Teologia de la apertura de Dios I Teologia propia con Feliberto Vasquez Rodriguez

 




Introducción

Los comienzos de la teología de la apertura de Dios probablemente puedan localizarse en los comentarios de Clark Pinnock en “God Limits His Knowledge” [Dios limita su conocimiento] en la publicación Predestination and Free Will [Predestinación y libre albedrío] editada por David Basinger y Randall Basinger en 1986. Desde aquel inicio han publicado sobre el tema Pinnock, Robert Brow, Richard Rice, John Sanders, David Basinger, Gregory Boyd y otros.

La teología de la apertura de Dios, también conocida como teísmo abierto, puede resumirse como sigue: “Primero, Dios nos ama y desea que entremos en relación recíproca con Él y con nuestros prójimos. La intención divina al crearnos era experimentar el amor trino y corresponderle con nuestro amor. Así colaboraríamos libremente con Dios para alcanzar sus objetivos. Segundo, Dios ha decidido soberanamente que algunas de sus acciones sean contingentes a nuestras peticiones y acciones. Dios establece el proyecto y obtiene nuestra colaboración. Por lo tanto, Dios está condicionado en el sentido de que Él responde verdaderamente a lo que hacemos. Tercero, más que una meticulosa providencia, Dios escoge llevar a cabo una providencia general, lo cual nos da espacio para operar y para que Dios sea ingenioso al obrarla. Cuarto, Dios nos concedió la libertad necesaria para desarrollar relaciones personales de amor. Dios participa libremente de relaciones con nosotros en las que da y recibe, relaciones genuinas en las que asume un riesgo porque tenemos la capacidad de decepcionarle”.[1]

Los teístas abiertos no creen que Dios controle todos los eventos; más bien, Dios permite que sus criaturas le respondan con una libertad genuina que Él no controla ni conoce. Creen ellos que este es el modelo que permite una relación con Dios. Pinnock dice: “La teología convencional no dejaba espacio suficiente para las relaciones en la esencia de Dios”.[2] Y concluye: “La forma tradicional de pensar en Dios… es de una sola vía, porque prefiere el carácter absoluto de Dios al amor condescendiente; y esto dificulta hablar adecuadamente de un Dios personal.[3]

El teísmo abierto objeta específicamente al calvinismo pues, al aferrarse a la soberanía absoluta de Dios, amenaza la realidad de las reacciones de las criaturas. En el calvinismo tales reacciones se consideran predeterminadas, no libres.[4] “La teología de la apertura de Dios es una forma de teísmo del libre albedrío… Sus oyentes más ávidos se encuentran principalmente en círculos wesleyanos, arminianos y pentecostales… El modelo del teísmo abierto tuvo sus raíces en el pensamiento wesleyano y arminiano…”.[5] No obstante, aunque el arminianismo tradicional reconoce la inmutabilidad, eternidad y omnisciencia de Dios en sus atributos, el teísmo abierto toma una posición más radical: “el futuro está parcialmente decidido y parcialmente no decidido, parcialmente determinado y parcialmente indeterminado; por lo tanto, es parcialmente desconocido aun para Dios; sostiene que Dios tiene un aspecto temporal”.[6]

A continuación se enumeran algunos aspectos específicos de la teología de la apertura de Dios:

(1) Dios busca relacionarse con las personas y, por lo tanto, “el amor es la cualidad más importante que le atribuimos a Dios… supone sensibilidad y respuesta… No sólo Él los influencia a ellos, sino que ellos ejercen influencia sobre Él. La voluntad de Dios no es la explicación final de todo lo que ocurre; también contribuyen de manera importante las decisiones y las acciones humanas”.[7] Por tanto, para que la gente tenga una relación abierta y genuina con Dios, deben tener la libertad de tomar decisiones sin que Él las conozca previamente. De otra manera, la relación no sería genuina o libre.

Como Dios es amor y el amor es la esencia de su ser, se hace vulnerable y “está condicionado por nuestra voluntad o falta de ella para recibir o rechazar ese amor. El amor es precario, e incluso Dios es vulnerable porque puede no ser correspondido”.[8] Los adherentes de la teología de la apertura de Dios rechazan la perspectiva tradicional sobre el amor de Dios. Sugieren que retrata el amor de Dios como si fuera “inmutable y controlador de todo”, de hecho, estático. ¿Cómo podría ello producir una relación de amor? En esa relación es posible causarle infelicidad a Dios cuando se rechaza su amor. Los adherentes de la teología de la apertura de Dios ven a un “Dios amoroso, a la espera, anhelante, que se arrepiente e incluso se equivoca”.[9]

(2) Los sentimientos de Dios revelan que sus intenciones originales pudieron alterarse o cambiarse. Términos como “se arrepintió” (cp. Gn 6:6; 1 S. 15:35) indican que Dios puede cambiar de opinión en algún asunto. Dios puede desear algo que tal vez no ocurra. “En consecuencia, Dios puede reformular sus planes o alterar sus intenciones conforme algo se desarrolle”.[10] Los adeptos de la teología de la apertura de Dios no están de acuerdo con los teólogos que afirman la inmutabilidad de Dios. Tampoco están de acuerdo con los teólogos que explican las declaraciones en las cuales Dios cambió de idea como si fuesen antropomorfismos. Argumentan ellos que Dios sí cambia de idea: “La intercesión humana puede influenciar las acciones de Dios. Ello muestra que sus intenciones no son absolutas ni invariables; Él no decide qué hacer unilateral e irrevocablemente… Una vez formula sus planes, siguen abiertos a revisión. Tal cosa parece cierta incluso sobre las afirmaciones más enfáticas de parte de Dios”.[11]

(3) Dios no es omnisciente. No conoce todos los eventos futuros. Richard Rice lo explica: “El conocimiento que Dios tiene del mundo es dinámico, no estático… Dios conoce los eventos cuando ocurren. Él aprende algo de lo que sucede. Llamamos a esta posición la ‘perspectiva abierta de Dios’, pues considera que Dios es receptivo a experiencias nuevas, y flexible en la forma en la cual obra sus objetivos en el mundo… Ve que Dios depende del mundo en ciertos aspectos…”.[12] En ese sentido, a Dios le afectan grandemente las decisiones humanas, y como resultado “nos encontramos con un Dios que cambia por nuestro bien”.[13]

Como Dios está en relación con su Creación, participa de ella y “la parte menor hace una contribución real”.[14] Estas partes incluyen la Creación, Israel, las naciones y los individuos. En estas relaciones no hay un decreto predestinado; más bien “Él está abierto a nuevas experiencias… Nosotros le afectamos… Dios es inmutable en cuanto a su carácter pero siempre cambia en relación con nosotros”.[15]

(4) La iglesia primitiva estaba influida por la filosofía griega y, al final, las perspectivas judía y cristiana se derivaron de filósofos como Platón, Aristóteles y Filón. John Sanders hace un recuento de la historia de la doctrina cristiana de Dios y ve que el cristianismo está infestado de metafísica griega y platonismo. Concluye: “Agustín permitió que la metafísica neoplatónica restringiera a Dios. Cita la Biblia con frecuencia, pero la interpreta desde un marco conceptual neoplatónico”,[16] y concluye que de la cultura pagana “llegaron ciertos elementos negativos de los cuales surgió la síntesis bíblica clásica, que impregna a tal punto la teología cristiana que a menudo funciona como la base para entender la Biblia”.[17] Clark Pinnock declara: “El hecho es que a la doctrina convencional de Dios tuvo doble origen, en la Biblia y en el pensamiento griego”.[18]

EVALUACIÓN RESUMIDA DE LA TEOLOGÍA DE LA APERTURA DE DIOS

(1) La teología de la apertura de Dios afecta directamente a la doctrina de la inerrancia bíblica. Si se postula que Dios no conoce el futuro y comete errores, ¿por qué serían creíbles las porciones proféticas de las Escrituras? Han comprometido seriamente la inerrancia de las Escrituras al intentar resolver la relación entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana: “La propuesta de la teología de la apertura de Dios menoscaba… cualquier forma de garantía de que los autores humanos escribirían libremente lo que Dios quería o de que lo predicho por Dios ocurre en realidad… No veo cómo se pueda defender racionalmente la inerrancia de las Escrituras a partir del teísmo abierto”, escribe Stephen J. Wellum.[19]

Éste es un asunto muy serio y representa un distanciamiento de la doctrina bíblica de la inerrancia, fundamental para la teología evangélica. Los partidarios de la teología de la apertura de Dios no pueden manejar las partes proféticas de las Escrituras en que Dios detalla los eventos futuros.

(2) El peligro serio de la teología de la apertura de Dios es que estudia el tema de la soberanía de Dios y la libertad del hombre desde el punto de vista de la razón humana, sin explorar adecuadamente las Escrituras relacionadas. Pinnock declara: “La perspectiva abierta de Dios razona con la intuición humana y afirma la libertad”.[20] Difícilmente la intuición humana es una fuente de autoridad. Es aún más desafortunado cuando los defensores de la apertura de Dios se apoyan en una película, El show de Truman, para defender su perspectiva de rechazar una teología en que Dios controla a la gente.[21]

Falta un estudio serio de las Escrituras pertinentes. Aunque citan algunas porciones bíblicas, la base de su argumento es la razón humana, pero, ¿desde cuándo la razón humana tiene la capacidad de juzgar las Escrituras? Más aún, ¿quién puede decir dogmáticamente que entiende los caminos de Dios? Quienes respaldan la apertura de Dios se centran en figuras del lenguaje que reflejan particularmente los antropomorfismos y el antropopatismo. Bullinger las describe correctamente como “condescendencias”: “Se atribuyen a Dios afectos y sentimientos humanos, aunque eso no significa que los tenga; pero, con una infinita condescendencia, se habla de Él en esta forma para permitirnos entenderlo”.[22]

A. B. Caneday responde que “toda la revelación que Dios hace de Sí mismo es analógica o antropomórfica… La Palabra de Dios es intrínsecamente antropomórfica porque la Biblia es el discurso de Dios para los humanos, en lenguaje humano… El hecho de que Dios se haya revelado de manera antropomórfica no nos justifica para suscribir una interpretación antropomórfica… La Biblia tiene un carácter antropomórfico”.[23] Los partidarios de la apertura de Dios usan las expresiones antropomórficas y a partir de ellas infieren que Dios es como un hombre; eso es una falacia.[24]

Los teístas abiertos no explican adecuadamente las Escrituras (normalmente identificadas como expresiones antropomórficas o antropopáticas) cuando sugieren que Dios yerra, cambia, se arriesga, se preocupa y puede ser infeliz. Tales términos humanizan a Dios, no son bíblicos y son adscripciones indignas para Dios.

(3) La tensión entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana puede resolverse cuando se admite que esa tensión existe y debe continuar. Pero la tensión puede tolerarse cuando se reconoce que las dos verdades representan una antinomia.[25] Las Escrituras infieren frecuentemente la incapacidad de la mente humana para entender la mente y la magnitud de Dios (Dt. 29:29; Pr. 25:2; Is. 55:8-9; Ro. 11:33-36).

La solución al dilema de la soberanía de Dios y la responsabilidad humana, exhibida en la libertad genuina para decidir, está en la antinomia. J. I. Packer explica la antinomia en el evangelismo: los creyentes tienen la responsabilidad de proclamar el evangelio; aun así Dios es quien salva en su soberanía.[26] Kenneth Boa, para instrucción del lector, aporta una valiosa explicación de las antinomias en varios ámbitos: “La revelación de Dios para el hombre a veces va más allá de la razón y la comprensión humana al declarar dos cosas que los hombres no pueden reconciliar… la antinomia”.[27] Sabiamente le recuerda al lector: “Las antinomias son relativas, no absolutas… lo antinómico para el razonamiento humano puede ser comprensible para seres con mayor capacidad de razonamiento (ángeles y Dios)”.[28] Indudablemente, aquí es donde radica el dilema de la teología de la apertura de Dios. Sus adherentes buscan solucionar las Escrituras antinómicas, y en el proceso despojan a Dios de su soberanía.

La tensión entre la soberanía divina y la responsabilidad humana se ve en la salvación. La elección y la salvación son doctrinas bíblicas, enseñan que Dios seleccionó a los creyentes de antemano y los escogió para salvación desde el pasado eterno (Ef. 1:4-5, 11). Aun así las personas tienen la responsabilidad de creer (Jn. 5:40; 7:17; Hch. 16:31). Hechos 13:48 retrata igualmente tanto la soberanía divina como la responsabilidad humana: “creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”.

La teología de la apertura de Dios rechaza la tesis de que nuestros días estén determinados. Pinnock declara: “El teísmo convencional lucha con el fatalismo. El fatalismo y la predestinación… implican casi las mismas cosas en la práctica, como la certidumbre de todos los eventos futuros. Por ejemplo, si voy a morir hoy, moriré; si no, seguiré vivo. Nada de lo que haga puede cambiar algo. Se quitan todos los incentivos. Sólo puedo pretender que marco una diferencia. El control divino anula la acción libre y cualquier responsabilidad”.[29] ¿Lo hace? El dilema humano radica en su incapacidad para comprender que las dos verdades existen lado a lado… y así es. La soberanía de Dios y la responsabilidad humana se ven juntas con frecuencia. Pedro explicó en Pentecostés por qué murió Cristo: debido a la mano soberana de Dios; sin embargo, en el mismo comentario Pedro acusó al pueblo de haber crucificado a Jesús (Hch. 2:23). Dios había ordenado la muerte de Cristo, pero el pueblo que lo crucificó era responsable. ¿Quién puede entenderlo?

En efecto, Dios ha determinado el número de nuestros días en la tierra (Sal. 139:16) y nadie vivirá más allá de sus días señalados (Job 14:5). Aun así, también es cierto que los creyentes tienen la responsabilidad de cuidar sus cuerpos (Ro. 6:12-13; 12:1; 1 Co. 6:19-20).

(4) Si Dios “conoce los eventos cuando ocurren” y “aprende algo de lo que sucede”, entonces Dios está desarrollando y aumentando su conocimiento, por lo tanto, Él es incompleto en su conocimiento. Si ello fuera cierto, Él sería menos que Dios. Dios no puede desarrollarse ni crecer en dimensión ninguna. Dios es completo en todos sus atributos. No es deficiente en ningún aspecto de ninguno de sus atributos (cp. Sal. 139:1-16).

Las Escrituras están repletas de pasajes donde se indica que Dios conoce el futuro antes de que las personas actúen; más aún, Dios gobierna y dicta el futuro. Las Escrituras aportan comentarios detallados sobre los eventos del final de los tiempos. Dios nombra las naciones que invadirán a Israel (Ez. 38:2-3, 5-6). De hecho, aunque ellos son responsables de sus acciones, es Dios quien los mueve a actuar (Ez. 38:4, 16). Él conoce las condiciones de Israel cuando la alianza de naciones invade su pueblo (Ez. 38:8). Conoce lo que hay en sus corazones cuando hacen planes malvados (Ez. 38:10). Dios conoce el resultado de los eventos, lo que hará cuando invadan a Israel (Ez. 38:19ss). Dios conoce lo que se harán entre ellos (Ez. 38:21). Todos estos eventos son futuros, y Dios conoce los pensamientos y planes de los invasores y cómo va a responder Él; todo antes de que dichos eventos ocurran.

Dios detalló los imperios mundiales de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma antes de que ocurrieran (Dn. 2:36-45). Jesús sabía de antemano quiénes creerían en Él (Jn. 6:64); también sabía que Judas lo traicionaría (Jn. 6:70-71). En el discurso del monte de los Olivos Cristo enuncia en detalle los eventos que ocurrirán en el período de la tribulación. Explica la naturaleza de la persecución contra los creyentes (Mt. 24:9ss), qué dirán y harán las personas (Mt. 24:11, 23-24), cuál será la respuesta de las personas cuando regrese (Mt. 24:30) y muchas cosas más.

Todo el libro de Apocalipsis delinea eventos futuros, y está repleto de declaraciones sobre cómo actuarán las personas y cómo responderá Dios. Dios tiene un conocimiento completo de los eventos específicos en la tribulación, como se explica en los juicios de los sellos, las trompetas y las copas (Ap. 6—16). El libro explica la respuesta de los gentiles (Ap. 11:18), la actividad de Satanás sobre la tierra (Ap. 12), la jactancia de la bestia y del falso profeta (Ap. 13) y la actividad de la gran ramera (Ap. 17). Las Escrituras están llenas de declaraciones en las cuales se indica que Dios conoce los eventos futuros; las cosas que harán las personas antes de que las hagan y cómo responderá Él. Tales personas tenían libertad en sus decisiones y eran responsables de ellas. La teología de la apertura de Dios presenta una perspectiva distorsionada de Dios cuando rechaza su omnisciencia.

(5) La inmutabilidad de Dios en su personalidad, sus acciones y sus relaciones es una clara enseñanza bíblica. Malaquías 3:6 y Santiago 1:17 afirman la inmutabilidad de Dios. Las Escrituras también son claras en cuanto a la omnisciencia de Dios (p. ej., Sal. 139:1-6). Como dice Richard Rice, si Dios puede aprender algo de los eventos que suceden, entonces no es inmutable ni omnisciente. Ésta es una devaluación seria y no bíblica sobre la persona y la naturaleza de Dios.

(6) Russell Fuller respondió a la acusación sobre la base filosófica griega en el pensamiento judío sobre Dios y la teología cristiana. Los rabinos desdeñaban enfáticamente la filosofía griega y desconfiaban de ella. Su enfoque estaba en el Antiguo Testamento.[30] Fuller concluye que los rabinos reconocieron la tensión entre la soberanía divina y el libre albedrío, y aun así mantuvieron la preordenación y la presciencia de Dios.[31] Y concluye: “Los defensores de la apertura de Dios no pueden sostener su afirmación de que los padres de la iglesia incorporaron la filosofía griega en la teología de la iglesia”.[32] Fuller demuestra además la hermenéutica inconsistente de los partidarios de la apertura de Dios: “A diferencia de los rabinos, los defensores de la apertura de Dios distinguen artificialmente entre el antropomorfismo físico y el no físico (antropopatismo). Rechazan las descripciones físicas de Dios, pues ven en ellas antropomorfismos, pero aceptan las descripciones emocionales y mentales de Dios (antropopatismos) y las entienden literalmente”.[33] Tal cosa representa un serio defecto hermenéutico en la teología de la apertura de Dios.

(7) Gregory Boyd declara: “[Dios] pensó que algo ocurriría y no ocurrió”,[34] y con ello infiere errores por parte de Dios. Si Él puede fallar, es menos que Dios. Dios hace lo que le place (Sal. 115:3; 135:6), “hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra” (Dn. 4:35). Eso cubre toda faceta de la existencia. Dios es soberano sobre todas las cosas, eventos y decisiones de las personas (Ef. 1:11). Sus planes nunca fallan (Sal. 33:11); de hecho, Dios moldea los corazones de las personas (Sal. 33:15).

(8) Importantes teólogos como Thomas Oden, D. A. Carson, Norman Geisler, F. S. Leahy, Bruce Ware, John Piper, R. C. Sproul, Albert Mohler y otros, incluyendo la Convención Bautista del Sur, se han declarado contra la teología de la apertura de Dios… algunos en los términos más contundentes. Enfocan su crítica en la interpretación inapropiada de las Escrituras y concluyen que el teísmo abierto ha creado un Dios diferente. Algunos han utilizado términos como “herejía”, “anticristiana”, “pagana” y “blasfema” para describir la perspectiva de la apertura de Dios. Aunque tales críticas no son el criterio para decidir o rechazar una posición doctrinal, cuando tantos teólogos respetados expresan su consternación, debe abordarse tal doctrina con una precaución considerable. ¿Cómo puede confiarse en el Dios del teísmo abierto? Su Dios está preocupado, se equivoca, asume riesgos, puede ser infeliz y puede fallar. Paul Kjoss Helseth concluye correctamente: “En realidad no se puede confiar en el Dios del teísmo abierto”.[35] Una conclusión aleccionadora.

El teólogo Wayne Grudem concluye: “El teísmo abierto conduce naturalmente a un abandono de la infalibilidad bíblica, a la no creencia en la confiabilidad de Dios y a una pérdida del propio evangelio”.[36]

La teología de la apertura de Dios se debe rechazar en los términos más fuertes por no ser una perspectiva bíblica de Dios. Ha derivado su concepto de Dios del falible razonamiento humano, que eleva al hombre y despoja a Dios de su posición exaltada plasmada en las Escrituras.


[1] Clark H. Pinnock, Most Moved Mover: A Theology of God’s Openness (Grand Rapids: Baker, 2001), pp. 4-5. J. Sanders, The God Who Risks: A Theology of Providence (Downers Grove: InterVarsity, 1998), p. 282.

[2] Pinnock, Most Moved Mover, p. 6.

[3] Ibíd., p. 7.

[4] Ibíd., p. 8.

[5] Ibíd., pp. 11-12; B. L. Callen, Clark H. Pinnock: Journey Toward Renewal: An Intellectual Biography.

[6] Pinnock, Most Moved Mover, p. 13.

[7] Richard Rice, “Biblical Support for a New Perspective”, en The Openness of God: A Biblical Challenge to the Traditional View of God (Downers Grove: InterVarsity, 1998), pp. 15-16.

[8] Pinnock, Most Moved Mover, p. 81.

[9] Ibíd., p. 82.

[10] Rice, “Biblical Support for a New Perspective”, en The Openness of God, p. 26.

[11] Ibíd., pp. 29-30.

[12] Ibíd., p. 16.

[13] Pinnock, Most Moved Mover, p. 27.

[14] Ibíd., p. 35.

[15] Ibíd., p. 41.

[16] John Sanders, “Historical Considerations”, en The Openness of God, p. 85.

[17] Ibíd., p. 99.

[18] Pinnock, Most Moved Mover, p. 68.

[19] Stephen J. Wellum, “The Inerrancy of Scripture”, en Beyond the Bounds, John Piper, Justin Taylor y Paul Kjoss, eds. (Wheaton: Crossway, 2003), p. 274.

[20] Sanders, “Historical Considerations”, en The Openness of God, p. 160.

[21] Ibíd.

[22] E. W. Bullinger, Figures of Speech Used in the Bible [Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia] (Reimpresión. Grand Rapids: Baker, 1968), p. 882. Publicado en español por Clie.

[23] A. B. Caneday, “Veiled Glory: God’s Self-Revelation in Human Likeness—A Biblical Theology of God’s Anthropomorphic Self-Disclosure”, en Beyond the Bounds, pp. 160-161.

[24] Ibíd., p. 163.

[25] J. I. Packer, Evangelism and the Sovereignty of God (Chicago: InterVarsity, 1961); Kenneth Boa, God, I Don’t Understand (Wheaton: Victor, 1975). Estas dos fuentes tratan el asunto de las antinomias y animan al lector a convivir con la tensión.

[26] Packer, Evangelism and the Sovereignty of God, pp. 18-36.

[27] Boa, God, I Don’t Understand, p. 13.

[28] Ibíd., p. 14.

[29] Pinnock, Most Moved Mover, pp. 162-163.

[30] Russell Fuller, “The Rabbis and the Claims of Openness Advocates”, en Beyond the Bounds, pp. 23-31.

[31] Ibíd., p. 32.

[32] Ibíd., p. 35.

[33] Ibíd., p. 36.

[34] Gregory Boyd, God of the Possible: A Biblical Introduction to the Open View of God [El Dios de lo posible] (Grand Rapids: Baker, 2000), p. 61. Publicado en español por Vida.

[35] Paul Kjoss Helseth, “The Trustworthiness of God and the Foundation of Hope” en en Beyond the Bounds, p. 306.

[36] Wayne Grudem, “Why, When, and for What Should We Draw New Boundaries?”, en Beyond the Bounds, p. 369.


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