El pecado original | Antropología con Feliberto Vásquez Rodríguez

 

Pecado original

Definición. El pecado original se puede describir como “el estado y condición de pecado en el cual nacieron los hombres”.[1] También se le llama así porque: “(1) Se deriva de la raíz original de la raza humana (Adán), (2) está presente en la vida de todo individuo desde el momento de su nacimiento, y (3) es la raíz interna de todos los pecados reales que profanan la vida del hombre”.[2] En palabras simples, se refiere a “la corrupción de toda nuestra naturaleza”.[3]

Resultados. Primero, el hombre está totalmente depravado. “La depravación total no quiere decir que todos son tan completamente depravados en sus acciones como pudieran serlo, que todos se permitan todas las formas de pecado o que una persona no pueda apreciar o incluso realizar actos de bondad; quiere decir que la corrupción del pecado se extiende a todos los hombres y por todas las partes de los hombres, de modo que no hay nada en su naturaleza que pueda darle mérito a los ojos de Dios”.[4]

Segundo, el hombre tiene una naturaleza pecaminosa innata. “La naturaleza de pecado es la capacidad para hacer todas las cosas (buenas o malas) que de ninguna manera pueden obtener el elogio de Dios”.[5] Todas las partes del hombre están afectadas: el intelecto (2 Co. 4:4), la conciencia (1 Ti. 4:2); la voluntad (Ro. 1:28), el corazón (Ef. 4:18) y todo su ser (Ro. 1:18—3:20).[6]

Imputación de pecado

La palabra imputación proviene del latín imputare, cuyo significado es “considerar”, “cargar a la cuenta de alguien”,[7] y está relacionada con la forma en que se acusa a toda persona de su pecado. La porción bíblica clave es Romanos 5:12, donde se enseña que el pecado entró en el mundo por Adán. La interpretación del versículo determina la perspectiva propia de la imputación. A lo largo de la historia ha habido cuatro perspectivas de cómo se imputa el pecado a la raza humana.

Perspectiva Pelagiana

Pelagio fue un monje británico que nació cerca del 370 d.C., y enseñó sus doctrinas extrañas en Roma en el año 409 d.C. Los unitarios modernos continúan con su esquema básico de la doctrina. Pelagio enseñaba que Dios creó cada alma directamente (despreciaba la teoría traduciana) y que, por lo tanto, cada alma era inocente e inmaculada. Ningún alma creada tenía relación directa con el pecado de Adán; la única importancia del pecado de Adán para la humanidad era el mal ejemplo. Por ello, Pelagio no veía que Romanos 5:12 afectara a toda la humanidad; no lo hacía. Los pecados de Adán no se le imputaron a la raza humana; a cada persona sólo pueden imputársele sus propios actos pecaminosos. Más aún, el hombre no murió por su pecado sino por la ley de la naturaleza. Adán habría muerto incluso si no hubiera pecado. Pelagio y sus doctrinas se condenaron en el Concilio de Cartago en el año 418 d.C.[8]

La enseñanza de Pelagio va contra las Escrituras en varios puntos. Enseñaba que el hombre no moría por su pecado, pero la Biblia afirma lo opuesto (Ez. 18:20; Ro. 6:23). Enseñaba que el hombre no tenía una tendencia natural a pecar, pero las Escrituras afirman lo opuesto (Ro. 3:9-18). Si su perspectiva siguiera la lógica, cada persona nacida libre del pecado de Adán tendría que tener una “caída” individual, porque si no, habría algunas personas perfectas.

Perspectiva arminiana

Jacobo Arminio (1560-1609) fue un teólogo holandés. La perspectiva arminiana es similar al semi-pelagianismo y es representativa de las iglesias metodistas, wesleyanas, pentecostales y otras. De pensamiento semejante al del pelagianismo, Arminio enseñaba que al hombre no se le consideraba culpable por el pecado de Adán. Sólo cuando las personas escogen pecar voluntariamente y a propósito, aunque tengan el poder de vivir justamente, Dios les imputa el pecado y las hace responsables de su culpa. Aunque el hombre no posee justicia original por el pecado de Adán, “desde el primer amanecer de la conciencia, Dios le entrega a cada individuo una influencia especial del Espíritu Santo, suficiente para contrarrestar el efecto de la depravación heredada y hacer posible la obediencia, siempre que la voluntad coopere, algo para lo cual aún tiene capacidad”.[9] Así, Arminio reconocía el efecto del pecado de Adán pero no en el sentido de total depravación; el hombre todavía recibe divinamente la capacidad de tomar las decisiones correctas. No ha de entenderse Romanos 5:12 como si toda la humanidad estuviera sufriendo el efecto del pecado y la muerte de Adán, sino como una imputación de pecado individual, porque el individuo actúa acorde con Adán.

Perspectiva federal

La perspectiva federal fue propuesta originalmente por Cocceius (1603 1669) y se convirtió en la norma de creencia en la teología reformada. La enseñaron personajes como Charles Hodge, J. Oliver Buswell Jr. y Louis Berkhof. Se le llama federal porque se ve a Adán como la cabeza o representante de toda la raza humana. Dios entró en un pacto de obras con Adán por el cual Él le prometió bendecirlo, y a través de él bendecir a toda la humanidad con vida eterna, si le obedecía. La desobediencia causaría sufrimiento a toda la raza humana. Como Adán era el representante de toda la humanidad, su pecado la sumergiría en el sufrimiento y la muerte. Por el pecado de Adán se imputa la muerte y el pecado a toda la humanidad, pues la humanidad estaba representada en él. Charles Hodge define así esta perspectiva: “En virtud de la unión, federal y natural, entre Adán y su posteridad, su pecado, no su acto, se imputa a esa posteridad de tal forma que el fundamento judicial de la pena contra él también recae sobre ella”.[10]

Perspectiva agustiniana

Recibe su nombre por Agustín (354-430 d.C.) y ha sido respaldada más recientemente por Calvino, Lutero, Shedd y Strong. Enseña que la declaración “todos pecaron” de Romanos 5:12 sugiere que toda la humanidad participó del pecado de Adán. De la misma forma en que Leví —aunque no había nacido— le pagó los diezmos a Melquisedec a través de Abraham, pues estaba “en los lomos de su padre” Abraham (He. 7:9-10), así también toda la humanidad estuvo “en los lomos de su padre” Adán cuando él pecó; por lo tanto, toda la humanidad es partícipe de ese pecado. De modo que el pecado de Adán y la muerte resultante se pasan a toda la humanidad, pues toda la humanidad es culpable. Dios hace culpable a toda la humanidad porque toda la humanidad es culpable.



[1] Berkhof, Systematic Theology [Teología sistemática], p. 244.

[2] Ibid

[3] Hodge, Systematic Theology [Teología sistemática], p. 2:227.

[4] Ryrie, A Survey of Bible Doctrine [Síntesis de la doctrina bíblica], p. 111.

[5] Ibid

[6] Ibid

[7] R. K. Johnston, “Imputation”, en Walter A. Elwell, ed., Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario teológico de la Biblia] (Grand Rapids: Baker, 1984), p. 555. Publicado en español por Caribe.

[8] Véase la explicación útil de la doctrina de Pelagio, así como una crítica de ella, en A. H. Strong, Systematic Theology, pp. 597-601. Una síntesis sobre su vida y enseñanzas está en B. L. Shelley, “Pelagius, Pelagianism”, en Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario teológico de la Biblia], pp. 833-834.

[9] Strong, Systematic Theology, p. 601.

[10] Hodge, Systematic Theology [Teología sistemática], pp. 2:192-193.

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