La inspiración de las Escrituras | Bibliología con Feliberto Vásquez Rodríguez

 

 


Inspiración de la Biblia

¿Por qué es necesaria la inspiración?

La inspiración es necesaria para preservar la revelación de Dios. Si Dios se ha revelado pero el registro de la revelación no es preciso, entonces esa revelación está sujeta a cuestionamientos. Por lo tanto, la inspiración garantiza la precisión de la revelación.

La inspiración podría definirse como la supervisión que hace el Espíritu Santo de los escritores, de modo que, mientras escribían de acuerdo con sus estilos y personalidades propios, el resultado fuera la Palabra de Dios escrita: autoritativa, confiable y libre de errores en los manuscritos originales. A continuación, se presentan algunas definiciones dadas por evangélicos prominentes.

Benjamin B. Warfield: “Por lo tanto, la inspiración por lo general se define como la influencia supernatural ejercida sobre los sagrados escritores por el Espíritu de Dios, en virtud de lo cual se les dio fiabilidad divina a sus escritos”.[1]

Edward J. Young: “La inspiración es la supervisión de Dios el Espíritu Santo sobre los escritores de la Biblia, como resultado de lo cual estas Escrituras poseen autoridad divina y fiabilidad, y por ello están libres del error”.[2]

Charles C. Ryrie: “La inspiración es... la supervisión de Dios sobre los autores humanos de modo que, al usar sus personalidades individuales, compusieran y registraran sin error la revelación de Dios para el hombre como está consignado en los manuscritos originales”.[3]

Hay varios elementos importantes que forman parte de una definición apropiada de la inspiración:

(1)  el elemento divino: Dios el Espíritu Santo supervisó a los escritores y con ello aseguró la precisión del texto;

(2)  el elemento humano: los autores humanos escribieron de acuerdo con sus estilos y personalidades individuales;

(3)  el resultado de la autoría divina y humana es el registro sin errores de la verdad de Dios;

(4)  la inspiración se extiende a la selección de palabras de los escritores;

(5)  la inspiración está relacionada con los manuscritos originales.

La palabra inspiración en español, en su uso teológico, se deriva de la Biblia Vulgata latina; en ella el verbo inspiro aparece en 2 Timoteo 3:16 y 2 Pedro 1:21. La palabra inspiración se usa para traducir theopneustos, un hapax legomenon (es decir, que aparece una sola vez en el Nuevo Testamento griego), se encuentra en 2 Timoteo 3:16. Theopneustos quiere decir inspirado por Dios, y enfatiza la exhalación de Dios; por lo tanto, espiración sería más adecuado puesto que enfatizaría que las Escrituras son producto de la respiración divina. Las Escrituras no fueron algo a lo que Dios infundió aliento; más bien, son algo que Dios exhaló.

Perspectivas falsas sobre la inspiración

 

Inspiración natural. Esta perspectiva enseña que no hay nada sobrenatural en la inspiración bíblica; los escritores del texto bíblico simplemente eran hombres con una capacidad inusual, y escribieron sus libros de la misma forma en que un individuo escribiría cualquier otro libro.[4] Los escritores fueron hombres con una visión religiosa inusual, que escribieron sobre temas religiosos de la misma forma que Shakespeare o Schiller escribían literatura.

Iluminación espiritual. La perspectiva de la iluminación sugiere que algunos cristianos podían tener visión espiritual que, aunque similar a la de otros cristianos, es de grado mayor. Según esta perspectiva, cualquier cristiano devoto, iluminado por el Espíritu Santo, puede ser autor de las Escrituras inspiradas. Los adherentes de esta perspectiva sugieren que no son los escritos los inspirados, sino los escritores. Schleiermacher lo enseñaba así en la Europa continental, mientras que Coleridge lo hacía en Inglaterra.[5]

Inspiración parcial o dinámica. La teoría de la inspiración parcial enseña que las partes de la Biblia relacionadas con asuntos de la fe y la práctica están inspiradas, mientras que los asuntos relacionados con la historia, ciencia, cronología u otros asuntos no propios de la fe pueden estar errados. Según esta perspectiva, Dios preserva el mensaje de la salvación en medio de otro material que sí puede estar errado. La teoría parcial rechaza la inspiración verbal (que la inspiración se extiende a las palabras de las Escrituras) y la inspiración plenaria (que la inspiración se extiende a la totalidad de las Escrituras). A pesar de sus enseñanzas sobre la presencia de errores en la Biblia, los teóricos parciales enseñan que un medio imperfecto es suficiente guía para la salvación. A. H. Strong era proponente de esta perspectiva.[6]

Pueden formularse preguntas problemáticas a quienes se adhieren a esta perspectiva: ¿Qué partes de la Biblia están inspiradas y qué partes contienen errores? ¿Quién determina qué partes de la Biblia son confiables y qué partes contienen errores? Quienes defienden esta posición difieren entre ellos en sus listas de errores. ¿Cómo puede separarse la doctrina de la historia? Por ejemplo, las narrativas sobre el nacimiento virginal de Jesús contienen tanto historia como doctrina. ¿Cómo puede ser la Biblia confiable en un área mientras tenga errores en otra?

Inspiración conceptual. Esta perspectiva sugiere que sólo los conceptos e ideas de los escritores son inspirados, pero no las palabras. De esta manera, Dios le dio una idea o concepto al escritor, quien luego la escribió en sus propias palabras. Según esta perspectiva, puede haber errores en las Escrituras, porque la elección de las palabras queda a discreción del escritor y no está supervisada por Dios. Sin embargo, en respuesta a ello debe observarse que Jesús (Mt. 5:18) y Pablo (1 Ts. 2:13) afirmaron la inspiración verbal. Pache concluye correctamente: “Sólo por medio de palabras se conciben y transmiten las ideas. Si el pensamiento comunicado al hombre es divino y tiene la naturaleza de una revelación, la forma en la cual se expresa es de suma importancia. Es imposible desasociar la una de la otra”.[7]

Dictado divino. La perspectiva del dictado declara que Dios dictó las palabras de las Escrituras y los hombres las escribieron de manera pasiva; eran simples amanuenses (secretarios) que sólo escribían las palabras que se les mandó poner. Tal afirmación haría la Biblia igual al Corán, que supuestamente fue dictado en árabe desde el cielo. Aunque algunas partes de la Biblia se dieron dictadas (cp. Éx. 20:1, “Habló Dios todas estas palabras”), los libros de la Biblia reflejan un contraste distintivo en estilo y vocabulario, lo cual sugiere que los autores no eran simples autómatas. El estudiante principiante de griego descubrirá rápidamente la diferencia estilística entre los Evangelios de Juan y Lucas. Juan escribía con un estilo simple y un vocabulario limitado, mientras Lucas lo hacía con un estilo más sofisticado. Si la teoría del dictado fuera cierta, el estilo de los libros de la Biblia debería ser uniforme.

Opinión neo-ortodoxa. La perspectiva neo-ortodoxa enfatiza que la Biblia no se puede igualar exactamente con la Palabra de Dios porque Dios no habla en simples proposiciones. Dios no revela simples hechos sobre Él, se revela a Sí mismo. La Biblia no es la sustancia de la Palabra de Dios, sino el testigo de la Palabra de Dios. Llega a ser Palabra de Dios cuando el lector encuentra a Cristo en su propia experiencia subjetiva. Más aún, la Biblia está envuelta en mitos, y es necesario desmitificarla para descubrir lo que ocurrió en realidad. La historicidad de los eventos no es importante. Por ejemplo, para el defensor de la neo-ortodoxia no es importante si Cristo en realidad se levantó de entre los muertos en el tiempo y el espacio. Lo importante es el posible encuentro experimental, aunque la Biblia esté llena de errores factuales. Según esta perspectiva, la autoridad es la experiencia subjetiva del individuo, y no las Escrituras.

El cristiano evangélico responde a tales perspectivas con puntos en contraste. La Biblia es la Palabra de Dios autoritativa y objetiva, independientemente de que la persona responda o no a ella (Jn. 8:47; 12:48). Más aún, no hay criterios objetivos para evaluar qué constituiría un encuentro “legítimo” con Dios. Además, ¿quién sería capaz de distinguir entre la verdad y el mito?

Perspectiva bíblica de la inspiración: Verbal plenaria

 

Perspectiva de Cristo sobre la Biblia.[8] Al determinar la naturaleza de la inspiración bíblica, nada podría ser más significativo que determinar la perspectiva de Cristo sobre las Escrituras. Ciertamente, nadie debe tener una perspectiva más baja de la Biblia que la suya; su punto de vista sobre las Escrituras debe ser determinante y la norma para la perspectiva de los demás. Tal es el argumento fundamental de R. Laird Harris. Al defender la inspiración de las Escrituras no usa 2 Timoteo 3:16 o 2 Pedro 1:21 como argumento principal (aunque reconoce su validez); en lugar de ello, argumenta a partir de la perspectiva de Cristo sobre la Biblia.[9]

(1) Inspiración de todas las Escrituras. Al usar el Antiguo Testamento, Cristo le dio mérito a su inspiración. En Mateo 5:17-18 Cristo afirmó que ni una jota ni una tilde pasarían de la ley hasta que toda se cumpliera. En el versículo 17 se refirió a la ley y los profetas, una frase común para designar a todo el Antiguo Testamento. En esta declaración más fuerte Jesús afirmó que lo allí escrito era inviolable, y con ello afirmó la inspiración de todo el Antiguo Testamento.

En Lucas 24:44 Jesús les recordó a sus discípulos que se tenían que cumplir todas las cosas que sobre Él escribieron en la ley mosaica, los profetas y los Salmos. Los discípulos no habían logrado entender las enseñanzas respecto a su muerte y resurrección en el Antiguo Testamento, pero como éste es inspirado, esos eventos profetizados tenían que cumplirse. Al llamarlo de esta forma triple, Cristo estaba afirmando la inspiración y autoridad de todo el Antiguo Testamento.

Cuando Jesús debatió con los judíos incrédulos sobre su derecho a ser llamado el Hijo de Dios, se refirió al Salmo 82:6 y les recordó que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35). “Quiere decir que a las Escrituras no se les puede quitar su fuerza mostrándolas erradas”.[10] Nótese que Jesús se refirió a un pasaje más bien insignificante del Antiguo Testamento e indicó que las Escrituras no pueden dejarse de lado o anularse.[11]

(2) Inspiración de las partes. Cristo citó el Antiguo Testamento profusa y frecuentemente. Sus argumentos dependían de la integridad del pasaje veterotestamentario que estuviera utilizando. Con este método de argumentación, estaba afirmando la inspiración de los textos o libros individuales del Antiguo Testamento. Unos ejemplos serán suficientes. Cuando Jesús se encontró con Satanás en el momento de la tentación, desechó sus argumentos refiriéndose a Deuteronomio. En Mateo 4:4, 7, 10 Jesús citó Deuteronomio 8:3; 6:13 y 16, con lo cual indicaba que Satanás estaba equivocado y las palabras de Deuteronomio habían de cumplirse. En Mateo 21:42 Jesús citó el Salmo 118:22, donde se enseña que el Mesías sería rechazado. En Mateo 12:18-21 Jesús citó Isaías 42:1-4, con lo cual mostró que su disposición apacible y amable, así como su inclusión de los gentiles, estaban predichas en los escritos proféticos.

Estos son tan sólo unos ejemplos seleccionados que revelan que Cristo cita de varias partes del Antiguo Testamento afirmando así su inspiración y autoridad.

(3) Inspiración de las palabras. Jesús citó Éxodo 3:6 para defender la doctrina de la resurrección ante los saduceos (algo significativo, porque los saduceos sólo se aferraban al Pentateuco). “Yo soy el Dios de Abraham”. En esta respuesta todo el argumento de Jesús dependía de las palabras “Yo soy”. Al parecer, Jesús aportó el verbo que el texto hebreo únicamente insinuaba. De este modo respaldó la versión de la Septuaginta (griega), que incluía el verbo. Muchos contemporáneos del Señor tenían en tan alta consideración esa versión que prácticamente se igualaba a las Escrituras originales.

Al afirmar la resurrección, Jesús les recordó a los saduceos que Éxodo 3:6 decía “Yo soy”. Continuó: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Si las palabras del Antiguo Testamento no eran inspiradas, su argumento no servía; pero si lo eran, su argumento tenía gran peso. De hecho, el argumento de Jesús depende del tiempo presente de la declaración. Como en Éxodo 3:6 estaba escrito “Yo soy...”, la doctrina de la resurrección se podía afirmar; Dios es el Dios de los patriarcas vivos.

En Mateo 22:44 se encuentra un argumento similar donde, debatiendo con los fariseos, Jesús les explicaba que su concepto del Mesías estaba errado. Los fariseos creían que el Mesías sería un redentor político, mas Jesús les mostró, citando el Salmo 110:1, que David, el más grande rey de Israel, vio en el Mesías a alguien mayor que él, y lo llamó Señor. Todo el argumento de Cristo se apoya en la frase “mi Señor”. Al citar el Salmo 110:1 Jesús respaldó su argumento en la inspiración de las palabras precisas “mi Señor”. Si en el Salmo no se leyera exactamente eso, el argumento hubiera sido vano. Un ejemplo adicional está en el uso que Cristo hace del Salmo 82:6 en Juan 10:34, donde todo su argumento se apoya en la palabra “dioses”.

(4) Inspiración de las letras. En varias declaraciones Cristo revela su creencia en que las letras de la Biblia estaban inspiradas. En Mateo 5:18 declaró: “ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. El término “jota” se refiere a la letra hebrea yodh, que parece un apóstrofe (’). La “tilde” hace referencia a la pequeñísima distinción entre dos letras hebreas. Un equivalente sería la distinción entre O y Q. Sólo la “cola” diferencia a las dos letras. Jesús enfatizó que todos los detalles del Antiguo Testamento se cumplirían al pie de la letra.

(5) Inspiración del Nuevo Testamento. En el discurso del aposento alto, Cristo hizo una declaración significativa que parece apuntar al registro preciso y definitivo del Nuevo Testamento. En Juan 14:26 Jesús indicó que el Espíritu Santo les daría a los apóstoles un recuento preciso en tanto escribieran las palabras de las Escrituras, con lo cual se garantizaría su exactitud (véase Jn. 16:12-15). Ello podría explicar por qué Juan, con su edad avanzada, cuando escribió sobre Cristo pudo describir con precisión los detalles de los eventos que tuvieron lugar años anteriores. El Espíritu Santo les dio a Juan y a los otros escritores el relato exacto de los eventos. Por lo tanto, Jesús afirmó no sólo la inspiración del Antiguo sino del Nuevo Testamento.[12]

Una conclusión obvia es el alto concepto que tenía Jesucristo de las Escrituras, pues afirmó la inspiración de todo el Antiguo Testamento (de sus libros, las palabras precisas y las letras usadas) y señaló la inspiración del Nuevo. Con seguridad, quienes sostienen la sola inspiración conceptual u otras variantes, deben reconsiderar la actitud de Jesús hacia las Escrituras. ¿No debería ser la norma su visión de la Biblia? ¿Es legítimo tenerlas en menor consideración de lo que Él las tenía?

Perspectiva de Pablo sobre la Biblia. (1) Inspiración del Antiguo y Nuevo Testamentos. En 1 Timoteo 5:18, Pablo antecedió sus comentarios con “la Escritura dice”. Luego citó Deuteronomio 25:4 y Lucas 10:7; por lo tanto, respaldó el estado de las Escrituras tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Pablo estaba diciendo que el Nuevo Testamento es Palabra de Dios tan inspirada como el Antiguo Testamento.

(2) Inspiración de las palabras. En la declaración paulina clásica de 2 Timoteo 3:16, el apóstol recuerda al lector: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. Como se indicó antes, “inspirada por Dios” es la palabra griega theopneustos, que quiere decir “respirada por Dios”. En efecto, éste es un versículo importante a tener en cuenta en todo el tema de la inspiración y la inerrancia y, propiamente entendido, resuelve el problema.

Deberían observarse varias cosas. Primero, como las Escrituras fueron respiradas por Dios, se enfatiza que Dios es el origen de ellas. Ello es consecuente con los profetas del Antiguo Testamento, quienes recibieron sus mensajes de la boca de Dios, como lo indican sus frecuentes declaraciones “Así dice el Señor”. Es decir, que el mensaje hablado por los profetas era el mensaje que les había dado el Señor (cp. Éx. 4:15; 7:1-2; Jer. 1:9, etc.). Por lo tanto, tal como la palabra dada a los profetas era confiable, las Escrituras, respiradas por Dios, son confiables y precisas porque las dos comunicaciones provienen de la boca de Dios. El énfasis de Pablo está en el origen de las Escrituras: aquello que es respirado por Dios se “produce por el soplo creativo del Todopoderoso”.[13] El hecho de que theopneustos ocurra en voz pasiva, no activa, enfatiza aún más que Dios es el origen de las Escrituras, y no el hombre.[14]

(3) Todas las Escrituras son respiradas por Dios. Young aclara: “Si Pablo quiere decir ‘cada Escritura’, está hablando de varias partes de la Biblia; esto es, considera las Escrituras de manera distribuida. Luego está diciendo que cualquiera que sea la parte de la Biblia que consideremos, está inspirada por Dios. Por otro lado, si quiere decir ‘la totalidad de las Escrituras’, claramente hace referencia a la Biblia como un todo. En cualquier caso dice que cualquier cosa llamada ‘Escritura’ es inspirada por Dios”.[15]

Adicionalmente, a todo lo que Dios respira se le llama Escrituras. Aunque tal designación en el versículo 16 se entiende a veces sólo en referencia al Antiguo Testamento, puede argumentarse que Pablo usaba la designación “Escritura” para las porciones del Nuevo Testamento que ya se habían escrito en ese momento, no sólo para los escritos veterotestamentarios (p. ej., Pablo debe haber considerado canónico el Evangelio de Lucas [1 Timoteo 5:18]); tal vez hasta incluya todo el Nuevo Testamento, con algunos de sus libros aún por escribirse en ese momento.[16]

Pablo concluye que los dos Testamentos fueron respirados por Dios y tuvieron su origen en Dios, no en el hombre. De este modo Pablo afirma su creencia en la inspiración verbal.

Perspectiva de Pedro sobre la Biblia. La enseñanza de Pedro sobre las Escrituras coincide con la de Pablo. En 2 Pedro 1:21, Pedro enfatiza que nada en las Escrituras se produjo como resultado de la voluntad humana; más bien, es producto del poder supervisor del Espíritu Santo. Pedro identifica las Escrituras como “la palabra profética” (v. 19), “profecía de la Escritura” (v. 20) y “profecía” (v. 21); declara que las Escrituras son “algo totalmente confiable”.[17] En el versículo 21 Pedro explica por qué lo son. Pedro, al igual que Pablo, afirma que el origen de las Escrituras está en Dios. Aunque fueron hombres quienes escribieron las palabras, ellos fueron llevados (gr., pheromenoi) por el Espíritu Santo.[18] Por lo tanto, Pedro acepta que cree en la inspiración verbal, pues fue el Espíritu quien guió a los escritores de la Biblia en su selección de las palabras. Podría ilustrarse esta verdad con el caso de una persona que va a un centro comercial. Como tiene prisa por llegar al segundo piso, sube caminando por las escaleras eléctricas. Aunque camine, las escaleras lo llevan y lo dejan en el segundo piso. De forma similar, el Espíritu llevaba a los autores de las Escrituras cuando ellos escribían cada palabra, de acuerdo con su grado de educación y sus estilos distintivos; se aseguraba así la precisión de todo lo escrito.

En 2 Pedro 3:16, Pedro hace referencia a los escritos de Pablo e indica que los falsos maestros los distorsionan como lo hacen con las otras Escrituras. En esta declaración de estilo casi único, Pedro equipara los escritos de Pablo con el Antiguo Testamento.

Conclusión.

La defensa más fuerte de la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras está en el testimonio de Jesucristo. Él testificó sobre la inspiración total de las Escrituras, los diferentes libros del Antiguo Testamento y las palabras puntuales tal como se registraron originalmente. El hecho de que Cristo haya basado sus argumentos en la formulación precisa de las Escrituras da testimonio del alto concepto en que las tenía. Además, Pablo reconoció que todas la Escrituras fueron respiradas por Dios; el hombre fue un instrumento pasivo, guiado por Dios para escribirlas. La declaración de Pedro fue similar y enfatizó que, en su pasividad, los hombres fueron guiados por el Espíritu Santo cuando escribían. El testimonio de cada uno de estos testigos llama la atención sobre la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras.



[1] B. B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible (Filadelfia: Presbyterian and Reformed, 1948), p. 131

[2] Edward J. Young, Thy Word Is Truth (Grand Rapids: Eerdmans, 1957), p. 27.

[3] Charles C. Ryrie, A Survey of Bible Doctrine [Síntesis de la doctrina bíblica] (Chicago: Moody, 1972), p. 38. Publicado en español por Portavoz.

[4] Alan Richardson, Christian Apologetics (Nueva York: Harper, 1948), p. 207. Richardson sugiere que se han escrito libros cristianos inspirados en el mismo sentido de la Biblia desde elsiglo II hasta el XX.

[5] Para una explicación extendida véase A. H. Strong, Systematic Theology (Valley Forge:Judson, 1907), pp. 204-208.

[6] Ibíd., pp. 211-222.

[7] Rene Pache, The Inspiration & Authority of Scripture (Chicago: Moody, 1980), p. 58. Pache continúa diciendo que la perspectiva conceptualsubyacente es la negativa a “dar mérito a la autoridad del texto sagrado” (p. 59).

[8] Véase la perspectiva de Jesús sobre la Biblia en la excelente obra de Robert Lightner, The Saviour and the Scriptures (Filadelfia: Presbyterian & Reformed, 1966), pp. 60-73.

[9] R. Laird Harris, Inspiration and Canonicity of the Bible (Grand Rapids: Zondervan, 1969), pp. 45ss.

[10] Morris, The Gospel According to John [Evangelio según Juan], p. 527.

[11] Véase la excelente explicación de Juan 10:35 en B. B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible (Filadelfia: Presbyterian and Reformed, 1948), pp. 138ss.

[12] Para consideraciones adicionales véanse Robert Lightner, The Saviour and the Scriptures, pp. 60-73 y Charles C. Ryrie, What You Should Know About Inerrancy (Chicago: Moody, 1981), pp. 57-58.

[13] Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible, p. 296.

[14] Véase E. J. Young, Thy Word Is Truth, pp. 20-21, así como B. B. Warfield, The Inspiration and Authority of the Bible, p. 272.

[15] Ibíd., p. 19.

[16] H. Wayne House, “Biblical Inspiration in 2 Timothy 3:16”, Bibliotheca Sacra, tomo 137 (enero a marzo de 1980), pp. 56-57.

[17] William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 2ª ed., F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker, eds. (Chicago: Univ. of Chicago, 1979), p. 138.

[18] E. J. Young declara en Thy Word Is Truth, p. 25: “Se dice que quienes hablaron por Dios lo hicieron llevados por el Espíritu Santo. Esto es, en realidad el Espíritu los levanta, los carga y así ellos hablan. El poder del Espíritu los cargó, los llevó, no su propio poder. Si una persona levanta algo y lo carga, lo hace con su propio poder. No obstante, la carga es absolutamente pasiva. Fue el Espíritu de Dios quien los cargó. Él era el activo y ellos los pasivos. De modo que Él los llevó al objetivo que deseaba”.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

IDIOMA DEL PENTATEUCO | Crítica del Pentateuco con Feliberto Vasquez

Teologia de la apertura de Dios I Teologia propia con Feliberto Vasquez Rodriguez