Personalidad del Espíritu Santo | Pneumatología con Feliberto Vasquez Rodriguez
Introducción
El estudio especial de la
persona y obra del Espíritu Santo, como miembro del Dios trino, no podría ser
más importante. Como es de esperar, siempre que Dios y su verdad forman parte
de algo, se han desarrollado falsas enseñanzas para distorsionar o negar la
doctrina ortodoxa.[1]
La Biblia es rica en datos sobre el Espíritu, y a partir de ellos se puede
construir un segmento teológico importante.
Su identidad confirma su personalidad
El problema en la mente
de muchas personas es que pueda existir personalidad sólo en los seres humanos,
como si la personalidad pudiera relacionarse sólo con los seres finitos mas no
con los infinitos.[2]
Es razonable esperar características similares entre Dios y el hombre, pues el
hombre está hecho a la imagen de Dios. Por lo tanto, “al estudiar la
personalidad humana es posible hacerse una idea de la divina, pues el hombre
está hecho a imagen de Dios”.[3] La
personalidad puede definirse simplemente como la posesión de intelecto,
emociones y voluntad; por lo tanto, al demostrar que el Espíritu Santo tienes
estas tres características, se mostrará que es una persona y tiene
personalidad.[4]
A veces se refieren al Espíritu Santo como un objeto, una cosa o simplemente
como una influencia. Este estudio mostrará que Él es una persona y no sólo una
influencia, tiene características de personalidad. Arrio negó la personalidad
del Espíritu Santo en la época temprana de la historia de la iglesia. Según él,
era sólo una influencia que emanaba del Padre. Arrio fue condenado en el
Concilio de Nicea en el 325 d.C. Su enseñanza sigue presente hasta hoy en el
unitarismo y en sectas como los Testigos de Jehová.
Sus atributos confirman su personalidad
Intelecto. El Espíritu Santo tiene intelecto, pues
“todo lo escudriña” (1 Co. 2:10). La palabra “escudriñar” quiere decir “examinar
o investigar un asunto”. El Espíritu examina las profundidades de Dios y
las revela a los creyentes. Cristo usa la misma palabra en Juan 5:39 cuando
pide escudriñar las Escrituras.
Conocimiento. Ningún ser humano tiene
conciencia o conocimiento de los pensamientos de Dios, pero el Espíritu Santo
entiende la mente de Dios (1 Co. 2:11).
Mente. Tal como el Espíritu conoce al Padre, el
Padre conoce la mente del Espíritu (Ro. 8:27). La palabra mente (gr., phronema)
quiere decir “forma de pensar, pensamiento, intención, aspiración,
esfuerzo”,[5]
y claramente indica que el Espíritu Santo tiene intelecto (cp. Ef. 1:17).
Emociones. Las emociones o sensibilidad quieren
decir que hay sentimientos, conciencia y capacidad para responder a algo.
Efesios 4:30 manda no contristar al Espíritu Santo. El contexto enfatiza que el
Espíritu se contrista cuando el creyente peca con mentiras (v. 25), ira (v.
26), robo, pereza (v. 28) o al hablar palabras poco amables (v. 29). La misma
palabra se usa para describir el dolor de los corintios después de que Pablo
les escribiera una dura carta (2 Co. 2:2, 5). Es una persona la que se
entristece, pues una mera influencia no puede entristecerse.
Voluntad. El Espíritu Santo tiene voluntad, lo
cual indica que Él tiene el poder de elección y decisión soberana. El Espíritu
distribuye dones espirituales como Él quiere.[6]
La frase “él quiere” (gr., bouletai) se refiere a “decisiones de la
voluntad tras una deliberación previa”.[7]
La idea de la elección soberana es evidente en esta declaración. A manera de
analogía, la palabra “voluntad” también se usa para describir la
voluntad del Padre (Stg. 1:18). Como el Padre tiene voluntad, así también la
tiene el Espíritu Santo. En Hechos 16:6 el Espíritu la usó cuando le prohibió a
Pablo predicar en Asia y lo redirigió a ministrar en Europa. Tales pasajes de
las Escrituras enseñan claramente que el Espíritu Santo tiene intelecto,
emociones y voluntad, como parte de una personalidad genuina.
Sus obras confirman su personalidad
El Espíritu Santo realiza
obras similares a las del Padre y el Hijo. Éstas confirman su personalidad.
El Espíritu enseña. Antes de que Jesús
dejara a los discípulos, los animó diciéndoles que les enviaría “otro
Consolador” (Jn. 14:16). “Otro” enfatiza que el Espíritu sería tan
Consolador como Cristo.[8]
Tal como Jesús enseñó a los discípulos (Mt. 5:2; Jn. 8:2), el Espíritu les
enseñaría a ellos (Jn. 14:26). El Espíritu Santo realizaría y llevaría a cabo
la misma clase de ministerios de enseñanza que Cristo. Les haría recordar las
cosas que Cristo les había enseñado antes, confirmaría la enseñanza de Cristo.
El Espíritu testifica. Jesús prometió a sus
discípulos que el Espíritu Santo daría testimonio de Él (Jn. 15:26). El
Espíritu testificaría sobre la enseñanza de Cristo, según la cual el segundo
había venido del Padre y hablaba la verdad de Dios. La misma palabra se utiliza
cuando los discípulos dan testimonio de Cristo en Juan 15:27. Como los
discípulos llevan testimonio de Cristo, así también el Espíritu testifica de
Él.
El Espíritu guía. Jesús declaró que
cuando el Espíritu viniera, guiaría a los discípulos a toda la verdad (Jn.
16:13). El cuadro es como un guía o escolta que lleva a un viajero a un
territorio desconocido para él pero conocido para el guía.
El Espíritu convence. Juan 16:8 declara que
el Espíritu Santo “convencerá al mundo”. Convencer (gr., elegcho) quiere
decir “convencer a alguien de algo”.[9]
El Espíritu actúa como fiscal divino para convencer al mundo de pecado,
justicia y juicio.
El Espíritu regenera. Quien experimenta el
nuevo nacimiento ha nacido del Espíritu Santo; ha sido regenerado por el
Espíritu. Tal como el Hijo de Dios da vida a los creyentes (Jn. 5:21), el
Espíritu regenera a las personas (cp. Ez. 36:25-27; Tit. 3:5).
El Espíritu intercede. En tiempos de debilidad
del creyente, el Espíritu Santo toma sus gemidos e intercede a favor de él (Ro.
8:26). El Padre entiende la intercesión del Espíritu y responde a la oración y
hace que todas las cosas cooperan para bien en la vida del creyente, porque el
Espíritu ha intercedido a favor de él (Ro. 8:28). La misma palabra sobre la
intercesión se usa para hablar de la obra intercesora de Cristo (Ro. 8:34; He.
7:25). Como Cristo intercede a favor de los creyentes, así también el Espíritu
intercede por ellos. De nuevo se recuerda que una entidad inanimada no podría
interceder por otros; una persona intercede.
El Espíritu ordena. En Hechos 13:2 el
Espíritu Santo ordenó apartar a Pablo y Bernabé para un viaje misionero; Hechos
13:4 agrega que los dos fueron enviados por el Espíritu Santo. En Hechos 16:6
el Espíritu le prohibió a Silas predicar en Asia; en Hechos 8:29 el Espíritu Santo
dirigió a Felipe a hablar con el eunuco etíope.
Su posición confirma su personalidad
“Ciertas cosas hechas por
el Espíritu Santo serían completamente incongruentes si no poseyera una
personalidad verdadera”.[10]
Se puede contristar al Espíritu. El Espíritu Santo puede
contristarse cuando el creyente peca (véase la explicación anterior e Is.
63:10).
Se puede blasfemar contra el Espíritu. Normalmente se piensa
que la blasfemia está dirigida contra el Padre (cp. Ap. 13:6; 16:9). Cristo también
fue blasfemado (Mt. 27:39; Lc. 23:39); de manera semejante, el Espíritu también
puede ser blasfemado (Mt. 12:32; Mr. 3:29-30). La blasfemia contra el Espíritu
Santo consiste en atribuir las obras de Cristo a Satanás cuando el Espíritu ha
dado testimonio de que la obra de Cristo proviene del Padre.
Se puede resistir al Espíritu. Esteban, en su discurso
contra los judíos incrédulos que al final lo apedrearon hasta matarlo, los
acusó de ser “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!”
porque resistían “siempre al Espíritu Santo” (Hch. 7:51). Se afianzaron
en una larga tradición de rechazar la obra de Dios y resistir las admoniciones
del Espíritu Santo.
Se puede mentir al Espíritu. Cuando Pedro confrontó
a Ananías y Safira sobre su engaño, los acusó de mentirle al Espíritu Santo
(Hch. 5:3). Ananías y Safira fueron juzgados por el pecado de haber mentido al
Espíritu.
Se puede obedecer al Espíritu. En Hechos 10 el Señor
reveló de la forma más descriptiva posible a Pedro que los gentiles estaban
incluidos en el reino de bendición. En este sentido, el Espíritu le dijo a
Pedro que acompañara a los dos hombres a casa de Cornelio donde esta verdad se
haría evidente a los gentiles. Pedro obedeció la orden del Espíritu Santo y fue
a casa de Cornelio en Cesarea. Pedro obedeció al Espíritu Santo.
Estos ejemplos evidencian
la personalidad del Espíritu Santo en cuanto a que se le puede contristar,
blasfemar, resistir, mentir y obedecer. Tales cosas sólo pueden decirse en
referencia a una personalidad.
Sus designaciones confirman su personalidad
La palabra griega para
Espíritu es pneuma, una palabra de género neutro. Cualquier pronombre que se
use para sustituir a pneuma sería neutro normalmente. No obstante, los
escritores bíblicos no siguen este patrón gramatical; en lugar de ello, lo
sustituyen por pronombres masculinos para designar al Espíritu Santo.
[1] Un ejemplo de un grave error sobre
el Espíritu Santo es la perspectiva según la cual la Trinidad está compuesta
por el Padre, la Madre (el Espíritu Santo) y el Hijo. Uno de los defensores de
esta posición es Lois Roden, de Waco, Texas. Véase el informe de Mary
Barrineau, “She Preaches Holy Spirit Is a Woman”, en Florida Times-Union (29 de
noviembre de 1980).
[2] Emery H. Bancroft, Christian
Theology, 2ª ed. rev. (Grand Rapids: Zondervan, 1976), p. 157.
[3] Emery H. Bancroft, Christian
Theology, 2ª ed. rev. (Grand Rapids: Zondervan, 1976), p. 157.
[4] Charles C. Ryrie, The Holy Spirit
[El Espíritu Santo] (Chicago: Moody, 1965), p. 11. Este estudio claro y conciso
probablemente es la mejor obra sobre el Espíritu Santo para el teólogo neófito.
[5] William F. Arndt y F. Wilbur
Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early
Christian Literature, 2ª ed., rev. por F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker
(Chicago: Univ. of Chicago, 1979), p. 866.
[6] La frase “como él quiere”, kathos
bouletai, está en posición enfática en el texto griego y llama la atención al
hecho de que el Espíritu Santo hace exactamente lo que él quiere.
[7] Arndt y Gingrich, Greek-English
Lexicon, p. 146.
[8] Altos, traducido “otro”, enfatiza
la idea de “otro de la misma clase” en contraste con heteros, que quiere decir
“otro de una clase diferente”.
[9] Arndt y Gingrich, Greek-English
Lexicon, p. 249.
[10] Ryrie, The Holy Spirit [El
Espíritu Santo], p. 13.
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