Bibliología -04- Evidencia bibliográfica del Nuevo Testamento
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Introducción
La
confiabilidad histórica de la Escritura debiera ser sometida a prueba con el
mismo criterio con el cual han sido probados todos los documentos históricos.
Cada documento de la antigüedad cuando se analiza debe cumplir por lo menos 3 principios
básicos de la historiografía, que son: la prueba bibliográfica, la prueba de la
evidencia interna y la prueba de la evidencia externa.[1]
La prueba bibliográfica de la confiabilidad del Nuevo Testamento.
La prueba bibliográfica
consiste en un examen de la transmisión textual por medio de la cual llegaron
hasta nosotros los documentos. En otras palabras, no teniendo los documentos
originales, ¿cuán de confiar son las copias que tenemos en relación con el
número de manuscritos y el intervalo de tiempo entre el original y las copias
en existencia?[2]
El testimonio de los académicos
Ezra Abbot, miembro del
Comité de la Revisión Americana, escribió respecto de las distintas lecturas en
sus Critica I Essays (Ensayos críticos): "El número de 'lecturas
diferentes' asusta a algunas personas inocentes, y es uno de los puntos más
destacados en los escritos de los más ignorantes incrédulos en el cristianismo.
'¡Ciento cincuenta mil diferencias de lectura!' ¿No bastan todas estas para
hacer que el texto entero del Nuevo Testamento sea incierto, y para destruir de
esta manera el fundamento de nuestra fe?
"La verdad del caso
es más o menos de este modo. De las ciento cincuenta mil lecturas diferentes,
más o menos, del texto del Nuevo Testamento griego, podemos, como lo ha hecho
notar el Sr. Norton, desechar diecinueve vigésimos tras una primera
consideración, por ser obviamente de un carácter tal, o apoyados por una tan
pequeña autoridad, que ningún crítico les consideraría el derecho de reclamar
su aceptación. Esto nos deja, digamos, unas siete mil quinientas. Pero de
éstas, una vez más, aparecerá al examinarlas que diecinueve de veinte son de
tal naturaleza que no afectan el sentido; están relacionadas con asuntos
ortográficos, o con la construcción gramatical, o con el orden de las palabras,
o con otros asuntos tales como los ya mencionados, al hablar de variaciones sin
importancia.
"Afectan únicamente
la forma de expresión, no el significado esencial. Esto reduce el número a tal
vez unas cuatrocientas que implican una diferencia de significado, el que a
menudo es muy leve, o la omisión o añadido de unas pocas palabras, lo que es
suficiente para hacerles objeto de la curiosidad y del interés, mientras que
unos pocos casos excepcionales entre ellos podrían considerarse relativamente
importantes. Pero nuestras ayudas críticas son ahora tan abundantes que en la
mayoría de los casos de divergencia de lectura estamos en condiciones de
determinar cuál es el texto verdadero con un muy buen grado de confianza. En
todos los escritos antiguos existen pasajes en los cuales el texto no puede
precisarse con seguridad; y lo mismo es cierto de la interpretación."[3]
Philip Schaff en
Comparison to the Greek Testament and the English Versión llega a la conclusión
de que solamente 400 de las 150.000 implican duda respecto del significado
textual, y que solamente 50 de éstas eran realmente de gran significado.
Ninguna de las variantes, dice Schaff, altera "algún artículo de fe o
precepto del deber que no esté abundantemente respaldado por otros pasajes de
los cuales no hay duda, o por el tenor completo de la enseñanza
escritural."[4]
Benjamín Warfield en
Introduction to Textual Criticism oí the New Testa¬ ment cita la opinión de
Ezra Abbot respecto de los diecinueve vigésimos de las variantes de lectura del
Nuevo Testamento diciendo: "tienen muy esca¬ sa base, aun cuando son
lecturas diferentes; y diecinueve vigésimos del resto son de tan poca
importancia que su adopción o rechazo no causaría diferencia apreciable en el
sentido de los pasajes en que ocurren."[5] Geisler y Nix hacen el
siguiente comentario respecto de cómo se cuentan las variantes textuales:
"Existe ambigüedad al decir que hay unas 200.000 variantes en los
manuscritos existentes del Nuevo Testamento, puesto que éstas representan
únicamente 10.000 lugares en el Nuevo Testamento. Si una sola palabra es mal
escrita en 3.000 manuscritos diferentes, esto se considera como 3.000 variantes
o lecturas."[6]
Fenton John Anthony Hort,
que ha trabajado toda su vida con los manuscritos y que es aceptado
comunmente como un guía aproximado, dice: "La proporción de palabras que
están virtualmente aceptadas como exentas de toda duda es muy grande, no menor,
en un cálculo aproximado, a los siete octavos del total. Por consiguiente, el
octavo restante, que está formado en su mayor parte por cambios de orden y por
otras trivialidades comparativas, constituye la zona a la cual dedica su
atención la crítica.
"Si los principios
seguidos en esta edición son ciertos, esta zona puede llegar a reducirse grandemente.
Reconociendo en todo lo que vale el deber de abstenerse de hacer decisiones
perentorias en casos en donde la evidencia deja el juicio en suspenso entre dos
o más lecturas, hallamos que, colocando a un lado las diferencias de
ortografía, las palabras que en nuestra opinión todavía quedan sujetas a la
duda, forman únicamente alrededor de un dieciseisavo de todo el Nuevo
Testamento. En esta segunda estimación, la proporción de variaciones
comparativamente triviales es aún mucho mayor que en la primera; de modo que lo
que puede llamarse de alguna manera una variación substancial es nada más que
una pequeña fracción de toda la variación restante, y difícilmente formaría más
de una milésima parte del texto entero."[7]
Geisler y Nix dicen con
respecto a las anteriores observaciones de Hort que, "solamente alrededor
de una octava parte de todas las variantes tenía algún peso, ya que la mayoría
de ellas son asuntos meramente mecánicos tal como de deletreo o de estilo. Del
total, entonces, solamente alrededor de un sesentavo no significa más que
'trivialidades/ o puede con alguna razón llamarse 'variaciones substanciales.'
Matemáticamente, esto significaría que el texto es puro en un 98.33% por
cierto.[8]
Warfield declara
valientemente que los hechos muestran que la mayor parte del Nuevo Testamento "nos
ha sido transmitido sin, o casi sin, variaciones: y aun en la forma más
corrupta en la cual ha aparecido, para usar las frecuentemente repetidas
palabras de Richard Bentley, 'el verdadero texto de los escritores sagrados es
competentemente exacto; ... ni siquiera un precepto moral o artículo de fe ha
sido pervertido o se ha perdido ... no importa cuán descuidadamente usted
escoja, aun si escoge lo que es peor en diseño, de todo el cúmulo de
lecturas."[9]
Schaff cita a Tregelles y
a Scrivener: "Poseemos tantos manuscritos, y tenemos la ayuda de tantas
versiones, que nunca se nos deja frente a la necesidad de conjeturar respecto
de los medios de remover erratas. (Tregelles, Greek New Testament, "Prolegómena,"
P.X.)
" 'Muy lejos está,'
dice Scrivener, 'la abundancia de nuestros recursos de causar duda o
perplejidad al genuino estudiante de la Santa Escritura. Mas bien esto le
conduce a reconocer más ampliamente su integridad general en medio de las variantes
parciales. ¿Qué daría el atento lector de Esquilo por tener una guía semejante
a través de las obscuridades que ponen a prueba su paciencia y que perjudican
su disfrute de aquel sublime poeta?' [10]
F. F. Bruce en The Books
and the Parchments escribe que, si no hay evidencia textual objetiva a
disposición para corregir un error obvio, entonces "el crítico textual
debe obligadamente emplear el arte de enmienda por conjetura — arte que demanda
la más severa auto disciplina. La enmienda debe recomendarse a sí misma como
obviamente correcta, y debe dar explicaciones acerca de la manera en que se
introdujo la corrupción. En otras palabras, debe ser 'intrínsecamente probable'
y 'transcripcionalmente probable.' Es dudoso que haya alguna lectura en el
Nuevo Testamento que re¬ quiera ser enmendada por conjetura. La riqueza de
testimonio es tanta que la verdadera lectura casi invariablemente tiene que
haber sido preservada al menos por uno de los miles de testigos."[11]
El hecho de que los
errores textuales no perjudican a la doctrina ha sido enfáticamente establecido
por Sir Frederick Kenyon (una de las grandes autoridades en el campo de la
crítica textual del Nuevo Testamento): "Una palabra de prevención, a la que
ya se ha hecho referencia, debe enfatizarse para concluir. Ninguna doctrina
fundamental de la fe cristiana descansa sobre una lectura en disputa.
Referencias constantes a errores y divergencias de lectura, semejantes a las
que son necesarias en el plan de este libro, podrían dar origen a la duda de si
la substancia, lo mismo como el lenguaje de la Biblia, no estarían abiertos a
la duda. "Estamos en condiciones de afirmar con toda firmeza que, en
substancia, el texto de la Biblia es veraz: Especialmente esto es cierto en el
caso del Nuevo Testamento. El número de manuscritos del Nuevo Testamento, de
antiguas traducciones del mismo, y de citas de él en los escritos más antiguos
de los escritores de la Iglesia, es tan grande que es prácticamente seguro que
la verdadera lectura de cualquier pasaje dudoso haya sido preservada en alguna
de estas autoridades de la antigüedad. No puede decirse esto de ningún otro
libro antiguo en el mundo. "Los eruditos están satisfechos de poseer
substancialmente el texto verdadero de los principales escritores griegos y
romanos cuyas obras han llegado hasta nosotros, tales como Sófocles, Tucídides,
Cicerón y Virgilio; sin embargo, el conocimiento que tenemos de sus escritos
depende de un mero puñado de manuscritos, mientras que los manuscritos del
Nuevo Testamento se cuentan por cientos, y aun por miles."[12]
Evidencia de manuscritos del Nuevo Testamento
A.T. Robertson, el autor
de la más completa gramática del Nuevo Testamento griego, escribió, "Existen
unos 8.000 manuscritos de la Vulgata latina y cuando menos 1.000 de las otras
versiones primitivas. Añádase a esto más de 4.000 (Bruce Metzger dice que ahora
tenemos cerca de 5.000. 6/36) manuscritos griegos y tenemos 13.000 copias
manuscritas de porciones del Nuevo Testamento. Además de todo esto, gran parte
del Nuevo Testamento puede reproducirse a partir de las citas de los primitivos
escritores cristianos."[13]
Bruce Metzger dice que: "De
los aproximadamente 5.000 manuscritos griegos . . . contienen todo o parte del
Nuevo Testamento . . ." [14]
John Warwick Montgomery
dice que, "el manifestarse escéptico del texto resultante del Nuevo
Testamento es hacer que toda la antigüedad clásica quede condenada a la
oscuridad, pues ningún documento del período antiguo está tan bien respaldado
bibliográficamente como el Nuevo Testamento."[15]
Sir Frederic C. Kenyon,
quien fue director y principal bibliotecario del Museo Británico y cuya
autoridad no fue sobrepasada por nadie para hacer declaraciones referentes a
manuscritos, dice, ". . . además del número, los manuscritos del Nuevo
Testamento difieren de los de autores clásicos, y esta vez la diferencia
significa una clara ganancia. En ningún otro caso hay un intervalo de tiempo
tan corto entre la composición del libro y la fecha del más antiguo manuscrito
existente, como en el caso del Nuevo Testamento. Los libros del Nuevo
Testamento fueron escritos a fines del primer siglo; los más antiguos
manuscritos existentes (exceptuando los fragmentos de menor importancia) son
del siglo cuarto — digamos de 250 a 300 años más tarde.
"Esto puede parecer
un intervalo considerable, pero es nada si se le compara con la mayoría de los
grandes autores clásicos y los más antiguos manuscritos de sus obras. Creemos
que tenemos en lo esencial un texto correcto de las siete obras existentes de
Sófocles; sin embargo, el más antiguo manuscrito substancial sobre el cual está
basado fue escrito más de 1400 años después de la muerte del poeta."[16]
Kenyon continúa en The
Bible and Archaeology: "Entonces el intervalo entre las fechas de la
composición original y la más antigua evidencia existente llega a ser tan
pequeño que resulta en efecto despreciable, y el último fundamento para
cualquier duda de que las Escrituras hayan llegado hasta nosotros
substancialmente como fueron escritas ha sido quitado. Tanto la autenticidad
como la integridad general de los libros del Nuevo Testamento debe ser
considerada como establecida definitivamente."[17]
El nuevo Testamento contra obras y autores antiguos
El gran erudito F.F.
Bruce, en The New Testament Documents, pinta vívidamente la comparación entre
el Nuevo Testamento y los escritos históricos antiguos: "Tal vez podamos
apreciar la riqueza del Nuevo Testamento en cuanto a testimonio manuscrito si comparamos
el material textual para obras de la antigüedad histórica. Para las Guerras de
las Galias, de César, (compuesta entre los años 58 y 50 A.C.) hay varios
manuscritos en existencia, pero únicamente nueve o diez son buenos, y el más
antiguo es de unos 900 años posterior a César. De los 142 libros de la historia
romana de Livio (59 A.C. - 17 D.C.), solamente sobreviven 35; éstos han llegado
hasta nuestro conocimiento a través de no más de 20 manuscritos de alguna
importancia, solo uno de los cuales, y que contiene fragmentos de los libros 1
l-VI, tiene una antigüedad que llega al siglo cuarto. De los 14 libros de las
Historias de Tácito (100 D.C.) sobreviven solamente cuatro y medio; de los 16
libros de sus Anales, sobreviven 10 completos y dos en parte. El texto de estas
porciones existentes de sus dos grandes obras históricas depende enteramente de
dos manuscritos, uno del siglo noveno y otro del undécimo.
"Los manuscritos
existentes de sus obras menores (Dialogus de Oratoribus, Agrícola, Germania)
descienden todos de un códice del siglo décimo. La Historia de Tucídides
(460-400 A.C.) ha llegado hasta nosotros a través de ocho manuscritos, el más
antiguo de los cuales pertenece al 900 D.C., y unos pocos fragmentos de papiro,
pertenecientes a alrededor de comienzos de la era cristiana. Lo mismo es cierto
respecto de la Historia de Heródoto (488-428 A.C.). Sin embargo, ningún erudito
clásico prestaría atención a un argumento de que la autenticidad de Heródoto o
de Tucídides está en duda por cuanto los más antiguos manuscritos de sus obras
que son de alguna utilidad para nosotros son de más de 1.300 años después que
los originales."[18]
Los siguientes datos han
sido tomados de la obra de F.W. Hall, "MS Authorities for the Text of the
Chief Classical Writers," Companion to Classical Text (Oxford, Clarendon
Press, 1913).
Cronología de la autoridad de los manuscritos del N.T
Procedimiento de fechado:
Algunos de los factores que ayudan a determinar la edad de un manuscrito son:[19]
1. Materiales
2. Tamaño y forma de
letra
3. Puntuación
4. Divisiones del texto
5. Ornamentación
6. Color de la tinta
7. Textura y color del
pergamino
El Manuscrito John Ryland
(130 D.C.) se conserva en la Biblioteca John Ryland de Manchester, Inglaterra
(fragmento más antiguo del N.T.). "A causa de su temprana fecha y
ubicación (Egipto), a alguna distancia del lugar tradicional de composición
(Asia Menor), esta porción del evangelio de Juan tiende a confirmar la fecha
tradicional de la composición de este evangelio, alrededor de fines del primer
siglo."[20]
Bruce Metzger habla de la
difunta crítica: "Si se hubiese conocido este pequeño fragmento durante el
medio siglo pasado, esa escuela de crítica que fue inspirada por el brillante
profesor de Tubingen, Ferdinand Christian Baur, no habría argumentado que el
cuarto evangelio no fue compuesto hasta alrededor del año 160."[21]
El Papiro Chester Beatty
(200 D. C.) se conserva en el Museo C. Beatty en Dublin y es propiedad en parte
de la Universidad de Michigan. Esta colección contiene códices en papiro, tres
de los cuales contienen grandes porciones del N.T.[22]
En The Bible and Modern
Scholarship Sir Frederic Kenyon dice que "El resultado neto de este
descubrimiento — en gran medida el más importante desde el descubrimiento del
Sinaítico — es, en efecto, reducir el espacio de tiempo entre los más tempranos
manuscritos y las fechas tradicionales de los libros del Nuevo Testamento en
tal medida que pierden importancia las discusiones respecto de su autenticidad.
Ningún otro libro antiguo tiene algo parecido a un testimonio de su texto tan
temprano y abundante, y ningún erudito exento de prejuicios negaría que el
texto ha llegado hasta nosotros substancialmente sano."[23]
El Papiro Bodmer II
(150-200 D.C.) se halla ubicado en la Biblioteca Bodmer de Literatura Mundial y
contiene la mayor parte del evangelio de Juan. Bruce Metzger dice que este
manuscrito fue "el descubrimiento más importante entre los manuscritos
del Nuevo Testamento desde la adquisición del papiro Chester Beatty . . ."[24]
En su artículo 'Zur
Datierung des Papyrus Bodmer II (p 66),' Anzeiger der osterrechischen Akademie
der Wissenschaften, phil.-hist, kl., 1960, Nr. 4, pp. 12033, "Herbert
Hunger, director de la colección papirológica de la Biblioteca Nacional de
Viena, le atribuye una fecha anterior, a mediados del siglo segundo y quien
sabe si de la primera mitad del mismo; ver su artículo."[25]
Diatesarón: significa "una
armonía de cuatro partes." El griego "día Tessarón"
significa literalmente "a través de cuatro." 6/195 Esto fue
una armonía de los evangelios hecha por Taciano (alrededor de 160 D.C.).
Eusebio, en la Historia Eclesiástica,
IV, 29 Loeb ed., I, 397, escribió: ". . . el que había sido su líder,
Taciano, compuso de alguna manera una combina¬ ción y colección de los
evangelios, y le dio a ésta el nombre de EL DIATESARON, y aún existen porciones
de ésta . . ." Se cree que Taciano, cristiano asirio, fue el primero
que compuso una armonía de los evangelios; en la actualidad se conserva
solamente una pequeña porción.[26]
El Códice Sinaítico (350
D. C.) se encuentra en el Museo Británico. 12/579 Este manuscrito que contiene
casi todo el N.T. (falta Marcos 16:9-20 y Juan 7:53-8:11) y más de la mitad del
A.T. fue "descubierto por Tischendorf (nada menos que en un papelero) en
el Monasterio del Monte Sinaí en 1844, le fue presentado por el Monasterio al
Zar ruso en 1859, y comprado por el pueblo y el gobierno británicos a la Unión
Soviética en 100.000 libras en la Navidad de 1933.[27]
El Códice Vaticano
(325-50 D.C.) se guarda en la Biblioteca del Vaticano. La Biblia casi completa.
Bruce Metzger dice que este es uno de los manuscritos más valiosos de la Biblia
griega.[28]
Códice alejandrino (400
D.C) guardado en el Museo Británico; la Enciclopedia Británica cree que fue
escrito en griego en Egipto. Contiene casi toda la Biblia.
Códice Efraímico (400
D.C) guardado en la Biblioteca Nacional, París. La Enciclopedia Británica dice
que “su origen en el siglo quinto y la evidencia que proporciona lo hacen importante
para el texto de ciertas porciones del Nuevo Testamento.[29]
Todos los libros están
representados en este manuscrito, excepto 2 Tesalonicenses y 2 Juan. Este
manuscrito es un Palimpsesto.
Códice Beza (450 D.C) se guarda
en la Biblioteca Cambridge y contiene los Evangelios y Hechos, no solamente en
griego, sino que también en latín.
Códice Washingtoniano (o
Freericano) 450-550 D.C, contiene los Evangelios en el siguiente orden: Mateo,
Juan, Lucas y Marcos.[30]
Códice Claromontano (del 500
D.C) contiene las epístolas paulinas. Es un manuscrito bilingüe.
Conclusión
[1] Sanders,
C. Introduction in Research in English Literary History. New York: Macmil[1]lan Company, 1952. Pag.
143
[2] Montgomery,
John Warwick. History and Christianity. Downers Grove, IL 60515: Inter-Varsity
Press, 1971. Usado con permiso. Pag. 26
[3] Lea,
John W. The Greatest Book in the World. Philadelphia: n.p., 1929. Pag. 4
[4] Schaff,
Philip. Companion to the Greek Testament and the English Versión. Ed. rev. New
York: Harper Bros., 1883. Pag. 177
[5] Warfield,
Benjamín B. Introduction to Textual Criticism of the New Testament. Sép¬ tima
edición. London: Hodder and Stoughton, 1907. Pag. 14
[6] Geisler,
Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago:
Moody Press, 1968. Pag. 361
[7] Hort,
Fenton John Anthony and Brooke Foss Westcott, The New Testament in the Original
Greek. New York: Macmillan Co., 1881. Vol. 1. Pag. 2
[8] Geisler,
Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago:
Moody Press, 1968. Pag. 365
[9] Warfield,
Benjamín B. Introduction to Textual Criticism of the New Testament. Sép¬ tima
edición. London: Hodder and Stoughton, 1907. Pag. 14; Skilton, John H.
"The Transmission of the Scripture." The Infallible Word (a sympo¬
sium). Philadelphia: Presbyterian and Reformed Publishing. Pag. 163
[10] Schaff,
Philip. Companion to the Greek Testament and the English Versión. Ed. rev. New
York: Harper Bros., 1883. Pag. 182
[11] Bruce,
F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co.,
1963. Pag. 179-180
[12] Kenyon,
Frederic G. Our Bible and the Ancient Manuscripts. New York: Harper and
Brothers, 1941. Pag. 23
[13] Robertson,
A. T. Introduction to the Textual Criticism oí the New Testament. Nashville:
Broadman Press, 1925. Pag. 29
[14] Metzger,
Bruce M. The Text oí the New Testament. New York and Oxford: Oxford University
Press, 1968. Pag. 36
[15] Montgomery,
John Warwick. History and Christianity. Downers Grove, IL 60515: Inter-Varsity
Press, 1971. Usado con permiso. Pag.29
[16] Kenyon,
Frederic G. Handbook to the Textual Criticism of the New Testament. London:
Macmillan and Company, 1901. Pag. 4
[17] Kenyon,
Frederic G. The Bible and Archaeology. New York: Harper & Row, 1940. Pag.
288
[18] Bruce,
F. F. The New Testament Documents: Are They Reliadle ? Downers Grove, IL 60515:
Inter-Varsity Press, 1964. Usado con permiso. Pag. 16
[19] Geisler,
Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago:
Moody Press, 1968. Pag. 242-246
[20] Geisler,
Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago:
Moody Press, 1968. Pag. 268
[21] Metzger,
Bruce M. The Text oí the New Testament. New York and Oxford: Oxford University
Press, 1968. Pag. 39
[22] Bruce,
F. F. The Books and the Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co.,
1963. Pag. 182
[23] Kenyon,
Frederic G. The Bible and Modern Scholarship. London: John Murray,Pag. 20
[24] Metzger,
Bruce M. The Text oí the New Testament. New York and Oxford: Oxford University
Press, 1968. Pag. 39-40
[25] Metzger,
Bruce M. The Text oí the New Testament. New York and Oxford: Oxford University
Press, 1968. Pag. 39-40
[26] Geisler,
Norman L. and William E. Nix. A General Introduction to the Bible. Chicago:
Moody Press, 1968. Pag. 318-319
[27] Anderson,
J. The Bible the Word of God. Brighton: n.p., 1905. Pag. 183
[28] Metzger,
Bruce M. The Text oí the New Testament. New York and Oxford: Oxford University
Press, 1968. Pag. 47
[29] Encyclopaedia
Britannica. Vol. 3. Reimpreso con permiso, derechos reservados por
Encyclopaedia Britannica, 1970. Pag. 579; Bruce, F. F. The Books and the
Parchments. Ed. Rev. Westwood: Fleming H. Revell Co., 1963. Pag. 183
[30] Greenlee,
J. Harold. Introduction to New Testament Textual Criticism. Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Company, 1964. Usado con permiso. Pag. 39
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