El origen del hombre | Antropología con Feliberto Vasquez Rodriguez

 

Introducción

Al estudio del hombre se le llama antropología, de las palabras griegas anthropos, cuyo significado es “hombre”, y logos, cuyo significado es “palabra” o “discurso”; por lo tanto, la antropología es el discurso sobre el hombre. El término antropología puede hacer referencia al estudio de la doctrina del hombre desde un punto de vista bíblico, o puede hacer referencia al estudio del hombre en su ambiente cultural. El primer sentido será el tema de este estudio.

Origen del hombre

Hay opiniones diversas entre cristianos y no cristianos sobre el origen del hombre. Usualmente, quienes no son cristianos sostienen la evolución atea o humanista. Algunos cristianos defienden un punto de vista mediador, según la cual Dios comenzó el proceso pero lo hizo a través de la evolución; sostienen, pues, un evolucionismo teísta. Otros cristianos defienden alguna forma de creación, ya sea por orden divina (acto de Dios) o alguna forma de “creación en desarrollo”.

Evolución atea. La teoría de la evolución comenzó con Charles Darwin y fue refinada por otros para intentar explicar el origen de la materia y la vida sin Dios. El origen de la vida humana, animal y vegetal se explica sin recurso a algún proceso sobrenatural. “De acuerdo con la evolución naturalista, todo lo necesario son átomos en movimiento. La combinación de átomos, movimiento, tiempo y azar le ha dado forma a lo que tenemos hoy”.[1] Los fundamentos de la evolución, como fueron declarados en El origen de las especies de Darwin, son: “(1) La variación hace que algunos descendientes sean superiores a sus padres. (2) La lucha por la existencia elimina a los más débiles, las variedades menos adaptadas. (3) El proceso de selección natural obra constantemente y gracias a él sobreviven los más aptos. (4) A través de la herencia se producen nuevas y mejores variaciones que se van transmitiendo y acumulando gradualmente. (5) Mediante este método surgen nuevas especies, después de que haya transcurrido una cantidad de tiempo suficiente”.[2] La evolución atea tiene importantes implicaciones. Si no hay Dios que haya creado el mundo, el hombre no es responsable ante Él en cuanto a estructura moral alguna; de hecho, si la evolución atea es cierta, no hay absolutos morales a los cuales deba adherirse el hombre.

Evolución teísta. “La evolución teísta enseña que las plantas, los animales y el hombre evolucionaron gradualmente a partir de formas inferiores, pero Dios supervisó el proceso”.[3] Los evolucionistas teístas aceptan en general los hallazgos de la ciencia e intentan armonizar las hipótesis evolutivas con la Biblia. Irónicamente, la evolución teísta es tan rechazada por los evolucionistas estrictos como por los biblistas. Los evolucionistas humanistas critican duramente a los evolucionistas teístas y no los toman en serio en asuntos científicos.[4] Los evolucionistas teístas se enfrentan a varios problemas serios.[5] Si la raza humana ha evolucionado entonces Adán no es un personaje histórico y se derrumba la analogía entre Adán y Cristo de Romanos 5:12-21. Más aún, el evolucionista teísta requiere una interpretación alegórica o poética de Génesis 1:1—2:4; y ello no se puede garantizar. Todavía más, sugerir que la humanidad se deriva de ancestros no humanos no se puede reconciliar con la declaración bíblica de la creación del hombre en Génesis 2:7.

Creacionismo progresivo. Esta teoría (llamada también “teoría del día-era”) se basa parcialmente en el Salmo 90:4 y 2 Pedro 3:8 para rechazar la creación literal en seis días. No se entienden los días de la creación como días de veinticuatro horas, sino como eras. Tradicionalmente, la teoría del día-era sostiene que los días son equivalentes a eras. No obstante, ello plantea varios problemas: el registro fósil no muestra eso, y la creación de las semillas de las plantas antes de la creación de los animales terrestres plantea un problema, pues algunas semillas dependen de los insectos para su polinización y fertilización.[6] El creacionismo progresivo es un intento más serio de reconciliar la Biblia y la ciencia. Armoniza la antigüedad de la tierra con la ciencia, y al mismo tiempo reconoce la creación directa del hombre y de las especies generales consideradas en Génesis 1—2. Sin embargo, permite un desarrollo “dentro de la clase” (microevolución) de las especies aunque rechaza el desarrollo “entre las clases” (macroevolución).[7] El creacionista progresivo se enfrenta a varios problemas. Éxodo 20:10-11 hace una analogía entre la persona que trabaja seis días y descansa en el séptimo con la creación de Dios en seis días y el séptimo día que dedicó a descansar. La analogía demanda días de veinticuatro horas. Más aún, dicha teoría implicaría que hubo muerte antes de la caída porque se requiere un período largo de tiempo. No obstante, Génesis indica que no hubo muerte sino desde el pecado de Adán.

Teoría de la brecha. En la teoría de la brecha hay un lapso prolongado entre Génesis 1:1 y Génesis 1:2; básicamente para acomodarse a la ciencia. Así, los teóricos de la brecha pueden afirmar la antigüedad de la tierra y al mismo tiempo entender literalmente las palabras de Génesis 1 —2, con lo cual se adhieren a días de veinticuatro horas en la creación. La teoría de la brecha enseña que hubo una creación original (algunos ubican la brecha antes del v. 1, otros entre 1:1 y 1:2) y, como resultado de la caída y rebelión de Lucifer, la tierra se volvió un caos. La frase “desordenada y vacía” (Gn. 1:2) describe la tierra caótica que Dios juzgó. Entre Génesis 1:1 y Génesis 1:2 pasaron millones de años, de acuerdo con la evaluación científica relativa a la edad de la tierra. Los problemas de la teoría de la brecha están bien documentados.[8] La gramática de Génesis 1:1 2 no permite tal brecha. El versículo 1 es una cláusula independiente. El versículo 2 está compuesto de tres cláusulas circunstanciales que explican la condición de la tierra cuando Dios comenzó a crear, y está conectado con el versículo 3.[9] No hay pausa entre los versículos 1 y 2. La teoría de la brecha depende también de que “desordenada y vacía” signifique la maldad o el resultado de un juicio; no obstante, su uso en Job 26:7 e Isaías 45:18 no lo sugiere así. Los teóricos del agujero distinguen además entre el verbo hebreo barah (Gn. 1:1), que sugiere creación ex nihilo (de la nada), mientras asa (Gn. 1:7, 16, 25, etc.) significa reformar. El estudio cuidadoso de estos dos verbos revela que se usan de manera intercambiable; asa no quiere decir reformar.[10]

La teoría de la brecha no se basa en la exégesis, sino en un intento de reconciliar la Biblia con las perspectivas de la ciencia.

Días literales de veinticuatro horas. La perspectiva de que Dios creó en días de veinticuatro horas también se llama creación por decreto; Dios creó directa e instantáneamente. Los creacionistas literales sostienen que la tierra es reciente, de aproximadamente hace diez mil años. Las formaciones geológicas se pueden explicar por el diluvio de Noé.[11] Los creacionistas literales rechazan todas las formas de evolución.

La base para los días de veinticuatro horas en la Creación es el relato bíblico de Génesis 1 y 2.

(1) Dios creó al hombre directamente (Gn. 1:27; 2:7; 5:1; Dt. 4:32). Génesis 1:27 es la declaración general, mientras 2:7 proporciona detalles adicionales sobre la creación del hombre. La declaración en 2:7 también explica la forma en que Dios creó: creó al hombre del polvo de la tierra. Cristo afirmó la misma verdad (Mt. 19:4).

(2) Dios creó los géneros masculino y femenino (Gn. 1:27). De acuerdo con este relato, Dios creó directamente al hombre y la mujer; no evolucionaron de formas inferiores de vida. Dios les dio su género al crearlos hombre y mujer. Tales declaraciones no permiten forma alguna de evolución.

(3) Dios creó en seis días de veinticuatro horas. Hay varios indicadores en el relato de la creación para validar esta tesis: (a) la palabra hebrea para día (yom) con un numeral siempre designa un día de veinticuatro horas.[12] (b) La frase “la tarde y la mañana” (Gn. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31) enfatiza un día de veinticuatro horas. Sugerir cualquier forma conceptual de día-era requiere negar el significado normal de estas palabras. (c) Éxodo 20:9-11 enfatiza la creación de veinticuatro horas cuando hace la analogía para que el hombre trabaje seis días y descanse el séptimo, como hizo Dios.

(4) Dios creó al hombre como un ser único. Si el hombre evolucionó, sólo es una forma animal superior, sin sensibilidad ni responsabilidad moral. No obstante, las Escrituras presentan al hombre como una criatura moral, responsable ante Dios. El hombre también tiene alma, por tanto es eterno (Gn. 2:7); más aún, está hecho a la imagen de Dios (Gn. 1:26); difícilmente se aplicaría esta declaración a alguien que sea producto de alguna forma de evolución.



[1] Milard J. Erickson, Christian Theology [Teología sistemática], 3 vols. (Grand Rapids: Baker, 1984), p. 2:478. Publicado en español por Clie.

[2] S. Maxwell Coder y George F. Howe, The Bible, Science, and Creation (Chicago: Moody, 1965), pp. 60-61.

[3] G. Richard Culp, Remember Thy Creator (Grand Rapids: Baker, 1975), p. 148.

[4] Compárese el comentario de un evolucionista humanista: “Hay otra clase de teoría evolutiva que a duras penas merece mencionarse en un artículo científico. Es la perspectiva mística, que esconde la comprensión insuficiente de los hechos tras palabras vacías como evolución creativa, evolución emergente, holismo, y psicolamarckismo… El biólogo no recibe ayuda constructiva de estas ideas, y está forzado a ignorarlas”. R. B. Goldschmidt, “Evolution, as Viewed by One Geneticist”, American Scientist tomo 40 (enero de 1952): p. 85; citado por John C. Whitcomb Jr. y Henry M. Morris, The Genesis Flood [El diluvio de Génesis] (Grand Rapids: Baker, 1961), p. 443. Publicado en español por Clie.

[5] Compárese P. T. Pun, “Evolution”, en Walter A. Elwell, ed., Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario teológico de la Biblia] (Grand Rapids: Baker, 1984), pp. 390-391. Publicado en español por Caribe. Pun concluye: “Los evolucionistas teístas también le dan mucha credibilidad a la teoría de la evolución orgánica, muy pobremente formulada hasta ahora. En sus esfuerzos por reconciliar las perspectivas naturalista y teísta con el origen de la vida, inadvertidamente se han colocado en una posición inconsistente al negar los milagros y mantener la naturaleza sobrenatural del mensaje cristiano”.

[6] Ibíd.

[7] Erickson, Christian Theology [Teología sistemática], 2:482. Erickson contrasta el creacionismo progresivo con las otras perspectivas: “El creacionismo progresivo se alinea con el creacionismo por orden divina para afirmar que el ser humano en su totalidad fue una creación especial. Sin embargo, no se alinea con él cuando afirma que hubo cierta cantidad de desarrollo en la creación después del acto de creación directa divino. Concuerda con la evolución naturalista, la evolución deísta y la evolución teísta en que ve desarrollo dentro de la creación, pero insiste en que hay varios actos denouo de la creación dentro de este proceso general. Y aunque concuerda con la evolución teísta en que el hombre es un acto de creación especial de Dios, va más allá de dicha perspectiva, pues insiste en que este acto creativo especial comprendía toda la naturaleza humana, física y espiritual”.

[8] Weston W. Fields, Unformed and Unfilled (Nutley: Presbyterian & Reformed, 1976) y Edward J. Young, Studies in Genesis One (Nutley: Presbyterian & Reformed, 1976).

[9] Bruce K. Waltke, Creation and Chaos (Portland: Western Conservative Baptist Seminary, 1974), p. 31.

[10] Fields, Unformed and Unfilled, pp. 51-74.

[11] La obra de Whitcomb y Morris, El diluvio de Génesis, sigue siendo distintiva en el estudio del tema.

[12] Bruce K. Waltke, notas de clase no publicadas, Seminario Teológico de Dallas.


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