sem están en relación con el Señor. La traducción “Señor”, impresa en letras mayúsculas en algunas versiones del Antiguo Testamento en español, como la Nueva Versión Internacional, corresponde al tetragrámaton YHWH. Antes se pronunciaba Jehová, pero probablemente debería pronunciarse Yahvéh. El nombre es importante porque después pasa a denotar al Señor en su relación de pacto con Israel. Esto se anticipa en Éxodo 6:3. La declaración también sugiere que el Mesías prometido, quien establecería el reino, vendría a través de la línea de Sem.

Los descendientes de Sem se pueden trazar hasta la historia de Israel. Arfaxad (Gn. 10:22) “es el antepasado de los hebreos”.[7] Heber (Gn. 10:24) al parecer es la fuente del nombre hebreo e identifica a Abraham como uno de sus descendientes (Gn. 14:13).[8] A los descendientes de Jafet también se les prometió bendición (Gn. 9:27). El nombre Jafet quiere decir “ser ancho”, lo cual sugiere una expansión sobre un área amplia. En la bendición de Jafet se usa el nombre Elohim; el nombre sugiere a “Dios como creador y gobernador del mundo, porque respeta principalmente las bendiciones terrenales, no las espirituales; aunque Jafet también sería partícipe de tales bendiciones”.[9]

Aunque Dios había juzgado al mundo depravado mediante el diluvio, se anuncia la bendición futura de todos los pueblos. Tal bendición se originaría a través del Dios del pacto, Yahvéh, con el pueblo de su pacto, los descendientes de Sem. Ahora Dios revela que Él administrará el programa de su reino a través de la línea semita, y en el futuro a través de los hebreos.

LA TORRE DE BABEL

Las personas encontraron una llanura para asentarse en la tierra de Sinar (Gn. 11:2). Decidieron construir allí una ciudad “y una torre, cuya cúspide llegue al cielo” (v. 4). Algunos creen que se trataba de un zigurat, una plataforma elevada en la que se llevaba a cabo la adoración.[10] Cuando el Señor vio lo que las personas hacían, confundió su lengua para evitar que siguieran con su construcción. La terminología para describir la acción de Dios es esclarecedora. Son evidentes la trascendencia e inmanencia de Dios (Gn. 11:7). Quien estaba distante desciende para ver qué estaba haciendo la humanidad. La Trinidad también se insinúa en el plural de la declaración: “descendamos, y confundamos”.

El pecado de la humanidad fue: (1) se rebelaron en contra de un mandamiento explícito de Dios (Gn. 9:1); (2) estaban buscando su propia gloria, no la gloria de Dios. Declararon: “Vamos, hagamos ladrillo… Vamos, edifiquémonos una ciudad… hagámonos un nombre” (Gn. 11:3-4); (3) querían hacerse un nombre (Gn. 11:4). Querían construir una torre que les diera honra; (4) querían evitar la dispersión, de modo que construyeron una torre que se constituyera en un punto de reunión.[11] En lugar de construir el reino de Dios, querían construir su propio reino.

Dios logra su propósito por medio de la confusión del lenguaje. Las personas fueron esparcidas y se cumplió su mandamiento de llenar la tierra (Gn. 9:1).

RESUMEN

Dios se reveló a las personas durante el período noéico. (1) Él es un Dios justo, demanda obediencia a sus mandamientos. (2) Dios no pasa por alto el pecado; Él juzga el pecado. (3) Dios es trascendente e inmanente. El Dios que es “absolutamente otro” también es el Dios que se relaciona con la humanidad. (4) Dios recibe la adoración de su pueblo. La primera mención de adoración con un sacrificio de sangre se menciona en esta era. (5) Dios es soberano; su voluntad se cumplirá. (6) Dios bendecirá al pueblo hebreo y finalmente a todas las naciones de la tierra a través de Sem, la línea mesiánica. El reino se anticipó a través de Sem.


[1] Geerhardus Vos, Biblical Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans, 1948), p. 45.

[2] C. F. Keil y F. Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament [Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento], 25 vols. (Reimpresión, Grand Rapids: Eerdmans, 1968), pp. 1:112. Publicado en español por Clie.

[3] Howard F. Vos, Genesis [Génesis] (Chicago: Moody, 1982), pp. 32-33. Publicado en español por Portavoz.

[4] Derek Kidner, Genesis (Downers Grove, InterVarsity, 1967), p. 87.

[5] Así lo entienden prominentes eruditos del Antiguo Testamento: Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament [Comentario al texto hebreo del antiguo Testamento], p. 1:153; Vos, Genesis [Génesis], p. 50; Leupold, Genesis, p. 333 y John Davis, Paradise to Prison (Grand Rapids, Baker, 1975), pp. 127-128.

[6] E. W. Hengstenberg, Christology of the Old Testament (Reimpresión, Grand Rapids: Kregel, 1970), p. 24. Ésta es una obra clásica que sigue las profecías de Cristo en el Antiguo Testamento. El estudiante serio debería consultarla.

[7] Allen Ross, “The Table of Nations in Genesis 10—Its Content”, Bibliotheca Sacra, tomo 138 (enero a marzo de 1981), p. 28.

[8] Vos, Genesis [Génesis], p. 54.

[9] Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament [Comentario al texto hebreo del antiguo Testamento], p. 1:159.

[10] William White y E. M. Baiklock sugieren que la fecha precede al tiempo de los zigurats. Compare “Babel, Tower of”, en The New International Dictionary of Biblical Archaeology, Edward M. Blaiklock y R. K. Harrison, eds. (Grand Rapids, Zondervan, 1983), p. 85.

[11] Vos, Genesis [Génesis], p. 56.


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