Orígenes humanos -01- El registro fósil
¿El registro fósil hace incuestionable la
evolución humana?
Uno de los discursos más
vociferados por parte de los evolucionistas al público en general, es que el
asunto de los orígenes humanos está fuertemente cargado de evidencias, por lo
que sólo un fanático y anticientífico sería capaz de cuestionar el hecho de que
el Homo sapiens (nosotros) surgió de alguna clase de Simios hace unos millones
de años.
En las escuelas públicas con los
libros que educan a los estudiantes tratan la evolución humana como un axioma, lejos
está cualquier mención a la falta de evidencias en el registro fósil, la brecha
en enorme que existe entre nosotros y
nuestro parientes más cercanos, entre otros problemas, al parecer los únicos
que ven dichos conflictos entre los datos científico y la historia de la
evolución humana, somos los partidarios del Diseño inteligente, los cuales debemos
ser el recipiente donde los materialistas evolutivos derraman su odio y
frustraciones cuando se señala dicho inconvenientes.
Un ejemplo de lo sesgado que están
los evolucionistas se puede ver en la declaración del profesor de antropología
de la Universidad Metodista del Sur, Ronald Wetherington, quién testificó ante
la Junta de Educación del Estado de Texas que la evolución humana tiene
"posiblemente la secuencia más completa de sucesión fósil de cualquier
mamífero en el mundo. Sin lagunas. No faltan fósiles de transición... Entonces,
cuando la gente habla de la falta de fósiles de transición o lagunas en el
registro fósil, no es absolutamente cierto. Y no es cierto específicamente para
nuestra propia especie".[1] Según
Wetherington, los orígenes humanos muestran "un buen ejemplo limpio de
lo que Darwin pensó que era un cambio evolutivo gradualista". Pero
¿apoya el registro fósil tales afirmaciones? Profundizar en la literatura
técnica revela una historia completamente diferente.
Por duro que suene, en su
declaración hay tanta fe como en el vaticano, porque lejos de proporcionar
"un buen ejemplo limpio" de "cambio evolutivo
gradualista" que "no tiene brechas" o "no falta de
fósiles de transición", el registro muestra una discontinuidad
dramática entre las formas simiescas y humanas. Los fósiles similares a los
humanos aparecen abruptamente en el registro, sin precursores evolutivos
claros, contradiciendo las expectativas darwinianas. El registro fósil no
muestra que los humanos evolucionaron a partir de precursores similares a los
simios.
El campo fragmentado de la paleoantropología
La disciplina de la
paleoantropología estudia los restos fósiles de antiguos homínidos. Los
paleoantropólogos enfrentan muchos desafíos desalentadores en su búsqueda para
explicar la evolución humana de este hipotético ancestro común humano/simio. Su
campo está fragmentado en múltiples sentidos, lo que dificulta confirmar los
relatos evolutivos de los orígenes humanos.
Esto no es una invención de los críticos del diseño
inteligente para crear una falsa noticia de conflictos entre los
paleoantropólogos, sino que es confirmado por los más prestigiosos entre ellos.
En una entrevista con Edge, titulada "Mapping the
Neanderthal Genome",
el paleogenetista y ganador del Premio Nobel 2023, Svante Pääbo, explicó por
qué la paleontología puede parecer un campo tan amargo. Es la escasez de los
datos y la política:
Como extraño a los paleontólogos, a menudo me
sorprende bastante lo mucho que luchan los científicos en paleontología. Y
estoy pensando en por qué es así. ¿Por qué tenemos peleas menos viciosas en biología
molecular, por ejemplo? Supongo que la razón es que la paleontología es
una ciencia bastante pobre en datos. Probablemente hay más paleontólogos
que fósiles importantes en el mundo. Hacerse un nombre es encontrar una nueva
interpretación para aquellos fósiles que existen. Esto siempre va en contra de
la interpretación de alguna persona anterior, a quien no le gustará mucho.
Hay muchas otras áreas de la ciencia en las que
podemos estar de acuerdo en estar en desacuerdo, pero al menos a menudo generalmente
estamos de acuerdo en qué datos necesitamos salir y recopilar para resolver el
problema y nadie quiere salir demasiado fuerte de un lado u otro porque los
datos podrían, en un año o dos, demuestre que está equivocado.
Pero en paleontología no puedes decidir lo que
encontrarás. En la mayoría de los casos, no puede salir y probar su hipótesis
de una manera dirigida. Es casi como la antropología social o la política:
solo se puede ganar gritando de alguna manera más fuerte que la otra persona o
sonando más convincente.[2]
Es un hecho que el registro fósil
está fragmentado, y existen largos períodos de tiempo para los cuales hay pocos
fósiles de homínidos. Tan "fragmentarios y desconectados" son
los datos, según el zoólogo de Harvard Richard Lewontin, que "a pesar
de las afirmaciones excitadas y optimistas que han hecho algunos paleontólogos,
ninguna especie de homínido fósil puede establecerse como nuestro ancestro
directo".[3]
Como si fuera poco, Richard E. Leakey también
enfatiza sobre la carencia de datos que existe en el registro fósil de humanos:
"A los biólogos les gustaría saber cómo los simios modernos, los humanos modernos y los diversos homínidos ancestrales han evolucionado a partir de un ancestro común. Desafortunadamente, el registro fósil es algo incompleto en lo que respecta a los homínidos, y está casi en blanco para los simios. Lo mejor que podemos esperar es que se encuentren más fósiles en los próximos años que llenen los vacíos actuales en la evidencia"….
"David Pilbeam [un conocido experto en evolución humana] comenta con ironía: "Si trajeras a un científico inteligente de otra disciplina y le mostraras la escasa evidencia que tenemos, seguramente diría: 'olvídalo: no hay suficiente para continuar'".[4]
En 2004, el difunto biólogo evolutivo Ernst Mayr
admitió que los primeros fósiles de nuestro propio género Homo "están
separados de Australopithecus por una brecha grande e
inconsalvada", y que "no tenemos ningún fósil que pueda servir
como eslabones perdidos".[5]
Al año siguiente, dos paleoantropólogos señalaron en Nature que
los primeros miembros fósiles de Homo han sido "descritos
como... 'sin un antepasado, sin un pasado claro'".
Asimismo, un artículo en el Journal of Human Evolution concluyó que el origen del Homo requería "una revolución genética" ya que "ninguna especie de australopitecino es obviamente transitoria". Un comentarista dijo que esto muestra una "teoría del Big Bang" de los orígenes humanos porque "los primeros miembros del Homo sapiens temprano son realmente bastante distintos de sus predecesores y contemporáneos australopitecinos".
En 1994 Michael Lemonick escribiendo en la revista Time llamó al registro fósil “enloquecedoramente escaso” cuando dijo:
"Sin embargo, a pesar
de más de un siglo de excavación, el registro fósil sigue siendo
enloquecedoramente escaso. Con tan pocas pistas, incluso un solo hueso que no
encaja en la imagen puede alterar todo. Prácticamente todos los descubrimientos
importantes han puesto profundas grietas en la sabiduría convencional y han
obligado a los científicos a inventar nuevas teorías, en medio de un furioso
debate”.[6]
Tan grave es la falta de datos en la
paleoantropología que hace a esta disciplina “parecer bastante pavloviana
para los forasteros: todos babeamos predeciblemente cada vez que se descubre un
nuevo fósil".[7]
A todo lo mencionado se debe que en
dicha disciplina científica hayan tantos conflictos entre paleoantropólogos porque
(como dijo Svante Pääbo) están
tomando los mismos fósiles ya descubiertos y dándoles una interpretación
diferente. "Los fósiles que decoran nuestro árbol genealógico son
tan escasos que todavía hay más científicos que especímenes. El hecho notable
es que toda la evidencia física que tenemos para la evolución humana todavía se
puede colocar, con espacio de sobra, dentro de un solo ataúd".[8]
Los especímenes mismos
Otro obstáculo que presenta la
paleoantropología es la naturaleza fragmentada de los propios especímenes
fósiles. Los fósiles de homínidos típicos consisten en meros restos de hueso,
lo que dificulta la formación de conclusiones definitivas sobre su morfología,
comportamiento y relaciones. Como Stephen Jay Gould comentó: "La
mayoría de los fósiles de homínidos, a pesar de que sirven como base para la
especulación interminable y la narración elaborada, son fragmentos de
mandíbulas y trozos de cráneos".[9]
Las reconstrucciones de carne de homínidos extintos
son igualmente subjetivas. A menudo intentan disminuir las capacidades
intelectuales de los humanos y exagerar las de los simios. Un libro de texto de
secundaria[10] caricaturiza
a los neandertales como intelectualmente primitivos a pesar de que exhibieron
inteligencia y cultura, y presenta al Homo erectus como una
forma torpe y encorvada, a pesar de que se ha sugerido que era
más inteligente de lo que la idea
evolutiva contaba[11]
y tenía la capacidad de crear
barcos y realizar viajes marítimos, por lo que debió tener dominio del lenguaje[12] y
su esqueleto es extremadamente similar al de los humanos
modernos. Por el contrario, el mismo libro de texto retrata un australopitecino
(que, en realidad, tenía un cerebro del tamaño de un chimpancé) con destellos
de inteligencia y emoción humanas, una táctica común en los libros ilustrados
sobre orígenes humanos.[13] Las
palabras del famoso antropólogo físico Earnest Hooton de la Universidad de
Harvard siguen siendo válidas: "las supuestas restauraciones de tipos
antiguos de hombre tienen muy poco o ningún valor científico y es probable que
solo engañen al público".[14]
Una opinión similar a esta tiene
el biólogo español Antonio Cruz Suarez:
La interpretación de
los diversos fósiles en que se apoya la evolución humana no es algo objetivo,
sino que está notablemente influida por ideas previas, así como por creencias y
prejuicios personales. La paleoantropología es la disciplina más subjetiva y polémica
de toda la biología porque se fundamenta en la concepción materialista de la
existencia humana. En la idea de que no somos más que animales surgidos por
accidente a partir de simios anteriores. Sin embargo, sustentar tal cosmovisión
sobre los huesos fósiles hallados hasta ahora es una temeridad acientífica que
va mucho más allá de lo que permite la evidencia real. Detrás de las aparentes
descripciones neutrales de esta disciplina, se esconden conceptos filosóficos
ateos camuflados que se pretenden hacer pasar por verdadera ciencia.[15]
El problema de los datos dispersos
Por último, el campo en sí está
fragmentado. La naturaleza escasa de los datos, combinada con el deseo de hacer
afirmaciones seguras sobre la evolución humana, a menudo traiciona la objetividad
y conduce a fuertes desacuerdos.[16] Después
de entrevistar a paleoantropólogos para un documental, el productor de PBS
NOVA, Mark Davis, relató que "cada experto neandertal pensó que el
último con el que hablé era un idiota, si no un neandertal real".[17]
Para terminar, los modelos
evolutivos más establecidos y promovidos con confianza de los orígenes humanos
se basan en evidencia limitada. El editor
de Nature, Henry Gee, admitió que "la evidencia de la historia evolutiva
humana es fragmentaria y abierta a varias interpretaciones".[18]
Y John Reader lo expresa de forma contundente:
"A juzgar por la
cantidad de evidencia en la que se basa, el estudio del hombre fósil
(paleoantropología) difícilmente merece ser más que una subdisciplina de la
paleontología o la antropología. Toda la colección de homínidos conocida hoy
apenas cubriría una mesa de billar, pero ha engendrado esta ciencia porque se
distingue por dos factores que inflan su aparente relevancia mucho más allá de
sus méritos. Primero, los fósiles insinúan la ascendencia de un animal
supremamente importante: nosotros mismos. En segundo lugar, la colección es tan
tentadoramente incompleta, y los especímenes mismos son a menudo tan
fragmentarios y no concluyentes, que se puede decir más sobre lo que es misión
que sobre lo que está presente. De ahí la asombrosa cantidad de literatura
sobre el tema". "Ya sabemos que el alboroto
asociado a algunos [fósiles] reveló más de la naturaleza humana que de los
orígenes humanos; Eventualmente sabremos la verdad sobre todos ellos".[19]
Toda la discusión y el punto que quise
dejar claro, lo resume excelentemente bien el dr Greg Kirby "... no siendo
paleontólogo, no quiero despreciar demasiado a los paleontólogos, pero si te
pasas la vida recogiendo huesos y encontrando pequeños fragmentos de cabeza y
pequeños fragmentos de mandíbula, hay un deseo muy fuerte de exagerar la
importancia de esos fragmentos ..."[20]
Así que, cuando vuelvas a escuchar declaraciones utópicas como las del profesor Ronald Wetherington, debes tener en cuenta de que no vienen de los datos empíricos de la paleoantropología, sino de un deseo evangelístico proveniente del naturalismo evolutivo.
[1] Ronald Wetherington, testimonio ante la Junta de Educación del Estado de Texas (21 de enero de 2009). Grabación original en archivo con el autor, SBOECommtFullJan2109B5.mp3, índice de tiempo 1:52:00-1:52:44.
[2] "Mapping the Neanderthal Genome" https://www.edge.org/conversation/mapping-the-neanderthal-genome (Consultado
6/10/2022)
[3] Richard
Lewontin, Human Diversity (Nueva York: Scientific American
Library, 1995), 163.
[4]
Richard E. Leakey, The Making of Mankind, Michael
Joseph Limited, Londres, 1981, p. 43
[6]
Time Magazine, mayo de 1994, Michael D. Lemonick,
"How Man Started"
[7]
Delson, E., "One skull does not a species
make," Nature, Vol 389:445-446 (2 de octubre de 1997
[8] Dr. Lyall Watson, Science Digest, mayo
de 1982, página 44.
[9] Stephen Jay
Gould, The Panda's Thumb: More Reflections in Natural History (Nueva
York: Norton, 1980), 126.
[10] Véase Alton Biggs et al., National Geographic Society,
Biology: The Dynamics of Life (Nueva York: Glencoe/McGraw
Hill, 2000), 442-443.
[12] El Homo erectus puede haber sido un marinero, y capaz de hablar |
Evolución | El Guardián (theguardian.com)
[13] Biggs et al., Biología: La dinámica de la
vida; Esteban E. Sarmiento, Gary J. Sawyer y Richard Milner, The
Last Human: A Guide to Twenty-Two Species of Extinct Humans (New
Haven, CT: Yale University Press, 2007); Richard Potts y Christopher
Sloan, ¿Qué significa ser humano? (Washington, DC: National
Geographic, 2010); Carl Zimmer, Smithsonian Intimate Guide to Human
Origins (Toronto, Canadá: Madison Press, 2005).
[14] Earnest Albert Hooton, Up from the Ape,
rev. ed. (Nueva York: Macmillan, 1946), 329.
[15] Adán y Eva frente a Darwin, Antonio Cruz, pag. 116
(Editorial Kerigma publicaciones)
[16] Paige Williams, "Digging for Glory", The
New Yorker (27 de junio de 2016), http://www.newyorker.com/magazine/2016/06/27/lee-berger-digs-for-bones-and-glory (consultado el 26 de octubre de 2020); Donald
Johanson y Blake Edgar, From Lucy to Language (Nueva York:
Simon & Schuster, 1996).
[17] Mark Davis, "Into the Fray: The Producer's Story", PBS NOVA Online (febrero de 2002), http://www.pbs.org/wgbh/nova/neanderthals/producer.html (consultado el 26 de octubre de 2020).
[18] Henry Gee, "Return to the Planet of the
Apes," Nature 412 (12 de julio de 2001), 131-132.
[19] John Reader (autor de Missing Links), en
"Whatever happened to Zinjanthropus?" (New Scientist, 26 de marzo de
1981, págs. 802-805)
[20]
Dr. Greg Kirby (Profesor Titular de Biología de la
Población, Universidad de Flinders, Adelaida) en un discurso sobre el caso de
la evolución pronunciado en una reunión de la Asociación de Profesores de
Biología (Australia del Sur) en 1976
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