Dios fue manifestado en carne
El misterio de la piedad
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria (1 Timoteo 3:16).
Los comentaristas y traductores de la Biblia están todos de acuerdos en que este es un himno de la Iglesia primitiva el cual servía para recordar las verdades esenciales de la fe cristiana. Está estructurado en lo que se llama “paralelismo antitético” que no es más que una línea que contrapone a la otra, como es el caso del primer paralelo que es entre la carne y el espíritu, el segundo entre los ángeles y los gentiles (hombres), y el tercero entre el mundo y la gloria, o tierra y cielo.
Eindiscutiblemente (homologoumenös) esta expresión quiere decir que es una verdad que no se discute, que todos están de acuerdo con la afirmación. grande es el misterio de la piedad (mega to tës eusebeias mustërion). Es una frase paralela al “misterio de la fe” del versículo 9 del mismo capítulo y habla de la grandeza la salvación por medio de Jesucristo quién es el ejemplo definitivo de la piedad. Dios fue manifestado en carne (hos ephaneröthë sarx). La palabra Dios (theos) no aparece en ningún manuscrito, aunque el sujeto está oculto en la oración es obvio que está haciendo referencia a Dios porque el sujeto es tomado del versículo anterior. Esta verdad está en claramente enseñada a lo largo de toda la Escritura, Jesucristo es Dios manifestado en carne. Juan dice “En el principio era el verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1) y versículos más adelante afirma que ese Verbo “fue hecho carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). El autor de la carta a los Hebreos dice que Cristo es “el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3). Pablo usa un lenguaje similar para referirse a Cristo “Él es la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15a). Cristo es quién hace visible a Dios invisible (ver 1 Timoteo 1:17; 6:16 compare con Filipenses 2:5-8).
Justificado en el Espíritu (edikaiöthë en pneumati). Esta expresión parece difícil de entender, pero puede apuntar a la obra del Espíritu Santo en Jesús al menos en tres áreas: guardándolo sin pecado durante su ministerio, como afirman múltiples versículos de las Escrituras: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). El autor de la carta a los Hebreos nos dice que Cristo fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He. 4:15). Hebreos 5:9 dice que “habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”, mientras que Hebreos 7:26 lo describe como “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos”. También puede apuntar al Espíritu proveyéndole el poder para realizar los actos portentosos o milagros que autenticaban su naturaleza y misión divinas, como enseña (Mateo 11:2-6; Hechos 2:22) y finalmente levantándolo de entre los muertos en la resurrección (Romanos 1:4). La resurrección probó que Cristo no tenía pecado.
Visto de los ángeles (öphthë aggelois). Esta expresión no solamente se limita a ver, sino también a visitar. Cristo durante todo su ministerio terrenal fue visitado, servido y observado por los ángeles: En su nacimiento (Mateo 1:20-21, 24, 2:13, 19); en la tentación (Mateo 4:1-11); en la resurrección (Mateo 28:2–7; Marcos 16:5–8; Lucas 24:4–7; Juan 20:12–13) y en su ascensión (Hechos 1:9-11). Predicado a los gentiles (ekëruchthë en ethnesin) el mensaje de salvación no se limitó a la nación del pacto de la cual vino Jesús, sino que fue proclamado a todo el mundo sin excepción alguna como mandato del mismo Señor de serle testigo por todas las naciones (Hechos 1:8; Mateo 28:19-20).
Creído en el mundo (episteuthë en kosmöi). El plan de Dios se cumplió cuando la proclamación de los apóstoles resultó en la fe salvadora de muchas vidas. En la primera predicación pública del evangelio, después de la resurrección de Cristo, se convirtieron 3,000 personas (Hechos 2:41). En los días siguientes, miles más creyeron en Él. Se predicó el evangelio por toda Judea, luego a los samaritanos, a un etíope eunuco, a Cornelio el gentil, y finalmente por todo el mundo gentil, por Pablo y sus compañeros. Recibido arriba en gloria (anelëmphthë en doxëi). Después de Cristo haber descendido a la tierra, y morir por nuestros pecados, fue recibido en el cielo en gloria por el Padre, lo cual muestra que su sacrificio fue acepto. Su ascensión es enseñada en Hechos 1:9-11:
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
El autor a los Hebreos dice: habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, (Hebreos 1:3c). Y de forma más detallada en Filipenses 2:5-11:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
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