Crítica textual del Nuevo Testamento | Bibliología con Feliberto Vásquez Rodríguez
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Contenido
Crítica
textual del Nuevo Testamento
Confiabilidad escritural del Nuevo
Testamento
Juan
5:3b-4 El ángel que agita las aguas
Efesios
1:1 Los destinatarios de la carta
Efesios 5:30 Miembros de su carne
y hueso
Apocalipisis
22:19 ¿Arbol de la vida o libro de la vida?
Marcos
16:9-20 ¿Pertenece al original?
Los Padres de la Iglesia y Marcos
16:9-20
¿Dónde se originó esta sección?
Marcos 16:9-20 y los demás
evangelios
¿Por qué el evangelio de Marcos
termina tan abruptamente?
Juan
7:53-811 Una historia real añadida
Crítica textual del Nuevo Testamento
La ciencia de la crítica
textual analiza y compara antiguos manuscritos bíblicos para determinar los
contenidos de los escritos originales. Antes de la invención de la imprenta
alrededor del año 1450, los manuscritos bíblicos se copiaban totalmente a mano,
y estos a veces contenían errores de los escribas. Pero a través del cuidadoso
proceso de análisis textual, tales errores y embellecimientos pueden
identificarse y corregirse al comparar el manuscrito en cuestión con otros
manuscritos más antiguos. Puesto que muchos manuscritos del Nuevo Testamento
han sobrevivido, los eruditos bíblicos pueden determinar el texto original con
un grado sumamente alto de exactitud.[1] Tal erudición textual
ofrece a los creyentes de hoy día gran confianza en la integridad de sus
biblias, porque no solo identifica lo que fue original al texto, sino que
también pone al descubierto errores o alteraciones.[2]
Confiabilidad escritural del Nuevo Testamento
Antes de analizar cualquiera
de los pasajes disputados por los críticos, es necesario considerar la
confiabilidad del texto bíblico y por qué la presencia de variaciones en
algunos manuscritos bíblicos no constituye una amenaza a la autoridad,
confiabilidad e infalibilidad de las Escrituras. Ningún libro antiguo se ha
preservado mejor a través de los siglos que la Biblia. A modo de comparación,
pensemos en las Historias de Heródoto, de las que han sobrevivido ocho
manuscritos, el más antiguo fechado aproximadamente mil trescientos años
después del original. De Las Guerras de las Galias, de César, se han
descubierto tan solo diez copias manuscritas, la más antigua de las cuales está
a mil años de separación de su autor. Asimismo, solo existen ocho manuscritos
sobrevivientes de la Historia de la guerra del Peloponeso, de Tucídides, todos
ellos fechados más de trece siglos después del original. Muchos ejemplos
similares pueden darse, desde los escritos de Aristóteles hasta Tácito, pero el
planteamiento sigue siendo el mismo: Cuando se trata de la preservación de
manuscritos antiguos, ningún otro texto se acerca a los escritos de las
Escrituras. En las palabras del renombrado erudito F. F. Bruce, “No existe
un cuerpo de literatura antigua en el mundo que cuente con tan gran cantidad de
buen testimonio textual como el Nuevo Testamento”.[3]
La segunda obra mejor
atestiguada de la antigüedad es la Ilíada de Homero, de la que se han
encontrado 643 ejemplares sobrevivientes. Pero incluso la evidencia de los
manuscritos de la Ilíada está muy por debajo de la de la Biblia. Los
manuscritos griegos antiguos del Nuevo Testamento se calculan en más de cinco
mil, que van desde pequeños fragmentos de papiro hasta códices completos que
contienen todos los veintisiete libros. Algunos de esos manuscritos están solo
a una distancia de veinticinco a cincuenta años de los escritos originales.
Cuando se incluyen traducciones antiguas (como latín y etíope), la cantidad de
manuscritos se multiplica a casi veinticinco mil. Otros testimonios vienen de
los padres de la iglesia antes de Nicea, cuyos escritos contienen cerca de
treinta y dos mil citas o alusiones al texto del Nuevo Testamento.[4] En su soberana
providencia, el Espíritu de Dios preservó gran cantidad de testimonios antiguos
del texto bíblico para que después de dos mil años los creyentes puedan estar
seguros de la fidelidad de sus ejemplares de las Escrituras.
Juan 5:3b-4 El ángel que agita las aguas
En
cuando a la última parte del versículo 3, los MSS. más
antiguos y mejores omiten lo que añade aquí el Textus Receptus, «que esperaban el movimiento del agua» (ekdechomenon tën tou
hudatos kinësin), una adición
Occidental y Siria para arrojar luz sobre la palabra tarachthëi (se agita) en el versículo Juan 5:7.
El
versículo 4 completo no figura en los MSS. más antiguos y mejores,
como Alef, B, C, D, W, 33, Vetus Siríaca, versiones coptas, Vulgata Latina. Es
indudablemente un añadido, como la cláusula en el versículo Juan 5:3, para clarificar la afirmación en el
versículo Juan 5:7. Tertuliano es el
más
antiguo escritor en hacer mención de este versículo. Los judíos explicaban las
terapéuticas de esta fuente intermitente por el ministerio de los ángeles. Pero
la periodicidad de tales visitas angélicas hace que sea difícil de creer. Es un
alivio para muchos saber que este versículo es falso.[5]
Efesios 1:1 Los destinatarios de la carta
En Éfeso (en Ephesöi). En Alef y B estas palabras han sido insertadas
por manos posteriores, aunque ambos MSS. dan el título Pros Ephesious. Orígenes explica las palabras tois hagiois tois ousin como significando «los santos que son» (santos
genuinos), mostrando que su MS. carecía de las palabras en Ephesöi. La explicación de la inserción de estas
palabras se ha dado ya en las observaciones acerca de los «Destinatarios», como
debida a la transmisión de la copia preservada en Éfeso. Es perfectamente justo
llamarla Epístola a los Efesios si comprendemos lo sucedido.[6]
Efesios 5:30 Miembros de su carne y hueso
De su carne y de sus huesos (ek tës sarkos autou kai ek tön
osteön autou). Estas palabras se encuentran en el Textus
Receptus (Versión
Reina-Valera) apoyado por D, G, L, P, cursivos, Siríaca, etc., aunque está
ausente en Alef, A, B, 17, Bohaírico. Ciertamente no genuino.[7]
Apocalipisis 22:19 ¿Arbol de la vida o libro de la vida?
ἀπὸ τοῦ ξύλου En lugar de ἀπὸ τοῦ ξύλου, Textus Receptus (al que sigue RV) dice ἀπὸ βίβλου, lectura que no se encuentra en ningún manuscrito
griego. El error se originó cuando Erasmo, que necesitaba suplir los últimos
seis versículos del Apocalipsis (los cuales faltaban en el único manuscrito
griego del Apocalipsis que él pudo consultar), los tradujo de la Vulgata latina
al griego (véase p. 8* supra). La corrupción de "árbol" por
"libro" había ocurrido ya en la transmisión del texto latino, cuando
por descuido un escriba, en vez de copiar correctamente la palabra ligno ("árbol"), escribió libro (que es lo mismo en latín y en español).[8]
Marcos 16:9-20 ¿Pertenece al original?
Uno de los pasajes que
más debates acalorados ha generado en el círculo de la crítica textual, es sin
dudas Marcos 16:9-20. Esta sección final del Evangelio de Marcos es llamado “el
final largo”, y que la mayoría de los críticos están de acuerdo que este no se
encuentra en los manuscritos antiguos más confiables, lo cual ha causado mucha
consternación que algunos consideran innecesaria. Estudiantes cuidadosos que
han hecho un estudio serio de la transmisión del texto bíblico prácticamente
están todos de acuerdo en que los versículos 9-20 son una anotación al margen,
una adición posterior de un escriba anexada al texto original inspirado. En
realidad, esos últimos doce versículos muestran las características de un
intento por cubrir una imperfección percibida. Esa sección no encaja en el estilo
y la estructura del resto de Marcos.
Y sin embargo, sin esos
versículos de cierre el Evangelio de Marcos parece concluir temprano y a toda
prisa, con la descripción que hace Marcos de la huida temerosa de los
discípulos de la tumba vacía. El ángel en la tumba es el único que incluso
menciona la resurrección (v. 6). Y las palabras últimas del versículo 8
informan que los discípulos “ni decían nada a nadie, porque tenían miedo”. Sin
los versículos 9-20, el final de Marcos parece abrupto e incompleto. Sabemos
que no es el final de la historia. ¿Por qué habría Marcos de detenerse allí?
Es una pregunta que aún
sigue retumbando en los círculos académicos, pero de lo que todos están de
acuerdo es que la evidencia externa (de los manuscritos griegos, las primeras
versiones y los padres de la iglesia) y la evidencia interna (del pasaje mismo)
ponen su autenticidad en duda, razón por la cual las modernas traducciones
castellanas ponen estos versículos entre corchetes. En cuanto a la evidencia
externa, los manuscritos más antiguos y más importantes del Nuevo Testamento no
contienen esta sección. Por ejemplo, los famosos códices Sinaítico y Vaticano
del siglo IV concluyen el Evangelio de Marcos en 16:8. Al resumir la evidencia
externa, William Lane explica:
Al testimonio de los dos
pergaminos más antiguos, el Códice Vaticano (B) y el Códice Sinaítico (א(, podría
añadírsele las minúsculas 304 y 2386. La ausencia de los versículos 16:9-20 en
el ms. [manuscrito] Latino Antiguo k, en el Siríaco Sinaítico, en varios mss.
[manuscritos] armenios, en los mss. georgianos Adysh y Opiza y en una cantidad
de mss. etíopes proporciona una amplia gama de apoyo a la originalidad del
final abrupto… Además, una cantidad de mss. que sí los contienen poseen
escolios [notas al margen] que indican que no los tienen las copias griegas más
antiguas (p. ej. 1, 20, 22, 137, 138, 1110, 1215, 1216, 1217, 1221, 1582),
mientras que en otros testimonios la sección final está marcada con asteriscos
u otras marcas, los signos convencionales usados por los escribas para marcar
un agregado espurio a un texto literario. La evidencia no permite otra
suposición que la de que desde el principio Marcos circuló con el final abrupto
en 16:8.[9]
Además, algunos
manuscritos contienen un final diferente, conocido como el “final más corto”. El
hecho de que varios posibles finales para el Evangelio de Marcos circularan en
los primeros siglos de la historia de la iglesia arroja más dudas sobre la
autenticidad del final más largo.
Los Padres de la Iglesia y Marcos 16:9-20
Evidencia de los padres
de la iglesia también pesa en contra de la autenticidad del final más largo. El
historiador de la iglesia Eusebio de Cesarea (aprox. 265-340), junto con el
traductor bíblico Jerónimo (aprox. 347-420), explican que casi todos los
manuscritos griegos disponibles en su época omitieron los versículos 9-20.
Aunque algunos de los padres de la iglesia (como Ireneo y Taciano) muestran una
familiaridad con el final más largo, otros (tales como Clemente de Alejandría,
Orígenes y Cipriano) parecen no ser conscientes de su existencia.
Evidencia interna del texto
Con relación a la
evidencia interna del pasaje en sí, varios factores arrojan más dudas sobre su
autenticidad como parte del evangelio original de Marcos. Primero, la
transición entre el versículo 8 y el versículo 9 es torpe y desarticulada. La
conjunción pues (de la palabra griega de) sugiere continuidad con la narración
precedente, pero el enfoque del versículo 9 cambia abruptamente a María
Magdalena en lugar de seguir con un debate de las mujeres a la que se refiere
el versículo 8. Además, sería extraño para Marcos esperar hasta el final de su
relato para presentar a María Magdalena, como si fuera la primera vez
(observando que ella fue la mujer de quien Jesús había echado siete demonios)
cuando ya la había mencionado tres veces en el contexto anterior (Mr. 15:40,
47, 16:1). Una similar falta de ilación se relaciona con Pedro, quien se
destaca en el versículo 7 pero que no se lo vuelve a mencionar en los
versículos 9-20. El “final más corto” (que circuló como una alternativa al
final más largo, y que a veces se combinaron) intenta rectificar tales
incongruencias resaltando tanto a Pedro como a las otras mujeres. Declara: “Ellas
refirieron brevemente a los compañeros de Pedro lo que se les había anunciado.
Luego, el mismo Jesús hizo que ellos llevaran desde oriente hasta poniente el
mensaje sagrado e incorruptible de la salvación eterna”. Pero este final
más corto tiene evidencia aún más débil para apoyarlo que el final más largo.
Además, según observa un comentarista, “se lee como un intento inicial de
ordenar cabos sueltos; la última cláusula en particular no parece pertenecer a
Marcos en su expresión”[10]
Segundo, el vocabulario,
el estilo y la estructura del final más largo no es coherente con el resto del
Evangelio de Marcos. Hay dieciocho palabras en esta sección que no se usan en
ninguna parte de Marcos. Por ejemplo, el título “el Señor” que se usa aquí (v.
19) no se utiliza en ninguna otra parte del relato de Marcos.[11] Las diferencias obvias en
estos versículos del resto de la narración de Marcos han llevado a la mayoría
de estudiosos a concordar con la conclusión de C. E. B. Cranfield, quien
escribe: “El estilo y vocabulario evidentemente no son de Marcos”.[12]
Tercero, la inclusión de
señales apostólicas no encaja en la forma en que los otros tres evangelios
concluyen sus relatos de la resurrección y la ascensión de Jesucristo. Aunque
muchas de las señales mencionadas en esta sección igualan porciones del libro
de los Hechos (cp. Hch. 2:4; 9:17; 10:46; 28:8), es evidente que algunas no
tienen apoyo bíblico, tales como tomar en las manos serpientes venenosas
(aunque tal vez basándose vagamente en la experiencia de Pablo en Hch. 28:3-5)
o beber cosa mortífera.[13]
La evidencia externa e
interna demuestra de manera conclusiva que los versículos 9-20 no fueron
originalmente parte del relato inspirado de Marcos. Aunque por lo general
resumen verdades enseñadas en otras partes del Nuevo Testamento, siempre
deberían evaluarse a la luz del resto de las Escrituras. Ninguna doctrina o
práctica debería establecerse en base solamente a estos versículos. Los
predicadores de los Apalaches que manipulan serpientes proporcionan un
excelente ejemplo de los errores que pueden surgir al aceptar estos versículos
como autorizados.
Sin embargo, saber que
Marcos 16:9-20 no es original debería dar a los creyentes más confianza en la
exactitud del Nuevo Testamento, no menos. Como ya se indicó, la ciencia del
análisis textual hace posible que eruditos bíblicos identifiquen los pocos
pasajes que no eran parte del original. Tales sitios se marcan claramente en
las traducciones modernas, haciendo fácil para los estudiantes de la Biblia identificarlos.
En consecuencia, los creyentes pueden abordar el resto del texto con la
garantía establecida de que la Biblia que tienen en las manos refleja
exactamente el original.
La realidad de que estos
versículos no fueron parte del Evangelio de Marcos original hace surgir al
menos dos preguntas que deben responderse. Primera: ya que Marcos no escribió
esta sección, ¿quién la escribió? Y segunda: si la narración de Marcos termina
en 16:8, ¿por qué concluyó su evangelio de manera tan abrupta?
¿Dónde se originó esta sección?
Puesto que la narración
de Marcos concluye de golpe en 16:8, y debido a que no incluye la historia
posterior a la resurrección que se encuentra en los otros tres evangelios,
algunos de los primeros cristianos al parecer sintieron que estaba incompleto.
En consecuencia, en algún momento en la primera mitad del siglo II el contenido
de los versículos 9-20 se añadió para dar al relato de Marcos una conclusión
más plenamente desarrollada. En las palabras de un comentarista:
Casi todos los estudiosos
creen que los versículos 9-20 comenzaron a añadirse en algún momento del siglo II
o más tarde por parte de escribas que trataron de hacer que Marcos se pareciera
más a los otros evangelios. Con el paso del tiempo esos versículos se convirtieron
en el final de Marcos en la gran masa de manuscritos griegos, y se consideraron
popularmente como una parte genuina del Evangelio. Sin embargo, los más
antiguos y mejores manuscritos griegos no contienen estos versículos, y el
testimonio de los “padres” iniciales de la iglesia (en los primeros cuatro
siglos) indica que estos versículos eran conocidos solo en algunas copias de
Marcos y no se les consideraba originales en el libro.[14]
Marcos 16:9-20 y los demás evangelios
Nadie sabe qué escriba o
escribas fueron los que añadieron los versículos 9-20. Pero es obvio de dónde
obtuvieron su material. Un estudio del final más largo evidencia que la mayor
parte de su contenido fue resumido o tomado prestado de otros lugares en el
Nuevo Testamento, como demuestra la siguiente comparación versículo por
versículo:
(Marcos 16:9-10)
Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana,
apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y
llorando.
(Juan 20:1) El primer día
de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y
vio quitada la piedra del sepulcro.
(Lucas 8:2) María, que se
llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios.
(Juan 20:17-18) Jesús le
dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos,
y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue
entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había
visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
(Marcos 16:11) Ellos,
cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
(Lucas 24:10-11) Eran
María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas,
quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Mas a ellos les parecían locura
las palabras de ellas, y no las creían.
(Marcos 16:12-13) Pero
después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al
campo. Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron.
(Lucas 24:13-35) Y he
aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a
sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas
que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús
mismo se acercó, y caminaba con ellos… Entonces les fueron abiertos los ojos, y
le reconocieron; mas él se desapareció de su vista… Y levantándose en la misma
hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que
estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha
aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido
en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
(Marcos 16:14) Finalmente
se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó
su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le
habían visto resucitado.
(Lucas 24:36-40) Mientras
ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo:
Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían
espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro
corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy;
palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
(Marcos 16:15) Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
(Mateo 28:19-20) Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo.
(Marcos 16:16) El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
(Juan 3:18) El que en él
cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios (cp. v. 36).
(Marcos 16:17) Y estas
señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán
nuevas lenguas.
(Hechos 2:43) Y sobrevino
temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los
apóstoles (cp. 4:30; 5:12; 2 Co. 12:12).
(Hechos 16:18) Y esto lo
hacía por muchos días; más desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al
espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en
aquella misma hora.
(Hechos 2:4) Y fueron
todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según
el Espíritu les daba que hablasen.
(Marcos 16:18) tomarán en
las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
(Hechos 28:3-5) Entonces,
habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora,
huyendo del calor, se le prendió en la mano… Pero él, sacudiendo la víbora en
el fuego, ningún daño padeció.
(Marcos 16:19-20) Y el
Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la
diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el
Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían.
(Lucas 24:51-53) Y
aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al
cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios (cp. Hechos 1:9).
(hebreos 1:3) habiendo
efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a
la diestra de la Majestad en las alturas (cp. Hechos 2:33; 5:31; 7:55).
(hebreos 2:3-4) ¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual,
habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los
que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y
diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.
El resultado en Marcos
16:9-20 es un mosaico conciso extraído de varios textos del Nuevo Testamento
(especialmente los otros evangelios y Hechos). Según se demostró antes, el
contenido del final más largo por lo general refleja verdades bíblicas, con las
notables excepciones de la manipulación de serpientes y la bebida de veneno (v.
18), que no tiene precedentes bíblicos. También hay que destacar que el
versículo 16 no enseña la necesidad del bautismo para salvación, ya que la
segunda mitad del versículo clarifica que la condenación es por incredulidad,
no por no bautizarse. Más allá de esos puntos de clarificación, no se justifica
una exposición de estos versículos, ya que no son originales al relato
inspirado de Marcos. A pesar de que reflejan tradiciones de la historia de la iglesia
primitiva, no son parte de la infalible y autorizada Palabra de Dios.
¿Por qué el evangelio de Marcos termina tan abruptamente?
Aunque la mayoría de
estudiosos están de acuerdo en que los versículos 9-20 no son originales del
Evangelio de Marcos, difieren en si Marcos pretendió que su narración terminara
con el versículo 8. Aquellos que creen que el evangelista escribió más allá del
versículo 8 insisten en que su final original se perdió y sigue perdido. Pero
esa afirmación es totalmente especulativa, ya que ninguna evidencia histórica
sugiere que alguna vez existiera tal final. Un mejor enfoque es ver al
versículo 8 como el verdadero final del Evangelio de Marcos. Después de todo,
es el final que en su providencia soberana el Espíritu Santo eligió preservar
para que posteriores generaciones de cristianos lo leyeran. Por tanto, sin
importar las intenciones del autor humano, el plan de Dios era claramente
terminar el evangelio con el versículo 8: Y ellas se fueron huyendo del
sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie,
porque tenían miedo. El trauma dramático de lo que las mujeres experimentaron
es captado por Marcos con cuatro descripciones. Primera, ellas tuvieron temblor
(de la palabra griega tromos), que significa que estaban físicamente
estremeciéndose en respuesta a la noticia del ángel (cp. vv. 6-7). Segunda, se
llenaron de espanto (del término griego ekstasis, del que se deriva la palabra
castellana “éxtasis”). Tercera, se quedaron atónitas en silencio, y no decían
nada a nadie. Por último, tuvieron miedo (una forma del verbo griego phobeō,
del que proviene la palabra castellana “fobia”). Abrumadas por la impactante y
maravillosa realidad de la resurrección, la tumba vacía dejó a las mujeres
temblorosas y mudas. Esto tuvo el mismo efecto en Marcos. Qué oportuno que el
final fuera tan dramático y poderoso que ni las mujeres ni el narrador pudieron
hablar. El final de Marcos es repentino pero no incompleto. La tumba estaba
vacía, el anuncio angelical explicó que Jesús había resucitado, y varios
testigos confirmaron esos acontecimientos. El propósito del Evangelio de Marcos
era demostrar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (1:1). Tras referirse
ampliamente a ese punto, ya no se necesitaban pruebas. Para el final de la
narración de Marcos, la declaración del centurión parado ante la cruz resuena
en la mente de cualquier lector sincero:
“Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios” (15:39). En realidad, el repentino final de Marcos es
congruente con la abrupta naturaleza del inicio, en que se salta el nacimiento
de Cristo y comienza directamente con el ministerio de Juan el Bautista. Esto
también se ajusta al estilo entrecortado y al repetido uso de la expresión “y
luego” para hacer avanzar rápidamente la narración (cp. 1:10, 12, 18, 20, 21,
28, 29, 30, 42, 43; 2:8, 12; 3:6; 4:5, 15, 16, 17, 29; 5:2, 29, 30, 42; 6:25,
27, 45, 50, 54; 7:25; 8:10; 9:15, 20, 24; 10:52; 11:2, 3; 14:43, 45, 72; 15:1).
El versículo 8 concluye con una nota sorprendente, con las palabras porque
tenían miedo. Las mujeres no tenían temor por su seguridad. Al contrario,
estaban experimentando asombro confuso mezclado con profunda alegría (cp. Mt.
28:8) ante la idea del Salvador resucitado. Entonces el Evangelio de Marcos
termina con una nota de asombro, temor y admiración acerca del Señor
Jesucristo. Ese mismo tema impregna su relato del evangelio (cp. James H.
Brooks, Mark, New American Commentary [Nashville: Broadman, 1991], p. 274). En
1:22, como respuesta a la instrucción de Jesús, las multitudes “se admiraban de
su doctrina”. Después que Él echara fuera un espíritu inmundo, “todos se
asombraron” (1:27). Cuando curó a un paralítico, todos aquellos que
presenciaron el milagro “se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca
hemos visto tal cosa” (2:12). Sus discípulos “temieron con gran temor” (4:41)
después que Jesús calmara instantáneamente una tormenta en el mar de Galilea.
Cuando los residentes de Gadara observaron el comportamiento tranquilo del
hombre a quien el Señor liberara de una legión de demonios, “tuvieron miedo”
(5:15). La mujer que fue curada de su hemorragia de doce años se postró delante
del Señor, “temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho”
(5:33). Jairo y su esposa, después de presenciar la resurrección de su hija,
“se espantaron grandemente” por Jesús (5:42). Después que Él caminara sobre el
agua y calmara la tormenta, los discípulos en la barca “se asombraron en gran
manera, y se maravillaban” por lo que el Señor había hecho (6:51). En la transfiguración,
Pedro, Jacobo y Juan “estaban espantados” (9:6). La multitud “se asombró” por
la presencia del Señor (9:15); sus discípulos “tenían miedo de preguntarle”
acerca del sufrimiento que Jesús había profetizado (9:32); ellos “se
asombraron” cuando el Señor confrontó al joven rico (10:24); y cuando hicieron
su viaje final a Jerusalén, “Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le
seguían con miedo” (10:32). Aun los enemigos de Jesús se asombraron de Él,
incluso los principales sacerdotes y los escribas (11:18; 12:17) y Pilato, el
gobernador romano (15:5). Después de todas esas referencias, no es una sorpresa
que las mujeres experimentaran igualmente “temor” y “espanto” cuando
descubrieron la tumba vacía (16:5) y oyeron la sorprendente noticia de la resurrección
de Jesús (16:8). A lo largo de su evangelio, Marcos resaltó de forma
consistente eventos clave en la vida del Señor Jesús haciendo hincapié en el
asombro que evocaba en los corazones y en las mentes de los demás. Marcos
simplemente pasa de un punto de asombro acerca de Cristo al siguiente. Por eso
la narración termina donde debería acabar. Culmina con asombro y perplejidad
ante la resurrección del Salvador crucificado (cp. Jn. 20:31). Al hacerlo así
deja al lector en una posición de asombro, reverencia y adoración, centrada en
el glorioso tema del evangelio: el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios.[15]
Juan 7:53-811 Una historia real añadida
Se
deben considerar dos líneas de evidencia para determinar si estaba en el
manuscrito original inspirado: el testimonio interno (del pasaje en cuestión) y
el externo (del texto griego, las primeras versiones y los padres de la
Iglesia).
Testimonio interno
El
pasaje contiene varios indicadores internos que dejan dudas sobre su
autenticidad. La ubicación en este lugar interrumpe el flujo de pensamiento en
esta sección. En 7:37-52, Jesús se refirió a uno de los rituales asociados con
la fiesta de los tabernáculos: la ceremonia de verter agua. En 8:12 el Señor
hizo alusión al segundo gran ritual asociado con la fiesta: la ceremonia de las
lámparas encendidas. La afirmación de Jesús sobre ser la luz del mundo sigue
lógicamente después de afirmar ser la fuente de agua viva en 7:37-52 (las
palabras “otra vez” en el versículo 12 también implican continuidad entre
7:37-52 y 8:12-21). La afirmación de ser la luz del mundo también puede ser una
alusión a Isaías 9:1-2 (cp. Mt. 4:12-16) y así ser una respuesta indirecta a la
acotación despectiva de los fariseos en el versículo 52, que “de Galilea
nunca se ha levantado profeta”. Interponer el relato de la mujer adúltera
oscurece la reprensión del Señor a la falsa afirmación de los fariseos.[16]
Como
la historia no parece encajar aquí, algunos manuscritos la insertan en otras
partes. Aunque la mayoría la ubica después de Juan 7:52, algunos la localizan
después de 7:36; 7:44, 21:25 e incluso después de Lucas 21:38. Como lo anota
James R. White: “Semejante forma de mover el texto es evidencia firme de su
origen tardío y del intento de los escribas por encontrar un lugar donde
‘encajara’”.[17]
D. A. Carson añade: “La diversidad de las ubicaciones confirma la falta de
autenticidad de los versículos”.[18]
El
vocabulario y estilo de la historia ofrece más evidencia a favor de que Juan no
lo escribió.[19]
Por ejemplo, los escribas y fariseos (8:3), por lo general juntos en los
Evangelios sinópticos (Mt. 5:20; 12:38; 15:1; 23:2, 13-15, 23, 25, 27, 29; Mr.
2:16; 7:1, 5; Lc. 5:21, 30; 6:7; 11:53; 15:2), no aparecen juntos en ninguna
otra parte del Evangelio de Juan. El pasaje también sugiere que Jesús pasó la
noche en el Monte de los Olivos (8:1-2). Sin embargo, los Evangelios sinópticos
registran que esto solo ocurrió durante la semana de la pasión (Lc. 21:37; cp. 22:39),
seis meses después de este momento (por supuesto, es posible que Jesús pasara
noches en el Monte de los Olivos en visitas anteriores a Jerusalén no
registradas por los Evangelios sinópticos). Y aunque los Evangelios sinópticos
se refieren al Monte de los Olivos (Mt. 21:1; 24:3; 26:30; Mr. 11:1; 13:3;
14:26; Lc. 19:29, 37; 21:37; 22:39), Juan no lo hace (excepto en este pasaje).
Evidencia externa
La
evidencia externa también deja dudas sobre la autenticidad de estos versículos.
Los manuscritos más antiguos y confiables, entre varias tradiciones textuales,
los omiten. Otros que sí los incluyen, los señalan para indicar que había
preguntas relativas a su autenticidad. Muchas de las versiones antiguas más
importantes (traducciones de la Biblia en otros idiomas) también omiten esta
sección. Ninguno de los padres de la Iglesia —ni siquiera los que estudiaron
Juan versículo a versículo—comentaron este pasaje. El primero en hacerlo fue
Euthymius Zigabenus en el siglo XII, y aun así reconoció que los manuscritos
más precisos no lo contenían.
Algunos
(Agustín, el más notable de ellos) han especulado que los escribas celosos
hasta el extremo podrían haber quitado el pasaje de los manuscritos porque
temían que fuera demasiado permisivo con el adulterio. Pero esta sería la única
instancia en que los escribas borran tan gran extensión textual con base en
argumentos morales.[20] Si esa fue la razón por
la cual se borró la sección, ¿por qué borraron los escribas 7:53—8:2? Esos tres
versículos no tienen nada que ver con el adulterio y sí estarían relacionados
con 8:12. ¿Y por qué borrar este pasaje pero dejar en el texto de Juan la
historia de la mujer samaritana? Ella también era culpable de inmoralidad
sexual (4:17-18) y la reprensión que Jesús le hizo fue más suave y menos
directa que la de la mujer adúltera (cp. 8:11).
Entonces
este pasaje muy probablemente no fue parte del texto original del Evangelio de
Juan. Aun así, “más allá de toda duda es un fragmento auténtico de la
tradición apostólica”[21]
que describe un acontecimiento histórico real de la vida de Cristo. No contiene
enseñanzas que contradigan al resto de las Escrituras. Describe a Jesucristo
como el Salvador amoroso, sabio y perdonador, coherente con la imagen bíblica
de Jesucristo. Tampoco es la clase de historia que la Iglesia primitiva habría
inventado sobre Él. “Ningún monje asceta [la mayoría de los escribas y
copistas de los primeros manuscritos eran monjes] se habría inventado una
historia que cierra con solo una reprensión blanda de parte de Jesús”.[22]
Probablemente,
el relato es historia real, parte de una tradición oral que circuló en partes
de la Iglesia occidental (la mayor parte del respaldo temprano a favor de su
autenticidad viene de los manuscritos y versiones occidentales; de padres de la
Iglesia en Occidente como Jerónimo, Ambrosio y Agustín). A la larga, quedó
escrito y se abrió camino en los manuscritos posteriores.[23]
La coma Joánica
Uno de los versículos de la Biblia que ha sido fuertemente utilizado en contra de la fe cristiana para atacarla desde diferentes frentes es 1 Juan 5:7-8. Este versículo es utilizado por ateos para decir que la Biblia ha sido manipulada por los hombres de poder para controlar y embrutecer las masas; Por otro lado, el movimiento judaizante de nuestros días toma el versículo para decirnos que el cristianismo ha tergiversado las Escrituras Hebreas introduciendo conceptos griegos como la Trinidad y muchos otros, utilizando versículos que no son parte de los escritos originales.
Esto le otorga una justificación para que al citarles pasajes que
no vayan en armonía con su postura, decir que también pertenece a el grupo de
pasajes espurios de las Escrituras.
¿Hasta qué punto es esto cierto? ¿Es necesario 1 Juan 5:7-8 para la doctrina de
la Trinidad? Si lo eliminamos ¿Malogra esto dicha doctrina? Respondamos esta y
otras preguntas en el análisis de los versículos.
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y
el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio
en la tierra (1 Juan 5:7-8)
ὅτι τρεῖς εἰσιν οἱ μαρτυροῦντες, en töi ouranöi ho patër, ho logos kai to
hagion pneuma kai houtoi hoi treis hen eisin kai treis eisin hoi marturountes
en tëi gëi
Estos dos versículos han sido nombrados por los eruditos como la coma Joánica o
juanina. En los manuscritos más antiguos y confiables sólo aparece la
frase Porque tres son los que dan testimonio ὅτι τρεῖς εἰσιν
οἱ μαρτυροῦντες, el resto fue trasladado desde la vulgata latina por Erasmo de
Róterdam, en la tercera edición de su texto.
La sospechas sobre su autenticidad vienen del por qué si este texto fue escrito por el Apóstol Juan en el Siglo I no se utilizó nunca como prueba devastadora por tertuliano, Agustín y otros que se vieron envuelto en la controversia sobre la Trinidad, con una evidencia tan convincente resulta imposible imaginar que se pasara por alto.
Según el profesor Daniel B. Wallace, del Seminario de Teología de
Dallas:
Aparentemente la glosa surgió cuando se entendió que el pasaje original se
refería simbólicamente a la Trinidad (por la mención de los tres que dan
testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre), una interpretación que al
principio podría haber sido escrita como una nota marginal, pero que más tarde
fue incorporada al texto.[24]
El renombrado erudito Bruce M. Metzger resume la abrumadora evidencia en contra
de la autenticidad de este texto:
El pasaje no aparece en ningún manuscrito griego conocido excepto en ocho
[todos los cuales datan de la Edad Media], y estos contienen el pasaje en lo
que parece ser una traducción de reseña de la Vulgata Latina. Cuatro de los
ocho manuscritos contienen el pasaje como una variante de lectura escrita
al margen en calidad de una adición posterior al documento.
El pasaje no lo cita ninguno de los padres griegos, quienes de haberlo conocido
sin duda lo hubieran empleado en las controversias trinitarias (sabeliana y
arriana). Su primera aparición en el griego es en una versión griega de
la Sentencia (latín) del Concilio de Letrán en 1215.
El pasaje está ausente en los manuscritos de todas las versiones antiguas… a
excepción del latín; y no se encuentra (a) en el latín antiguo en su forma
original… o en la Vulgata (b) ni en los elaborados por Jerónimo… o (c) ni en
los revisados por Alcuino [en el siglo IX].
El primer ejemplo de que el pasaje se cita como parte del texto actual de la
epístola se encuentra en un tratado del latín del siglo IV titulado Liber
Apologeticus… atribuido ya sea al hereje español Prisciliano (muerto aprox. en
el 385) o a su seguidor Obispo Instancio… En el siglo V la glosa fue citada por
los padres latinos en el norte de África e Italia como parte del texto de la
epístola, y desde el siglo VI en adelante se encuentra cada vez con mayor
frecuencia en manuscritos de la Antigua Latina y la Vulgata.[25]
También F. F. Bruce relata cómo este pasaje fue a parar a las biblias inglesas:
Cuando Desiderio Erasmo [el erudito humanista cristiano holandés y
contemporáneo de Lutero] preparó su edición impresa del Testamento Griego, con
toda la razón dejó fuera esas palabras, pero fue atacado por personas que
creyeron que el pasaje era un valioso texto de prueba para la doctrina de la
Trinidad. Erasmo contestó (más bien incautamente) que si le pudieran presentar
algún manuscrito griego que contuviera las palabras, él las incluiría en su
próxima edición. Por desgracia se difundió un manuscrito griego de no más de
unos veinte años de antigüedad en que aparecían las palabras, que se habían
traducido del latín al griego. Por supuesto, el hecho de que el único
manuscrito griego que exhibía las palabras perteneciera al siglo XVI era en sí un
argumento en contra de su autenticidad; sin embargo, Erasmo había dado su
palabra, así que en la edición de 1522 incluyó el pasaje.
Del Nuevo Testamento griego de Erasmo el pasaje fue a parar al Textus
Receptus, el texto griego usado por los traductores Casiodoro de Reina y
Cipriano de Valera. El hecho de que este pasaje no forme parte de los textos
inspirados no afecta a la doctrina bíblica de la Trinidad, la cual no se apoya
en esta inserción espuria.[26]
Genealogías Mateo 1 y Lucas 3[27]
Una
comparación de las genealogías en Mateo y Lucas revela marcadas diferencias.
Algunas reflejan los distintos propósitos de los escritores. Mateo puso su
genealogía al principio de su evangelio, donde encaja cronológicamente con la
vida de Cristo. Sin embargo, Lucas insertó la genealogía de Cristo más tarde en
el contexto de sus credenciales mesiánicas. No hay mujeres en la genealogía de
Lucas, mientras que Mateo incluye a cinco (enumerando a María). La genealogía
de Lucas va del presente al pasado; la de Mateo va del pasado al presente. Así
la genealogía de Mateo empieza con Abraham y se mueve hacia adelante en el
tiempo, mientras que la de Lucas comienza con Jesús y se mueve hacia atrás en
el tiempo hasta Adán. La genealogía de Mateo empieza con Abraham, mientras
(cronológicamente) el primer nombre en la de Lucas es Adán. Los distintos
puntos de inicio en sus genealogías reflejan los diferentes propósitos de los
dos escritores de los evangelios. Mateo escribió principalmente para el pueblo
judío, por lo que era natural que comenzara con Abraham, el padre de la nación
de Israel. El enfoque de Lucas era más universal. Le interesaba presentar a
Jesús como el Hijo del hombre, y demostrar su solidaridad con toda la especie
humana. Por tanto, remontó la genealogía de Cristo hasta Adán. El énfasis de
Mateo en José (Mt. 1:16, 18, 19, 20, 24; 2:13, 14, 19-21) y el de Lucas en
María (Lc. 1:27, 30-56; 2:5, 16, 19, 34) en los primeros capítulos de sus
evangelios también refleja sus estrategias complementarias.
Por
eso la genealogía de Lucas, más larga que la de Mateo, contiene setenta y siete
nombres en oposición a los cuarenta y dos en la de Mateo. Ninguna de esas
genealogías buscó ser exhaustiva, sino que más bien ambas están comprimidas o
abreviadas. La genealogía de Mateo contiene tres grupos de catorce nombres, lo
cual evidentemente se hizo para hacer más fácil la memorización. (Se debe
observar que el término “engendró” en la genealogía de Mateo no necesariamente
denota una relación padre-hijo; se puede usar en el sentido más general de
“antepasado”. Véase por ejemplo Mt. 1:5; varias generaciones debieron haber
transcurrido entre Salmón, el esposo de Rahab, que vivió durante la conquista
de Israel de la tierra prometida bajo el liderazgo de Josué, y Booz, que vivió
mucho después durante el período de los jueces. Obsérvese también el v. 1 donde
se hace referencia a Jesús como el hijo [es decir, descendiente] de David y
Abraham). La genealogía de Lucas también se salta generaciones. El término
repetido hijo no aparece en el texto griego; en cada par de nombres del primer
nombre individual se dice simplemente que es descendiente en algún sentido del
segundo (cp. también v. 38; es obvio que Adán no era el hijo de Dios en un
sentido físico).
Otras
diferencias son más importantes. Lucas identifica al abuelo de Jesús como Elí,
mientras que Mateo lo llama Jacob. Lucas traza la ascendencia de Jesús a través
de Natán hijo de David, mientras que Mateo la traza a través de Salomón. Por
último, aunque los nombres de Abraham y David son idénticos en ambas
genealogías (excepto que Mateo se salta a Aram), todos menos dos de los nombres
desde David hasta José son diferentes. Se han propuesto dos posibles
explicaciones para tales diferencias.
Algunos
sostienen que ambas genealogías son de José, y hacen notar que el nombre de
María no aparece en la genealogía de Lucas y que los judíos rastreaban la
ascendencia a través de la genealogía del padre, no a través de la de la madre
(pero, como Leon Morris señala, “no tenemos información en cuanto a cómo se
calculaba una genealogía en que no había padre humano. El caso es único”.[28] Ellos explican los
distintos abuelos de Jesús (Elí en Lucas y Jacob en Mateo), así como los
diferentes nombres desde David hasta José, alegando el principio del matrimonio
levirato (Gn. 38:8; Dt. 25:5-7; Rt. 4:10). Según este punto de vista, Elí y
Jacob eran medio hermanos, que tenían la misma madre pero diferentes padres.
Uno de los dos murió sin hijos, y el hermano sobreviviente se casó con la
viuda. Eso haría a José el hijo biológico del hermano sobreviviente, y el hijo
legal del fallecido.
Aunque
plausible, ese punto de vista se basa en gran medida en una conjetura
totalmente indemostrable (que Elí y Jacob fueron medio hermanos, y que se llevó
a cabo un matrimonio levirato). Una explicación mucho mejor es que Mateo
registra la genealogía de José, y que Lucas registra la de María (Lucas omitió
el nombre de ella en deferencia a la costumbre judía). Los dos nombres
distintos dados para el abuelo de Jesús en realidad se refieren a dos hombres
distintos, el padre de José y el padre de María. Las diferencias en los nombres
desde David hasta José también se pueden esperar, ya que las genealogías son de
dos personas distintas. María trazó su ascendencia a través de Natán, mientras
José trazó la suya a través de Salomón. Este punto de vista también es
coherente con los propósitos de los dos escritores, según se indicó antes. El
deseo de Mateo de probar el derecho legal de Jesús al trono de David lo llevó a
incluir la genealogía de José. Lucas se dirigió a un público más amplio y
mayormente gentil y, por tanto, ofreció la descendencia real y física a través
de María. Por último, este punto de vista explica cómo Jesús pudo legítimamente
ser rey de Israel a pesar de ser descendiente de Jeconías (Mt. 1:11). Jesús era
el descendiente legal, pero no físico, de Jeconías a través de José. Aquello
evitó la maldición que el Señor pronunció sobre Jeconías de que ninguno de sus
descendientes alguna vez sería rey (Jer. 22:24-30).[29]
Las
genealogías en Mateo y Lucas establecen sin lugar a dudas que Jesús fue
descendiente de David. Ni siquiera sus acérrimos enemigos entre los líderes
judíos negaron eso. Sin duda habrían rechazado de plano sus afirmaciones
mesiánicas si Él no lo hubiera sido, y hubieran acallado a las multitudes que
con entusiasmo gritaban en la entrada triunfal: “¡Hosanna al Hijo de David!”
(Mt. 21:9). Pero los registros genealógicos, que sin duda ellos revisaron con
mucho cuidado, proveyeron prueba irrefutable de la descendencia davídica de
Jesús.
[1] Archibald T. Roberston, An
Introduction to the Textual Criticism of the New Testament [Nashville:
Broadman, 1925], p. 22
[2] Comentario Macarthur al Nuevo
Testamento Marcos, pag. 673-674
[3] F. F. Bruce, The Books and the
Parchments [Old Tappan, NJ: Revell, 1963], p. 178
[4] Josh McDowell, Nueva evidencia que
demanda un veredicto [El Paso Tx.: Mundo Hispano, 2004], pp. 54-63
[5] Comentario al texto griego del
Nuevo Testamento, A.T Robertson, Pag. 213-214
[6] Comentario al texto griego del
Nuevo Testamento, A.T Robertson, Pag.501
[7] Comentario al texto griego del
Nuevo Testamento, A.T Robertson, Pag. 509
[8] Comentario textual al Nuevo
Testamento Griego, Bruce M. Metzger (En la nota correspondiente al versículo)
[9] William L. Lane, The Gospel
According to Mark, The New International Commentary on the New Testament [Grand
Rapids: Eerdmans, 1974], p. 601. Véase también R. T. France, The Gospel of
Mark, The New International Greek Testament Commentary [Grand Rapids: Eerdmans,
2002], pp. 685-86
[10] R. Alan Cole, The Gospel According
to Mark [Grand Rapids: Eerdmans, 1989], p. 334
[11] James R. Edwards, The Gospel
According to Mark, Pillar New Testament Commentary [Grand Rapids: Eerdmans,
2002], pp. 498-99
[12] The Gospel According to Saint Mark
[Nueva York: Cambridge University Press, 1972], p. 472
[13] Walter W. Wessel y Mark L. Strauss,
“Mark”, en The Expositor’s Bible Commentary, ed. Tremper Longman III and David
E. Garland [Grand Rapids: Zondervan, 2010], IX:988
[14] Larry W. Hurtado, Mark,
Understanding the Bible Commentary [Grand Rapids: Baker, 2011], pp. 287-88
[15]
Comentario Macarthur al Nuevo Testamento, Marcos,
Pag. 672-682
[16] Philip Comfort, “The pericope of
the Adulteress” [El pasaje de la adúltera], The Bible Translator 40 [enero de
1989], pp. 145-147
[17] The King James Only Controversy [La
controversia sobre usar solo la versión King James] [Minneapolis: Bethany
House, 1995], p. 262
[18] D. A. Carson, The Gospel According
to John [El Evangelio según Juan], The Pillar New Testament Commentary [El
comentario pilar del Nuevo Testamento] [Grand Rapids: Eerdmans, 1991], p. 333
[19] Carson, Juan, p. 34; Leon Morris,
El Evangelio según Juan [Barcelona: Clie, 2005], p. 883, n. 3 del original en
inglés; B. F. Westcott, The Gospel According to St. John [El Evangelio según
San Juan] [Reimpresión; Grand Rapids: Eerdmans, 1978], p. 142
[20] Bruce M. Metzger, A Textual
Commentary on the Greek New Testament [Comentario textual sobre el Nuevo
Testamento griego] [Nueva York: United Bible Societies, 1975], p. 221
[21] Wescott, Juan, p. 125
[22] Bruce M. Metzger, The Text of the
New Testament [El texto del Nuevo Testamento] [Nueva York: Oxford, 1982], p.
223
[23] Comentario Macarthur del Nuevo
Testamento, Pag. 319-321
[24] Wallace, bible.org «The comma johanneum
and Cyprian»
[25] A Textual Commentary on the Greek New
Testament, segunda edición [Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 2002], pp.
647-48)
[26] History of the Bible in English [Nueva York: Oxford University Press, 1978], pp. 141-42; Véase Comentario Macarthur del N.T 1 Pedro a Judas
[27] La información completa que se
expone aquí es extraída del Comentario Macarthur al Nuevo Testamento Lucas, Pag.
237-239
[28] The Gospel According to St. Luke,
The Tyndale New Testament Commentaries (Grand Rapids: Eerdmans, 1975), p. 100
[29] Para más evidencia de que Lucas
presenta la genealogía de María, véase Robert L. Thomas y Stanley N. Gundry, A
Harmony of the Gospels [Chicago: Moody, 1978], apéndice 9
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