Bibliología -05- Evidencia bibliográfica del Antiguo Testamento

 


Introducción

En el caso del A. T. no tenemos la abundancia de autoridad manuscrita próxima como en el caso del N. T. Hasta el descubrimiento reciente de los Rollos del Mar Muerto, el manuscrito hebreo existente más antiguo era de alrededor de 900 D. C. Esto significaba un período de tiempo intermedio de 1.300 años (el A. T. hebreo fue completado alrededor de 400 A. C). A primera vista pudiera parecer que el A. T. no es más digno de confianza que otro tipo de literatura antigua.

Con el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, se ha hallado un número de manuscritos del A. T. que los eruditos afirman ser anteriores al tiempo de Cristo.

Cuando se conocen los hechos y se comparan, hay una abundancia abrumadora de razones por las cuales podemos creer que los manuscritos que poseemos son dignos de confianza. Veremos, como lo ha declarado Sir Frederic Kenyon, que "el cristiano puede tomar la Biblia en su mano y decir sin temor o vacilación que tiene en ella la verdadera Palabra de Dios, transmitida sin pérdida esencial de generación en generación, a través de los siglos.”[1]

Primero, con el fin de ver la singularidad de la Escritura en su confiabilidad, uno necesita examinar el cuidado extremo con que los copistas transcribieron los manuscritos del A. T.

Los Talmudista (100-500 D. C.)

Durante este período se empleó mucho tiempo en catalogar la ley civil y canónica hebrea. Los talmudistas tenían un sistema bastante intrincado para la transcripción de los rollos de la sinagoga. Samuel Davidson en el Hebrew Text of the Old Testament, 2a. ed., p. 89, según es citado en A Dictionary of the Bible, James Hastings, IV, 949.[2]

Samuel Davidson describe algunas de las disciplinas de los talmudistas en lo referente a las Escrituras. Estas minuciosas prescripciones (voy a utilizar la numeración incorporada por Geisler y Nix) son como siguen: “[1] Un rollo de la sinagoga debe estar escrito sobre las pieles de animales limpios, [2] preparadas para el uso particular de la sinagoga por un judío. [3] Estas deben estar unidas mediante tiras sacadas de animales limpios. [4] Cada piel debe contener un cierto número de columnas, igual a través de todo el códice. [5] La longitud de cada columna no debe ser menor un 48 ni valor de 60 líneas; y el ancho debe consistir de treinta letras. [6] La copia entera debe ser rayada con anticipación; y si se describen tres palabras sin una línea, no tiene valor. [7] La tinta debe ser negra, ni roja, verde, ni de ningún otro color, y debe ser preparada de acuerdo a una receta definida. [8] Una copia auténtica debe ser el modelo, de la cual el transcriptor no debiera desviarse en lo más mínimo. [9] Ninguna palabra o letra, ni aún una jota, debe escribirse de memoria, sin que el escriba haya mirado al códice que está frente a él . . . [10] Entre cada consonante debe intervenir el espacio de un pelo o de un hilo; [11] Entre cada nueva parashah, o sección, debe haber el espacio de nueve consonantes; [12] entre cada libro, tres líneas. [13] El quinto libro de Moisés debe terminar exactamente con una línea; aun cuando no rige la misma exigencia para el resto. [14] Además de esto, el copista debe sentarse con vestimenta judía completa, [15] lavar su cuerpo entero, [16] no comenzar a escribir el nombre de Dios con una pluma que acaba de untarse en tinta, [17] y si un rey le dirigiera la palabra mientras está escribiendo ese nombre, no debe prestarle atención."

Davidson añade que "Los rollos en los cuales no se observan estas reglas son condenados a ser sepultados en la tierra o a ser quemados; o se les excluye a las escuelas, para que se les use como libros de lectura."

¿Por qué no contamos con manuscritos más antiguos? La misma ausencia de manuscritos antiguos, cuando se toman en cuenta las reglas y precisión de los copistas, confirma la confiabilidad de las copias que tenemos en la actualidad.

Los talmudistas estaban tan convencidos que cuando terminaban transcribiendo un manuscrito tenían un duplicado exacto, que le daban a la copia nueva igual autoridad.

Frederic Kenyon en Our Bible and The Ancient Manuscripts habla con mayor extensión sobre lo anterior y la destrucción de las copias más antiguas: "El mismo cuidado extremo que se daba a la transcripción de los manuscritos se halla también en el fondo de la desaparición de las copias más antiguas. Cuando un manuscrito había sido copiado con la exactitud prescrita por el Talmud, y había sido debidamente verificado, la copia era aceptada como auténtica y considerada como de igual valor con cualquier otra copia. Si todas eran exactamente correctas, la edad no significaba ventaja para un manuscrito; al contrario, la edad era una positiva desventaja, puesto que con el paso del tiempo un manuscrito estaba expuesto a sufrir mutilaciones o deterioro. Una copia deteriorada o imperfecta era condenada de una vez como inadecuada para ser usada.

"En cada sinagoga había una 'Gheniza,' o armario de madera, en el cual se colocaban los manuscritos desechados por defectuosos; y de estos receptáculos se han recobrado algunos de los más antiguos manuscritos existentes en la actualidad. De este modo, lejos de considerar una copia más antigua de las Escrituras como más valiosa, el hábito judío ha sido preferir la más nueva, por ser más perfecta y libre de perjuicios. Las copias más antiguas, una vez consignadas a la 'Gheniza,' naturalmente perecían, ya por descuido o por ser quemadas deliberadamente cuando la 'Gheniza' se llenaba demasiado.

"Por tanto, no debiera sorprendernos ni inquietarnos la ausencia de copias muy antiguas de la Biblia hebrea. Si, a las causas ya enumeradas, añadimos las repetidas persecuciones (que involucraban muchas veces la destrucción de la propiedad) a que han estado sujetos los judíos, existe otra buena razón para la desaparición de los manuscritos más antiguos, y los que restan deben ser aceptados en el sentido en que preservan aquello que únicamente profesan preservar — es decir, el texto masorético."[3]

"La reverencia por las Escrituras y la consideración por la pureza de su texto sagrado no se originaron después de la caída de jerusalén."[4] Uno puede retroceder hasta Esdras 7:6, 10 en donde se dice que Esdras era un 'escriba diligente."

Él era un profesional, experto en la Escritura.

El período Masorético (500-900 D. C.)

Los masoretas (de Masora, "Tradición") aceptaron la laboriosa tarea de editar el texto y de establecer un patrón. Sus cuarteles generales estuvieron en Tiberias. El texto con el cual concluyeron los masoretas fue el llamado texto "masorético." Este texto resultante tenía el añadido de puntos para las vocales con el fin de asegurar una apropiada pronunciación. Este texto masorético es en la actualidad el texto hebreo autorizado.

Los masoretas estaban bien disciplinados y trataron el texto "con la mayor reverencia imaginable, y pusieron en práctica un complicado sistema de salvaguardas contra deslices de los escribas. Contaban, por ejemplo, el número de veces que aparecía cada letra en cada uno de los libros; señalaron la letra central del Pentateuco y la letra central de la Biblia hebrea entera, e hicieron todavía cálculos más complicados que éstos. 'Parece que se cuenta todo lo susceptible de ser contado,' dice Wheeler Robinson (Ancient and English Versions of the Bible — 1940 — p. 29) y compusieron métodos mnemónicos mediante los cuales podían recordarse fácilmente los varios totales."[5]

Sir Frederic Kenyon dice que "Aparte de registrar variantes de lectura, tradición, o conjetura, los masoretas asumieron un número de cálculos que no entran en la esfera ordinaria de la crítica textual. Numeraron los versículos, palabras, y letras de cada libro. Calcularon la palabra media y la letra media de cada uno. Enumeraron los versículos que contenían todas las letras del alfabeto, o un cierto número de ellos; etc. Estas trivialidades, como con justicia podemos considerarlas, tuvieron sin embargo el efecto de asegurar atención minuciosa a la transmisión precisa del texto; y no son sino una excesiva manifestación de un respeto por las Sagradas Escrituras, lo que en sí no merece sino elogios. En verdad, los masoretas estaban ansiosos de que ni una jota ni una tilde, ni una letra muy pequeña, ni una parte pequeña de una letra, o de la Ley fueran descuidadas o se perdieran."[6]

Citas y observaciones acerca de la confiabilidad del A.T

Las brillantes observaciones de Robert Dick Wilson, {A Scientific Investigation of the Old Testament , Moody Press) hacen retroceder el asunto de la veracidad y confiabilidad de las Escrituras hasta el tiempo del Antiguo Testamento: "En 143 casos de transliteración del Egipcio, Asirio, Babilonio y Moabita al Hebreo, y en 40 casos de lo opuesto, es decir 184 en total, la evidencia demuestra que por 2300 a 3900 años el texto de los nombres propios en la Biblia hebrea ha sido transmitido con la más minuciosa precisión. El hecho de que los escribas originales los hubiesen escrito con tan estrecha conformidad a los correctos principios filológicos es una prueba maravillosa de su diligente cuidado y erudición; aún más, el que el texto hebreo hubiese sido transmitido por copistas a través de tantos siglos es un fenómeno inigualado en la historia de la literatura."[7]

Wilson añade que "Hay alrededor de cuarenta de estos reyes que vivieron desde el 2000 A. C. hasta el 400 A. C. Cada uno aparece en orden cronológico '.. . con referencia a los reyes del mismo país y con respecto a otros reyes de otros países . . . posiblemente no podría caber en la imaginación una evidencia más fuerte de la precisión substancial del Antiguo Testamento que esta colección de reyes.' Matemáticamente, es de una posibilidad en 750.000.000.000.000.000.000.000 que esta precisión fuese una mera circunstancia."[8]

A causa de la evidencia, Wilson concluye:

"La prueba de que las copias de los documentos originales han sido transmitidas con substancial corrección durante más de 2.000 años no puede ser negada. Que las copias en existencia 2.000 años antes hubiesen sido transmitidas del mismo modo de los originales no es meramente posible, sino, como lo hemos demostrado, parece probable por las analogías de documentos babilónicos existentes hoy, de los cuales tenemos originales y copias, con millares de años de diferencia, y de veintenas de papiros que muestran, cuando se les compara con nuestras ediciones modernas de los clásicos, que han tomado lugar únicamente cambios menores en el texto en más de 2.000 años, y especialmente por la precisión científica y demostrable con la cual ha sido transmitida hasta nosotros la adecuada escritura de los nombres de reyes y de los numerosos términos extranjeros incrustados en el texto hebreo."[9]

F. F. Bruce cree que el "texto de base consonante de la Biblia hebrea que los masoretas editaron había sido transmitido hasta su tiempo con notable fidelidad durante un período de casi mil años."[10]

William Creen concluye que "puede decirse con toda seguridad que ninguna otra obra de la antigüedad ha sido transmitida con tanta precisión."[11] En lo concerniente a la precisión de la transmisión del texto hebreo, Atkinson, que fue Vice bibliotecario de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, dice que es "poco menos que milagrosa." El Rabino Aquiba, del siglo segundo D. C., que tenía el deseo de producir un texto exacto, dijo que "la transmisión precisa masorética) del texto es un límite para la Torah."[12]

El texto hebreo

El Códice del Cairo (895 D. C.) se halla en el Museo Británico. Fue producido por la familia masorética de Moshé ben Asher. Contiene los profetas posteriores y los anteriores.[13]

Códice de los Profetas de Leningrado (916 D. C.) contiene Isaías, Jeremías, Ezequiel y los doce profetas menores.

El más antiguo manuscrito completo del Antiguo Testamento es el Códice Babilónico Petropalitano (1008 D. C.) que se encuentra en Leningrado. Fue preparado en base a un texto corregido del Rabino Aarón ben Moshé ben Asher antes de 1000 D. C.[14]

El Códice Alef (900+ D. C.) es un manuscrito excepcionalmente valioso. Por un tiempo se le creyó perdido, pero fue redescubierto en 1958. No escapó al deterioro.

Códice del Museo Británico (950 D. C.) contiene parte de Génesis hasta Deuteronomio.

Códice de los profetas de Reuchlin (1105 D. C.). La preparación de este texto fue hecha por el masoreta ben Naphtali.

Los Rollos del mar muerto confirman nuestro Texto Hebreo

La gran pregunta fue formulada primeramente por Sir Frederic Kenyon, "¿Representa este texto hebreo, que nosotros llamamos masorético, y del cual hemos demostrado su descendencia de un texto proveniente de 100 D. C. aproximadamente, con fidelidad el texto hebreo tal como fue escrito originalmente por los autores de los libros del Antiguo Testamento?"[15]

Los Rollos del Mar Muerto nos dan la respuesta clara y positiva.

El problema antes del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto era, "¿Cuan precisas son las copias que tenemos en la actualidad del texto del primer siglo?" "¿Podemos confiar en el texto, siendo que éste ha sido copiado ya muchas veces?"

¿Qué son Los Rollos del Mar Muerto?

Los Rollos están compuestos de unos 40.000 fragmentos inscritos. De estos fragmentos, se han reconstruido más de 500 libros.

Se descubrieron muchos libros y fragmentos extrabíblicos que arrojaron luz sobre la comunidad religiosa de Qumran. Escritos tales como los "Documentos Zadokite", un "Reglamento de la Comunidad" y el "Manual de Disciplina" nos ayudan a comprender el propósito y la vida cotidiana de Qumran. En las varias cavernas hay comentarios de las Escrituras que resultan de mucha ayuda.

¿Cómo se encontraron los Rollos del Mar Muerto?

Aquí me gustaría citar de Ralph Earle (How We Coi Our Bible, Baker Book House), quien da una respuesta vivida y concisa en cuanto a cómo se descubrieron los Rollos:

"La historia de este descubrimiento es uno de los relatos más fascinantes de los tiempos modernos. En Febrero o Marzo de 1947 un pastor beduino cuyo nombre era Mahomed estaba empeñado en la búsqueda de una cabra perdida. Lanzó una piedra hacia el interior de una cueva en un cerro en la parte occidental del Mar Muerto, aproximadamente a 12 kilómetros al sur de Jericó. Ante su sorpresa, oyó el sonido de artículos de alfarería que se quebraban. Al investigar, descubrió un cuadro sorprendente. En el suelo de la caverna había varias vasijas de gran tamaño que contenían rollos de cuero, envueltos en tela de lino. A causa de que las vasijas estaban cuidadosamente selladas, los rollos se habían conservado en excelente condición durante casi 1.900 años. (Fueron colocados allí evidentemente en el 68 D. C.)

"Cinco de los rollos hallados en la caverna del Mar Muerto No. I, como se le conoce ahora, fueron comprados por el arzobispo del Monasterio Sirio Ortodoxo de Jerusalén. Mientras tanto, otros tres rollos fueron comprados por el Profesor Sukenit de la Universidad Hebrea del lugar.

"Cuando recién se descubrieron los rollos, no se les dio publicidad. En Noviembre de 1947, dos días después que el Profesor Sukenit adquirió tres rollos y dos vasijas provenientes de la caverna, anotó en su diario: "Pudiera ser que este fuese uno de los descubrimientos más grandes hechos en Palestina, un descubrimiento con el que ni soñábamos." Pero estas significativas palabras no fueron publicadas en aquella ocasión.

"Afortunadamente, en Febrero de 1948, el arzobispo, que no podía leer hebreo, telefoneó a la Escuela Americana de Investigación Oriental en Jerusalén y contó lo referente a los rollos. Gracias a la buena providencia, el director del establecimiento en aquel entonces era un joven erudito de nombre John Trever, que también era un excelente fotógrafo aficionado. Mediante una ardua y dedicada labor consiguió fotografiar cada columna del gran rollo de Isaías, que tiene 8 metros de largo y 25 centímetros de altura. El mismo desarrolló los negativos y envió unas pocas copias por correo aéreo al Dr. W. F. Albright de la Universidad John Hopkins, que era ampliamente reconocido como el decano de los arqueólogos bíblicos americanos. A vuelta de correo, Albright escribió: '¡Mis calurosas felicitaciones por el mayor descubrimiento de manuscritos de los tiempos modernos! . . . ¡Qué descubrimiento más absolutamente increíble! Y felizmente no puede existir ni la más leve duda en el mundo respecto de la genuinidad del manuscrito.' La fecha que él le estimó fue de 100 A. C."[16]

Trever cita algunas otras opiniones de Albright: "No hay duda en mi mente de que el escrito es más arcaico que el papiro Nash . . . Soy de opinión que su fecha es de alrededor de 100 A. C. . . ."[17]

El Valor de los Rollos. Los más antiguos manuscritos que teníamos eran de 900 D. C. en adelante. ¿De qué modo podíamos asegurarnos de su exacta transmisión desde el tiempo de Cristo en el año 32 D. C.? Ahora lo sabemos, gracias a la arqueología y a los Rollos del Mar Muerto. Uno de los rollos que se hallaron era un manuscrito completo del texto hebreo de Isaías. Los paleógrafos le asignan fecha de alrededor de 125 A. C. Este manuscrito resulta así más de 1000 años más antiguo que cualquier otro manuscrito que poseíamos anteriormente.

Los otros manuscritos bíblicos (de este hallazgo) son de entre 200 A. C. hasta 68 D. C.

El impacto de este descubrimiento consiste en la exactitud del rollo Isaías (125 A. C.) con el texto masorético de Isaías (916 D. C.) que es 1000 años posterior. Esto demuestra la desacostumbrada precisión de los copistas de la Escritura durante un período de más de mil años.

De las 166 palabras de Isaías 53, hay solamente diecisiete letras cuestionadas. Diez de estas letras son una simple cuestión de deletreo, lo que no afecta el sentido. Otras cuatro letras son cambios menores de estilo, como es el caso de conjunciones. Las tres letras restantes comprenden la palabra 'luz/ que se añade en el versículo 11, y que no afecta grandemente el significado. Además, esta palabra está apoyada por la LXX y IQ Is. De este modo, en un capítulo de 166 palabras, hay solamente una palabra en cuestión (tres letras) después de mil años de transmisión — y esta palabra no cambia grandemente el significado del pasaje."[18]

F. F. Brucé dice que "Un rollo incompleto de Isaías, hallado junto con los otros en la primera caverna de Qumran, al cual se le ha designado convenientemente como 'Isaías B,' concuerda más estrechamente todavía con el texto masorético."[19]

Gleason Archer declara que las copias de Isaías de la comunidad Qumran "probaron ser idénticas, palabra por palabra, con nuestra versión hebrea autorizada en más de 95% del texto. El 5% de variación consistió mayormente de deslices obvios de la pluma y de variaciones en el deletreo."[20]

Millar Burrows (The Dead Sea Scrolls, p. 304) citado por Geisler y Nix concluye que "Es cosa que maravilla el hecho de que a través de algo así como mil años el texto haya tenido tan poca alteración. Como dije en mi primer artículo sobre el rollo, 'Aquí yace su principal importancia, apoyando la fidelidad de la tradición masorética.' " [21]

La Septuaginta confirma el A.T

Los judíos estaban esparcidos fuera de su tierra natal y se hacía necesario tener las Escrituras en la "lengua franca" de aquel tiempo. La Septuaginta (cuyo significado es 'setenta' y que comunmente se abrevia usado los numerales romanos: LXX) fue el nombre que se le dió a la traducción griega de las Escrituras hebreas durante el reinado del rey Tolomeo Filadelfo, de Egipto (285-246 A. C.)

F. F. Bruce proporciona una interesante versión del origen del nombre de esta traducción. En una carta que da a entender haber sido escrita alrededor de 250 A. C. (dicho de manera más realista: poco tiempo antes del año 100 A. C.) por Aristeas, un oficial de la corte del rey Tolomeo a su hermano Filócrates:

"Tolomeo fue famoso como patrocinador de la literatura, y fue bajo su reinado que se inauguró la gran biblioteca de Alejandría, una de las maravillas culturales del mundo durante 900 años. La carta describe cómo Demetrio de Falero, que se dice fue el bibliotecario de Tolomeo, despertó el interés del rey en la Ley judía y le aconsejó enviar una delegación al sumo sacerdote, Eleazar, a Jerusalén. El sumo sacerdote eligió como traductores seis ancianos de cada una de las doce tribus de Israel y los envió a Alejandría, junto con un hermoso pergamino de la Torah, especialmente preciso. Los ancianos fueron regiamente agasajados, y demostraron su sabiduría en el debate; luego constituyeron su residencia en una casa en la isla de Faros (isla que ya era famosa por su faro), donde en setenta y dos días completaron su tarea de traducir el Pentateuco al griego, presentando una versión convenida como resultado de conferencia y comparación."[22]

Puesto que la LXX está muy cerca del Texto Masorético que tenemos en la actualidad, ayuda a establecer la confiabilidad de su transmisión a través de transmisión a través de 1300 años.

La LXX y las citas escritúrales que se encuentran en los libros apócrifos de Eclesiástico, el Libro de Jubileos, etc., proporcionan evidencia de que el texto hebreo actual es substancialmente el mismo que en el año 300 A. C. Geisler y Nix, en su utilísima obra, A General Introduction to the Bible, mencionan cuatro importantes contribuciones de la Septuaginta. "[1] Estableció un puente sobre la separación religiosa existente entre las gentes de habla hebrea y las de habla griega, al satisfacer las necesidades de los judíos de Alejandría, [2] conectó la separación histórica entre el Antiguo Testamentó hebreo de los judíos y los cristianos de habla griega, los que la usa¬ rían con su Nuevo Testamento, [3] y proveyó un precedente para que los misioneros hicieran traducciones de las Escrituras a los varios idiomas y dialectos; [4] vence el obstáculo de la crítica textual por medio de su substancial armonía con el texto del Antiguo Testamento hebreo (Alef, A. B, C, et al.)."[23]

F. F. Bruce presenta varias razones por las cuales los judíos perdieron el interés en la Septuaginta:

1. ". . . fue porque desde el siglo primero D. C. en adelante los cristianos la adoptaron como su versión del Antiguo Testamento y la usaron libremente en su propagación y defensa de la fe cristiana.[24]

2. "Otra razón para la pérdida del interés de los judíos en la Septuaginta yace en el hecho de que alrededor del 100 D. C. se estableció un texto revisado autorizado de la Biblia hebrea por eruditos judíos . . ."[25]

Texto Samaritano (Siglo V A. C.)

Este texto contiene el Pentateuco y tiene valor para determinar las lecturas textuales. Bruce dice que "las variaciones entre el Pentateuco samaritano y la edición masorética (916 D. C.) de estos libros son totalmente insignificantes cuando se las compara con la zona de concordancia."[26]

Los Targumes (aparecen en forma escrita-copias, alrededor de 500 D. C.)

Su significado básico es "interpretación." Son paráfrasis del Antiguo Testamento. Después que los judíos fueron llevados en cautividad, el idioma caldeo tomó el lugar del hebreo. Por consiguiente, los judíos necesitaban las Escri¬ turas en el idioma que se hablaba entonces.

Los principales targumes son [1] El Targum de Onkelos (60 A. C., se le atribuye la paternidad de Onkelos, discípulo del gran erudito judío Hillel). Contiene el texto hebreo del Pentateuco. [2] El Targum de Jonathan ben Uzziel (30 A. C.?). Contiene los libros históricos y los profetas.

F. F. Bruce proporciona un fondo más interesante sobre los targumes: ". . . la práctica de acompañar la lectura pública de las Escrituras en la sinagoga con una paráfrasis oral en el arameo vernacular se desarrolló en los últimos siglos A. C. Naturalmente, cuando el hebreo estaba haciéndose menos y menos familiar a la gente común como idioma hablado, fue necesario pro¬ veerles de una interpretación del texto de la Escritura en un idioma que ellos conocían, si es que habían de comprender lo que se leyera. El oficial encargado de la presentación de esta paráfrasis oral recibía el nombre de "methurgeman" (traductor o intérprete) y la paráfrasis misma se llamaba un targum.

". . . al methurgeman ... no se le permitía leer su interpretación de un rollo, pues la congregación podría erróneamente pensar que él estaba leyendo las Escrituras originales. Con el propósito de obtener mayor precisión, sin duda, se estableció más adelante que no deberían traducirse más de un versículo del Pentateuco y no más de tres de los profetas de una vez.

"En su debido tiempo estos Targumes se redujeron a la forma escrita."[27]

¿Qué valor tienen los targumes?

J. Anderson en The Bible, the Word of God declara el valor que ellos tienen, diciendo: "La gran utilidad de los más antiguos targumes consiste en su vindicación de la genuinidad del texto hebreo, al probar que éste era el mismo en el período en que se hicieron los targumes, que el que existe entre nosotros en la actualidad."[28]

La Mishna (200 D. C.)

El significado es "explicación, enseñanza." Contiene una colección de tradiciones judías y de exposiciones de la ley oral. Escrita en hebreo y considerada a menudo como la Segunda Ley.[29]

Las citas escritúrales son muy similares al texto masorético y significan un testimonio de su confiabilidad.

Los Gemaras (Palestino, 200 D. C.; Babilónico, 500 D. C.) Estos comentarios (escritos en arameo) que se desarrollaron alrededor de la Mishna contribuyen a la confiabilidad textual del texto masorético.

La Mishna más el Gemara babilónico componen el Talmud babilónico.

Mishna + Gemara babil. = Talmud babilónico

Mishna + Gemara palest. = Talmud palestino

El Midrash (100 A. C. — 300 D. C.)

Este estaba compuesto de estudios doctrinales del texto hebreo del Antiguo Testamento. Las citas del Midrash son principalmente masoréticas.

La Hexapla (Séxtuple)

La producción de Orígenes (185-254 D. C.) de una armonía de los evangelios en seis columnas: textos de la LXX, Aquila, Teodacio, Simmaco, hebreo en letras hebreas y en letras griegas. La Hexapla más los escritos de Josefo, Filón y los Documentos Zadokitas (literatura de la comunidad Qumran del Mar Muerto) "rinden testimonio en cuanto a la existencia de un texto muy similar al masorético desde el 40 al 100 D. C”[30]


[1] Kenyon, Frederic G. Our Bible and the Ancient Manuscripts. New York: Harper and Brothers, 1941. Pag. 23

[2] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 241

[3] Kenyon, Frederic G. Our Bible and the Ancient Manuscripts. New York: Harper and Brothers, 1941. Pag. 43

[4] Green, William Henry. General Introduction to the Oíd Testament — The Text. New York: C. Scribner's Sons, 1899. Pag. 173

[5] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 117

[6] Kenyon, Frederic G. Our Bible and the Ancient Manuscripts. New York: Harper and Brothers, 1941. Pag. 38

[7] Sanders, C. Introduction in Research in English Literary History. New York: Macmillan Company, 1952. Pag. 71

[8] Sanders, C. Introduction in Research in English Literary History. New York: Macmillan Company, 1952. Pag. 70-71

[9] Sanders, C. Introduction in Research in English Literary History. New York: Macmillan Company, 1952. Pag. 85

[10] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 178

[11] Green, William Henry. General Introduction to the Oíd Testament — The Text. New York: C. Scribner's Sons, 1899. Pag. 181

[12] Harrison, R. K. Introduction to the Oíd Testament. Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1969. Usado con permiso. Pag. 211

[13] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 115-116

[14] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 250

[15] Kenyon, Frederic G. Our Bible and the Ancient Manuscripts. New York: Harper and Brothers, 1941. Pag. 47

[16] Earle, Ralph. How We Got Our Bible. Grand Rapids: Baker Book House, 1971. Pag. 48-49

[17] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 260

[18] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 263

[19] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 123

[20] Archer, Gleason. A Survey of the Old Testament. Chicago: Moody Press, 1964. Usa¬ do con permiso. Pag. 19

[21] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 261

[22] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 146-147

[23] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 308

[24] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 150

[25] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 151

[26] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 122

[27] Bruce, F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 133

[28] Anderson, J. The Bible the Word of God. Brighton: n.p., 1905 Pag. 17

[29] Geisler, Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago: Moody Press, 1968. Pag. 306

[30] Skilton, John H. "The Transmission of the Scripture." The Infallible Word (a symposium). Philadelphia: Presbyterian and Reformed Publishing Company, 1946. Pag. 148


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