La caída del hombre | Antropología con Feliberto Vásquez Rodríguez

 

Caída del hombre

Génesis 3 no describe el origen del pecado, sino la entrada de éste en el ámbito humano. Génesis 3 describe un evento histórico: Adán y Eva fueron personajes históricos que pecaron contra Dios en el tiempo y el espacio. La historicidad de dicho evento es esencial a la hora de ver la analogía en Romanos 5:12-21. Si Adán no fue una criatura real que trajo el pecado a la raza humana en algún punto de la historia, no hay razón para que Jesús redimiera la humanidad en otro momento de ella. No obstante, el mismo testimonio de Cristo confirma Génesis 3 como evento histórico (Mt. 19:3-5).

La prueba

Dios probó la obediencia de Adán y Eva durante el tiempo que pasaron en el Huerto. Eran libres para comer el fruto de cualquier árbol, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:16-17). La prueba era simple: determinar si le creerían a Dios y le obedecerían. Sin embargo, la desobediencia tenía graves consecuencias: significaba la muerte física y espiritual. El propósito de Dios era dar a Adán y Eva el conocimiento del pecado a través de la obediencia si no comían de aquel árbol. Adán y Eva conocieron el bien y el mal, pero obtuvieron tal conocimiento de la forma equivocada.[1]

La tentación

La tentación llegó al hombre y la mujer por medio de la serpiente (Gn. 3:1). No obstante, ha de entenderse que la tentación proviene de Satanás; el diablo inspiró a Caín para matar a su hermano (Jn. 8:44). Al diablo se le llama “serpiente antigua” (Ap. 12:9; 20:2), y la alusión de Romanos 16:20 indica que el juicio de Génesis 3:15 se refiere a Satanás, no tan sólo a la serpiente. La serpiente era astuta (Gn. 3:1); por lo tanto, Satanás fue astuto para maquinar su prueba. Su estrategia podría resumirse en tres fases.

(1) Los haría dudar de la Palabra de Dios (Gn. 3:1).[2] La tentación creó una sospecha sobre la bondad de Dios; les hizo preguntarse si Dios estaría obrando con sabiduría y justicia para con Adán Y Eva. Eva sucumbió a la tentación porque exageró la prohibición de Dios en su respuesta a Satanás (Gn. 3:3). Dios no había dicho nada sobre tocar la fruta.

(2) Satanás mintió cuando dijo que no morirían (Gn. 3:4). Negó categóricamente la declaración previa de Dios; dijo: “no van a morir” (NVI).[3]

(3) Satanás dijo una verdad a medias (Gn. 3:5). Les dijo que, si comían el fruto, serían como Dios al conocer el bien y el mal, pero no les dijo el resto: no les habló del dolor, el sufrimiento y la muerte consecuencia de su pecado. La prueba era en tres áreas: la lujuria de la carne, la lujuria de los ojos y la vanagloria de la vida (1 Jn. 2:16; cp. Mt. 4:1-11).

Los resultados del pecado

(1) El juicio sobre la serpiente (Gn. 3:14). Antes la serpiente era una criatura noble; pero el resultado del juicio fue la alteración de forma. Dado que la serpiente se exaltó a sí misma, ahora se la obligaría a arrastrarse sobre su vientre y a comer el polvo de la tierra.

(2) El juicio sobre Satanás (Gn. 3:15). Debe entenderse que Génesis 3:15 no va dirigido a la serpiente sino a Satanás. Habría enemistad entre la semilla de Satanás (los incrédulos y tal vez los demonios) y la semilla de la mujer (los creyentes, pero Cristo específicamente). “Ésta te herirá en la cabeza” indica que Cristo acabaría con Satanás en la cruz (Col. 2:14-15; He. 2:14). Cristo tendría la victoria principal. “Tú le herirás en el calcañar” sugiere que Satanás tendría una victoria menor porque Cristo murió; sin embargo, esa muerte significó la misma derrota de Satanás.

(3) El juicio sobre la mujer (Gn. 3:16). La mujer experimentará dolores en el parto. El dolor (heb., yizabon) en el parto es similar al del trabajo pesado de Adán (Gn. 3:17). Ambos sufrirían en sus respectivos roles. El deseo de la mujer sería para su esposo. Esa frase es difícil y puede significar (a) deseo sexual (Cnt. 7:10), (b) deseo de seguridad bajo la autoridad de su esposo o (c) deseo de mandar sobre su esposo (cp. Gn. 4:7).[4] El aspecto final del juicio a la mujer es que su esposo se enseñorearía de ella.

(4) El juicio sobre el hombre (Gn. 3:17-19). El primer juicio fue contra la tierra. La tierra no volvería a producir su fruto si el hombre no trabajaba duro en ella. El segundo juicio sobre el hombre fue la muerte. Adán fue hecho a partir de los elementos de la tierra. El proceso mortal haría que el hombre retornara al polvo del que su cuerpo fue tomado.

(5) El juicio sobre la raza humana (Ro. 5:12). El resultado del pecado de Adán pasó a toda la raza humana. Ahora toda la humanidad estaba sujeta a la muerte.

(6) El juicio sobre la creación (Gn. 3:17-18). Toda la vida animal y vegetal se vio afectada por el pecado de Adán. La vida animal y la naturaleza le opondrían resistencia al hombre. Los animales se volverían salvajes y feroces; la vida vegetal produciría espinos para dificultar la productividad. Toda la creación gemiría por efecto de la Caída y anhelaría con ansias el día de la restauración (Ro. 8:19-21).



[1] C. F. Keil y F. Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament [Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento], 25 vols. (Reimpresión, Grand Rapids: Eerdmans, 1968), pp. 1:84-86. Publicado en español por Clie.

[2] Ibíd., p. 1:94. ’Ap kî (heb.) quiere decir literalmente “¡De hecho, realmente!”. “’Ap kî es una expresión interrogativa de sorpresa (como en 1 S. 23:3; 2 S. 4:11): ‘¿Realmente Dios les prohibió comer de todos los árboles del Huerto?’”.

[3] La construcción es un infinitivo absoluto: “¡De ninguna manera, no morirán!”. “El infinitivo absoluto expresa énfasis cuando precede inmediatamente al verbo finito”. J. Weingreen, A Practical Grammar for Classical Hebrew (Oxford: Clarendon, 1959), p. 79.

[4] La palabra deseo (shuq) sólo aparece tres veces en el Antiguo Testamento (Gn. 3:16, 4:7; Cnt. 7:10). En Génesis 4:7 hace referencia al deseo del pecado por prevalecer en el hombre; en Cantar de los Cantares 7:10 hace referencia al deseo sexual. La palabra quiere decir “tener ansias intensas de alguna cosa”. Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament [Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento], p. 1:103.


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