El cristiano y el pecado | Antropología con Feliberto Vásquez Rodríguez
El cristiano y el pecado
El conflicto. De acuerdo con 1 Juan
2:16, el conflicto del cristiano con el pecado surge en tres áreas.
(1) El mundo. Mundo (gr., kosmos)
denota “aquello que es hostil a Dios; es decir, perdido en pecado y
completamente contrario a lo divino; arruinado y depravado”.[1] A los creyentes se les
advierte de no amar al mundo ni a las cosas del mundo (1 Jn. 2:15). Tal
declaración indica que debe evitarse tanto un elemento material como uno
filosófico. Juan indica que el pecado atrae al cristiano a través de los deseos
de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida (1 Jn. 2:16).
Este mundo está bajo el control de Satanás (1 Jn. 5:19) y se manifiesta en
insensatez (1 Co. 3:19), inmoralidad (1 Co. 5:10) y hostilidad contra Dios
(Stg. 4:4). El cristiano debe tener en cuenta que ha sido crucificado con
respecto al mundo (Gá. 6:14).
(2) La carne. La carne (gr., sarx)
“es el instrumento a disposición del pecado; está sujeto a él hasta el punto
que donde está la carne, están presentes también todas las formas de pecado;
nada bueno puede vivir en sarx”.[2] El término carne se puede
usar en sentido material; no obstante, con frecuencia se le da un sentido no
material para referirse a la “vieja naturaleza de la carne… esa capacidad de
todos los hombres para servir y satisfacerse a sí mismos… la capacidad para
dejar a Dios fuera de sus vidas”.[3] Pablo describe la carne en
su experiencia cristiana en Romanos 7:17 20 como su capacidad para pecar.
Requiere lujuria y controla la mente (Ef. 2:3); gobierna la vida del no
cristiano (Ro. 8:5-6). La solución al dilema está en Romanos 7:25 es el poder
del Espíritu Santo (Ro. 8:2ss) y la renovación de la mente (Ro. 12:1) que
considera crucificada a la carne (Ro. 6:6).
(3) El diablo. El diablo es real, un
ser personal que se opone a los cristianos y busca hacerlos ineficaces en su
vida cristiana. Es un enemigo formidable del cristiano, pues su intención es
devorarlo (1 P. 5:8); por lo tanto, el cristiano tiene el llamado de resistir
al diablo (Stg. 4:7). Tal cosa se puede alcanzar usando la armadura para la
batalla espiritual (Ef. 6:10-17).
La provisión
Dios le ha dado al
cristiano una provisión amplia para mantenerlo alejado del pecado.
(1) La Palabra de Dios. Dios le ha dado al
cristiano la Biblia “inspirada por Dios”, provechosa para “instruir en
justicia”, de modo que el creyente esté “preparado para toda buena obra” (2 Ti.
3:16-17). Esta Palabra puede mantener al creyente alejado del pecado (Sal.
119:9-16); limpia al creyente (Ef. 5:26), lo santifica (Jn. 17:17) y ayuda en
la respuesta a la oración (Jn. 15:7).
(2) La intercesión de Cristo. Cuando el creyente
peca, Cristo es su abogado defensor (1 Jn. 2:1). Como Cristo vive
continuamente, su intercesión es efectiva (He. 7:25). Juan 17 revela la
naturaleza de la intercesión de Cristo en favor de los cristianos: ora por su
seguridad (17:11), por su alegría (17:13), por su protección frente a Satanás
(17:15), porque Dios los aparte para la verdad (17:17) y para que al final
estén con Cristo (17:24).
(3) Porque el Espíritu Santo habita en
el creyente.
El ministerio del Espíritu Santo en la vida del creyente es crucial en cuanto a
llevar una vida apartada del pecado. Forman parte del ministerio del Espíritu
la morada Su obra. El Espíritu Santo va construyendo en el creyente (Ro. 8:9),
la unción (1 Jn. 2:20; 4:4), el sello (Ef. 1:13; 4:30), el otorgamiento de
poder (Hch. 1:8), la plenitud (Ef. 5:18) y la capacidad de vivir constantemente
por el Espíritu (Gá. 5:16).
[1] Arndt y Gingrich, Greek-English
Lexicon, p. 446.
[2] Ibíd., p. 744.
[3] Charles C. Ryrie, Balancing the
Christian Life [Equilibrio en la vida cristiana] (Chicago: Moody, 1969), pp.
34-35; véase también J. Dwight Pentecost, Designed to Be Like Him [Marchando
hacia la madurez espiritual] (Chicago: Moody, 1966), pp. 85-93, 208-214. Ambos
publicados en español por Portavoz.
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