El Siervo de YAHVÉ en los Evangelios | Evangelios análisis crítico con Feliberto Vasquez Rodriguez
SIERVO DE YAHVÉ
El Siervo de Yahvé o el
Siervo Sufriente es una figura tradicionalmente extraída de cuatro pasajes de
Isaías que describen la vocación de uno cuya tarea es servir tanto a Israel
como a las naciones a través de actos de justicia y sufrimiento ungidos por el
Espíritu. En los Evangelios esta figura y estos pasajes están detrás de varios
aspectos de la identidad y misión de Jesús, tal vez sobre todo de su
sufrimiento y muerte vicarios.
1. Isaías
Isaías 40–55 («Segundo
Isaías» o «Deutero-Isaías») es el contexto literario de los «Cánticos del
Siervo» de Isaías 42:1–4; 49:1–6; 50:4–9; 52:13–53:12, que fueron agrupados
como tales por primera vez por B. Duhm en 1892. Duhm argumentó que eran una
adición posterior al texto de Isaías y sugirió una interpretación sin hacer
referencia al contexto literario. Muchos comentaristas antiguos le han seguido,
si bien hay una tendencia cada vez mayor dentro de los estudios sobre Isaías a
considerarlos una parte integral del texto general de Isaías y analizarlos
dentro del mismo.[1]
Históricamente, esta
figura del siervo ha sido un punto de gran interés para los intérpretes.
Algunos han identificado al siervo como Israel o un remanente de Israel,
siguiendo las propias pistas del libro, que llama a Israel siervo en varios
lugares (e.g., Is 41:8; 44:1, 2, 21 [2x]; 45:4; 48:20). Otros, sin embargo, han
apuntan al siervo anónimo de los propios Cánticos del Siervo, así como a su
aparente sufrimiento individualista (e.g., Is 50:4–9), y prefieren a una figura
histórica como Ciro o el profeta Isaías.
Aquellos que prefieren
una lectura literaria a menudo vinculan al orador anónimo de Isaías 61 con el
siervo, sugiriendo que desde una perspectiva literaria y funcional esta figura
habla a través de la voz del siervo y asume su papel, especialmente de Isaías
42 y Isaías 49 (e.g., ambos están ungidos por el espíritu de Yahvé, proclaman
libertad a los cautivos y consuelan a los débiles). Incluso si se mantienen las
distinciones de la crítica histórica tradicional, e Isaías 61 se considera
parte del «Tercer Isaías» (o «Trito-Isaías»), se puede argumentar que el plural
«siervos» (e.g., Is 65:8) como comunidad se ha arrogado varios rasgos y
experiencias (de Is 40–55). Así pues, ya en este período temprano hay un grupo
posterior (históricamente) que utiliza la figura del siervo y la pone al
servicio de su propia identidad, una realidad importante que debe tomarse en
consideración en los estudios del motivo del siervo en el NT.
2. Judaísmo del Segundo Templo
Muchos comentaristas
antiguos han destacado la provisionalidad de nuestra interpretación del motivo
del siervo en el judaísmo del Segundo Templo, aunque los resultados a menudo
mínimos que proporciona tal provisionalidad no son necesariamente la única
conclusión posible. Por ejemplo, probablemente es importante que los autores
del Segundo Templo parecieron interpretar Isaías como un todo (i.e., como obra
del profeta Isaías, sin las tradicionales distinciones entre «Primer», «Segundo»
o «Tercer» Isaías) y escatológicamente. El sentido no fragmentario se
puede ver en el «Himno de los Padres» de Ben Sira[2], compuesto alrededor del
200 a. C., donde se describe al profeta Isaías como fidedigno. Eclesiástico
trata luego de la visión de Isaías de las últimas cosas y de sus palabras de
consuelo para los dolientes, aludiendo claramente a Isaías 40–66. El uso
escatológico es evidente si nos fijamos en el pesarim de Isaías[3] de Qumrán, donde se
relaciona directamente a los pasajes con la existencia de la secta al final de
los tiempos.
Así pues, los pasajes del
siervo casi con toda seguridad no se veían como un grupo de textos
independientes, si bien sigue siendo probable que los lectores y oyentes de
Isaías repararan en las similitudes conceptuales y lingüísticas de lo que los
especialistas modernos denominan los «Cánticos del Siervo». De hecho,
los textos que hacen uso de Isaías (especialmente en Qumrán) son expertos en la
utilización del motivo del siervo extraído de varios pasajes distintos (e.g.,
Is 42:1–4; 52:13–53:12). Todo esto justifica el enfoque de analizar la función
del siervo en los textos del Segundo Templo dentro de la retícula general de
(al menos) Isaías 40–66.
La figura del siervo
isaiano se utilizaba a menudo durante este período, si bien en ocasiones el
siervo se interpretaba individualmente y en otras corporativamente (aunque un
individuo seguiría representando al pueblo como colectivo). Esta generalización
es válida en todos los casos, incluso para Isaías 53. El viejo adagio de que el
judaísmo helenístico interpretó el siervo de Isaías 53 corporativamente (e.g.,
en la LXX, que aclara que el siervo es Israel, añadiendo «Jacob» e «Israel»
en el cántico de Is 42:1 e incluye una nota explicativa sobre la tarea del
siervo Israel en Is 49:5), mientras que el judaísmo palestino interpretó la
figura individualmente[4], no parece representar
adecuadamente la evidencia. Por ejemplo, al menos algunos de los textos de
Qumrán que utilizan material del siervo isaiano lo toman en un sentido
corporativo.[5]
En otras palabras, el medio interpretativo de Jesús y los autores del NT les
permitió tratar al siervo como un individuo (a menudo representativo) y como
una colectividad (como el pueblo fiel o remanente de Dios) y reivindicar el
cumplimiento o la encarnación de los textos del siervo de Isaías en sus propias
comunidades.
3. Los Evangelios
Tal vez el estudio más
conocido del motivo del siervo en relación con Jesús sea el de M. Hooker.[6] Sin embargo, su interés
general no es simplemente el uso neotestamentario del AT sino la expiación, y
si la doctrina se originó con Jesús o sus seguidores. Por tanto, la expiación
envuelve su estudio, convirtiendo Isaías 53, con su noción del sufrimiento
vicario, en un pasaje importante y problemático tanto en Isaías como en el NT.
Aunque Hooker se toma el
cuidado de señalar que en Isaías el siervo es predominantemente la figura
colectiva de Israel[7],
su mínima investigación de las fuentes del Segundo Templo limita su capacidad
para ver la presencia y función del motivo del siervo en textos
neotestamentarios.[8]
No es sorprendente, pues, que sus resultados finales sean negativos: los
sinópticos no aportan pruebas concluyentes de que Jesús se viera a sí mismo
como el siervo[9],
y otros escritos del NT como Hechos y las cartas de Pablo ofrecen «pocas
muestras de que la cristología del siervo ocupara algún lugar destacado en el
pensamiento cristiano durante el período del Nuevo Testamento».[10]
Se puede criticar a
Hooker de estar demasiado preocupada con Isaías 53 y el sufrimiento del siervo,
ya que esto limita su capacidad para ver la naturaleza polifacética de la
experiencia y tarea del siervo. Además, su insistencia en que para que esté
presente una alusión al siervo no puede tenerse en mente ningún otro posible
texto del AT[11]
puede que estreche innecesariamente los parámetros y sea minimalista,
especialmente a la luz de los desarrollos recientes en intertextualidad entre
los Testamentos que destacan la naturaleza compleja del uso del AT por parte
del Nuevo (que incluye paralelismos conceptuales, además de lingüísticos, la
importancia de un caso acumulativo y tomar las citas como indicadores de usos
narrativos más grandes o alusivos).
3.1. La tradición sinóptica. Muchos estudiosos han
argumentado que en los Evangelios una parte importante de la conciencia
mesiánica de Jesús fue su conciencia de estar cumpliendo o personificando la
tarea del siervo de Isaías, algo que se puede apreciar sobre todo en su
insistencia en que está «escrito» o «es necesario» que el hijo
del Hijo del Hombre sufra y muera (y sea resucitado) (Mc 8:31; 9:12, 31;
10:33–34 par). Expertos como P. Doble han sostenido que los salmos mesiánicos
dan prueba «por escrito» de que uno que sirve a Dios (como siervo) debe
sufrir, pero la mayoría de los comentaristas considera que el trasfondo
veterotestamentario de la pasión se encuentra en la figura del siervo isaiano.
3.2. Marcos. En el Evangelio de
Marcos el siervo de Isaías probablemente se encuentre detrás de la voz del
cielo que se escucha en el bautismo de Jesús: «Tú eres mi hijo amado, en
quien tengo complacencia» (Mc 1:11 [// Mt 3:17; Lc 3:22]). Aquí no se llama
a Jesús «siervo», ni existe un solapamiento verbal exacto entre los dos
pasajes, pero aun así hay una probable alusión a uno de los textos del siervo,
Isaías 42:1. Los especialistas generalmente coinciden en que aquí la base es el
siervo, ya que el siervo es ungido con el Espíritu de Dios en Isaías 42:1 y es
escogido o llamado en el contexto literario (e.g., Is 42:6–7).
También en la transfiguración
de Jesús la voz procedente de las nubes le llama «mi Hijo amado» (Mc 9:7
[// Mt 17:5; Lc 9:35; en este último texto Jesús es «escogido» en lugar
de «amado»; cf. el siervo como «escogido» en, e.g., Is 49:7]). En
la Última Cena Jesús declara: «Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos [pollōn] es derramada» (Mc 14:24 [// Mt 26:28, que añade «para
remisión de los pecados»; cf. Lc 22:20]), recordando el sacrificio del
siervo en Isaías 53:12.
Particularmente relevante
(y problemático) en Marcos es el famoso «dicho del rescate» (Mc 10:45 [// Mt
20:28]), donde Jesús afirma de sí mismo: «Porque el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos»
(cf. esp. Is 53:10, 12). Contextualmente, el dicho del rescate sigue a la
tercera predicción principal de Jesús sobre la pasión (primera, Mc 8:31 [// Mt
16:21; Lc 9:22]; segunda, Mc 9:31 [// Mt 17:22–23; Lc 9:44]; tercera, Mc
10:33–34 [// Mt 20:18–19; Lc 18:31–33]) y a la petición de Santiago y Juan de
honor personal; así pues funciona como una descripción de la autocomprensión de
Jesús en cuanto a su muerte, así como una crítica del deseo de grandeza de sus
discípulos, ya que el liderazgo debe estar orientado al servicio.
Muchos eruditos vinculan
el dicho del rescate con el siervo de Isaías 53 debido a su noción de servicio,
especialmente la entrega de la vida «por muchos». Sin embargo, otros cuestionan
esta conexión[12]
basándose en los mínimos paralelos verbales que existen entre el dicho e Isaías
53 (LXX). Otras dos posibles fuentes para el dicho del rescate son el Hijo del
Hombre de Daniel 7 (porque Jesús se llama a sí mismo «Hijo del Hombre»
en el dicho), aunque Daniel no incluye la idea del sufrimiento vicario. No
obstante, en el texto del Segundo Templo 1 Enoc 37–71 el Hijo del Hombre de
Daniel 7 es una figura conglomerada, combinada con el siervo de Isaías, lo que
sugiere que tal maniobra es posible aquí en el dicho del rescate. El otro
trasfondo que se ha sugerido para el dicho del rescate es la tradición del
Segundo Templo sobre el mártir, que al menos en alguna ocasión iba unida a la
expiación (como puede verse, e.g., en 4 Mac 6:28–29), si bien el siervo de
Isaías puede que sea la base bíblica «original» de semejante martirio
expiatorio en este período.
La cuestión de la
autenticidad del dicho del rescate es algo sobre lo que también se debate, ya
que algunos autores afirman que su origen no está en Jesús sino en la iglesia
primitiva. Los argumentos que aquí se presentan incluyen una supuesta ruptura
en el paralelo Jesús-discípulos en el contexto (ya que este rescate solamente
se aplicaría a su muerte), la novedad de este aspecto de la muerte de Jesús
(i.e., el rescate o la expiación no aparecen en otros lugares), y que el
paralelo lucano de Marcos 10:42–45 y Mateo 20:25–28 (Lc 22:25–27) no lo
incluye. La segunda cuestión es la que se responde más fácilmente, ya que Jesús
aparentemente era consciente de una razón bíblica para su inminente muerte
violenta (e.g., Mc 8:31; 9:12; Lc 18:31–33; 24:25–27, 46), y él mismo relaciona
al menos algunos aspectos de su pasión con el siervo (e.g., Is 53:12 en Lc
22:37), haciendo probable la existencia de otros vínculos.
En cuanto a la primera y
tercera objeciones, Lucas parece haber tomado Lucas 22:24–27 de su fuente
especial (en lugar de Marcos) y puede estar describiendo un acontecimiento
diferente al de los demás autores sinópticos. Además, a la luz del interés de
Lucas en establecer un paralelismo entre la misión de los discípulos y la de
Jesús (esp. en Hechos), cualquier minimización por su parte de la naturaleza
expiatoria de la muerte de Jesús (que, por supuesto, es única y no se aplica a
los discípulos) encuentra su justificación.
Por último, las fuentes
extrabíblicas muestran que la palabra «rescate» (lytron), que en el NT
solamente aparece aquí, en el dicho del rescate (cf. antilytron en 1 Tim
2:6), parece resaltar el coste de la liberación lograda por Jesús, el Hijo del
Hombre y el siervo. Teniendo presente los textos del siervo de Isaías (esp., Is
50; 53), el coste se describe gráficamente en el sentido del severo rechazo, el
sufrimiento físico, mental y emocional y la muerte. Además, el siervo en Isaías
53:12 (LXX) lleva los pecados de «muchos» (pollōn) en su muerte;
Jesús en el dicho del rescate afirma dar su vida como un rescate por «muchos»
(pollōn).
3.3. Mateo. Uno de los recursos
singulares de Mateo es su uso de fórmulas de cita, y en dos de ellas cita los
textos del siervo. En Mateo 8:17, después de que Jesús sanara a «todos los
enfermos» y echara fuera demonios, Mateo escribe que las acciones de Jesús
cumplen «lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias». La referencia es a Isaías 53:4,
aunque muchos estudiosos han señalado que el énfasis mateano recae sobre la
liberación de Jesús de las dolencias físicas, a diferencia de su sufrimiento y
muerte expiatorios.
Mateo 12 ofrece detalles
de más curaciones (así como de la actitud no beligerante de Jesús, otro posible
vínculo con el siervo), y el evangelista conecta estos hechos con el primer
Cántico del Siervo, Isaías 42:1–4 (citado en su totalidad en Mt 12:18–21). Su
cita de Isaías en este punto refuerza el probable trasfondo del siervo en las
escenas del bautismo y la transfiguración (en Mt 3:17; 17:5), ya que parece
utilizar un texto griego en Mateo 12:18 que es un paralelo de parte del
vocabulario de las otras escenas o bien adaptar su traducción de Isaías para
resaltar los vínculos. Una vez más sale a relucir la preocupación académica por
la aparente falta de atención del autor en la naturaleza expiatoria de la obra
del siervo, aunque se podría argumentar que la concentración académica moderna
en la expiación, sobre todo en lo que tiene que ver con el siervo isaiano, no
está justificada a la luz de la naturaleza multifacética de la tarea del siervo
en Isaías (que incluye traer justicia, ser una luz para las naciones y soportar
el sufrimiento físico).
3.4. Lucas. Se suele reconocer que
Lucas también asume el uso del trasfondo del siervo de Isaías en el bautismo y
la transfiguración de Jesús, y Jesús define su misión en la sinagoga de Nazaret
en Lucas 4:18–19 leyendo Isaías 61:1–2 (con Is 58:6). Isaías 61:1–2, aunque no
forma parte de los famosos cuatro Cánticos del Siervo de Duhm, literariamente
está estrechamente conectado con esos pasajes.
Uno de los últimos
capítulos de Lucas incluye otra cita clara, puesto que en Lucas 22:37 Jesús
cita de Isaías 53:12 en referencia a sí mismo, afirmando que el destino del
siervo de ser «contado con los inicuos» se debe cumplir en él (cf. la
cita de Is 53:7–8 en Hch 8:32– 33).
Sin embargo, también es
cierto que en otros lugares Lucas ha sido acusado por H. Conzelmann y muchos
autores después de él de restarle importancia a la noción de expiación o
sufrimiento sustitutorio del motivo del siervo. La supuesta «teología de la
gloria» de Lucas (en contraposición a la «teología de la cruz») se
argumenta sobre la base de varios pasajes. Por ejemplo, los dos únicos textos
en Lucas-Hechos que parecen fundamentar claramente la muerte de Jesús en
términos de expiación, Lucas 22:19–20 y Hechos 20:28, son textualmente
inciertos. El primer pasaje, Lucas 22:20 (el paralelo de Mc 14:24; Mt 26:28),
al parecer también elimina al menos uno de los indicadores léxicos a Isaías 53
(aunque la idea del servicio todavía está presente). Por último, el «dicho
del rescate» de Marcos, que muchos consideran que alude a Isaías 53, cuenta
con un paralelo en Mateo pero se omite en Lucas. Todo esto lleva a la posible
conclusión de que Lucas optó por centrarse en otros aspectos de la tarea del
siervo, como su inocencia o exaltación.
Existen muchos otros usos
probables del material del siervo isaiano tanto en Lucas como en Hechos (e.g.,
las referencias a Israel y las naciones en Lc 2:29–32, que recuerdan a Is 42;
49), y esto lleva a una segunda posible explicación del aparentemente mínimo
reconocimiento por parte de Lucas de la muerte de Jesús como sustitutiva. Lucas
demuestra un claro interés en conectar la misión de los discípulos con Jesús
(especialmente en Hechos, pero también en Lucas; cf. esp. los paralelos de
Pedro, Esteban y Pablo con Jesús; cf. también la manera en que Pablo y Bernabé
citan el texto del siervo de Is 49:6 haciendo referencia a sí mismo en Hch
13:47), y la naturaleza expiatoria de la muerte del siervo es cierta solo en el
caso de Jesús, no de sus seguidores.
3.5. Juan. La
única cita de los Cánticos del Siervo en el Evangelio de Juan está en Juan
12:38. Tras la predicción de la muerte de Jesús, Juan menciona las múltiples
señales realizadas por Jesús y luego resume la respuesta judía hacia su persona
reivindicando el cumplimiento de Isaías 53:1: «¿Quién ha creído a nuestro
anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?» Los eruditos
han señalado que el pasaje de Isaías, aunque pertenece al famoso Cántico del
Siervo de Isaías 53, no se refiere a la obra expiatoria del siervo sino más
bien a la incredulidad de los judíos. Una vez más, el interés académico en el
aspecto sustitutorio del sufrimiento del siervo puede que esté mal dirigido, ya
que la obra del siervo en Isaías es mucho más amplia. Al menos indirectamente,
se relaciona a Jesús con el siervo mediante el uso de Isaías 53:1 en este
punto.
Entre otros famosos
pasajes joánicos que a menudo se vinculan con el siervo isaiano está aquel en
el que Juan el Bautista llama a Jesús el «Cordero de Dios» (Jn 1:29,
36). El trasfondo que se propone es la referencia en Isaías 53:7, donde se
emplea la metáfora de un cordero que es llevado al matadero en relación con el
siervo. Dado que el cordero pascual no tenía conexión directa con la
eliminación del pecado, parece probable que aquí se tenga en mente el
sacrificio del siervo isaiano. Por último, el lenguaje de Jesús que será «levantado»
(hypsoō en diversas formas) en Juan 3:14; 8:28; 12:32 puede que se
refiera a la exaltación/levantamiento del siervo (una forma de hypsoō)
en Isaías 52:13 (LXX).
4. Conclusión
La figura del siervo en
los famosos Cánticos del Siervo de Isaías es importante para comprender la
misión y el propósito de Jesús. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer en
esta área. Una ola de estudios académicos recientes hace hincapié en el marco
narrativo general y en los temas de Isaías (como la restauración del «nuevo
éxodo», sobre todo en Is 40–55) y su ubicación en los Evangelios (que
destaca, e.g., por el uso de Is 40:3–5 y su vínculo con Juan el Bautista).
Resulta significativo que Isaías 40–55 es el contexto literario principal de la
obra del siervo, que forma parte integral de la restauración; el hecho de que
la misión del siervo se esté encarnando es, en gran medida, el modo en que se
produce y encuentra su cumplimiento el nuevo éxodo.
Así pues, si en los
Evangelios está presente un paradigma isaiano más general, eso justifica una
metodología que afirme la presencia del motivo del siervo incluso en ausencia
de citas claras (por importantes que estas puedan ser). En efecto, a diferencia
de los parámetros metodológicos más estrechos de tiempos pasados, muchos
estudiosos están dando prioridad a la presencia de lazos conceptuales y
temáticos, así como a vínculos léxicos con palabras estrechamente relacionadas
con el siervo y su actividad en Isaías (e.g., escogido, testigo, entregado).
Estas conexiones que se proponen resultan especialmente significativas si
aparecen en grupo o en relación próxima con una referencia más explícita o una
alusión a un pasaje del siervo. En otras palabras, tal vez sea cierto que para
los autores de los Evangelios el motivo del siervo fundamenta la identidad de
Jesús de una manera mucho mayor de lo que a menudo se ha reconocido, y que
varias doctrinas del NT (como la salvación) se beneficiarían de un examen más
detallado de estas vías de investigación.[13]
[1]
Ejemplo T. N. D. Mettinger, A
Farewell to the Servant Songs: A Critical Examination of an Exegetical Axiom,
trad. F. H. Cryer (ScrMin 3; Lund: Gleerup, 1983)
[2] Eclo 44:1–51:24
[3] 4Q161; 4Q162; 4Q163; 4Q164; 4Q165
[4] Ejemplo el manuscrito del Mar
Muerto 11Q13 [la obra de J. Jeremias ha contribuido a esta interpretación]
[5] Por
ejemplo 1QS V, 6; VIII, 5–7
[6] M. D. Hooker, Jesus and the
Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the New
Testament (Londres: SPCK, 1959)
[7] M. D. Hooker, Jesus and the
Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the New
Testament (Londres: SPCK, 1959), cap. 2
[8] M. D. Hooker, Jesus and the
Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the New
Testament (Londres: SPCK, 1959), cap. 3
[9] M. D. Hooker, Jesus and the
Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the New
Testament (Londres: SPCK, 1959). Pag. 102
[10] M. D. Hooker, Jesus and the
Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the New
Testament (Londres: SPCK, 1959). Pag. 128
[11] M. D. Hooker, Jesus and the
Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the New
Testament (Londres: SPCK, 1959). Pag. 62
[12]
Ejemplo M. D. Hooker, Jesus
and the Servant: The Influence of the Servant Concept of Deutero-Isaiah in the
New Testament (Londres: SPCK, 1959);
[13]
BIBLIOGRAFÍA.
W. H. Bellinger Jr. y W. R. Farmer, eds., Jesus and the Suffering Servant:
Isaiah 53 and Christian Origins (Harrisburg, PA: Trinity Press International,
1998); J. Blenkinsopp, Opening the Sealed Book: Interpretations of the Book of
Isaiah in Late Antiquity (Grand Rapids: Eerdmans, 2006); D. Bock y M. Glaser,
eds., The Gospel According to Isaiah 53: Encountering the Suffering Servant in
Jewish and Christian Theology (Grand Rapids: Kregel Academic &
Professional, 2012); H. Conzelmann, The Theology of St. Luke, trad. G. Buswell
(Nueva York: Harper & Row, 1960) – existe edición castellana: El centro del
tiempo. La teología de Lucas (Madrid: Fax, 1974); P. Doble, «Luke 24.26,
44-Songs of God’s Servant: David and His Psalms in Luke-Acts», JSNT 28 (2006)
267–83; B. Duhm, Das Buch Jesaia (3ª ed.; HKAT 3/1; Gotinga: Vandenhoeck &
Ruprecht, 1914); J. B. Green, The Death of Jesus: Tradition and Interpretation
in the Passion Narrative (WUNT 2/33; Tubinga: Mohr Siebeck, 1988); B. Janowski
y P. Stuhlmacher, eds., The Suffering Servant: Isaiah 53 in Jewish and
Christian Sources, trad. D. P. Bailey (Grand Rapids: Eerdmans, 2004);; S. H. T.
Page, «The Suffering Servant Between the Testaments», NTS 31 (1985) 481–97; W.
Zimmerli y J. Jeremias, «παῖς θεοῦ», TDNT 5:654–717.
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