El significado de la palabra "dia" en Genesis 1:1-2:4

 

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1. La palabra hebrea yom, “día”, se menciona primero en Génesis 1:5: “Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche”. ¿Cuál es la lectura natural de esta afirmación? Aquí, “día” se contrapone a “noche”, de modo que no se trata de un día de 24 horas, sino de “día” en el sentido de “luz diurna”, aproximadamente 12 horas. Compárese con Juan 11:9, donde Jesús dice: “¿No hay doce horas en el día?”. La palabra para “día” en el griego del Nuevo Testamento y en español, como también en hebreo, tiene varios significados primarios, y “horas de luz diurna” es uno de ellos. 

2. La segunda vez que aparece la palabra para “día”, de nuevo en Génesis 1:5, es en el contexto que señala que el día uno incluye “atardecer y amanecer” y, por tanto, “día” se entendería entonces de forma natural en referencia a un día de 24 horas. De modo que ahora tenemos dos significados primarios para la palabra “día” en el mismo versículo. 

3. La siguiente aparición de la palabra “día” a la que tenemos que prestar atención está en el relato del séptimo día, el Sabbat, en el cual Dios descansó de la obra de la creación. Aquí no hay mención de “la tarde y la mañana”, como en cada uno de los seis primeros días. La omisión es llamativa, y exige una explicación. Si, por ejemplo, preguntamos cuánto tiempo descansó Dios de su obra de la creación, como algo diferente de su obra de mantener el universo, entonces la sugerencia de San Agustín de que Dios santificó el séptimo día y que lo hizo en una era que se extiende hasta la eternidad, tiene sentido; y muchos comentaristas siguen esto. Por tanto, se puede afirmar que el séptimo día es diferente de los seis primeros,1  que son días de actividad creadora. La secuencia de días llega a su fin, y Dios descansa de la actividad de creación; y todavía sigue en su reposo hasta el día presente. Es decir, hoy estamos todavía en el reposo del Sabbat de Dios.2  Sin embargo, Dios no está descansando de toda actividad. En particular, no reposa de la obra de sostener el universo ni de la obra de salvación y redención, como queda implícito en la afirmación de Cristo al ser acusado de quebrantar el Sabbat: “Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo”. (Juan. 5:17). 

Esta convicción de que el séptimo día del relato de Génesis es un largo período de tiempo, es la que lleva a algunos a pensar que los demás días pueden, de manera similar, ser largos siglos. No obstante, tal vez se necesite aquí un poco de cautela ya que, como acabamos de ver, el texto mismo contiene indicaciones de que el séptimo día es distinto a los otros seis. 

4. Finalmente, en algunas traducciones de Génesis 2:4 nos encontramos con la expresión “Cuando Dios creó...”. De hecho, la palabra “cuando” se usa para traducir el hebreo “en el día”. Claramente, el autor no tiene aquí en mente un día de 24 horas, como tampoco lo tendría un anciano que afirmara: “En mis días, había muy pocos aeroplanos en el cielo”. Él estaría usando la palabra “día” muy correctamente para describir un período de tiempo, y no un día concreto de una semana en particular. Podríamos comparar este uso de la palabra con expresiones como “el día del Señor” y “el último día”, que se refieren evidentemente a períodos de una extensión indefinida y no a días de 24 horas.3  

Debería añadirse un punto gramatical adicional. En muchas versiones españolas de la Biblia, los días de Génesis se traducen como “el primer día, el segundo día”, etc., cada uno con el artículo definido. Sin embargo, aunque el lenguaje hebreo posee un artículo definido (ha), no se utiliza en el original para calificar los días uno a cinco. Basilio, obispo de Cesárea en el siglo IV, pensaba que esto era significativo: “Si entonces el comienzo del tiempo es llamado «un día» en lugar de «el primer día», es porque la Escritura desea establecer su relación con la eternidad. Era, en realidad, apropiado y natural llamar «uno» al día cuyo carácter es el de ser uno totalmente separado y aislado de todos los demás”.4  Lo que es muy notable es el hecho adicional que me señaló el erudito del Antiguo Testamento, David Gooding: Aunque el artículo definido hebreo no se emplea con los primeros cinco días, sí se usa para los días seis y siete. Una mejor traducción sería, por tanto, “día uno, día dos... día cinco, el sexto día, el séptimo día”.5  Estos son, pues, los hechos. La pregunta es: ¿cómo deberíamos interpretarlos?6 

Un dato adicional, el orden presentado en Génesis 1 se puede comparar con el de Isaías 45:12: “Yo hice la tierra y creé al hombre sobre ella. Yo extendí los cielos con mis manos, y di órdenes a todo su ejército”. ¿Se le ocurriría a alguien deducir de Isaías que Dios creó la Tierra, luego a los humanos y, finalmente, los cielos? No lo creo. La descripción semipoética de Isaías no prioriza la cronología. De todos modos, deseo subrayar una vez más que Isaías está describiendo algo real, acontecimientos que ocurrieron de verdad; sin embargo, no los está relatando (del todo) en el orden que ocurrieron.7   
Referencias
  1. Esto es aceptado tanto por la opinión de día-era como la del esquema estructural.
  2. Ver Hebreos 4:3-11.
  3. El principio según génesis y la ciencia, John Lennox, pág. 44-45
  4. Basilio añade que “si la Escritura nos habla de muchos siglos, e indica por todas partes “siglos de los siglos”, no vemos que las enumere como primero, segundo y tercero. Resulta que, de este modo, no se nos muestran tantos límites, finales y sucesiones de siglos, como distinciones entre diversos estados y modos de acción”. R Schaff y H. Wace, A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian Church: St. Basil: Letters and Select Works, vol. VIII, 2 a serie (Nueva York: Christian Literature Company, 1895), 64.
  5. Esta es, según los eruditos, una traducción posible, aunque el hebreo no tiene un equivalente para el artículo indefinido español un/una. 
  6. El principio según génesis y la ciencia, John Lennox, pág. 45-46
  7. El principio según génesis y la ciencia, John Lennox, pág. 40

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