La historia del hombre de Orce, que empezó en la década de los 80 y duró hasta principios del siglo XXI, ilustra de forma explícita las intrigas, envidias, deslealtades, descalificaciones personales, así como las batallas mediáticas que envuelven, a veces, el mundo de los fósiles humanos. En el mes de junio de 1983, se presentó en el salón de actos de la Diputación de Granada el fósil de un fragmento de cráneo, hallado en un yacimiento del pueblo granadino de Orce, que sus descubridores denominaron VM-0 y que los periodistas divulgaron pronto como “el hombre de Orce” . Tres investigadores catalanes, Josep Gibert, Jordi Agustí y Salvador M oy à-Solà , a firmaron ante una sala llena de reporteros que aquel hallazgo parecía pertenecer a un antepasado del hombre y que, si era así, podría revolucionar la paleontología humana por tratarse del primer europeo. Ninguno de los tres jóvenes paleontólogos se imaginaba entonces las desavenencias y disgustos que durante años les iba a propo