Doctrina bíblica sobre la expiación | Soteriologia con Feliberto Vásquez Rodríguez
El significado correcto de la expiación
Aunque hay algunos puntos
meritorios en las teorías descritas anteriormente, son incompletas o
deficientes al evaluar la muerte de Cristo. El significado fundamental de su
muerte está en su carácter sustitutivo. Murió en lugar de los creyentes, de
modo que pudiera comprar su libertad, reconciliarlos con Dios y satisfacer así
las demandas justas del Dios santo. Los siguientes términos explican el
significado de la muerte de Cristo.
Sustitución
La muerte de Cristo fue
sustitutiva: murió en lugar de los creyentes. Esto se describe como muerte
vicaria, del latín vicarius, que significa “uno en lugar de otro”. La
muerte de Cristo “es vicaria en el sentido de que Cristo es el Sustituto que
carga con el castigo correspondiente a los pecadores; se le imputa la culpa de
ellos, de tal manera que él carga con el castigo de forma representativa”.[1]
Hay muchos pasajes que enfatizan la expiación sustitutiva de Cristo en lugar de
la humanidad. Cristo era sustituto porque Dios lo hizo pecado por otros (2 Co.
5:21); en la cruz cargó en su cuerpo los pecados de otros (1 P. 2:24); sufrió
una vez para llevar los pecados de otros (He. 9:28) y experimentó un
sufrimiento horrible, azotes y la muerte en lugar de los pecadores (Is.
53:4-6).
Hay dos preposiciones
griegas que enfatizan la naturaleza sustitutiva de la muerte de Jesús. La
preposición and, traducida “por”, quiere decir que murió “en vez de”
los pecadores (Mt. 20:28; Mr. 10:45). La preposición huper, que también se
traduce “por”, quiere decir que Cristo murió “de parte de” o “en
lugar de” los pecadores (Gá. 3:13; 1 Ti. 2:6; 2 Co. 5:21; 1 P. 3:18).
Filemón 13 muestra que huper debe significar “en lugar de”.
La doctrina de la
sustitución es importante, porque a través de la muerte de Cristo se
satisficieron las demandas justas de Dios; fue una transacción legal en la cual
Cristo lidió con el problema del pecado en lugar de la raza humana. Fue el
sustituto por el pecado de la humanidad.
Redención
La palabra redención
viene de la palabra griega agorazo, y quiere decir “comprar en el mercado”. Con
frecuencia estaba relacionada con la venta de esclavos en el mercado. La
palabra se usa para describir la compra del creyente en el mercado de la
esclavitud del pecado y su liberación de las ataduras de dicho pecado. La
sangre de Jesucristo fue el precio de compra por la libertad del creyente (1
Co. 6:20; 7:23; Ap. 5:9; 14:3-4).
Puesto que el creyente
fue comprado por Cristo, le pertenece a Cristo y es su esclavo.
“Paradójicamente, los redimidos son esclavos, los esclavos de Dios, porque
fueron comprados por un precio… Cristo no les dejó a los creyentes en una
libertad de comodidad egoísta. Más bien, como fueron comprados por Dios a un
precio terrible, se han vuelto esclavos de Dios para hacer su voluntad”.[3]
Hay otra palabra
relacionada con la redención del creyente, y es exagorazo, que enseña que
Cristo redimió a los creyentes de la maldición y ataduras de la ley, que sólo
condenaba y no podía salvar. Los creyentes fueron comprados por un precio en el
mercado de esclavos (-agorazo) y fueron totalmente sacados (ex-) del mercado.
Cristo liberó a los creyentes de la atadura de la ley y de su condenación (Gá.
3:13; 4:5). “Hay una maldición sobre todo el que no cumple la ley; Cristo
murió de tal manera que pudiera soportar esa maldición; nosotros, quienes
habíamos estado en maldición, somos libres ahora… [Más aún, ésta es] una
libertad con base legal”.[4]
Un tercer término usado
para explicar la redención es lutroo, cuyo significado es “obtener
liberación por el pago de un precio”.[5]
Prevalece en la palabra la idea de obtener la libertad por el pago de una
recompensa (Lc. 24:21). Los creyentes han sido redimidos por la sangre preciosa
de Cristo (1 P. 1:18) para ser posesión especial de Dios (Tit. 2:14).
La redención va dirigida
al pecado; la humanidad estaba en esclavitud al pecado y necesitaba liberarse
de esa esclavitud.
Reconciliación
El énfasis de la
reconciliación es hacer las paces con Dios. El hombre, que estaba alienado de
Dios, llega a la comunión con Él. El pecado había creado una barrera entre el
hombre y Dios, e hizo al hombre hostil hacia Dios (Is. 59:1-2; Col. 1:21-22;
Stg. 4:4). La ira de Dios y la enemistad con Él se eliminaron a través de
Cristo (Ro. 5:10). Así, la reconciliación se puede definir como “la eliminación
de la barrera de pecado por parte de Dios, que produce paz y permite la
salvación del hombre”. Hay dos partes de la reconciliación. El aspecto objetivo
de la reconciliación: Dios reconcilia al hombre consigo mismo antes de la fe haciéndolo
salvable (2 Co. 5:18a, 19a). Tal reconciliación es provisional. El aspecto
subjetivo de la reconciliación radica en que el hombre es reconciliado con Dios
cuando cree (2 Co. 5:18b, 19b). Tal reconciliación es experimental.
La palabra reconciliación
viene del griego katalasso, cuyo significado es “efectuar un cambio,
reconciliar”.[6]
Dios es quien inició dicho cambio o reconciliación; Él actuó para reconciliar
consigo al hombre pecador (2 Co. 5:18-19). Por otro lado, el hombre es el
objeto de la reconciliación. Es el hombre quien perdió su comunión con Dios;
por lo tanto, es al hombre a quien se debe restaurar. La reconciliación es una
provisión para todo el mundo, pero se hace efectiva sólo cuando es recibida por
la fe personal.[7]
La reconciliación va
dirigida al hombre; era el hombre quien había perdido la comunión por su
pecado, y era el hombre quien necesitaba ser reconciliado para renovar la
comunión.
Propiciación
Propiciación quiere decir
que la muerte de Cristo satisfizo completamente las demandas justas de Dios
para con el pecador. Debido a que Dios es santo y justo, no puede pasar por
alto el pecado; la obra de Jesucristo satisfizo completamente a Dios y cumplió
su norma. La unión con Cristo hace al creyente aceptable para Dios y lo aleja
de su ira.
La palabra
veterotestamentaria kaphar quiere decir “cubrir”; hace alusión a un ritual para
cubrir el pecado (Lv. 4:35; 10:17). El verbo griego hilaskomai, cuyo
significado es “propiciar”, aparece dos veces en el Nuevo Testamento. En Lucas
18:13 el recaudador de impuestos arrepentido oró que Dios le fuera propicio, o
que le proveyera un cubrimiento para su pecado. Hebreos 2:17 declara que Cristo
hizo propiciación por el pecado. La palabra también aparece tres veces como
sustantivo (hilasmos en 1 Jn. 2:2; 4:10; e hilasterion en Ro. 3:25).
La propiciación está
relacionada con varios conceptos. (1) La ira de Dios. Como Dios es santo, su
ira está dirigida al pecado y debe apaciguarse para apartar al hombre de su
destrucción eterna. (2) Dios proporciona el remedio. Dios provee la solución
cuando envía a Cristo para satisfacer el precio por el pecado. (3) La muerte de
Cristo calma la ira de Dios. El don de Cristo satisfizo la santidad de Dios y
alejó su ira.
La propiciación va
dirigida a Dios; Dios es propiciado: la muerte de Cristo vindica y satisface la
santidad de Dios.
Perdón
El perdón es el acto
legal de Dios por medio del cual elimina los cargos que había contra el
pecador, porque hay una satisfacción adecuada o expiación por esos pecados. Hay
varias palabras griegas para describir el perdón. Una es charizomai,
relacionada con la palabra gracia, y quiere decir “perdonar por gracia”.[8] Se usa cuando se cancela
una deuda (Col. 2:13). El contexto enfatiza que nuestras deudas quedaron
clavadas en la cruz con la expiación de Cristo, que perdona gratuitamente los
pecados de los que estábamos acusados.
La palabra más común para
perdón es aphiemi, cuyo significado es “dejar ir, liberar” o “despedir”. La
forma sustantiva se usa en Efesios 1:7, donde enfatiza que los pecados del
creyente se han perdonado, o se han despedido, por las riquezas de la gracia de
Dios, como se revela en la muerte de Cristo. El perdón soluciona por siempre el
problema del pecado en la vida del creyente: todos sus pecados pasados,
presentes y futuros (Col. 2:13). Es diferente de la limpieza diaria del pecado,
necesaria para mantener la comunión con Dios (1 Jn. 1:9).
El perdón va dirigido al
hombre; el hombre ha pecado y necesita que se haga algo con sus pecados, que se
borren.
Justificación
Mientras que el perdón es
el lado negativo de la salvación, la justificación es el lado positivo.
Justificar es declarar justo a quien tiene fe en Jesucristo. Es un acto forense
(legal) de Dios por medio del cual declara justo al pecador creyente gracias a
la sangre de Cristo. El énfasis principal de la justificación es positivo, y de
él forman parte dos grandes aspectos: el perdón y eliminación de todos los
pecados y el final de la separación con Dios (Hch. 13:39; Ro. 4:6-7; 5:9-11; 2
Co. 5:19). Lleva implícito también la concesión de justicia sobre la persona
creyente y “un título para todas las bendiciones prometidas al justo”.[9]
La justificación es un
don que se entrega por la gracia de Dios (Ro. 3:24) y ocurre cuando el
individuo tiene fe en Cristo (Ro. 4:2; 5:1). La base de la justificación es la
muerte de Cristo (Ro. 5:9), sin importar las obras (Ro. 4:5). La fe es el medio
para la justificación (Ro. 5:1). A través de la justificación, Dios retiene su
integridad y su norma, pero puede entrar en comunión con los pecadores, porque
a ellos se les ha imputado la justicia de Cristo.
La justificación va
dirigida al hombre, el cual ha pecado y ha transgredido la norma de Dios. El
hombre necesitaba recibir la justicia de Dios para tener comunión con Él.
[1]
Louis Berkhof, Systematic Theology [Teología sistemática] (Grand Rapids:
Eerdmans, 1941), p. 392. Publicado en español por T.E.L.L.
[2]
Gráfico adaptado de Charles M. Home, Salvation (Chicago: Moody, 1971), p. 32.
[3]
Leon Morris, The Apostolic Preaching of the Cross, 3ª ed. (Grand Rapids:
Eerdmans, 1965), p. 54. Este libro es una obra importantísima con una
explicación bíblica seria de los términos clave relacionados con la salvación.
El estudiante serio no debería rechazar su estudio.
[4]
Ibíd., pp. 56, 58.
[5] Fritz
Rienecker, A Linguistic Key to the Greek New Testament, ed. Cleon Rogers Jr.
(Grand Rapids: Zondervan, 1980), p. 655.
[6]
Ibíd., p. 470.
[7]
John F. Walvoord, Jesus Christ Our Lord [Jesucristo nuestro Señor] (Chicago:
Moody, 1969) p. 182. Publicado en español por Ediciones Las Américas.
[8]
Rienecker, Linguistic Key to the Greek New Testament, p. 574.
[9]
J. I. Packer, “Justification”, en Walter A. Elwell, ed., Evangelical Dictionary
of Theology [Diccionario teológico de la Biblia] (Grand Rapids: Baker, 1984),
p. 594. Publicado en español por Caribe.

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