La Trinidad I Teologia propia con Feliberto Vásquez Rodríguez

 

Definición de la Trinidad

La Trinidad de Dios es una doctrina fundamental para la fe cristiana; creer o no creer en la Trinidad separa la ortodoxia de la no ortodoxia. No obstante, la razón humana no puede comprender la Trinidad, la lógica tampoco puede explicarla y, aunque la palabra como tal no aparece en la Biblia, la doctrina se enseña claramente en las Escrituras. La iglesia primitiva se vio obligada a estudiar el tema y afirmar su verdad por causa de las enseñanzas heréticas que surgieron contrarias a la Trinidad.

El término Trinidad no es el mejor, porque enfatiza sólo las tres Personas y no a la unidad dentro de esa Trinidad. La palabra alemana Dreieinigkeit (“tri-unidad”) expresa mejor el concepto. Una definición apropiada debe incluir la distinción e igualdad de las tres personas en la Trinidad y la unidad de las tres personas en ella. La palabra Triunidad podría expresar mejor la doctrina.[1] La definición apropiada dice: “La Trinidad está compuesta de tres Personas unidas, sin existencia separada, unidas tan completamente que forman un Dios. La naturaleza divina subsiste en las tres distinciones: Padre, Hijo y Espíritu Santo”.[2]

Malas interpretaciones de la Trinidad

Triteísmo. Personajes de la historia temprana de la iglesia como Juan Ascunages y Juan Filópono enseñaban que había tres que eran Dios, pero sólo estaban vagamente relacionados del mismo modo que, por ejemplo, Pedro, Jacobo y Juan lo eran como discípulos. El error en esta enseñanza radica en que sus proponentes abandonaron la unidad de la Trinidad, lo cual resultó en la enseñanza de que existían tres Dioses, en lugar de tres Personas en el mismo Dios.

Sabelianismo o modalismo. Esta enseñanza de Sabelio (ca. 200 a.C.), erró en sentido opuesto al triteísmo. Aunque Sabelio habló del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, entendía a los tres como simples modos de existencia o tres manifestaciones del único Dios. Por ello su enseñanza se conoce también como modalismo, pues veía un Dios que se manifiesta en tres modos de existencia: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Arrianismo. La doctrina arriana tuvo su origen en Tertuliano, quien subordinaba el Hijo al Padre. Orígenes llevó más allá el concepto de Tertuliano y enseñó que el Hijo estaba subordinado al Padre “con respecto a la esencia”. Tal cosa llevó finalmente al arrianismo, que negaba la deidad de Cristo. Arrio enseñó que sólo Dios era increado; como Cristo fue engendrado por el Padre, quiere decir que Cristo fue creado por el Padre. Según Arrio, hubo un tiempo en que Cristo no existía. Arrio y sus enseñanzas se condenaron en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C.

Explicación de la Trinidad

Dios es uno con respecto a la esencia. Muy temprano en la historia de la iglesia surgió la pregunta de si Cristo era igual al Padre en sustancia o en esencia. Arrio enseñó que Cristo era como el Padre en sustancia, pero el Padre era más grande que Cristo; por lo tanto, aunque algunos igualaban los términos sustancia y esencia, la forma apropiada de designar la Trinidad llegó a ser “uno en esencia”. La unidad esencial de Dios está ligada a Deuteronomio 6:4: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (heb., echad, “unidad compuesta, uno unido”). Tal declaración no sólo enfatiza la unicidad de Dios sino su unidad (cp. también Stg. 2:19). Quiere decir que las tres Personas poseen la suma de los atributos divinos, pero aun así la esencia de Dios no está dividida. Ser uno en esencia también enfatiza que las tres Personas de la Trinidad no actúan independientemente de las otras. Éste era un tema constante de Jesús para rechazar las acusaciones de los judíos (cp. Jn. 5:19; 8:28; 12:49; 14:10).

Dios es tres con respecto a las Personas. La palabra personas tiende a restar valor a la unidad de la Trinidad; rápidamente puede reconocerse que personas no es un término adecuado para describir la relación dentro de la Trinidad. Algunos teólogos han optado por el término subsistencia, y por lo tanto, “Dios tiene tres subsistencias”. Otras palabras para describir la diferencia entre los tres son: distinción, relación y modo. Sin embargo, el término personas es útil, pues no sólo enfatiza una manifestación sino una personalidad individual. Cuando se sugiere que Dios es tres con respecto a las Personas, se enfatiza que (1) cada una tiene la misma esencia de Dios y (2) cada una posee la plenitud de Dios. “En Dios no hay tres individuos paralelos y separados uno del otro, tan sólo distinciones personales dentro de la esencia divina”.[3] Tal cosa es una importante desviación del modalismo (o sabelianismo), según el cual el Dios único se manifiesta de tres formas diferentes. Esta unidad de las tres Personas se ve en pasajes del Antiguo Testamento como Isaías 48:16, donde el Padre ha enviado al Mesías y al Espíritu a hablar a la nación restaurada. En Isaías 61:1 el Padre ha ungido al Mesías con el Espíritu para que cumpla su misión. Estas referencias enfatizan la igualdad y la unidad de las tres Personas.

Las tres Personas tienen relaciones distintas. En la Trinidad existe una relación que se expresa en términos de subsistencia. El Padre no es engendrado ni procede de persona alguna; el Hijo es engendrado por el Padre desde la eternidad (Jn. 1:18; 3:16, 18; 1 Jn. 4:9). El término generación sugiere la relación trinitaria en el sentido que el Hijo es engendrado por el Padre desde la eternidad. El Espíritu Santo procede desde la eternidad del Padre y del Hijo (Jn. 14:26; 16:7). La palabra procesión sugiere la relación trinitaria del Padre y el Hijo al enviar el Espíritu.[4] No obstante, es importante notar que los términos denotan relación en la Trinidad y no sugieren inferioridad de ninguna forma. Hay teólogos que niegan la utilidad de estos términos porque podrían sugerir inferioridad.[5]

Las tres Personas son iguales en autoridad. Es importante observar que las tres Personas son iguales en autoridad, aunque puedan usarse términos como generación y procesión para referirse al funcionamiento de la Trinidad. Se reconoce al Padre como autoritativo y supremo (1 Co. 8:6); al Hijo en igualdad con el Padre en todo aspecto (Jn. 5:21-23); de igual forma, al Espíritu se le reconoce en igualdad con el Padre y con el Hijo (cp. Mt. 12:31. Este punto se desarrollará más a fondo cuando se trate la deidad de Cristo y la deidad del Espíritu Santo).

Enseñanza del Antiguo Testamento

Aunque en él no hay una declaración explícita donde se afirme la Trinidad, es justo decir que el Antiguo Testamento permite la Trinidad y deja entrever que Dios es trino en varios pasajes. En el relato de la creación en Génesis 1, aparecen el Padre y el Espíritu. Se declara que Dios creó los cielos y la tierra (Gn 1:1), mientras el Espíritu se movía sobre la faz de la tierra para infundirle vitalidad (Gn. 1:2). El término Dios en Génesis 1:1 es Elohim, una forma plural del nombre de Dios. Como se ve en las formas plurales “hagamos” y “nuestra” de Génesis 1:26, la Trinidad se tiene en cuenta aun cuando el pasaje no la enseñe explícitamente. En el Salmo 110:1 David reconoce la distinción entre “SEÑOR” y “mi Señor” (NVI). David quiere decir que el Mesías es mayor que un rey humano común y le imputa divinidad al Mesías, “mi Señor”. En la profecía relativa a Cristo de Isaías 7:14 el Señor deja claro que el Ungido nacido de una virgen también se llamará Emanuel, “Dios con nosotros”. Es un testimonio de la deidad del Mesías. Dos pasajes adicionales que insinúan la Trinidad, mencionados ya con anterioridad, son Isaías 48:16 y 61:1. En ambos se mencionan las tres Personas de la divinidad y se diferencian unos con otros.

Enseñanza del Nuevo Testamento

Al fin de cuentas, deben afirmarse dos cosas para demostrar que las Escrituras enseñan la Trinidad: que no hay sino un Dios y que las tres Personas se llamen Dios. Aunque una demostración más completa de la deidad de cada Persona de la Trinidad se explica en su respectiva categoría, aquí podemos condensar la enseñanza. Al Padre se le llama Dios (1 Co. 8:6); al Hijo se le llama Dios (He. 1:8-10), al Espíritu se le llama Dios (Hch. 5:3-4) y Dios es uno (Dt. 6:4). La combinación de estas cuatro declaraciones afirma la Trinidad. En el Nuevo Testamento hay pasajes adicionales en los cuales se afirma su unidad e igualdad.

Jesús les ordenó a los apóstoles que cuando hicieran discípulos los bautizaran “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19). Parece claro que se pretende la igualdad y unidad de las tres Personas. En la concepción de María, la Trinidad estuvo presente: el Espíritu Santo estuvo sobre María, el poder de Dios la cubrió y al descendiente se le llamó Hijo de Dios (Lc. 1:35). En el bautismo de Jesús también se ve que los tres son diferentes (una negación del modalismo; cp. Lc. 3:21-22). En Juan 14:16 se vuelve a mencionar la unidad de los tres: el Hijo le pide[6] al Padre que envíe al Espíritu para que habite en los creyentes para siempre. La unidad de los tres está clara. En Romanos 8:9-11 se menciona que los tres moran en el creyente. Con seguridad, la bendición de 2 Corintios 13:14 es una fuerte afirmación de la igualdad y unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (véanse también 1 Co 2:4-8; Ap. 1:4-5).

Dificultades con la doctrina

Quienes niegan la Trinidad objetan a veces el uso de ciertos términos que parecen implicar inferioridad de Cristo con respecto al Padre. Aquí se anotan varios de los términos problemáticos.

Significado de engendrado. El término engendrado se usa en varios sentidos con respecto a Cristo. Primero, es evidente a partir de Mateo 1:20 que Cristo fue engendrado en su humanidad pero no en su divinidad. Cristo era Dios desde la eternidad (Mi. 5:2), pero en Belén tomó para sí una naturaleza adicional: la naturaleza humana. El Espíritu Santo supervisó la concepción de María para asegurar la ausencia de pecado en la humanidad de Cristo. El término engendrado se usa con referencia a la humanidad de Cristo; nunca podría usarse con referencia a su divinidad. Engendrado no está relacionado con que Jesús sea el Hijo de Dios. Jesús fue declarado Hijo de Dios en el tiempo y el espacio (Sal. 2:7; Hch. 13:32-33; Ro. 1:4). Todos estos versículos enfatizan que el carácter de Jesús como Hijo fue vindicado o verificado como resultado de la resurrección, pero la resurrección no lo hizo Hijo de Dios. Jesús había sido el Hijo de Dios desde la eternidad. Así, el Salmo 2:7 y Hechos 13:33 enfatizan que engendrado se refiere a la declaración pública de Cristo como Hijo (pero no al origen de su carácter de Hijo).[7]

Significado de primogénito. Quienes niegan la deidad de Cristo, con frecuencia lo hacen por referencia al término primogénito; sugieren que el término debe implicar que Cristo tuvo un comienzo en el tiempo. Sin embargo, un estudio léxico y del contexto de la palabra aporta una solución diferente al significado de primogénito. Su uso en la cultura del Antiguo Testamento enfatizaba predominantemente el estatus del hijo mayor, quien disfrutaba del doble de porción en la herencia (Dt. 21:17), de privilegios sobre otros miembros de la familia (Gn. 27:1-4, 35-37), tratamiento preferente (Gn. 43:33) y del respeto de los demás (Gn. 37:22). En sentido figurado la palabra denota prioridad o supremacía (Éx. 4:22; Jer. 31:9),[8] y así se usó para Cristo. En Colosenses 1:18, donde se habla de la primogenitura de Cristo, el significado es claro: Cristo, como primogénito, es la cabeza de la iglesia y preeminente en todo.[9] En Hebreos 1:6 la supremacía de Cristo como primogénito se manifiesta en que los ángeles lo adoran. Sólo Dios es adorado. El Salmo 89:27 tal vez contiene la más clara explicación del término primogénito. Es un ejemplo de poesía sintética en hebreo, donde la segunda línea explica la primera. En este salmo mesiánico Dios afirma que el Mesías será el primogénito; es decir, el más grande de los reyes de la tierra. Se explica que es primogénito porque gobernará sobre todos los reyes de la tierra. A partir de un estudio lingüístico y exegético, es claro que primogénito llama la atención al estatus preeminente de Jesús como Mesías.

Significado de unigénito. El término unigénito (gr., monogenes, cp. Jn. 1:14, 18; 3:16; 1 Jn. 4:9) no sugiere un punto de inicio en el tiempo, sino más bien que Jesús, como Hijo unigénito de Dios, es “único”, “no hay nadie más de su clase”, es “el único ejemplo de su categoría”.[10] Unigénito “se usa para delimitar únicamente a Jesús por encima de todos los seres terrenales y celestiales”.[11] En Génesis 22:2, 12, 16 se refleja el concepto de “único y precioso”, como era visto Isaac por su padre, Abraham.[12] El apóstol Juan describe la gloria que irradia el Unigénito de Dios, nadie más irradia la gloria del Padre (Jn. 1:14); más aún, el Hijo “dio a conocer” al Padre; nadie diferente al Hijo podría haber explicado al Padre. Fue el Hijo unigénito, a quien Dios envió al mundo; la vida eterna se entregó sólo a través del Unigénito de Dios (Jn. 3:16). Cuando se examinan los pasajes, es evidente que unigénito no sugiere inicio en la existencia, más bien expresa la unicidad de la persona. Cristo era único como Hijo de Dios, enviado del cielo por el Padre.


[1] Ryrie, A Survey of Bible Doctrine [Síntesis de la doctrina bíblica], p. 30.

[2] Chafer, Systematic Theology [Teología sistemática], p. 1:276.

[3] Berkhof, Systematic Theology [Teología sistemática], p. 87.

[4] Berkhof, Systematic Theology [Teología sistemática], p. 88-89

[5] Buswell, Systematic Theology [Teología sistemática], pp. 1:111-112, 119-120.

[6] Cabe destacar que Jesús utilizó eroteso de erotao, un término utilizado para alguien del mismo nivel o familiaridad. Jesús nunca usó aiteo, propio de alguien inferior que pide algo a un superior. Compárese W. E. Vine, An Expository Dictionary of New Testament Words [Diccionario Expositivo de palabras del Nuevo y Antiguo Testamento] (Westwood, N.J.: Revell, 1940), p. 1:79, publicado en español por Grupo Nelson; H. Schonweiss, “Aiteo”, en Colin Brown, ed., The New International Dictionary of New Testament Theology, 4 vols. (Grand Rapids: Zondervan, 1976), pp. 2:856-857.

[7] Véase la útil explicación de Buswell en Systematic Theology [Teología sistemática], pp. 1:106-109.

[8] J. E. Rosscup, “First-born”, en Merrill C. Tenney, ed., Zondervan Pictoral Encyclopedia of the Bible, 5 vols. (Grand Rapids: Zondervan, 1975), pp. 2:540-541.

[9] El participio proteuon enfatiza la clase de acción y dirige la atención sobre estatus preeminente de Cristo. La posición enfática de proteuon intensifica el énfasis.

[10] William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 2ª ed., rev. por F. Wilbur Gingrich y Frederick W. Danker (Chicago: Univ. of Chicago, 1979), p. 527.; véase también D. Moody, “God’s Only Son: The Translation of John 3:16 in the Revised Standard Version”, Journal of Biblical Literature, tomo 72, 1953, pp. 213-219.

[11] Karl-Heinz Bartels, “Monos”, en New International Dictionary of New Testament Theology, p. 2:725.

[12] Raymond E. Brown, “The Gospel According to John I-XII”, en The Anchor Bible, 2ª ed. (Garden City: Doubleday, 1966), pp. 1:13-14.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

IDIOMA DEL PENTATEUCO | Crítica del Pentateuco con Feliberto Vasquez

Teologia de la apertura de Dios I Teologia propia con Feliberto Vasquez Rodriguez